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Las mocedades de Ulises

Alvaro Cunqueiro
I

Laertes atraves la plaza y entro en la taberna de Poliades. El boyero Belas se


acerc a Laertes y puso sus manos en los hombros del carbonero. Era alto, delgado,
tuerto del ojo izquierdo y cerrado de barba, negra y rizada.
-Laertes, ests en la flor de la edad. Un varn cabal debe acertarla en las tres primeras
noches. Eso deca mi padre.
Rdo dos tabales vacos y se sent en uno, ofreciendo el otro a Laertes. POliades se
acercaba con una jarra de vino.
- Es del ao del eclipse, Laertes. Los racimos se asustaron de aquella hora sin sol, y su
alma aterrorizada se conviriti en canela y azcar. Aquel ao pasaron muchas cosas
extraas en taca. Le estall la cabeza al sacristn Filipo, como si la tuviera llena de
plvora, y alguien le hubiese prendido fuego. Los cabreros vieron un centauro galopar
por la cumbre por la cumbre de Panern. Enmudiecieron dos mujeres de la marina con
el susto de ver salir un lobo negro del mar...
- Recobr el habla el tabernero Poliades, hijo del tabernero Poliades, nieto del
tabernero Poliades- interrumpi Belas.
Rieron los tres hombres y bebieron. Poliades era pequeo y graso, y dominaba su rostro
moreno una roja nariz vinosa. Con la boca apenas saba que hacer mas que una mueca,
pero rea con los pequeos y brillantes ojos maliciosos. Al hablar, abra los brazos
cortos. Grasa era su calva, y grasas las grandes, gordas manos. El mandiln de casera
estopa manchada de vino y en aceite: archipilago de manchas, con las islas purpreas
del tinto taco, y con las otras parduscas y oleosas.
- Vena, Poliades, a darte la novedad yo mismo, aunque ya la hubieras odo a las
comadres. Vena a decirte que paro Euriclea un varn.

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