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pensaban que la belleza era pura vanitas, como la joven encantadora que
lleva grabada en la frente su decadencia y su muerte. Memento mori: ah
estn las calaveras ms o menos de los cuadros de la poca. Pero esto no
significaba que la belleza, por s misma, muriera: moran, s, las cosas bellas
porque la hermosura slo las habitaba durante ese breve momento de
esplendor o lozana. Baudelaire plantea algo muy distinto: son los propios
criterios de belleza los que nacen y mueren. Los poetas del Barroco oponan
la naturaleza cambiante a las ideas eternas; Baudelaire hace exactamente
lo contrario: para l, como para todo autntico moderno, son las ideas los
cnones los que mueren. Y si la belleza, a su entender, nos fascina, se
debe a que percibimos en ella no solamente la novedad sino tambin la
extincin inminente, y por eso la esttica moderna es esencialmente
melanclica.
Fascinado con estas bellezas efmeras, el artista moderno es el perfecto
flneur, el paseante embelesado con el espectculo tumultuoso y
cambiante de las grandes capitales: los vestidos, los peinados, los
maquillajes, los sombreros, los bastones, las actitudes, los gestos La
realidad pintada por el escritor es sa: el artificio, el simulacro, el teatro,
en una palabra, la moda. Porque todos esos signos componen un lenguaje
estrictamente codificado, y por eso el escritor que describa una casa o una
dama, no se contentaba con demorarse en un inventario de objetos o
detalles: estaba descifrando, hasta en el ademn de la dama que recoge
sus cabellos o el involuntario tic del caballero que se acaricia el bigote, una
existencia y un destino, que ya no ha sido trazado por los dioses inmortales
sino por los valores, las reglas y los criterios perecederos de una poca.
Dardo Scavino,
Bordeaux, Francia, EdM, abril 2014