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A propósito de un comentario…

A propósito del comentario realizado por Guillermo González Bonilla, el cual


agradezco por su generosidad, me siento en la necesidad de hacer algunas precisiones
que permitan al lector una mayor comprensión de los textos toda vez que, como se
comprenderá, se mezclan en ellos realidad y ficción, tanto más cuanto que, no se trata
de biografiar a los personajes sino salvar del olvido su recuerdo, recuperando de ellos lo
que los hizo trascendentes. No la anécdota, que también ella, sino lo que marco su
periplo vital. He tomado nota atenta de la memoria de mis abuelos, de sus amigos y de
todos aquellos que generosamente han querido contarme alguna historia con lo que todo
ello significa de falsear la realidad o, en el mejor de los casos, de querer contarla como
creímos haberla conocido, o como deseamos que hubiera pasado. Contar la realidad tal
como sucedió es una labor que se opone a la certeza de la verdad sufrida o plenamente
aceptada. Son realidades diversas la del narrador que pretende enseñar a través de la
ficción y lo que el lector descifra a lo largo del discurrir de lo narrado. ¿Qué no es
verdad lo que se cuenta? No. Todo lo contrario. Lo que pretendo es señalar la certeza
de una vida vivida que fluyo entre certezas, congojas y sinrazones, pero que está ahí,
aprehendida en los recovecos más vulgares de la existencia o en su dramático abandono
de la mano de Dios y de la mano del hombre.

Por último debo agregar que este viaje no lo he hecho solo. No. Lo he transitado en
compañía de muchos personajes sin los cuales abría sido imposible su gestación y
ulterior desarrollo. Conozco de cerca a algunos de ellos; de otros solo se dé su
trayectoria vital y del resto me llegaron las volutas de sus sueños, aspiraciones y deseos,
cuando no, el estruendo de su fracaso, la congoja, el fastidio y el odio acumulados por
los años...

Carlos A. Herrera Rozo.

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