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Fueron para Tolosa los tres, donde los recibieron con honores y misas. A
los dos aos, recibi el arzobispo mandaderos del Papa que le ofreca el capelo
de Cardenal, dejando en sus manos el nombramiento de sucesor. Cuando don
Illn supo esto, le record la antigua promesa y le pidi ese ttulo para su hijo.
El Cardenal le hizo saber que haba reservado el arzobispado para su propio to,
hermano de su madre, pero que haba determinado favorecerlo y que partiesen
juntos para Roma. Don Illn no tuvo ms remedio que asentir. Fueron para
Roma los tres, donde los recibieron con honores y misas y procesiones. A los
cuatro aos muri el Papa y nuestro Cardenal fue elegido para el papado por
todos los dems. Cuando don Illn supo esto, bes los pies de Su Santidad, le
record la antigua promesa y le pidi el cardenalato para su hijo. El Papa lo
amenaz con la crcel, dicindole que bien saba l que no era ms que un
brujo y que en Toledo haba sido profesor de artes mgicas. El miserable don
Illn dijo que iba a volver a Espaa y le pidi algo para comer durante el
camino. El Papa no accedi. Entonces don Illn (cuyo rostro se haba remozado
de un modo extrao), dijo con una voz sin temblor:
-Pues tendr que comerme las perdices que para esta noche encargu.
La sirvienta se present y don Illn le dijo que las asara. A estas palabras,
el Papa se hall en la celda subterrnea en Toledo, solamente den de
Santiago, y tan avergonzado de su ingratitud que no atinaba a disculparse. Don
Illn dijo que bastaba con esa prueba, le neg su parte de las perdices y lo
acompa hasta la calle, donde le dese feliz viaje y lo despidi con gran
cortesa.