explicar. En el idioma hebreo quiere decir “lo recibido” En el caso de la Doctrina Bíblica debe ser lo que Dios mando enseñar. El hombre siempre ha tenido la tendencia a pensar que el mundo y la vida son como el las concibe.
Mat 15:9 “De nada sirve que ustedes me alaben, pues
inventan reglas y luego las enseñan diciendo que yo las ordené".( Biblia en lenguaje sencillo)
El consejo de Dios es que hagamos trazo recto (ortho-tomeo)
con la enseñanza y en la enseñanza.
Algunas personas afirman que no debemos hacer tanto
énfasis en “lo doctrinal” pero la verdad es que todo lo que enseñamos de Dios y de la vida cristiana es doctrina y no hay cristianismo sin doctrina. De pronto a lo que se refieren es a ciertas doctrinas que marcan y enfatizan las diferencias.
Yo quisiera que orientáramos nuestra atención no hacia la
“literalidad” de la enseñanza sino en la dirección de la interpretación. Hay una gran diferencia en lo que yo leo y lo que yo interpreto. El que interpreta se esfuerza en afirmar que “así dice” y no se da cuenta de que el problema no es lo que dice sino lo que el entiende.
1.- SABER LEER ES ALGO SERIO.
Un hombre enfermo y acudió al médico. El doctor le receto una medicina y le recomendó que siguiera estrictamente las indicciones que venían en el prospecto. El enfermo regreso a casa y se encerró en su habitación. A los pocos minutos sus familiares escucharon desde fuera los ruidos que provenían de ese dormitorio. Decidieron abrir la puerta y se encontraron al hombre dando saltos y corriendo en su habitación. Cuando le preguntaron ¿Por qué hacia eso? El respondió que el prospecto decía que debía “agitarse antes de usarlo”.
Leer sin llegar a comprender es triste y una experiencia
desesperante. Además para algunas personas es incomprensible que alguien no parezca percibir el significado de lo escrito cuando aparentemente debiera.
Resulta por demás peligroso, sobre todo conduciendo,
encontrarse con una señal que uno no pueda descifrar, es decir, que el no poder leer o no comprender La lectura puede costarnos la vida.
Sucedió que un funcionario etíope del reino de
Candase abandonaba Jerusalén después de haber tenido un tiempo de adoración en aquella ciudad. Se desplazaba en su carruaje y meditaba en la lectura del libro de Isaías. Leía aquel pasaje que dice: “Como oveja a la muerte fue llevadoY como cordero mudo delante del que lo trasquila así no abrió su boca. En su humillación no se le hizo justicia; Mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida”. Hechos 8: 32 -33.
Este incidente resulta, más que simpático, sorprendente. El
lector se hace una pregunta que resulta inesperada.
¿De quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro?
Para los que estamos familiarizados con la Biblia este pasaje
no ofrecería esa dificultad porque es obvio para nosotros que no se refiere a sí mismo.
¿Entonces por que para el resulto difícil de entender? La razón
puede ser variada y se plantean diversas opciones.
Primera: No sabía leer bien.
Segunda: La forma de redacción no le resultaba familiar. Tercera: Estaba escrito en un idioma que el conocía pero no dominaba.
Cuarta: El texto fue escrito en una época en que las cosas se
expresaban de manera diferente.
Quinta: Sus paradigmas lo llevaban a ver las cosas de
manera distinta. Sexta: La traducción que poseía no era de la mejor calidad. Cualquiera que haya sido la razón por la cual el etíope no entendió de quien se hablaba en ese aparte del libro de Isaías, lo que sí está claro es que nos plantea una problemática muy seria y no es un chiste sino una situación que puede tener consecuencias lamentables.
En realidad estamos hablando de la comunicación. De poder
trasvasar el conocimiento. De que las ideas puedan circular de forma genuina.
De la necesidad de que el receptor perciba con claridad y
fidelidad el mensaje del emisor.
Cuando nos referimos a la Palabra de Dios, el asunto se torna
extremadamente serio porque tiene que ver con la dirección de la vida de los seres humanos y con el fin último de las personas.
Comprender la lectura es vital para la subsistencia y para la
sustentación de las normas éticas y espirituales que rigen la vida.
La Biblia contiene una sentencia que por simple resulta
contundente:
“EL QUE LEE, ENTIENDA”. Mateo 24:15
A Dios y a los líderes que manejaron su pueblo les
preocupaban mucho que la gente percibiera el significado del mensaje que había sido consignado en los libros sagrados. Si no, observemos lo que se nos narra en el libro de Nehemías:
“Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el
sentido, de modo que entendiesen la lectura.” Nehemías 8:8 Todavía más: Dios nos invita a meditar. Esta palabra tiene la implicación de pensar, hablar, estudiar.
¡Feliz el que lee¡ y ¡ El que lee entienda!
El apóstol Pablo dice que el que lee y no entiende es como
aquel que tiene un velo sobre el rostro que le impide ver claramente.
“No como Moisés, que se ponía un velo sobre su rostro para
impedir que los israelitas vieran el fin de lo que era pasajero...
Pero se embotaron sus inteligencias. En efecto, hasta el día
de hoy perdura ese mismo velo en la lectura del Antiguo Testamento. El velo no se ha levantado, pues sólo en Cristo desaparece.
Hasta el día de hoy, siempre que se lee a Moisés, un velo
está puesto sobre sus corazones.
Y cuando se convierte al Señor, se arranca el velo”.
2ª.Cor. 3:12 -16 (Biblia de Jerusalén).
En cambio cuando la lectura es correcta y se percibe su
contenido las consecuencias son maravillosas: ¡Como descubrirse el rostro y poder ver con claridad!
Para la compresión de las Sagradas Escrituras nos haremos
varios planteamientos:
2.-.- Quien es el autor de la Biblia.
Para nosotros los creyentes pareciera que no hay caso en preguntar tal cosa. Pero es preciso aclarar algunos detalles con respecto a este particular. El como yo comprenda esta situación me va a determinar lo que yo crea y la forma como lo crea.
En mis viajes por algunos países del mundo he tenido la
oportunidad de visitar un buen número de edificaciones famosas, como el Palacio del Eliseo en Francia, por ejemplo. Esta magnífica edificación fue construida por el arquitecto Armand-Claude Mollet. Pero en realidad este señor hizo los planos y dirigió la obra pero no puso un solo ladrillo. Eso lo hicieron los albañiles y los maestros de obra. Sin embargo se le atribuye a el por qué el decidió el modelo, los materiales, quienes trabajaron en la obra y como estaría constituida la edificación. El palacio es el producto de su genialidad creativa.
Esta primera reflexión nos hace pensar que nuestros
principios deben ser fundamentados en aquellas palabras y hechos que registrados en la Biblia hayan sido expresados o autorizados por el Señor.
2.- La Biblia está inmersa en una cultura y una religión
que nos son extrañas. Encontramos en las Sagradas Escrituras acontecimientos que se desarrollaron de cierta manera no porque tenían o tienen que ser así sino porque en la cultura de los pueblos en los que ocurren así se hacían las cosas.
“¿Quién es este varón que viene por el campo hacia nosotros?
Y el criado había respondido: Este es mi señor. Ella entonces tomó el velo, y se cubrió” Génesis 24: 65 o Para Rebeca el cubrirse ante su prometido era un acto de pudor y decencia. Pero nuestras mujeres hoy, siendo decentes, no harían tal cosa.
El hecho mismo de que Abraham le escogiera la esposa a
Isaac es algo irrepetible dentro de nuestras circunstancias culturales. La evolución del tipo de familia y el derecho que las leyes conceden a las personas hoy día en nuestra sociedad no permitiría practicar este tipo de costumbres.
No encontramos en el Antiguo Testamento de las Sagradas
Escrituras una condena específica de la poligamia. Al rey David según las palabras del profeta Natan no se le castigo porque tuviera muchas “ovejas” sino Porque le quito la única corderita que tenía su vecino. Una cultura polígama ciertamente no es la cristiana. 2ª. Sam.12:2. Discernir la institución matrimonial dentro de esos parámetros
nos impone un esfuerzo especial de comprensión para
adaptar nuestras creencias y nuestras prácticas a los postulados cristianos.
Las formas políticas y sociales que encontramos en esa época
del pasado histórico del pueblo de Israel son totalmente diferentes a las nuestras.
La esclavitud, por ejemplo, nos plantea una forma de relación
social desconocida para nosotros y que nos hace difícil comprender el texto sagrado en su dimensión real.
Igual sucede con la Monarquía. Aun mas difícil de adaptar nos
resulta la forma tribal y de clan del principio. No necesariamente el padre de familia ocupa en nuestra estructura actual el lugar que ocupaba dentro del ámbito socio-político-religioso de ese momento histórico. El creer que los padres de hoy pueden ocupar todo el espectro de autoridad que ejercía Abraham, por ejemplo, resultaría un imposible para nosotros. No sería potestativo de un padre actual decidir si sacrifica a su hijo o no. Los padres de hoy no tendrían la posibilidad de decidir si una hija permanece soltera o se casa. .Estas son formas que aunque aparecen en la Biblia, no necesariamente reflejan la voluntad de Dios o la inmutabilidad de su consejo.
Si bien es cierto que el caso de Josué nos puede resultar
inspirador no es razonable pensar que un padre actual pudiera decidir por el resto de la familia si sirven a Dios o no. Claro que lo que Josué dijo se puede interpretar como “Yo y todo cuanto tengo serviremos a Dios” porque no es un secreto que muchos hijos en el pasado no vivieron como sus padres, ni hicieron la voluntad de sus padres, como es el caso de Caín y Sansón, por mencionar solo casos fáciles de recordar.
La forma como se hacían los negocios o se concretaban los
matrimonios era muy peculiar, sobre todo, porque el matrimonio no era un asunto exactamente legal, el matrimonio civil es una invención relativamente nueva...
La forma de demostrar la pureza de la joven virgen hoy
resultaría grotesca, por decir lo menos. Nuestra sociedad se ha inventado el viaje de “Luna de miel” para de alguna manera disimular la verdadera razón por la cual los novios se mudan juntos, porque aunque parezcamos mas desinhibidos la verdad es que comparado con algunos orientales resultamos bastante tímidos.
Algunas costumbres tocan con lo ético y lo moral del
momento y entonces nos resulta difícil decidir descartarlas o asumirlas. Solo en la medida en que comprendamos esta compleja situación y sepamos divorciar lo que es el contenido a diferencia de lo que es el empaque en que nos lo presentan tendremos la libertad y la agudeza de tomar una decisión correcta.
No olvidemos que los valores culturales tienen que ver con
tiempo y espacio y que por consiguiente no son permanentes. Nuestra fe esta fundada en el mensaje de Dios independientemente de la época y la cultura del pueblo de Israel:
“Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están
preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos.
Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas
a cuantos halléis.
Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los
que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados.
Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un
hombre que no estaba vestido de boda.
Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de