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Oda a la tranquilidad (1954), de Pablo Neruda (1904-1973, Chile)

Ancho
reposo,
agua
quieta,
clara, serena sombra,
saliendo
de la accin como salen
lagos de las cascadas,
merecida merced,
ptalo justo,
ahora
boca arriba
miro
correr el cielo,
se desliza
su cuerpo azul profundo,
adnde
se dirige
con sus peces, sus islas,
sus estuarios?
El cielo
arriba,
abajo
un rumor
de rosa seca,
crujen
pequeas cosas, pasan
insectos como nmeros:
es la tierra,
debajo
trabajan
races,
metales,
aguas,
penetran
nuestro cuerpo,
germinan en nosotros.
Inmvil un da,
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bajo un rbol,
no lo sabamos:
todas las hojas hablan,
se cuentan
noticias de otros rboles,
historias de la patria,
de los rboles,
algunos an recuerdan
la forma sigilosa
del leopardo
cruzando entre sus ramas,
como dura
neblina,
otros
la nieve huracanada,
el cetro
del tiempo tempestuoso.
Debemos
dejar que hablen
no slo
la boca de los rboles,
sino todas las bocas,
callar, callar en medio
del canto innumerable.
Nada es mudo en la tierra:
cerramos
los ojos
y omos
cosas que se deslizan,
criaturas que crecen,
crujidos
de madera invisible,
y luego
el mundo,
tierra, celestes aguas,
aire,
todo
suena
a veces como un trueno,
otras veces
como un ro remoto.
Tranquilidad, reposo
de un minuto, de un da,
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de tu profundidad recogeremos
metales,
de tu apariencia muda
saldr la luz sonora.
As ser la accin purificada.
As dirn los hombres, sin saberlo,
la opinin de la tierra.

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