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La chatarra electrónica o basura tecnológica es un conjunto de residuos

considerados peligrosos, provenientes de computadoras, teléfonos celulares,


televisores y electrodomésticos en general, que han sido consumidos o
descartados. La recuperación de los elementos valiosos que contiene justifica
el reciclado de muchos de sus componentes, como el cobre de los cableados.
Su tratamiento inadecuado ocasiona graves consecuencias para el medio
ambiente y para los que se dedican a ello en condiciones precarias, muchas
veces en países del tercer mundo con políticas medioambientales menos
rigurosas hacia los que se exporta con ese fin.

Colocar este tipo de residuos en la basura, o dejarlos en manos de cartoneros,


es poner en riesgo la salud de las personas y del ambiente, debido a que
contienen componentes peligrosos como el plomo en tubos de rayos catódicos
y soldadura, arsénico en tubos de rayos catódicos más antiguos, trióxido de
antimonio retardantes de fuego, etc.

Mientras el celular, el monitor y el televisor están en su carcasa no generan


riesgos de contaminación. Pero cuando se mezclan con el resto de la basura y
se rompen, esos metales tóxicos se desprenden y pueden resultar mortales.

En Argentina existen 32 millones de celulares, un teléfono por argentino mayor


de 5 años. Durante 2006 se vendieron 12 millones de líneas. La mayoría de las
nuevas ventas serán de reposición; es decir, que, en promedio, se recambiará
un tercio de los aparatos en funcionamiento, lo que implica que una cantidad
equivalente será dejada de lado y se convertirá en e-scrap, residuos
electrónicos contaminantes. A pesar del riesgo que implican para la salud, en
Argentina no hay políticas de recolección diferenciada para reciclar los
desechos electrónicos y pocas empresas hoy cumplen la responsabilidad de
cumplir normas ambientales de la manufactura a la disposición final de los
aparatos electrónicos.

Ciclo de vida del material informático

Desde que en la década de los 90 el precio de los ordenadores cayó en picado,


mucho disponen de algún ordenador en casa y en el trabajo. Aunque la vida útil
de estos equipos se estima en diez años, al cabo de unos tres o cuatro ya han
quedado obsoletos debido a los requerimientos de los nuevos programas y las
nuevas versiones de los sistemas operativos. Adquirir un nuevo equipo
informático es tan barato que abandonamos o almacenamos un ordenador
cuando todavía no ha llegado al final de su vida útil, para comprar otro nuevo,
desconociendo el enorme coste ecológico que comporta tanto la producción
como el vertido de ordenadores.

a las empresas de electrónica de lo que se haga con los aparatos y dispositivos


que producen una vez que ya se hayan utilizado y la gente se quiera deshacer
de ellos

¿Deberían añadirse tasas al precio de los ordenadores para poder financiar el


reciclaje del e-waste? En el estado de California, se ha impuesto un extra de
entre 6 ó 10 dólares para Los residuos electrónicos de los equipos informáticos
generan una serie de problemas específicos:

- Son tóxicos. Los componentes tóxicos más comunes son el plomo, el


mercurio, y el cadmio. También llevan selenio y arsénico. Al ser fundidos
liberan toxinas al aire, tierra y agua.

- Se suelen llevar a países del tercer mundo. Es rentable hacerlo, así que la
basura informática que nosotros producimos, se envía a países del tercer
mundo que se convierten en receptores de nuestra contaminación. En estos
países puede haber muchas personas empleadas en extraer los componentes
valiosos de un ordenador

Bajo este anglicismo se esconde uno de los problemas ecológicos que el ser
humano tiene que solucionar. Se trata del desperdicio como resultado del
dinamismo de la tecnología: ordenadores obsoletos y otros electrodomésticos
se amontonan en cementerios tecnológicos como si de un basurero se tratara.
Por una parte, se incita a la re-utilización y posterior reciclaje, pero el mercado
de la informática y de las nuevas tecnologías invitan a la constante renovación
y al carpe díem virtual pensando que esos ordenadores que tiramos, no
contaminan, o dejan de ocupar espacio automáticamente.

El crecimiento de este nuevo tipo de basuras se está convirtiendo en un


problema en continuo aumento, con millones de dispositivos que se quedan
obsoletos cada año según la industria de la tecnología produce bienes más
rápidos, mejores y más baratos. Aunque hay programas de reciclado en
EE.UU., la mayoría de estos ordenadores encuentran una gran salida en los
países en vías de desarrollo, concretamente, alrededor del 80% se destina a
estos fines.

Cada año, millón y medio de ordenadores viejos, pero no por ello inutilizables
se entierran en los cementerios tecnológicos. Una directiva de la Unión
Europea intenta solventar este problema fomentando la adquisición y retirada
responsable de material informático. La directiva acerca del Derroche de
Equipamiento Electrónico y Eléctrico (Waste Electrical and Electronic
Equipment del inglés, bajo las siglas Weee) hace responsables cada monitor
de ordenador o televisión. El dinero se destinará para pagar los costes de
reciclaje y eliminación de las sustancias químicas que se usan en los circuitos y
pantallas, incluyendo metales pesados como el cadmio, y otras sustancias
químicas orgánicas.

Esta iniciativa la comenzó Byron Sher, senador de Palo Alto, y afecta en gran
medida a Silicon Valley por lo que fue rechazada en un primer momento tras la
presión ejercida por los manufacturadores que no querían ver elevado el precio
de sus productos o cambiar sus prácticas debido a que no se ha incentivado la
renovación y diseño de nuevos sistemas que causen menos daños, y debido
también al mínimo esfuerzo para asegurarse de que los productos viejos no
fueran enterrados simplemente.

Desde julio de 2004, las grandes firmas tendrán que comenzar a trabajar con
programas de reciclaje de desechos peligrosos y reducir la cantidad de
materiales tóxicos en sus productos. El gobierno de California estima que el
estado tiene 6 millones de monitores viejos y televisiones para ser reciclados y
que se tiran a la basura unas 10.000 unidades al día.

Sin embargo, el cambio hacia la responsabilidad para con los impactos en la


naturaleza de los ordenadores debería ser bienvenido. Hemos dejado de lado
el problema durante muchos años, actuando como si los sistemas informáticos
fueran de alguna forma limpios o no tuvieran nada que ver con la composición
química de la que están hechos para hacer desde los chips de silicio hasta las
fundas de plástico.

Además, carecemos de métodos para asegurar que la tecnología cara, con un


coste ecológico grande intrínseco se use durante el mayor tiempo posible.
Sería bueno ver una ley similar a la de California en Europa ya que tenemos
exactamente el mismo problema.

Planta japonesa para el e-waste

Japón, un país donde la tecnología es parte de la vida cotidiana, también sufre


estos problemas, pero una empresa decidió solventarlo. Matsushita Electric,
más conocida por su marca Panasonic, creó una planta de reciclaje en Yashiro,
una ciudad al oeste de Japón. Empezó su actividad en el 2001 cuando se
aprobaron nuevas leyes de reciclaje en el país oriental.

La legislación marca que las televisiones, aparatos de aire acondicionado,


lavadoras y refrigeradores deben de poderse reciclar en un 50% como mínimo.
Para alcanzar estos avances, los compradores tienen que pagar 36 euros más
de lo que costaba el producto antes.
El proceso de reciclaje empieza desde que la empresa recoge el material en la
misma puerta del cliente, sin molestar a los vecinos con ruidos molestos. Una
vez allí, se utiliza un sistema de circuito de agua cerrado para no contaminar
los ríos con vertidos procedentes de sus actividades de reciclaje.

Aunque su presidente Nobutaka Tsutsumi se muestra orgulloso de la


tecnología de su empresa, también le gusta recalcar el potencial para la
educación de los habitantes del país que tiene su empresa ya que ayuda a la
conservación del medio ambiente: “La empresa puede ser utilizada como
ejemplo en las escuelas de primaria y secundaria para enseñar a los
adolescentes más cosas sobre la importancia del medioambiente y del
reciclaje. En tan sólo dos años hemos tenido más de 19.000 visitantes.
Además, reciclar es sólo una parte más del ciclo de vida de los productos”.

El año pasado reciclaron más de medio millón de electrodomésticos, lo que


está un 10% o 15% por encima de lo que les exige la ley como mínimo por lo
que se puede considerar todo un éxito.

Cada unidad de televisión es separada a mano y las lavadoras se desmontan


por la fuerza bruta. Se emplean además otras técnicas muy meticulosas con
todos los aparatos. Los investigadores están buscando continuamente nuevas
formas para aprovechar al máximo todo el material que entra en la fábrica.

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