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SALVADOR PLIEGO
1
Copyright © 2010
COPYRIGHT by Salvador Pliego. All rights reserved.
Houston, Tx. USA
Todos los derechos reservados. Este libro no puede ser parcial o totalmente copiado o
reproducido de cualquier forma sin autorización del autor.
Derechos reservados por el autor y debidamente registrado.
2
El nacimiento
3
Patria
4
y clavad vuestros territoriales pies de océano y de grillos
en la frontera de la tierra,
donde sólo el hombre
dejó águila y serpiente
como suelo y como amigo.
5
¡Ésta es mi tierra!
Decid por vuestra boca,
por vuestras arterias y gemidos,
por vuestros pasos de venados y arrecifes,
por vuestras manos empuñadas de cuarzo y de mercado:
¡Salgo en este canto de volcanes!
¡Irrumpo en esta lava de tucanes y de Itzaes!
Patria nueva:
vas en el canto y gorjeo de faisanes,
en la ruta principal de los tambores,
en el sabor de la flauta en los jardines
y la espuma y vellocino del amor de picaflores.
6
El inicio
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inmateriales formas sempiternas,
arterias inmortales o pureza elemental
acuñándose en el infinito.
Dígase entonces de la vastedad de luces.
Háblese de la incorporeidad de soles.
Escúchese de la perennidad de la sustancia.
Nómbrese la esencia ilimitada.
El origen
Desde entonces,
desde ahora,
antes de la pedrería y del hacha,
antes que el sudor el cuerpo acongojara,
en el techo del viento y del tiempo,
en los límites infinitos de las hierbas,
sólo los cánticos eran eternos.
8
la belleza aún no inventada;
el ónix sin punta o lanza que portara;
los viajes de las danzas sin tamboras
ni flautas que soplaran.
Tierra adentro
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la voz del águila y la pluma viva.
Desde ahí la cuesta su mar bajaba,
sin litoral alguno, sin sentimiento alguno.
¡Súbeme tierra a volar contigo!
¿Qué nelhuayotl su arena tuvo?
¿Qué tépetl creció del surco?
¿Qué tlecuilli su fuego ardía?
Más que una sombra un jaguar curtido
donde la selva guardó su nido.
¡Súbeme tierra de mar y vino!
¡Súbeme peña del fuego limpio!
¡Súbeme pájaro del canto en trino!
Geografía
Madre:
tus ojos de cenzontle,
tu columna de conejo,
tu cordillera de ocelote,
tus cuevas de armadillo,
tu cintura de perico,
10
tus valles de tigrillos,
tus veredas de venados,
tus canales de tapires,
tus venas de guacamaya,
tus montañas de gorriones,
tus dedos de iguana,
tus desiertos de tejones,
tus rodillas de urracas,
tus selvas de pichihuilas,
tus lagunas de cocodrilos,
tus hombros de mofetas,
tus campos de halcones,
tus ríos de chachalacas,
tus pestañas de monarcas,
tus regiones de mapaches,
tus codos de verraco salvaje.
Madre, tu corazón de águila.
Litorales
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Los litorales y las esquinas.
Los volcanes
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Pon el tiempo ante las piedras sin que nadie las desgaste.
Los sonidos
La creación
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y la columna férrea de los arcos.
Xiuhtecuhtli, dador del fuego,
templó en el bronce su tez y su color guerrero.
Tonatiuh, el luminoso,
con su penacho de plumas de águila
regaló la antropomórfica figura.
Ehécatl, poseedor del viento,
aportó en la lluvia la mitad de sangre
y la mitad de aire.
Tlahuizcalpantecuhtli, señor de la aurora,
aportó el primer soplido, la primera vista
y el primer paisaje.
Mictlantecuhtli, poseedor del inframundo,
restringió la vida a tenerla con el ciclo en la semilla.
Y de esa mezcla nació el hombre:
el del quinto sol, el de las siete cuevas,
el hijo de los Culhuacanos, de los Azcapotzalcos,
Xochimilcas y Aztlanes,
para recibir del águila y la serpiente la habilidad del cielo
y peregrinar con sus consejos.
Chalchiuhtlique
(Diosa del agua)
14
Y sin viento, en la lluvia que goteaba,
se alzó la boca y te besaba.
Mictlantecuhtli
(Dios de la muerte)
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sólo el frío
y las pieles no curtidas;
sólo el grano
y la mazorca no cegada.
En el preámbulo la tosca muerte, ardida y protegida,
deambulaba los terruños poseída,
y el peregrinaje fue de años:
de las garzas místicas y periféricas,
al encuentro de un islote y un escudo.
Quetzalcóatl
16
Ave de vuelo, deidad sin templo, Dragón del Cielo:
¿quién venía sobre el mar trayendo el viento?;
¿quién tuvo por hijo al hombre y quién al hombre
ofrendó un imperio?;
¿cuántos jaguares desarmó tu celo?;
¿y el hombre bueno te regaló sus huesos
de caracol y verso?
17
Hombres: ¡Naced!
¡Hasta la vida, hasta la solitaria vida:
en el pedernal y en la materia,
en la laguna y en la pluma,
en la serpiente y en el grano,
y dejad mi patria saturada de templos y de almas
en el corazón de los hijos de volcanes!
Las culturas
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Tlatelolcas: punta de lanza y del leopardo su mirada.
Yumanas: frontera y norte de cascabelina frente.
Tlaxcaltecas: aprendices de la yuca, del guaje, amaranto y aguacate.
Chichimecas: cocineros del maíz y del huitlacoche negro.
Tlahuicas: hortelanos y mercaderes de criaderos.
Purépechas: vestidores de pájaros, contenedores de los loros.
Aztecas: de la serpiente su plumaje, del águila un colmillo.
Huicholes: cenzontles mañaneros de la voz de azul rubores.
Huitzilopochtli
(Dios de la guerra)
19
nació el colibrí izquierdo: Ilhuicatl Xoxouhqui.
Teotihuacán
(Pirámide del sol)
20
alzó su voz al cuarto cielo?
Más allá la muerte, la muerte y los silencios.
21
a la pradera inmensa de aquel pico,
a la grada universal de los latidos:
en la punta de los hombres,
de los nidos de volcanes y serpientes,
en la grava suelta de los jades,
en la eternidad del ónix y cantares.
Y cuando el sol se ponga, observarte como un astro,
un Dios encapuchado, un Dios ya taladrado,
y ser piedra, simplemente
ser piedra,
madre,
ser piedra sin cantera,
y volver al surco de la tierra y su montaña.
Tulum
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Entonces la magnitud, la magnitud del suelo
en la escalada hacia la punta.
Así volvieron los caracoles las miradas,
como si un observatorio de gigantes mariposas,
de gigantes colibríes,
de colosales dimensiones les hablara.
23
Y así la historia vino:
murmurando en voz baja
la nativa belleza de la rosa clandestina.
24
Monte Albán
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Mírame, náufrago eterno,
a presumir tu muerte, a vanagloriar
los escalones que inventaron los siglos en tus cumbres,
a observarte mudo, abismado y sobrecogido,
en la base misma de tu tumba.
La ruta y el peregrinaje
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labrarla en desmedida.
Estalla el corazón,
futuro de una flor.
¿A dónde van las flores?,
¿a dónde la razón?
¿A dónde va la ruta?
¿A dónde el corazón?
No duelen los caminos,
se escapan y escurren
al golpe del temblor.
Nace el escudo
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la fuerza extrema de gancho y garfio.
Y del corazón al corazón, del corazón al cielo,
su pico vino cortando el viento,
como un anzuelo que clava y lisia,
como un arpón jalando el aire,
como un tifón de orgullo y sangre.
Y de la espina a la tierra, del ave al hombre,
del valle al lago, del volcán al agua,
serpenteó la forma con sus anillos de raza y hambre.
Tenochtitlán
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Una pluma, un solo grito.
Una serpiente, un solo grito.
Fundada entre chinampas, tulares, carnizales,
caracoles y erosiones.
Y al centro el hombre
y su mirada de agua,
y su camino de agua,
y su pisada de agua.
29
El calendario de piedra
30
La triple alianza
(Texcoco, Tlacopan y Tenochtitlán)
La raza
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de códice y conquista;
de olla y semilla;
de metate y llovizna;
de chinampa y tortilla;
de pájaro y conejo;
de hierba y sacrificio;
de tepetates y de noches;
de lluvia y de dioses;
de sangre y sacrificios;
de Aztlán y de caminos;
de islotes ya perdidos;
de guerras y quejidos;
de piedras y destinos;
de ciclos y hechiceros;
de garzas y pescados;
de pantanos y lagunas;
de islotes redimidos;
de tenochcas en el bronce ya fundido.
Caballero Águila
32
revestían, invencible, su cuerpo y su fiereza de coloti.
Canto de guerra
I
Nequi, nequi (¡Luchar, luchar!).
Nicpehua auh miqui (¡Vencer y morir!).
Nequi, nequi.
Nicpehua auh miqui.
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la serpiente emplumada cazando vivirá.
¡Que el río va! ¡Que el río va!
Nequi, nequi.
Nicpehua auh miqui.
II
Vestíos, hermanos, vestíos de liza:
puño labrante, hoz de la calle,
bigornia acerada en la patria retante.
34
Guerreros mexicas, guerreros del aire,
guerreros del pueblo y de los pedernales.
Millacatl
(Campesino)
Hállate thatzintli,
hállate telpochtli,
rumbo del palmar,
cansado de jornadas,
muriendo del bregar.
Cárgate de tetl
junto al texocotl,
deja la montaña
que llorando va.
Mírate tlaltipac,
macehualli igual,
llévate el recuerdo
de tu tapalpa ya.
Quédate en el aire,
suéñate un maizal,
millacatl triste,
mójate en el riego
para ir a sembrar.
35
El penacho
Cihuapiltin
(Princesas)
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Ixtle en sus cabelleras
para cubrirles sus jardineras.
Maché en la manta y el cuero,
y su rostro de terciopelo.
Ondulan su pelo negro
cayendo como aguacero.
¡Bonita!... ¡Bonita! Chaquira en su cuello esbelto.
37
sus dedos perfectos y vibrantes,
la música en sus muslos
y la nota que escribía su vientre para hablarles?
La ofrenda
(Habla la doncella)
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¡Yo no escogí jamás el río,
ni un puerto que a la mar diera motivos!
Una perla desvanece cuando el viento es descubierto
y el oleaje se esclarece despidiendo su estiaje.
¡Yo no acerqué la orilla al río!
Ritual
(El sacrificio)
39
¡Ay! Riviera, ¡ay!
Por el camino de piedra todo es río.
¡Ay, corazón dolido!
¡Ay!
El emperador
¡Arde!
¡Calla!
¡Habla!
En el puntal de la obsidiana su palabra.
¡Ruge!
¡Tiembla!
¡Escapa!
Como un sable al altar le gobernaba.
¡Grita!
¡Implora!
¡Sangra!
El corazón al cielo le mostraba.
40
Soy mexica: guerrero eterno y águila emplumada,
combatiente del sol, soldado de la luna.
En mi palabra la tierra se hace arma.
Soy la pluma mayor del templo y la altura contemplada.
Hablan en mi boca los mares y faisanes.
Soy imperio: eterna voz de un pueblo.
Netzahualcóyotl
Miraba de colores,
desde los pozos abiertos de los Itzaes
a las columnas enterradas de los kukulcanes.
Miraba de colores…
Fue su canto lo que atrajo a los cenzontles:
su amor de grillo,
de colibrí esponjado y otoñalmente arropado.
(Y canta:
para mirar la tierra yo he mirado los ríos en tus ojos,
la sabia que emana de tus manos,
la raíz tubular que emerge de su vientre.)
Miraba de colores,
41
y dejó sembrada la tierra de primaverales voces.
Cuauhtémoc
(Águila que cae)
42
Voz y trino, tus ojos quiero.
¡Y los pueblos se perdieron!
Malintzin
Orfebrería y plumería
43
los pectorales valientes y en pintura,
las noches de pendientes y cristales,
las figuras de arcilla y de cera fundida
que al oro diera vida.
Tlachtli
(Juego de pelota)
Adversarios:
en el amanecer, los guerreros de la creación y de la arcilla;
en el oriente, los caballeros de las siete plumas.
44
rompe el aire para anidar el balón
en el volcánico hoyo de los muros de la arena y sembradíos.
45
tambor de parche sobre un venado.
Tianquiztli
46
Pozole para el guerrero,
plumaje lleno de cuero,
aquí le ofrezco puchero,
comida al pueblo entero.
Festín
47
pencas que hacen jugo en el peso que derraman.
La tortilla
48
Ahí, exquisita, sabrosa,
circular como la luna,
aleatoriamente amasada,
extendida,
dilatada,
arrebatada por la flama,
poderosa y dócil en las papilas gustativas,
extraída de las pencas para degustarse toda,
forjada en los molinos y en las manos,
hidratada y heñida para saborearla,
transformada en alimento
y en suculento bocado apetecible;
entonces es todo,
¡todo!, ¡todo!:
el sabor de un valle,
de una tierra,
el sazonado de sus plantas,
el opíparo y abundante aroma que se ofrenda,
la sensación del fino gusto,
la delicia ancestral por el terruño,
la embocadura de la gloria y el destino,
la abertura del pasado en el presente.
49
en la jornada mítica y selvática,
en el oropel del canto y una boda.
Y no importa si en cuclillas,
sentado, parado,
simplemente en la horizontal
o vertical curvatura de la tierra
te degusto y hago taco.
50
¡Grítame donde te encuentres!
¡Háblame recio y sin deparo,
sin pena ni vergüenza!
Yo sabré darme gusto
al tenerte en la mano
o simplemente en el primer bocado.
Bella flor
(Xóchitl)
51
En los jardines del pueblo
levantan orquídea y velo,
las trajineras del cielo
se peinan con el destello.
52
codeando con chupaflores,
buscando néctar y amores,
y lunas a sus rubores.
Mexica
53
Xóchitl, la que nació del hongo y en el cerro;
Ernesto, el de las columnas de lajas y obsidiana;
Susana, la que cimbró a la noche y templó a las estrellas;
Yo, que fui tu hijo, tu peldaño,
el rostro del combate allá en la arena,
la punta de la flecha insertada,
el comal que a la harina le temblaba
o a la siembra le lloró con pico y pala,
ahora cuento a tus hijos
desparramándose en la tierra
como recios azadones, como picos y semillas,
como páginas de historia aún no escritas.
Los guardianes
(Iztaccihualt y Popocatépetl)
I
Hablo por mí, por los nuestros,
los ancestrales y longevos seres,
los bisoños y aprendices;
por las nieves milenarias y sus templos;
desde los gobiernos de calpollis
y las barcas hechas de totoras;
desde la humedad que mojara el surco
54
en el indomable lago de Texcoco;
desde los hidráulicos canales
construidos a la vista de chinampas;
mis dos hermanos, mis dos tiachcauhtlis:
bajo la ladera de su tierra
los penachos y las jícaras suenan tremolando al agua
y las codornices silban mientras van sembrando
la alegría en el verde de sus campos.
55
su dominio y su estancia impenetrable.
¡Toda la tierra es nuestra!
¡Toda la geografía del hombre!
Su inconmensurable vegetación y audaz cantera;
Sus nidos de amor y sus cosechas;
Sus platos limpios de mazorcas;
Su inquebrantable aliento de profundos sueños.
Arma del águila, corazón de serpiente,
suenan tamboras de guelaguetza en su vientre.
Tierra de pencas, mitlot y fiestas.
¡Toda su geografía es canción del hombre!
II
Yo no vengo a morir sino a vivir en vuestro suelo.
Vengo a ser polvo y a rugir junto a los fuegos
en el bastión del bronce y de los hierros;
a salpicar la tierra, a revivir sus puertos,
a ser volcán indestructible en sus veneros.
Voy a ser muralla de hielo y humo negro,
raíz metálica que templa el aguacero,
ladera de ónix y pedregal de los hacheros.
Vengo a vivir como guarda de este viento
y en cada escudo que forja sus senderos,
en cada orilla como un valiente cancerbero.
Yo no he de morir si no contemplo un cielo nuevo.
III
Pero al amor que al amor le llueve su brazo extiende.
56
Después fue todo: la altura misma,
la cima y polen, la orilla y humo,
la estrella diurna.
Ahí bajé a mi soledad de trigo,
sediento a beber su vino.
Y la tierra, en su erupción, mostró su verde placer de amigo.
IV
¡Venid!
Cuajad sus besos junto a los nuestros,
sus labios limpios y rozagantes,
sus deseos alegres y terrenales.
57
Dejad mostrarles llenos de amor estos confines
de líricos y oníricos paisajes y amaneceres.
Hay un pueblo de frutas entre sus valles.
Hay un juramento de besos naciendo en cada tarde.
Cada brazo tiene cordeles
y sus hojas aplausos para mirarles.
58
Tierra mestiza
59
y dejaron rojo el altar del sacrificio,
los cenotes repletos de collares, vasijas y gemidos;
las lenguas abiertas y las hogazas transparentes
que no pudieron saborearse por falta de permiso.
60
¡Un corazón de hierro nació en mi pueblo!
Entra en la tierra, surco de historia y jornalero.
Muestra tu pecho y los aceros.
Sangra tu herida y tus adentros.
Raja tu nombre al país entero.
Grito de casta:
¡Baila tu corazón y es fiel guerrero!
México
61
volando entre tus flores, entre tus aguerridas plantas de perfume
y al zumbido fiel de colmenares que abrieron tus vergeles
para beber los frutos embriagantes de magueyes;
oigo, como si percibiese al más diminuto de tus seres,
a las raíces murmurarme y contarme tu pasado y tu presente:
cada estrofa de batalla, cada templo nacido de la roca,
cada ruta iluminada por un Dios y a cada hora.
Líricos, como tus cantos, escucho tus verdes campos,
o tus desérticos terraplenes cargados de cactáceas,
o a las selvas escondidas con sus aullidos de campanas
y serpientes emplumadas.
62
En tus entrañas se cocieron las burbujas de cenizas
como leyendas vivas para proteger el sueño
de la mujer dormida y el guerrero que la amara.
¡Oh, madre, patria, mural del tiempo!,
de corazón a corazón nos escuchamos
sin saber de nada, ni de nadie,
y nos amamos
como dos cenzontles de mil cantos hermanados.
63
La independencia
64
México independiente
I
¡Claro!, digo aún tocándonos las manos,
los gerundios, los codos en los verbos,
los adjetivos llenos de pujanza
y correteados como grillos en el palpitar
o en las plazas;
cuántas patrias de las nuestras,
de los Méxicos de piedra –arcaicos como el sol
o la luna desde la vereda, sedientos en su forma,
matizados en la historia, levantados y templados,
y en sus cuerpos piedras, y en las piedras rocas, gradas,
esperando a las campanas;
digo entonces, ¿cuántas patrias se prendieron
y rodando en las laderas se sumaron voluntarias?
Porque voluntarios fueron
los ojos estacionados en la Alhóndiga de Granaditas
que azuzaban y espoleaban,
los pechos que a las balas sosegaban,
las mantas blancas que los indios,
entre hogaza, taco y salsa, en sus manos levantaban,
las llamadas desde el atrio,
las consignas de rosarios, los púlpitos prendidos
en las horas de batalla.
65
a forjar en un islote plumas, colmillos, garras,
la serpiente emplumada y luego las palabras.
66
papeles de alegría, hojas jubilosas, plumas de alborozo!
¡Niños del voluntariado, a escribir las oraciones!
II
Escucho, en ese recorrido, los pasos aguerridos.
Y corren: juntos, en pedazos, de pie, de lado,
acuerpados en el mismo pecho,
con las barbas afeitadas de la cólera del día;
corren, simplemente, en marcha:
de cuatro en cuatro y mil en fondo.
67
Nos miramos, ¡cuántas veces nos miramos!,
la piedra habla en la boca sin saber nunca del otro.
Pero en la saliva, con el péndulo en los dedos, nos miramos.
Entonces entendimos.
¡Qué arte de plumaje! ¡Qué arte serpentario!
¡Ya era hora!
Batallones de la tierra, soldados de la hierba,
universales combatientes del maíz y de la greda:
¡qué rabia libertaria de los hijos del consuelo!
III
No habéis nacido a la guerra, campanarios.
68
a lo más humano y sagrado.
Decidlo: ¡qué vorágine la nuestra!, ¡qué pasión de labio y tierra!,
¡qué sentimiento de verdor y anhelo!
Id a la corteza, campanarios,
a la terrenal sumatoria del vestigio.
Decid: ¡qué vorágine y qué vicio!
Vestid la tarde y amuebladla con futuras canonjías,
y desparramad de nuevo al hombre
en la conquista de su orbe.
69
IV
Discurro el verbo de la letra,
la voz intacta de la jerga, el habla de la lengua.
¿Cuántos Quijotes levantaron a la España
cuando el polvo le asolaba
y sin yermo ni escudero, en la llanura,
fue a la mar a bregar con la palabra?
70
en la espada o en la crin de la ventura.
América: láteme, envuélveme, inscríbeme,
abraza mi mejilla, hinca tu poderosa hormona en mis rodillas,
acaríciame la oreja en el portal que vibra,
en tu misma América de arcilla:
la de Darío, la de Sabines,
la del ungüento de Úrsula en su silla,
la de Pedro Páramo sonriéndole al camino.
Patria… mi poesía:
órbita de luces y espuma gentilicia.
Diré, ahora: mis Méxicos queridos;
los del aire y los eternos,
los de escudo blanquecino,
los de túnica de niño, los de guaba y de membrillo,
los de ocote encendido.
71
encuentro en ti, tierra, mi poesía.
V
Querría, ahora, al hombre, guardarle el corazón si se pudiera,
sembrarle un pajarillo en la cabeza
y cantarle a trino, en el hombro, a que sonriera.
VI
Hubo un hombre homínido, humano, algo terrestre,
72
-y no hablo de aquel sátiro inhumano
que no otorga permanencia a la vida en estos lares-;
intuyo: era voluntario de hombros y de huesos personales,
de vida viva, de vergüenza en la camisa.
Vino de la Europa. Sí, patria y patria siempre fue la España:
la madre arcaica y camarada,
(ofrezco mis costillas al Goya hambriento de sus hijos;
regalo mi vértebra, una parte, a cada poro en la Guernica).
73
Y digo eso en los sepulcros de gramáticas vencidas
-aún la muerte se imagina a sí misma con su propia idolatría-.
¡Ay de aquel y todos esos muertos! ¡Ay de aquel y todos esos yertos!
¿Añoranzas? Siempre. A veces. Solamente entre sus deudos.
74
Insurgente de pies al epicentro, de cabeza al firmamento:
¡que no corra el pie en puntillas estando en la camilla,
ni el lumbar alce la vista a la espinilla!,
¡que el temblor de un árbol no tire a la semilla!,
¡duerma el día bisiesto!
Cuando cantes, ¡hazlo ahora!
Cuando rías, ¡hazlo ahora!
Cuando pienses, ¡hazlo ahora!
Cuando vivas, ¡hazlo ahora!
VII
Un hombre toca,
un hombre dobla su péndulo en la cima
y hace que baje el temblor con que le miran.
Un hombre toca, un hombre tañe,
y otro hombre se le arrima.
75
VIII
Hay un verso universal:
el hombre, Sartre, el hombre:
único, atemporal y coherente;
el ente del ser y la esencia en su dominio;
péndulo y bronce que tañe y predomina.
16 de septiembre
77
que el maíz les prenda,
que del campo nazcan
todas acuerpadas,
cada una de ellas
azuzando brasas.
Miguel Hidalgo
78
Viene un cura en manta sobre la montaña.
Y dicen pobladores:
¡Ya viene el cura con su mar de alzados!
¡Ya viene atizando nuestros campanarios!
79
con machete y ostia, encabezando el frente!
80
La revolución
81
Generales de hombres libres
A Francisco Villa y Emiliano Zapata
82
Aclaro, y corro ahora: penas, las mías; glorias, las humanas.
Diga Juan su nombre y apellido,
diga Martha su gran apelativo: ¡Generales!
¡Todos ellos! ¡Todos juntos!
¡Generales!
Hoy desnudo mi boca de labios y de males;
y corro y sufro, y corro y miro.
¡Os saludo!
Entre tanto, encuentro una mano y congratulo.
Y corro nuevamente porque sufro.
La mano cuelga del pecho y me descubro,
y me confundo entre mí y el otro,
entre yo mismo y lo que sufro.
¡Generales! ¡Generales!
¡Todos ellos, Generales!
Con nombre y apellido:
Generales, ¡os saludo!
83
Generales, simplemente, por derecho y de por vida:
descubro mi latido y lo saco a redimirlo.
Y cuento uno cuando vivo.
Y cuento dos cuando el latido.
Y cuento tres cuando lo vivo.
Y corro y sufro, y corro y vivo.
Y cuento cuatro hasta vivirlo.
¡Salve, Generales!
¡¡¡Salve!!!
¡Os saludo!
Emiliano Zapata
I
(Libertad)
84
Juntó más pueblos, comunas y asentamientos.
Y ya su puño, repleto de ellos,
lo fue cerrando y lo fue curtiendo.
Y cuando firme sintió su mano,
abrió su puño, rasgó en el surco,
clavó sus dedos, y a los hombres los fue extendiendo.
Y ya sembrados tocó al primero,
le dio una pala y el polvo entero, y dijo: ¡hablad!
II
(El Plan de Ayala)
Soy la tierra.
En mi sangre corren las centurias,
los volcanes que se abrieron en racimos al sembrarlos,
los carbones metálicos y las herramientas
llenas de harapos, de llagas, de úlceras golpeadas en los surcos,
en las catedrales de arena y sudores,
en las páginas de cada piedra evidenciada.
85
y los jinetes de un sol insurrecto en el arado.
¡Libertad!
¡Liber
tad!
¡Li
ber
tad!
¡Libertad!
86
III
(Agrarista)
87
la tierra ha de hablar primero.
IV
(As de Oros – el alazán de Zapata-)
88
¡Eran las diez y la tierra no despertaba!
¡Y no relinchaba!
89
¡No relinchaba!
¡Ya no relinchaba!
Francisco Villa
En el hierro me forjo,
en el hierro me vivo,
carabinero de plomo,
cañonero de acero,
con el galope del fierro
y las espuelas del pueblo.
¡Vísteme de Dorado,
dame caballo blanco,
riata y cordel para bregar
en la crin de soldado!
90
de hierro fueron forjados;
¡Vivan los revolucionarios!,
de acero fueron templados.
En el hierro me forjo,
en el hierro me vivo,
carabinero del ocre
y al grito en que me desvivo:
¡Viva Villa, señores!
En el hierro me forjo,
en el hierro me vivo,
carabinero del pueblo
y el galope encendido.
91
Glosario de términos
Náhuatl - Español
Achcauhtli - El más viejo de los decanos que se pone la piel de las mujeres desolladas
durante los rituales
acoatl – serpiente acuática
anecúyotl – Insignia de Huitzilopochtli, especie de ceñidero
calpollis – vecindarios, casa grande
cenyahuitl – maíz azul
cihuapiltin – princesas, damas, doncellas
chantli – casa
chiquilitzatzi – llorar a gritos
coloti – alacrán
coyotl - coyote
Culculcán – serpiente emplumada
huehues – viejos, ancianos
huehuetl – tambor hecho de tronco de árbol hueco
itzcuintli - perro
macehualli – indio, plebeyo, peón, común
millacatl – campesino
miqui – morir
mitlot – fiesta, algarabía, celebración
nequi - luchar
nelhuayotl – raíz, base, fundamento
nicpehua - vencer
nochtli – nopal
olotl - corazón del maíz
oyohualli – caracol sonoro
pipiltin – noble
quetzalli - pluma hermosa
tapalpa – Tlalpan (lugar sobre la tierra)
tecuicatiliztli – canción para alguien más
telpochtli – muchacho
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tepetl – montaña, volcán
tetl - piedra
texocotl - tejocote
thatzintli – padre
tiachcauhtli – hermano mayor
tianquiztli – tianguis, mercado
tlaltipac – en la tierra
tlecuilli – fogón
tletl – fuego
totolacatl - pluma
totomeh – pájaros
totora – planta herbácea acuática
tototl – guajolote, ave
tunkul – instrumento Azteca, asemeja un barril decorado con caras
Xochipilli – Dios de la danza y música
yolilizo - espiritual
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Salvador Pliego. Nacido en la ciudad de México. Con estudios en Antropología Social
y una Maestría en Sistemas de Computación. Como escritor inicia su carrera a finales
de 2005 y desde entonces ha publicado los siguientes libros: “Flores y espinas”, “Claro
de la luna”, “Encuentro con el mar”, “Bonita… Poemas de amor”, “Libertad” y los
cuentos “Los trinos de la alegría” y “Aquellas cartas de amor”.
Fue premiado como segundo lugar en poesía por la ENSL en México y nominado como
finalista por el II Certamen Internacional de Poesía “San Jordi” en España, 2006.
A la fecha ha realizado lectura de su poética en Estados Unidos, México, Perú, Chile,
Colombia y Argentina.
Publica en revistas de Venezuela, Argentina, Chile, México y en diversos foros y grupos
vía Internet. Su poesía ha sido leída en innumerables ocasiones a través de
radiodifusoras en diferentes países de Latinoamérica.
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