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GRAN TECHO DE LA CUEVA DE ALTAMIRA

(Santillana del Mar, Santander)

IDENTIFICACIÓN DE LA OBRA
Se trata de una lámina donde aparece el gran techo de la Cueva de Altamira en
Santillana del Mar, Santander, obra
ANÁLISIS FORMAL DE LA OBRA
• La pintura está realizada sobre la roca, combinando, diversas técnicas:
aplicación de masas de color a pincel, restregados, raspados, grabados,… La
factura es de alta calidad, con habilidad técnica. La textura se caracteriza por
rugosidad y variedad: la pared de roca no solo es el soporte sino que también se
convierte en material de la obra, se expresa por sus propias condiciones –
arenosa, porosa o granulada-, y se funde con la expresividad de los colores.
• La línea es simple, los contornos muestran precisión y delicadeza, en ocasiones,
como en las ingles, es sustituida por raspado o grabado sobre la roca.
• Hay gran interés por el modelado, que se ha conseguido a través de la
policromía, hábiles raspados y la utilización de las protuberancias rocosas.
Podemos calificarla como pintura muy escultórica por su afán por los efectos de
forma y volumen.
• La luz es uniforme y serena. El color es vívido, pese a lo limitado de la paleta:
negro, rojo, pardo, ocre rojo, amarillento… toda ella de la gama cálida.
• El espacio carece de marco y fondo, tiene completa libertad de dirección, no
está organizado vertical u horizontalmente, valen todas las lineales. La
composición parece realizada a partir del “campo manual”, muestra algunas
yuxtaposiciones y superposiciones de figuras y animales en posiciones insólitas.

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ANÁLISIS ESTILÍSTICO
• Las características técnicas y formales de la obra indican que se trata de una
representación del arte rupestre del Paleolítico Superior, localizada en el área
franco-cantábrica, pues reúne gran maestría y dominio de los medios materiales
con un gran naturalismo.
La utilización del color nos remite a los conjuntos policromos del magdaleniense.
Por los animales representados reconocemos que se trata del techo de la “Sala
de los bisontes” de la Cueva de Altamira.
Su temática muestra el repertorio habitual de los conjuntos magdalenienses:
bisontes, équidos, ciervos y jabalíes, símbolos y antropoides. Los animales
parecen dispuestos como un rebaño a los pies de la cierva y no están
amenazados por flechas.
• Su significado e intención están muy discutidos, desde su descubrimiento ha
sido interpretado desde muy diversos supuestos sin que sea posible dar una
respuesta categórica a su función. La mayoría de las hipótesis apuntan a la
caza-magia y misterio-rito, con las ideas de fecundidad y reverencia al mundo
animal.
Las cuevas paleolíticas son conjuntos organizados; sus representaciones de
animales y signos comunican algo y nos permiten elucubrar acerca de las
condiciones materiales de la época y sobre el mundo espiritual. Los espacios
decorados están elegidos, tal vez en función de sus propiedades mágicas, a
veces parece que para ocultar las obras a los ojos de los no iniciados. Podemos
considerar las cuevas como santuarios.
• La zona franco-cantábrica ofrece la mayor densidad de cuevas decoradas. La
cueva de Altamira supone un ejemplo importantísimo por su elevada calidad.
Las pinturas se desarrollan en un techo de unos 18 por 9 metros de superficie, a
una altura del suelo que oscila de 2m a 1m. Su descubrimiento, en 1875 por
Marcelino Sanz de Satuola, fue el primero de pinturas prehistóricas europeas,
lo que provocó escepticismo y rechazo por los especialistas. Los posteriores
descubrimientos de pinturas similares en La Mouthe (1895), Pair-non-Pair, Font
de Gaume y Combarelles obligaron a su reconocimiento.
Aunque son las más importantes, las pinturas del techo del salón no son las
únicas de la cueva, que tiene un extraordinario conjunto de grabados y pinturas
menores en otras salas, con una variedad que va desde líneas sinuosas simples
hasta las representaciones de animales.

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