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REPERTORIO HISTÓRICO

las arenas del Sahara, cuáles de ellas hicieron parte un día de


un ser de la especie humana. Forma es esta de inmortalidad de
la especie, no por relativa y precaria, menos consoladora y ante
COPACABANA todo, maravillosa. ¿Qué participación tiene la tierra y el aire
en la conformación de ese biotipo que con tanta pertinacia de-
nunciara perennemente que por sobre él pasó el espíritu? Las
Tricentenario de la primera parroquia del investigaciones científicas nos lo dirán en no lejano día, pero
Valle de Aburrá no es aventurado consospechar que esa tierra y ese aire ofren-
Por Cayetano Betancur darán su propia especialidad telúrica al cuerpo que un día se
transformó en hombre.
Los pueblos americanos fueron siempre partidarios del "jus
"El primer llanto del hombre al nacer es cuando entrán- soli", contra el "jus sanguinis", que proclamaban y defendían
dole el aire en el pecho y limitándole parece como que le dice: las naciones europeas, empeñadas en mantener la vinculación
"tienes que respirarme para poder vivir". Para los que nacimos de los descendientes de sus colonizadores con la metrópoli que
en este sitio maravilloso de Nuestra Señora de Copacabana, no los dispersaba por el mundo. Y todo pueblo joven que ha defen-
fue llanto sino exultante alegría la que debimos experimentar dido siempre este "jus soli", ha reclamado para sí como sus hi-
al aspirar estas frescas brisas que vierten las montañas antio- jos, aún a aquellos que por accidente nacieron en sus propios
queñas sobre el hermoso valle que tan generosamente confor- territorios. Es el espíritu de la tierra contra el espíritu de la
maron desconocidos fenómenos geológicos. Pero de la melancó- sangre. Es el presente que se enfrenta al pasado. Es el concep-
lica frase de don Miguel de Unamuno que acabo de citar, que- to de patria como territorio en que moraron nuestros padres.
da su valor positivo: "Tienes que respirarme para poder vivir". Y cuando al hecho del nacimiento se une el transcurrir de
De ese aire nació nuestro primer impulso para la vida, de ese la primera infancia, como en relación con este lugar de Nues-
soplo de la tierra que nos recogió en su contorno, brotaron las tra Señora de Copacabana ocurre al que en este momento os
primeras energías que quizás señalaron para siempre nuestro habla, la dimensión espiritual es ya otra nueva. Quiere decir
propio destino. que los lazos de comunicación han tomado así una dirección
También del soplo divino surgió un día el primer hombre, más y que lo que era antes superficie se convierte en volumen.
cabeza de la especie humana. Todas las religiones han asigna- Un niño, cualquiera lo que sea luego como hombre, es ese ser
do 'al aire, al viento, a la brisa, insoslayables poderes creadores. maravilloso que realiza una experiencia cósmica. La experien-
Por eso la vinculación con la tierra donde ejercitamos nuestro cia de recoger en su interior todo lo que nos lanza el mundo cir-
primer aliento tiene indudablemente un hondo sentido religio- cundante. Después, ya joven o viejo, la vida le ha enseñado a ser
so. Egresados del vientre materno, el primer acto vital especí- cauteloso y a no aceptar todo lo que el contorno le depara. Pe-
fico del hombre como hombre es respirar. Y si debemos respi- ro el niño es la receptividad pura. Culpable y meritorio es el
rar para poder vivir, ese aire y esa tierra que nos otorgaron ese ambiente de todo lo que en él entra; de lo malo y de lo bueno,
principio de nuestra existencia, mezcla siempre de alegrías y de lo vil o de lo noble, de lo demoníaco o de lo sagrado que en
desencantos, nos seguirá por dondequiera que vayamos como él palpita.
un signo imborrable, como esas huellas palmares o digitales que
nos delatan cuando más quisiéramos permanecer innominados. EXPERIENCIAS
INVESTIGACIONES Por eso debo contaros las experiencias de un niño que vi-
vió aquí en la segunda década de este siglo, no porque sean ex-
La más reciente antropología vinculada a las investigacio- traordinarias, sino porque ellas reproducen las de mil niños se-
nes sobre el interior del átomo, ha creído poder establecer que mejantes a mí que igual sintieron.
el átomo que interviene en la estructura humana, perdura siem- Nací en un hogar de esos que se pueden llamar pudientes.
pre de modo específico, hasta el punto que los futuros investi- Ricos de pueblos, "con vaca que se ordeña a la puerta de la ca-
gadores del microscopio electrónico, podrán determinar entre sa, mansa yegua para la madre y brioso caballo para el padre;

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una o varias casas urbanas y una finca campesina que da fru- dos metros, pero para un niño ella tiene que ser desmesurada.
tos para el mayordomo y algo queda para su dueño". Otro día aparecieron en la plaza cráneos humanos extraídos del
El mundo de mi infancia lo recuerdo corno poblado de en- cementerio y en donde habían hecho abundantes libaciones u-
cantos maravillosos. A una lámpara vieja de la casa de mi a- nos bohemios, confirmando así el origen que Ortega y Gasset
buelo se le empezaron a caer los prismas, y un primo mío me asigna a la palabra "calavera", oriunda del romanticismo; en-
mostró el espléndido espectáculo de colores que a través de ese treoí la explicación de que se trataba de unos despechados por
cristal se percibía. Nunca pude consolarme de que todo no fue- el amor de una linda muchacha que a ninguno quería corres-
ra así. Había unas fiestas, tal vez de navidad, y por doquiera ponder. Esa niña me inspiró desde entonces un respeto casi mí-
se veían unas bombas de caucho de un intenso color de plata tico.
que nunca más he visto. Este pueblo nunca ha sido rico en te- "Amore e morte ingeneró la sorte": Al lado del amor, supe
soros suntuarios, pero la luz de su espléndido sol ha debido aquí de la muerte. Sabéis que una de las experiencias funda-
contribuir a que mis recuerdos de los colores sean en mí tan mentales en la vida infantil es la de un primer muerto de que
perdurables. Los flecos dorados de las dalmáticas y su brillo uno se da cuenta, cuya muerte se le entre en el alma, cuya
indeciso me hacían sentir algo así como la esquiva fascinación muerte le abre una forma de la conciencia antes desconocida.
de Dios. El templo quizás era muy pobre, pero sus ornamentos, Todos recordamos un primer muerto en nuestra vida con el
su custodia, sus vitrales, sus tapetes de un rojo sedoso e intenso cual entramos por así decirlo en el uso de la conciencia. Aquí
tal vez fueron mejores que los que se ven en muchas iglesias de murió doña Soledad, no recuerdo más, pero el haberla visto ya-
hoy, apremiadas por necesidades muy urgentes en donde la ca- cente y lívida, pálida y quieta me descubrió a mí mismo. Por
lidad de las cosas sacramentales ha venido a menos. eso pude llorar días después la desaparición de mi compañerita
Y si del mundo de la vista pasamos al mundo del oído, de juegos que era hermosa en su piel tostada y en sus manos de
nunca podré olvidar esa hermosa voz con que nuestro párroco, largos y finos dedos afilados. ¿Su nombre? Tal vez Blanca, tal
ya anciano pero vigoroso, entonaba el prefacio. Las espléndidas vez María, tal vez Eugenia. Y supe también del primer suicida:
formas verbales con que la Iglesia viste este canto de venera- lo recuerdo como si retornaran los rayos de la luz de ese día
ción y de esperanza, dejaron en mí, por lo que atañe a lo hu- coincidencialmente, la iglesia estaba atravesada de andamios y
mano, un concepto esplendente de la vida, hostil a toda actitud escaleras, pero como me dijeron que el cadáver no podían lle-
resentida. Quizás los señores del coro no lo hicieran muy bien; varlo al templo yo pensé que todo aquello no era más que una
pero sus limitaciones estaban enaltecidas con las notas grego- talanquera para que el muerto no profanara el lugar sagrado.
rianas de la misa de "Angelis", que impiden el ridículo y gro-
tesco espectáculo de esos otros cantos figurados, hechos para BIOGRAFÍA
coros selectos, y por lo mismo poco afines con la universalidad
de la liturgia católica. Canciones profanas había cuya influen- Mi padre era un conservador de estirpe y mi madre una
cia de las cluecas chilenas es para mí notoria. De seguro, no liberal de Rionegro. Desde muy niño me di cuenta de las ten-
eran otra cosa. Y algunos de los aires mexicanos que hoy tanto siones entre los dos partidos. No por lo que toca a la vida reli-
se divulgan se cantaban aquí entre nuestros trovadores. Pero giosa, pues uno y otro, a cuál más, vivían alimentados en la
las canciones románticas eran ingenuas y auténticas; el amor llama de la fe más profunda, de la más confiada esperanza y
que expresaban no estaba cruzado de puñales y marihuana, si- de la más ardiente caridad. Pero mi padre era el rigor y la dis-
no de la incertidumbre y la esperanza de que vive todo amor. ciplina, una bondad inmensa y entrañable, pero un severo con-
cepto de los deberes de la paternidad, del valor seguro sin te-
FORMAS AMOROSAS meridad, del orden como expresión del alma. En suma para mí,
mi padre que jamás fue malhumorado, carecía de humor, en el
Para mis pocos años, las formas amorosas que percibía en otro sentido de la palabra. Otra naturalmente fue la imagen
torno se me hacían siempre heroicas. Una vez vi a un joven que que de él recibí cuando ya estuve joven. En cambio mi madre
se lanzaba a un precipicio para recoger una flor para su novia; representaba muy bien el espíritu liberal. De ese liberalismo
esto creó en mí la impresión de que tener novia era misión pe- inocente que nada tiene que ver con la desamortización de Mos-
ligrosa. El precipicio no era desde luego más que una altura de quera ni con los retozos democráticos. Para un niño el rezar el

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rosario es una ardua tarea; difícilmente comprende el sentido ESTE PUEBLO
de las repeticiones, es concreto y sustancial. Nuestra madre to- Quizás por su mismo hermoso nombre, este pueblo nuestro
leraba con gran comprensión que en los momentos de fatiga, de Copacabana es un pueblo sin historia. Eso debe de hacer
tras un paseo, lo reemplazáramos jovialmente con la "casa del parte de su felicidad. Pero hay razones más profundas. Y una
apostolado" como se llamaba en ese entonces el rezar sólo una de esas profundas razones es sin duda alguna la vecindad de
decena de avesmarías. Estas diversas formas de vida me ense- Copacabana a Medellín.
ñaron a la vez el valor de la disciplina y su propia relatividad. Uno de los milagros del pueblo antioqueño lo realizó el
Y esta misma actitud ante la vida se reflejaba en el concepto conquistador don Jorge Robledo, cuando por medio de su lu-
de la autoridad política: No sólo porque viviéramos en pleno garteniente Jerónimo Luis Téjelo divisó el Valle de Aburrá.
régimen conservador, mi padre era muy respetuoso del alcalde Los poblamientos, ha dicho Hegel, se explican porque un día
y de los "comisarios" del pueblo, cuando los encontrábamos; unas gentes se enamoran de un paisaje. La ciudad es así, por
llevado de su mano, me explicaba que en ellos descansaba la consiguiente, hija del amor. De ahí la propiedad de nuestro vo-
tranquilidad y el que no hubiera ladrones. Pero uno de esos "co- cablo "amañarse" referido a los lugares, contra la ortodoxia
misarios", que se llamaba Arcadio, me solía meter muchos sus- académica, pues el amañarse es aquí el enamorarse de que ha-
tos. Mi madre y mi tía Isabel se enfrentaban a él, y lo injuria- bla el grave filósofo germano. Pero muy fieros debieron de ser
ban como sujeto que se entrometía indebidamente en la vida los aborígenes de este valle, cuando sólo cuarenta años después
familiar. Para ellas, un niño era sólo familia, y le policía, con- de su descubrimiento, empieza con don Gaspar de Rodas, pro-
forme a la concepción liberal, solamente tenía que habérselas piamente la colonización de estas tierras. Y fue tal el atractivo
con los borrachos y los ladrones. que ejerciera esta comarca sobre los habitantes de la provincia,
De acuerdo con la idea que me formaba de mis padres, así que la historia nos narra el egreso de las grandes familias de
dividía a mis hermanos mayores. Unos para mí representaban Santa Fe de Antioquia al Valle de Medellín, hasta el punto de
el conservatismo de mi progenitor y los otros el liberalismo de que, como último expediente y por motivos fiscales, se arbitró
mi madre. Pero en el empeño de clasificarlos, sufría algunos con- el declarar ciudadanos de la capital de la provincia aún a aque-
flictos, porque algunos de los conservadores solían tener más llos que se venían a morar en la Villa de la Candelaria.
imaginación que otros liberales, y algunos liberales menos hu-
mor que los del otro grupo. Yo estoy por creer que donde mejor se manifiesta lo que se
ha dado en llamar "el antioqueño", cuya caracterología tan bien
Cuando ya terminaron estas experiencias, mi familia se conocemos, es en el habitante del Valle del Aburrá. Con todos
fue a vivir a Medellín, y ya es otro contar. Porque cuando he sus defectos y sus virtudes, el antioqueño de la historia y la le-
referido todo esto, no he contado algo de mí mismo, sino de yenda es el del cañón del río Medellín. Así vemos cómo el orien-
Copacabana y del ambiente que respiraba en ese entonces un tal, marinillo o rionegrero, tiene cierta malicia para la política
niño cualquiera como yo. que nunca ha sido asignada al antioqueño como tal. Así es vi-
Copacabana es el más hermoso de los vocablos con que las sible como el santafereño de nuestra gloriosa Santa Fe de An-
lenguas aborígenes enriquecieron el caudal del idioma español. tioquia, posee un fino humor que en nada se asemeja a la jo-
Sonoro y reluciente, con sílabas en que la intensidad está ar- cunda y descarnada alegría del "paisa" típico. Los habitantes
moniosamente distribuida, quizás no hay otro alguno que más del sur de Antioquia ostentan cierta actitud escéptica poco
donosamente se haya entroncado con la lengua de Castilla. Tal compaginable con el dogmatismo del cañón, actitud que por
vez por eso, ese nombre se repite como toponímico de tantos cierto explica muchas de las modalidades del caldense. En las
lugares de América. Y se robó para sí la advocación de la Nues- gentes del norte hay una propensión a la sociabilidad que con-
tra Señora de las Candelas o de la Candelaria, suprimiendo es- trasta con la seca y adusta soledad del hombre del Aburrá.
te último, y ello ocurrió en la propia España a donde fue lleva-
da la devoción por los propios agustinos candelarios que bien Una de las características del habitante del cañón del río
habrían podido sofocar esta nueva apelación en favor de la tra- Medellín es que cree muy firmemente en Dios y en el diablo.
dicional. Aquí se dan más gentes demoníacas que en cualquier otro lu-
gar de Antioquia. Aquí se da la maldad moral y religiosa con
plena conciencia de que en esa forma se atenta contra valores

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opuestos de lo bueno y de lo sagrado. Pero por otra parte, ma- Candelaria venerada en las riberas del Lago Titicaca, del alto
yor temor de Dios en las gentes religiosas no es fácil hallar en Perú. Parece que el culto de esta advocación de Nuestra Seño-
otras partes. Ya he explicado en otra ocasión lo que significa ra vino a este pueblo directamente de España, pues las comu-
esta religión del temor, en contraste con la religión del amor nicaciones entre los sitios de América eran por entonces tan
que predomina en varios lugares de Colombia. escasas y lánguidas que más fácil resultaba al proceso de las
vinculaciones culturales, dar el enorme rodeo geográfico de la
RELIGIOSIDAD metrópoli que tender línea recta unas a otras en el vasto te-
rritorio americano. Ya por cierto, desde 1675 o antes, Medellín
Pues ocurrió que la primera noticia que los soldados de se denominaba oficialmente "Villa de Nuestra Señora de la
Tejelo tuvieron de los habitantes de esta región, tuvo un cariz Candelaria".
religioso. Cuenta fray Pedro Simón que "hicieron asiento aquí
algunos días (las gentes del conquistador) en que supieron se CONFLICTO
habían ahorcado algunos indios con sus mantas, de espanto de
los españoles, por ilusión del demonio". De suerte que los po- Se presentó, por tanto, un conflicto entre las dos advoca-
deres demoníacos que pertenecen todos al mundo de la reli- ciones a María, aunque nombradas de manera bien diferente.
giosidad, así sea negativa, están ya en los orígenes de nuestra Este conflicto dura quizás dos siglos. Y vence la tradición es-
comunidad cultural. pañola en el nombre castellano de las Candelas, contra el dulce
Esa religiosidad marcó su huella en este valle y correspon- y bello vocablo de Copacabana. Porque Copacabana, modesto
dió al sitio en que ahora estamos colocados dar las primeras caserío ubicado en una de las partes más cerradas del Valle, no
manifestaciones de ella, ya en el campo católico, en dos mo- podía imponer el culto de la Virgen de la Purificación, así fue-
mentos memorables, distante el uno del otro en casi una cen- ra con otro nombre, sobre el que ya había tomado para sí la
turia. Si hemos de creer a los historiadores, hacia 1580, uno de pujante villa de Medellín. Por esto, hacia fines del siglo XVIII,
los capellanes de don Gaspar de Rodas, celebró en la capillita Copacabana que quiere autonomía hasta en esto mismo del a-
del "Chuscal", base de este pueblo, la primera misa que se ofi- mor a la Madre de Dios, se coloca bajo la advocación de Nues-
ciara en el antes territorio de los indios Yamesíes y Nichías. El tra Señora de La Asunción, patrona que todavía preside sus
nombre de ese capellán, don Facundo Martín de la Parra ha destinos y hoy forma parte de su escudo.
quedado así grabado perennemente en la memoria de los an- Pero decíamos que Copacabana carece de historia, justa-
tioqueños, como el de uno de los fundadores de nuestra nacio- mente por su vecindad a Medellín. Ya acabamos de ver este
nalidad. primer episodio, al que seguirán otros muchos, no todos regis-
Y casi un siglo más tardé, en 1659, es esa misma capillita, trables aquí. En las campañas libertadoras y en nuestras gue-
quizás apenas transformada, la que va a llevar por mandato rras civiles, Copacabana no es lugar para acampar ningún e-
del Obispo de Popayán, el título de parroquia, resultando ser jército ni para demorar en él algún héroe o jefe militar. Como
así la primera de esta jerarquía entre todas las capillas que por el objetivo militar fuera siempre Medellín, Copacabana o es-
entonces ya elevaban sus modestas espadañas hacia el cielo taba demasiado lejos para un asedio o demasiado cerca para u-
azul del Aburrá. Es este el hecho, la gesta, colosal para un cris- na retirada. Por esto en esas gestas aparecen frecuentes otros
tiano, que ahora estamos celebrando. nombres de poblaciones antioqueñas, mientras el de Copaca-
Y el sitio de San Juan de la Tasajera como entonces se lla- bana queda en silencio.
mó este poblado, siguió siendo un centro religioso de primer Pero como compensación Copacabana ha tenido una vida
orden a través de toda la historia cultural de esta comarca. Dí- eglógica. Ya desde sus orígenes, fue el albergue de ilustres fa-
galo si no el curioso censo levantado en 1798 en relación con milias que desde aquí y venidas de Santa Fe, fueron poblando
todo el cañón de Medellín, en donde Copacabana aparece ya el resto del Valle de Medellín, empezando por su capital. Las
con 13 casas y dos iglesias, al par que Medellín, con 271 casas familias Alvarez de Castrillón y Gómez de Salazar fundaron
sólo posee 6 iglesias. Y un siglo antes, en 1701, San Juan de la aquí sus hogares. Aquí respiraron el primer aire de la vida dos
Tasajera cambia su nombre para adoptar este hermoso de gobernadores ilustres, don José Miguel Restrepo, padre nada
"Nuestra Señora de Copacabana", en honor de la Virgen de la menos que del prodigioso historiador de nuestra magna gesta,

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José Manuel Restrepo, y don Gabriel Echeverri, que en las tem- metrópoli, tal como ya lo están siendo Envigado, Bello e Ita-
pestuosas luchas civiles de nuestra juvenil república, tuvo tiem- güí. Será esta una incorporación, no una absorción negadora
po y corazón para hacer de Medellín una ciudad de parques y de las peculiaridades de cada región. Será la creación de una
arboledas avenidas. Sacerdotes y pedagogos han sido los frutos entidad superior a la hoy existente, no la aniquilación a favor
más sazonados que a la patria brindó siempre esta municipali- de un monstruo que devora.
dad. Nombrarlos ahora a todos sería correr el riesgo de olvidar Una amable etimología, quién sabe hasta dónde exacta, pe-
injustamente alguno. Los ha habido ilustres y modestos, pero ro reiterada desde el pasado siglo cuando el filólogo alemán Von
todos ellos han contribuido al engrandecimiento de Colombia Tchudi la consignó por vez primera hasta las más recientes o-
sentando las bases sin las cuales ninguna grandeza se ha dado, bras que se ocupan de estos temas, dice que Copacabana equi-
cuales son las de la fe y las de la cultura. Hoy a más de levi- vale en lengua quechua a "mirador azul". Y si atendemos a esa
tas y maestros, Copacabana exhibe una lujosa nómina de pro- bella escala de colinas que le dan su fondo sobre el nordeste,
fesionales en las ciencias de la naturaleza y del espíritu que en que los verdes se aminoran de abajo hacia arriba, hasta co-
honran la comarca nativa y dan prestigio al país. ronar en la más alta cima que roba al cielo su color, admira-
mos el acierto del que nombró este valle con tan hermosa voz.
VOCACIÓN Y ante el temple de sus gentes y su admirable laboriosidad, es-
peramos que desde esa cumbre pueda decirse un día como el
La vocación por las cosas del espíritu se delata en esta tie- héroe cartagenés frente a la campiña romana "Quoqumque cir-
rra, así sea en las formas más discretas. Y juzgo que mientras cuntuli oculos, plena omnia video animorum ac roboris".
más discretas sean, más deslumbrante será un día su fructifi-
cación. Al fin y al cabo, los pueblos, como dijo Nietzsche, no
son sino el largo y milenario rodeo que da la naturaleza para
producir cinco o seis grandes hombres. Renán, reflexionando
sobre su extraordinaria vida intelectual (porque fue extraordi-
naria, aunque sean discutibles muchos de sus conceptos), atri-
buía la potencia de su espíritu a que había nacido de una raza
de campesinos y labriegos en los cuales se había remansado por
muchos siglos la actividad intelectual. La inteligencia, es su
grandeza y su fatalidad, es un impulso hacia la muerte. Por
medio de la cultura el hombre sofoca sus instintos primarios
que lo harían sobrevivir en su descendencia como las especies
inferiores más vigorosas, para dar en cambio un trozo de espí-
ritu objetivo que se revela en un libro, en una obra de arte, en
una institución política, industrial o religiosa. Es la tendencia
tanática de que habla Freud. Un pueblo, viejo de tres siglos,
es un adolescente en la historia universal. Copacabana, con ser
la primera parroquia de esta comarca, que surgió madura, co-
mo lo proclama el lema de su escudo, para ser digno escenario
del misterio incruento de la Cruz, empieza ahora a reverdecer
con nuevos impulsos y muy lozanas perspectivas. Lo que Me-
dellín le restara por causa de condiciones de vida que ella no
otorgaba, ahora le devuelve cuando la urbe capital se desarro-
lla tan prodigiosamente que necesita en lo industrial y en lo
económico la labor en equipo de todos los municipios comarca-
nos. Y si un progreso con sentido lo permite, un día Copacaba-
na retornará a su viejo solar, como un barrio de la populosa

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