Carta Sobre una mesita, al lado de su cama de una ancianita, recluida en un asilo de ancianos, se encontr esta carta, estaba

dirigida a su enfermera. Qu ves, cuando me curas? A quin ves cuando me miras? En qu piensas cuando me dejas? Qu dices cuando hablas de m? La mayora de las veces ves una vieja arisca, un poco desubicada, con la mirada perdida, que no est completamente lcida, que babea cuando come y no responde cuando debera. Y no deja de perder sus zapatos y huaraches, que dcil o no te deja que la baes y que le des comida, hacindote un da pesado. Esto es lo que ves! Pero abre los ojos, porque esa no soy yo. Te dir quin soy. Soy la ltima de diez hijos con un padre y una madre y todos los hermanos nos ambamos. Soy una joven de 16 aos, con alas en sus pies, soadora que muy pronto encontr a su novio, y a los 20 ya estaba casada. Mi corazn salta de alegra cuando recuerdo los propsitos que hice aquel da. Soy una mujer de 30 aos, mi hijo crece muy rpido, estamos muy unidos. Tengo 40 aos, l se ir de un momento a otro. Tengo 50 aos y a m alrededor vuelven a jugar los nios. Luego aparecen los das grises: Mi marido muere, Veo el futuro temblando de miedo, puesto que mis hijos tratan de vislumbrar su futuro. Y pienso en los aos y en el amor que he conocido. Ahora estoy vieja. La naturaleza es cruel, se divierte haciendo pasar la vejez como locura. Mi cuerpo me deja, la belleza y las fuerzas me abandonan. Y con la edad avanzada, all donde un tiempo existi un corazn, ahora hay una piedra. Pero en esta vieja flaca permanece la joven cuyo viejo corazn se inflama al mximo, recordando mis alegras, los dolores, y siento que los vuelvo a vivir y a amar. Vuelvo a pensar en los aos tan breves y que han pasado tan pronto, y acepto la implacable realidad de que nada puede durar. Abre ahora tus ojos, t que me curas, y ve, no la vieja necia... ve mejor y me vers a m. Cuntos rostros, cuntos ojos, cuntas manos estrechamos cada da! Y qu miramos? Las arrugas, las amarguras, las dudas, su dureza? Si aprendiramos a mirar sus sueos, sus amores, sus sufrimientos escondidos...!