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Dejamos atrs nuestros propios ruidos que desde el interior de nuestros vehculos no
llegamos a escuchar, dejamos atrs los odos del vecino, tambin quedan atrs los
pequeos retazos de nuestras llamadas de telfono, a priori privadas para nosotros, pero
en realidad ruidos de otras vidas para los dems, dejamos atrs nuestros pasos, ordenes
y sobre todo dejamos atrs muchas puertas.
Al cerrar una puerta, sucede que abandonamos hogares, oficinas o baos, en definitiva,
lugares llenos de sonidos que nos gusten o no, eran nuestros pocos segundos antes.
Seguimos el camino guiado por la mirada, convencidos de que cada portazo acalla
nuestros ruidos. Cada paso que damos silencia nuestro paso anterior. Y el odo, siempre
va por detrs, siempre va tarde.
Digamos que hablamos de Tabakalera, el edificio. Ya no hay puertas all. Por lo menos no
las puertas que hubo en su da. Cerraron todas para poder abrir nuevas. El viento no
encuentra obstculos, no puede ser corriente. Sin ms, es. Y junto con las puertas, las
salas de Tabakalera tambin dejaron de ser habitaciones para convertirse en nuevos
espacios a los que algn da alguien pondr puertas. Al fin y al cabo no son los lmites los
que generan un espacio? No son las puertas las que definen una habitacin?
Cuando las puertas que Tabakalera tuvo durante dcadas tenan todava guardaban su
carcter, cuando todava se abran y cerraban, realizamos largas sesiones de grabacin
dentro del edificio. Era el ao 2008. Mediante este ejercicio que utilizando anglicismos
actuales podramos denominar oportunamente como Hauntolgico, fuimos recopilando
sonidos de un edificio casi vaco, vaciado, sabiendo que nunca ms tendramos la
oportunidad de escuchar cada uno de aquellos sonidos que dejbamos atrs.
A travs de estos, procuramos recoger aquello que aunque estaba delante de nuestra
mirada ya haba quedado atrs.
Grabamos puertas.