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Tartufo

Tartufo o el impostor (Tartuffe ou l'Imposteur) es una comedia en cinco actos escrita en versos
alejandrinos por Molière y estrenada el 12 de mayo de 1664.

Argumento

Orgón es un personaje bastante importante que ha caído bajo la influencia de Tartufo (Tartuffe
es el nombre dado a la trufa u hongo escondido bajo tierra), un hipócrita beaturrón, que además
es bastante torpe. De hecho, los únicos que no se han dado cuenta de la verdadera naturaleza de
Tartufo son Orgón y su madre. El mediocre y ladino Tartufo exagera la devoción y ha llegado a
ser el director espiritual de Orgón. Este aventurero está tratando, además, de casarse con la hija
de su benefactor, al tiempo que trata de seducir a la segunda esposa de éste, Elmira, mucho más
joven que su marido. Una vez desenmascarado, tratará de aprovecharse de unas donaciones
(firmadas) que Orgón le ha transmitido para tratar de echar a éste de su propia casa. Va incluso
ante el rey, pero éste, recordando los antiguos servicios que Orgón le prestó, anula dichos
papeles y hace que Tartufo sea detenido.

Reacciones ante la obra

La obra fue presentada ante el Rey antes de su estreno en una versión inconclusa con sólo tres
actos. Aun así, consigue indignar al partido de los devotos por su contenido. La Compañía del
Santo Sacramento utilizó su influencia para conseguir que la obra se prohibiera. Veían en ella
un ataque frontal a la religión y a los valores que ellos propugnaban. Es cierto que tras la crítica
de la hipocresía, que es el tema principal de la obra, se esconde también un ataque al papel
demasiado influyente que tenían algunos devotos directores espirituales, que en realidad eran
saqueadores de herencias.

Tras algunas vadas, Molière trató de representar su obra con el título de Panulfo o el impostor
en agosto de 1667. Pero tras la primera representación, el responsable de la policía prohíbe de
nuevo la obra con el argumento de que "no es el teatro el sitio para predicar el Evangelio". El
arzobispo de París, Hardouin de Péréfixe, llega a amenazar con la excomunión a cualquiera que
represente o escuche la obra, a la que acusa de ser un virulento ataque a la religión.

Hay que esperar hasta febrero de 1669 para que Luís XIV de Francia autorice a Molière a
representar su obra, que recupera además su título original de Tartufo.

El personaje Tartufo describió de manera tan excelsa al ser hipócrita que este nombre es
utilizado ahora en el Diccionario de la Real Academia Española para definir a la persona
hipócrita y falsa.
Intenciones de Molière
Al escribir esta obra, Molière ataca un bastión muy influyente: los devotos. Entre ellos se cuentan hombres
religiosos sinceros pero también manipuladores conscientes del poder que puede proporcionarles su devoción.
Este segundo grupo es el que el autor ataca.

Con la situación doméstica que Molière refleja en el Tartufo quiere reflejar al mismo tiempo la situación
política en Francia: Luis XIV, monarca absolutista de poder no discutido (comparable al de un padre de
familia), estaba rodeado de una serie de personas que se dieron cuenta de que la única manera de mandar en
Francia era acercarse al rey e influirle, presentándose como personas de pleno sentir religioso y moralidad
intachable.

Molière quería que la autoridad real se ejerciese y se alejase a esas personas, que fueron las que no permitieron
la representación del Tartufo (ni siquiera bajo el título El impostor), por lo que tuvo que alterar su obra en
varias ocasiones. De hecho, el último acto enseña cómo la familia sólo puede apelar a una fuerza exterior. Él
quería que eso, trasladado al plano político, simbolizase que sólo el rey y la justicia real podían resolver los
problemas del pueblo francés.

El rey lo comprendió y levantó la prohibición de la obra en 1669.

Personajes de la obra
 Orgón: Gran burgués parisiense, que goza de una buena situación económica y social. Es una persona
autoritaria, lleva las riendas de su casa y hace observaciones pertinentes a los miembros de la familia.
No obstante, gracias a la influencia de Tartufo, se presenta como un ser idiota e intratable. Con Tartufo
en la casa, carece de autoridad y de voluntad, además de sentido común. Está casado con Elmira. Es el
único en la casa, además de su madre, Madame Pernelle, que no se da cuenta de la evidente farsa del
Tartufo. A pesar de ser un hombre bastante inteligente y sensato, es muy temeroso de los castigos
divinos, sobre todo del castigo de acudir al infierno tras una vida pecaminosa. Es por eso que cree
ciegamente en todo lo que dice Tartufo, aunque esto vaya en contra de los intereses de su familia. De
hecho, por su ceguera con respecto a Tartufo, llega a expulsar a Damis de su propia casa, a planear el
casamiento de su hija Mariana con Tartufo, e incluso a cambiar la herencia para que toda fuera a parar a
manos del falso beato. Durante los cuatro primeros actos, Orgón es un muñeco en manos de Tartufo, y
apenas sale de su engaño, lo vemos pasar al extremo opuesto: es un hombre colérico, exagerado y muy
cómico (especialmente en la escena de debajo de la mesa, mientras escucha al Tartufo hacer
proposiciones indecentes a su mujer Elmira).

 Elmira: la esposa de Orgón, y la madrastra de Damis y Mariana. Es más tranquila que su marido, y
bastante sensata y precavida. Su principal objetivo en la obra será la de proteger el futuro de Mariana,
para que no se case con Tartufo y se case con el hombre a quien ella ama, Valerio. Al igual que el resto
de su familia, intenta hacerle ver a su esposo la verdad sobre Tartufo, sin éxito.

 Dorina: es la fiel criada de la casa de Orgón. A pesar de ello, tiene mucha confianza con la familia, y
gracias a ello puede entrometerse en la vida de esta, así como en el conflicto ocasionado por Tartufo. No
responde al arquetipo de criada inculta y malhablada, sino que es muy inteligente y perspicaz, por lo que
sus consejos y comentarios son muy acertados e irónicos, de gran comicidad, debe de ser un personaje
divertidísimo de interpretar, ya que además de sus gestos y miradas al público, también se expresa en un
lenguaje típico del pueblo llano, añadiendo aún más comicidad a la escena. Su presencia es vital en la
obra, pues es ella la que máquina el engaño hacia Tartufo, con el objetivo de desenmascararlo.
Es la primera en darse cuenta de las intenciones de Tartufo con respecto a la familia, hacia Orgón, hacia Elmira,
etc. Es alegre, simpática, valiente, y durante toda la obra actúa como la portavoz del sentido común.

 Tartufo: en la versión a comentar, el personaje del Tartufo es algo así como un bufón falsamente
devoto (de hecho, Molière iba vestido de juglar o de bufón al interpretarlo, provocando una escena aún
más rocambolesca), pero el papel es algo ambiguo, pues es representado más bien como un cura o un
fraile de la época, que incluso tiene un ayudante.

Tartufo es el personaje principal de la obra, pues en torno a él se desarrolla toda la trama. Aparece en esta
tardíamente, pero aun así sabemos como es por los comentarios que hacen los otros personajes. Desde el primer
momento, por su malicia e hipocresía se nos hace odioso, verdaderamente odioso. Por sus engaños, es un
hombre bastante listo y rastrero, que no duda en engañar y aprovecharse de los inocentes que crean su palabra.
Tiene un aspecto de bufón que hace reír al público, pues sus comentarios acerca de su supuesta pobreza no se
corresponden en absoluto a su buen estado de salud (de hecho, es descrito por Dorina como gordo, colorado,
con mucho apetito, etc.)

 Damis: el hijo de Orgón. Es un personaje que dice todo lo que piensa, muy apasionado, a veces
resultando excesivo (Dorina teme que pueda echar a perder todo el plan ideado para desenmascarar a
Tartufo), pero ante todo leal a su familia, y de buen corazón. Su padre, dejándose llevar por la ira, echa
de casa a Damis, porque piensa que su hijo lo ha traicionado al ultrajar a Tartufo. Se da a entender que
pueda estar enamorado de la hermana de Valerio y que por ello apoya la relación entre éste y Mariana.

 Mariana: la hija de Orgón. Es joven y bella, por ello su padre decide casarla con Tartufo, a pesar de
que ella estaba previamente comprometida con Valerio, el verdadero amor de su vida. Es muy
obediente, sobre todo con los mandatos de su padre, y en ningún momento se rebela con firmeza sobre
la idea de casarse con el falso beato, pues desobedecería la orden de su amado padre Orgón. De hecho,
es Dorina y su madre Elmira las que se manifiestan más en desacuerdo con el imperativo de Orgón. No
participa demasiado en la obra.

 Valerio: el novio de Mariana. Cuando se entera de que Orgón planea casarla con Tartufo se ofende y
decide dejarla, pero Dorina logra poner paz entre ambos.

 Cleanto: Es el cuñado de Orgón, hermano de la primera esposa de éste. Es soltero, o por lo menos en la
obra no se menciona lo contrario. Es muy calmado, al contrario que Damis, y por sus comentarios es de
extremada inteligencia. Tiene una mentalidad muy analítica, racionalista y metódica. Sus consejos son
muy apreciados por la familia, en todos los ámbitos, tanto en política y economía con Orgón, como con
otro tipo de consejos. Junto a Dorina, es de los personajes más inteligentes y sensatos de la obra. Aun
así, gracias a la ceguera de Orgón, llega a pelearse con él porque no quiere ver la realidad tal y como es.
Por otra parte, es quizás el personaje menos cómico o gracioso de la obra, pues siempre actúa con gestos
calmados y con comentarios largos y exentos de pasión.

 Madame Pernelle: la anciana madre de Orgón. Es de ideología muy tradicional y bastante retrógrada.
Se muestra de acuerdo en todo momento con la presencia de Tartufo en la casa, incluso cuando al final
tanto Orgón como el resto de la familia han desenmascarado a Tartufo, sigue apoyando sus actos. La
comicidad de este personaje reside precisamente en eso, en el aspecto de ancianidad que expresa,
mezclado a los comentarios típicos de abuela entrometida. Por ejemplo, una escena muy graciosa en la
que Madame Pernelle participa es cerca del principio, donde critica los comportamientos de los
miembros de la casa de Orgón de forma autoritaria, a la par de cómica.

 Flipota: la criada de Madame Pernelle. Sale en el Acto Primero, y no habla.


MOLIERE

Tartufo o el impostor

La comedia, escrita en verso, consta de un prefacio y cinco actos. Nos presenta la historia de un hipócrita, que
mediante una falsa piedad, pretende hacer fortuna, aprovechando la necedad y credulidad de Orgón, un rico
propietario, casado y con dos hijos.

La primera versión la escribió en 1664, y Molière tuvo dificultades para su representación, hasta que por fin
obtuvo el permiso definitivo en 1669, ya en la versión que conocemos.

PREFACIO

Molière se queja en este prefacio del mucho ruido que ha levantado su comedia, lo cual demuestra, dice
irónicamente, que los "tartufos" (hipócritas) son las gentes más poderosas de Francia. En el resto de sus obras,
la hueste de cornudos, médicos, etc... ha soportado sus comedias achacando sus defectos a los demás. Los
hipócritas no, y lo peor es que encubren sus propósitos con la causa de Dios.

A continuación, Molière se disculpa frente a los devotos, advirtiendo que nunca en la obra se puede confundir
al falso devoto del verdadero. Se delata su hipocresía desde el primer momento que sale a escena.

Otro reproche que se hace a Molière, es el hecho de inmiscuirse en materias que no son propias del teatro, como
la religión. Lo rebate hablando del origen religioso y ceremonial del teatro, y cita a España y sus Autos
Sacramentales. Además, dice Molière, la comedia debe intentar corregir los defectos humanos, y la hipocresía
es de los más peligrosos. Molière, utilizando el argumento de la verosimilitud, intenta rebatir la acusación de
haber utilizado frases piadosas en boca del impostor. Por otra parte — y en este momento del prefacio las
argumentaciones de Molière se vuelven más débiles —, insinúa la disparidad de criterios de las autoridades
eclesiásticas a la hora de enjuiciar su obra.

La parte final la dedica a consideraciones sobre los objetivos de la comedia. Señala irónicamente que hay gente
que no soporta ningún tipo de comedias, aunque se representan en ellas las mayores virtudes: el corazón se
reblandece. Confiesa que hay lugares mejores para frecuentar que el teatro, y que podríamos suprimir todo
aquello que no se refiere directamente a Dios, pero las prácticas de piedad necesitan un descanso, y los hombres
diversión: la más inocente, según Molière, el teatro. Termina con una frase del Gran Conde al rey de Francia, al
salir de la representación de una obra Scaramouche, ermitaño, tras haber expresado el Rey su extrañeza por el
rechazo del Tartufo y no de la obra que acababan de ver: "La razón de esto es que la comedia de Scaramouche
representa al Cielo y a la religión, que no les preocupan nada a estos señores, pero la de Molière les representa a
ellos mismos, y esto es lo que no pueden soportar".

Tras el prefacio, Molière presenta tres Memoriales al rey para conseguir su favor y que represente el Tartufo.
En el último, da ya por hecho Molière la autorización y pide al rey un favor para un amigo médico.
 

PERSONAJES

1. Mdme.Pernelle, madre de Orgón.

2. Orgón, esposo de Elmira.

3. Elmira, mujer de Orgón.

4 Mariana, hija de Orgón.

5. Valerio, novio de Mariana.

6. Cleanto, cuñado de Orgón.

7. Tartufo.

8. Dorina, doncella de Mariana.

9. Señor Leal, sargento.

10. Un exento: Sargento de Caballería cuando en ausencia de los oficiales mandaban su compañía.

11. Felipota, criada de Mdme. Pernelle.

12. Demis, hijo de Orgón.

Acto primero

En la primera escena Mdme. Pernelle, madre de Orgón y abuela de Mariana, señala que en la casa no se viven
normas de moral respetables: hay demasiadas visitas, no se oyen más que canciones y frases vanas, no se siguen
los consejos de Tartufo, que por lo que se puede colegir vino de pobre y se ha instalado en la casa con toda
tranquilidad, y con su apariencia devota trastorna y modifica las costumbres de los más jóvenes de la casa.
Desde el principio se manifiesta ya de forma clara, que hay dos bandos evidentes y opuestos respecto a Tartufo.
Dorina, la doncella de Mariana, se manifiesta como respondona, situada en la auténtica realidad, y
aprovechando siempre para ser el contrapunto de las opiniones de la abuela, Mdme. Pernelle, o de los dueños
de la casa. Una vez que se marcha de escena Mdme. Pernelle, Dorina y los demás se quedan hablando de
Tartufo, del que nos enteramos que tiene sorbido el seso de Orgón, el padre: "Le admira a cada instante, le cita
en cualquier ocasión: sus menores actos le parecen milagros y cuantas palabras dice son para él oráculos. Y el
sujeto, que conoce a su víctima y quiere aprovecharse de ella domina el arte de deslumbrarle con cien
apariencias engañosas. Su mojigatería logra sacarle a cada paso, y se arroga el derecho de criticar a todos. E
incluso el necio que le sirve de criado se dedica también a darnos lecciones".

Entra Orgón en escena, y se nos sigue preparando la llegada de Tartufo. Orgón pregunta a Dorina, la criada, por
su mujer y por Tartufo. Dorina llena de ironía le dice que su mujer lo ha pasado muy mal y que, en cambio,
Tartufo está como un roble: Orgón, "¿Y Tartufo?". Dorina: "Cenó solo ante ella, y se comió piadosamente dos
perdices y la mitad de una pierna de carnero picada". Orgón: "¡Pobre hombre!". Dorina: "Se pasó ella la noche
entera sin poder pegar los ojos; unas sofocaciones le impedían dormir, y tuvimos que velar junto a ella hasta el
amanecer". El primer acto se cierra con una conversación entre Orgón y Cleanto, en la que el cuñado de Orgón
intenta conseguir que no aplace la boda entre Valerio y Mariana. La conversación tiene dos largos parlamentos
en los cuales se extiende Orgón sobre las maravillas de Tartufo, mientras Cleanto le dice, tras muchas
consideraciones sobre la verdadera piedad, que se ha dejado deslumbrar por un falso brillo.

Acto segundo

Comienza con dos escenas que continúan presentando los intereses ocultos de Tartufo. Orgón llama a su hija
Mariana y le dice que ha pensado en casarla con Tartufo. Entra Dorina, la criada respondona, quien interrumpe
a Orgón cada vez que habla de las maravillas de la unión de Tartufo con su hija. Al final, Orgón, confuso,
decide abandonar la conversación. En la siguiente escena, Dorina intenta hacer entrar en razón a Mariana, sobre
lo absurdo de obedecer a su padre y casarse con Tartufo. Entra en escena Valerio, el novio de Mariana.
Conversan llenos de despecho por la noticia del nuevo casamiento y, cuando parece que todo acaba entre ellos,
llega Dorina y les une de nuevo. Mientras, planean cómo evitar el casamiento con Tartufo.

Acto tercero

Aparece, por fin, Tartufo. Primero va a hablar con Dorina, rogándole que cubra su seno con un pañuelo, y
después con Elmira sobre su posible casamiento. Durante la conversación su tono, falsamente piadoso, trasluce
una especial lujuria por la mujer de Orgón, Elmira. No pudiendo jugar más, se lanza con una vigorosa retórica
sobre los amores que la dispensa. Elmira termina diciendo: "Otros quizá tomasen esto de modo muy distinto;
pero mi discreción quiere revelarse aquí. No contaré el asunto a mi marido; mas deseo, en cambio, una cosa de
vos, y es que apresuréis sin reposo, y sin ningún remedio, la boda de Valerio con Mariana, que renunciéis vos
mismos a la injusta influencia que quiere enriquecer vuestra esperanza con el bien ajeno y...".

Demis, el hijo de Orgón, que ya ha demostrado antes el desprecio que siente por Tartufo, ha sorprendido la
declaración amorosa. En ese momento entra el padre, Orgón, y le cuenta Demis lo que acaba de ver. Tartufo, en
un acto completo de teatralidad hipócrita, invita a Demis con cara de resignación a que diga todo lo que tiene
contra él: "Sí, hermano; soy malo y culpable; soy un desdichado pecador cargado de iniquidad, el mayor
desalmado que ha existido... y veo que el Cielo, para castigo mío, quiere mortificarme en esta ocasión; de
cualquier gran delito que pueda reprochárseme, no pienso tener el orgullo de defenderme". Las palabras de
Demis tienen un efecto contrario al deseado. Orgón le echa de su casa y le deshereda. Cuando Orgón y Tartufo
se quedan solos, el primero le promete a su hija y su herencia. Tartufo: "Hágase la voluntad divina en todo!".
Orgón: "¡Pobre hombre!, vayamos pronto a redactar la escritura, ¡y que ello haga reventar de despecho a la
envidia!".

Acto cuarto

Cleanto, el cuñado de Orgón, trata de parlamentar con Tartufo, rogándole que perdone a Demis, y convenza a
su padre. Hablan de caridad cristiana, y Tartufo se evade, diciendo que no deben estar en la misma casa ambos,
refiriéndose a Demis. Por fin, Orgón presenta el contrato de casamiento a su hija Mariana. Elmira, su mujer,
como ya ve imposible evitar con razonamientos los desposorios de Mariana con Tartufo, puesto que ésta ha
apelado a su padre con que la deje meterse en un convento, le dice a su marido que las acusaciones de Demis
son verdad. Para demostrárselo, le propone ocultarse en un aposento debajo de una mesa, y que compruebe los
pérfidos amores de Tartufo. Este lanza lindezas como ésta: "Si es tan sólo el Cielo el que se opone a mis deseos,
apartar tal obstáculo es fácil para mí, y esto no debe contener nuestro corazón". Orgón sale debajo de la mesa e,
indignado, le dice a Tartufo que salga inmediatamente de la casa. Pero Tartufo tiene todo bien calculado: "Sois
vos el que habréis de salir, vos, que habláis como dueño; la casa me pertenece, lo haré valer y ya os demostraré
que en vano se recurre, para buscarme quimera, a estos cobardes subterfugios; no creáis conseguir nada
injuriándome; tengo medios de confundir y castigar la impostura, de vengar al Cielo, a quien se ofende, de
hacer que se arrepientan los que quieren ahora hacerme salir de aquí".

Acto quinto
Cleanto y Orgón hablan sobre las posibilidades de salvar la hacienda. Orgón, enajenado, dice que nunca más
volverá a confiar en un hombre justo. Cleanto le recrimina lo insensato de sus palabras. Aparece en escena la
madre de Orgón, Mdme. Pernelle, que no acaba de creerse lo que le cuentan y sigue confiando en Tartufo, ante
el furor de Orgón. Llega el Sargento Leal, que invita por orden de la Ley a salir de la casa —su casa— a Orgón
y su familia por orden de Tartufo a través del juez. Llega Valerio, el cual le comunica que Tartufo ha llegado
hasta el rey, entregándole una arqueta que le había confiado Orgón, que a su vez le había entregado otro amigo
perseguido por la justicia, y que contenía toda su fortuna. El aparato judicial se prepara para detener a Orgón.
Valerio le ofrece dinero para huir. En el momento de la huida, aparece Tartufo con el "exento", otro sargento.
Cuando parece que va a detener a Orgón, se vuelve hacia Tartufo y le detiene en nombre del rey, diciendo que
éste y su hijo, el príncipe, vieron la perfidia y la vileza en las argumentaciones de Tartufo, y por encima de la
legalidad hacen justicia. La obra termina con la promesa de casamiento entre Mariana y Valerio.

VALORACION LITERARIA

El Tartufo es una "alta comedia" o lo que se puede definir como un género superior a la comedia y a la farsa.
En la "alta comedia" la simple comicidad externa y superficial se supera mediante la crítica de costumbres y la
semblanza universal. Molière se propuso atacar los vicios más frecuentes de la sociedad de su tiempo.

El teatro tiene que divertir y enseñar, binomio que no encuentra mejor vehículo literario que la sátira, realizada
con gracia y humor. Los vicios de su tiempo, eternos en cierto modo, se dirigen contra aquellos que no obran en
consonancia con lo natural, o bien intentan salirse del lugar que les corresponde.

Así, los viejos que quieren casarse con muchachas jóvenes, los tontos que intentan parecer sabios, los pérfidos
que simulan ser piadosos, etc. La naturalidad, la verosimilitud y la universalidad de caracteres son, pues, los
presupuestos teóricos del teatro de Molière, quien rechaza los excesos del teatro barroco de finales del XVI y
principios del XVII.

Tartufo, responde a estos moldes clásicos del teatro francés del siglo XVII, que se desarrolla a partir de 1630,
fecha en que se instituyó la protección regia para el teatro. Por lo tanto, consta de cinco actos, siguiendo el
modelo de Horacio, y con el objeto de separarse de las tres jornadas típicas del Barroco. Y trata de respetar las
tres unidades, las reglas que los preceptistas literarios, seguidores de Aristóteles, establecieron como a priori
teatrales:

— unidad de acción (una sola acción, sin la dualidad típica del Barroco);

— unidad de lugar (se desarrolla toda la obra en un solo lugar: el salón de la casa de Orgón);

— unidad de tiempo (la acción se desarrolla en 24 horas).

Con este preceptismo, Molière intenta dar sensación de naturalidad y verosimilitud, y lo consigue en todo el
desarrollo de la acción, excepto al final del quinto acto ante la excesiva precipitación de los acontecimientos:
dos denuncias que se ejecuten de inmediato, y que se resuelven en un par de escenas, como si estuviéramos en
una obra de Lope de Vega.

La estructura del Tartufo responde también a los esquemas habituales de las comedias de Molière:

1. Jóvenes que desean casarse.

2. Padres que se oponen y preparan otra unión antinatural y descabellada.

3. Otros personajes, más racionales, intentan que vuelva la sensatez.

4. Final feliz con triunfo de la naturaleza y sus dictámenes equilibrados y racionalistas.


Este esquema se modifica y transforma con la figura del protagonista, que encarna el vicio caricaturizado, en
este caso la hipocresía. La figura de Tartufo, compleja psicológicamente, se nos ha presentado en sus perfiles a
lo largo de los dos primeros actos, por lo que de él dicen el resto de los personajes.

Molière nos levanta el interés por su aparición en escena, y cuando Tartufo empieza a hablar, Molière consigue
un efecto inmejorable de retórica vana, sutilmente rebuscada, que siempre adorna a la mentira. Con esa retórica
Tartufo tiene subyugados a Orgón y su madre, Mdme. Pernelle, que son los personajes negativos, sumergidos
en su beatería vacía, ridícula hasta la exageración esperpéntica.

Para ellos cada palabra de Tartufo es un dictado moral ineludible, y así irán cayendo en la trampa, Orgón
especialmente, de darle todas sus posesiones, que es al cabo lo que persigue Tartufo. El resto — desde Dorina,
la doncella respondona, natural y sensata; Elmira, la mujer de Orgón, comprensiva y discreta; hasta el fogoso y
justiciero Demis — forma el conjunto de personajes que, por su racionalidad, no se han dejado seducir en
ningún momento por Tartufo.

Todos los personajes están perfectamente caracterizados en su complejidad psicológica desde el primer instante
que salen a escena, y también a través de la pintura indirecta que de ellos hacen los demás.

Junto a la genial caracterización de los personajes, hay que destacar la disposición escénica, con el suspense
creado en los dos primeros actos por ver al impostor Tartufo, y también los giros inesperados de la acción:

— al final del acto IV, cuando parece que Tartufo ha terminado sus engaños y tendrá que marcharse de la casa,
se hace dueño de la situación y serán los demás quienes tendrán que marcharse.

— o al final, cuando el triunfo de Tartufo parece definitivo con la llegada del Delegado del rey, éste,
inesperadamente, detiene a Tartufo.

Por último, queda por valorar el lenguaje, que por encima de los pareados alejandrinos (14 sílabas) —métrica
que alivia lo denso de los diálogos, al tiempo que mantiene una estética clasicista—, consigue una deliciosa
naturalidad en el habla, ajustándola expresivamente a cada personaje y su condición social o psicológica (lo que
en el teatro español del siglo de Oro se llamaba decoro).

VALORACION DOCTRINAL

Molière, como en el resto de sus obras, se inspira en la concepción de la vida que se desprende de la filosofía
racionalista que impera y ambienta el siglo XVII francés. La Naturaleza representa el equilibrio del
comportamiento humano, que debe seguir los dictados de la razón. La moral, el orden social, deben ajustarse a
la razón, al equilibrio de la libertad, y a la moderación. El autoritarismo no tiene cabida, ni la pedantería, ni los
excesos: la Naturaleza es sabia y el hombre debe con su razón ajustarse a ella.

En el Tartufo, Molière rechaza básicamente un comportamiento antinatural, fingido, que enmascara su auténtica
realidad en una apariencia considerada digna y loable para el entorno social.

De entre las posibles hipocresías, Molière ha escogido la religiosa, encarnada en la figura de un individuo que
presenta una simulación devota y piadosa, sin apenas ocultar una sensualidad y ambición desmedida. Sin lugar
a dudas, en el Tartufo hay explícita e implícitamente una crítica contra la religiosidad, puesto que la hipocresía
religiosa triunfa —y es la peor de las hipocresías— porque la sociedad —piensa Molière— padece un exceso
de rigorismo religioso.

Molière realiza mordazmente la crítica de la falsa piedad, porque en el fondo le molesta lo que él entiende por
excesos religiosos que no se ajustan a una auténtica moderación del comportamiento.
En el fondo, son criticados los hipócritas y los impostores, pero fundamentalmente aquellos que se dejan
deslumbrar por los fervores religiosos y, en consecuencia, el ambiente social que admite lo devoto como
ejemplo atrayente. Los supuestos cartesianos de moral moderada y equilibradora de Molière son incompatibles
con el exceso de fervor. La verdadera religiosidad queda, pues, mal parada, resultando injustamente sospechosa
cualquier manifestación de verdadera piedad, en la idea de que, si nadie es perfecto, lo más indicado es portarse
mediocre o conformistamente en equilibrio. Como decía Napoleón, tras admirar el arte de Molière, "Tartufo
nos presenta la devoción con tintes odiosos" ... "no vacilo en afirmar que si la obra hubiera sido compuesta en
mis tiempos, no habría permitido que se representara". La devoción religiosa queda, pues, indirectamente e
injustamente lesionada, aunque Molière afirme que no era su intención hacerlo.

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