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__________________________________________________________________________________La Princesa de Ore

Capitulo 13

Con sudor sobre su rostro, lágrimas en sus ojos y arena en su cuerpo, yacía
sobre el suelo el pobre hombre, sin esperanza de vida, con todo perdido, y
ahora…también sin familia. Abandonado en sus grandes tierras, a duras penas vivo,
podía ver dos charcos de sangre que no cesaban de aumentar en tamaño, un charco era
suyo, el otro de su hija, y sobre estos podía ver a sus victimarios: un grupo de casi
cuarenta hombres, que por diferendos habían llegado esa mañana a su casa a solucionar
cierto problema. Los hombres sanguinarios reían sobre el cadáver de la pequeña muerta
sobre el suelo y sobre él, a quien daban por muerto, sin saber que en su inmovilidad él
estaba escuchándolo y viéndolo todo. Los pensamientos del moribundo eran
angustiosos “mi vida ha acabado, finalizó con mi pequeñita, con mi bebita, lo único
que me quedaba, oohhhh Creador, bendíceme con mi muerte…” Esos eran los gritos que
dentro de sí daba el moribundo, quien si hubiera podido, hubiera dado muestra alguna
de vida, solamente para que sus victimarios se la quitaran y así poder obtener un
descanso eterno, pero sus fuerzas eran tan pocas, que a duras penas podía respirar.

Antes de entrar en sueño, el moribundo pudo observar como sus victimarios


saqueaban sus tierras, y luego se largaban de ellas, al momento que ellos partieron,
partió también su conciencia. El moribundo se despertó a media noche, con la luna
alumbrando su tragedia, a su pequeña hija muerta. Sintió algo extraño en su cuerpo,
ahora habían fuerzas en él, ya podía moverse, y sin dudar lo primero que hizo fue
gritar: “Aaaaaaahhhhhhhhhhhhh” “¿por qué?, ¿qué he hecho?, siempre he sido
honrado, siempre he cuidado a este pueblo, ¿qué sucede?, ¿Quuuuuééééééé?”. El
hombre, ahora no tan moribundo se levantó de su lecho de muerte, al hacerlo pudo
sentir sus piernas afirmándose, sin embargo ello no evitó que cayera al suelo
abruptamente; el problema no eran sus piernas, sino su estomago. El pobre hombre
tenía en su estomago clavada aún una pequeña daga que había sido utilizada por sus
victimarios en su intento fallido de darle muerte. El hombre colocó sus dos manos sobre
la daga y clamó: “-Creador, yo sé que tu Eres conmigo, fortalece este cuerpo muerto” al
finalizar su clamor, el hombre apretó la daga y la jaló, al hacerlo sintió un fuego que se
apoderaba de todo su cuerpo, el calor que sentía el hombre no era normal, su cuerpo se
estremeció, se erizó por completo, se encogió tomando su piernas con ambos brazos,
lagrimas brotaron incontrolablemente de sus ojos, de repente sobre el suelo se endureció
su espalda y sus extremidades se extendieron, su estomago sintió un calor terrible, al
mismo tiempo sus pulmones se llenaron de aire, su boca se abrió y el aire de sus
pulmones salió de él generando un grito aterrador que se escuchó a varios kilómetros a
la redonda; sin alguien hubiera estado en esas cercanías lo hubiera ayudado, pero no
había nadie…y él ya no necesitaba la ayuda de nadie.
Sus ojos se abrieron, vio la luz bella de la luna, una luna con un color
esplendoroso, era una luna nueva para él, porque era una vida nueva la de él. Su
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estomago estaba cual si nada hubiera sucedido, sus brazos tenían una fuerza increíble,
sus piernas que habían sido gravemente golpeadas estaban robustas cual nunca lo
estuvieron antes, su pectoral, espalda y hombros sentían un vigor extremo. Sus ojos
seguían emanando lágrimas, y su boca ruidos, pero eran distintos, eran lágrimas de
alegría y eran ruidos de risa. “-Gracías” gritó el hombre.

El hombre se paró y observó el pequeño cuerpo de su hija tirado sobre el suelo


envuelta en una nube de arena, con sangre a su alrededor, y apretando en su mano
izquierda un collar. Era el collar que su madre le dio antes de irse. El hombre se acercó
al cadáver de su hija, se arrodillo ante ella y la tomó en sus manos, levantándola se
dirigió a su hogar y entrando en su alcoba la colocó sobre su cama; la limpió de su
sangre y de la arena, al hacerlo tomó el collar de su madre y lo puso sobre su propio
cuello. Al terminar su obra se echó a dormir lo que quedaba de la triste noche a la par
de su hija.

Muy de madrugada se levantó el hombre, tomó sus herramientas y fue a un


sector de sus tierras bastante retirado, en donde no pastan ovejas ni pasan hombres, y
cavó allí dos tumbas. Mientras cavaba las tumbas el sol empezó a salir, llamando la
atención del hombre que el sol tenía un color oscuro, un tono gris nostálgico,
comprendiendo de esa forma su llamado. El hombre tapó una de las tumbas que había
cavado y dejando la otra descubierta, se dirigió a su hogar, tomó en sus brazos a su
pequeña hija y la colocó dentro del sepulcro; el pobre hombre subió del sepulcro, vio por
última vez a su hija y la sepultó. Y lloró.

Al medio día el hombre reaccionó, dejó de ver el sepulcro y se dirigió a su hogar,


que desde ahora sería una simple casa deshabitada. Al llegar el hombre a su casa tomó
su espada y salió de caza, logrando con éxito cazar un animal grande y lanudo; tomó a
su presa, la degolló y la despellejó, tomó su piel y se la llevó a su hogar. Ya en su casa el
hombre, tomo la piel de la bestia y se formó un atuendo, demorándose en ello siete días.

Al finalizar su atuendo, lavarlo, secarlo y equiparlo, el hombre se lavó, y


cambió su vestimenta aún llena de sangre de él, de su hija y de su presa, por el atuendo
que acababa de confeccionar, pero de color no muy grato: un color gris, el mismo color
con que el sol había amanecido ese fatídico día: gris nostálgico, para conmemorar así su
tragedia, y anunciar tragedia a otros. Tomó su espada y la asió a su muslo derecho, al
otro lado colocó dos dagas, en su espalda tomo su arco y sobre su cuello: el collar de su
pequeña. El collar era bastante particular pues era forjado de oro puro, colgando en la
parte frontal una pieza de oro de forma romboide, llevando incrustada en el centro un
diamante púrpura que atravesaba el rombo, y que al ser expuesta a la luz solar dejaba
notar claramente su majestuosidad. El collar quedó cubierto por la piel de la bestia.

El hombre se levantó de su casa ubicada en la región desértica de Sur y


la abandonó, para no regresar a ella…nunca. Al salir de ella tomó su caballo y se
dirigió a la Gran Ciudad de Ahwar, en esa época Ehud llevaba pocos años de ser
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Guardador de ella, de modo que cuando Ehud se enteró que el muy digno Guardador de
la Ciudad de Sur venía en su visita lo recibió con todos los honores que dicho cargo
merecía. Ehud hizo pasar adelante al hombre; al verlo Ehud se sorprendió:
-En el nombre del Creador ¿qué te ha pasado gran amigo? Denunció Ehud.
-Ehud, Ehud, la vida me ha pasado…juntamente con la muerte…pero…la vida es
más…dijo el hombre
-¿Qué es lo que tienes sobre ti? ¿Es acaso un animal? Preguntó Ehud altamente
consternado.
-Ya no lo es, ahora es mi atuendo…yo debí morir…y no fue así…ahora todos han
muerto, huye Ehud, huye. Dijo el hombre
-¿Qué dices? ¿Acaso el gran hombre de Sur está huyendo?…interrogó Ehud
-No amigo, no huyo, te advierto, que desde ahora todo aquel que vea mi atuendo
entenderá que debe huir de mi, ya no soy un Cuidador, no pude cuidar ni a mi
pequeña…la han matado Ehud…la mataron…mataron a mi pequeña…y…y…yo no
pude hacer nada….El hombre no pudo terminar sus palabras y se echó a llorar
incontrolablemente.

Ehud se acercó a él y lo abrazó y lloró junto con él. Pasado un rato tomó el
atuendo del hombre y lo puso sobre su trono, e hizo traer algo de beber para ambos; una
vez los dos se hubieron calmado Ehud preguntó:
-Amigo mío, ¿te importaría contarme qué sucedió? Dijo amablemente Ehud
-Sí me importa contártelo, pero lo haré. Hace exactamente 42 días que mi pequeña ha
muerto…hace 42 noches que casi no duermo…hace 42 noches que vivo con ira, y
necesito contarlo, por eso vine a ti, por esa razón salí de casa hace 36 días, a buscar
compasión y perdón de ti, Gran Ehud…
-¿Por qué perdón? Cuestionó Ehud.
-Porque mi corazón está lleno de ira, y es una ira contra todos los de tu pueblo, por lo
que mataré a cuantos encuentre relacionados con la muerte de mi hija aquí, en la Gran
Ahwar.
-¿Cómo te atreves a decirme que vienes a mí para matar a mi gente, a la que he
cuidado? Que descaro el tuyo
-Dime, ¿tú sabías que de tu pueblo vinieron mis victimarios? Dime, ¿lo sabías?
-N…no, pero ¿por qué dices eso? ¿Acaso estas seguro de ello? Preguntó Ehud
-Lo sé con seguridad amigo, y tendré que matarlos, y te pido perdón desde ya por
hacerlo, pero si te opones a mi destino, tendré que matarte a ti también. Así que dame
cartas para entrar en la Ciudad y ser atendido por todos. Y las quiero ahora.
-¿Cómo esperas que haga eso?...
-¡!!!!AHORA!!!!! Exclamó el hombre
-No. Sentenció Ehud
-¡!!!!¿Qué?!!!!
-No te las daré amigo, lo siento, pero no puedo hacerlo sin una razón, necesito que me
digas porque sabes que son de acá los asesinos, y si estas en lo cierto, no te preocupes
porque te daré tu venganza. Esa es mi palabra, ¿te basta? Cuestionó Ehud.
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-Tu palabra me basta, y me sobra, porque sé quien eres, recuerda, tu padre fue mi
amigo, al igual que tu abuelo, sé que puedo confiar en menos que tu palabra; amigo,
esto es lo que aconteció hace ya 42 días: Amaneció como un día normal, sin embargo en
el horizonte se lograba divisar una arenisca grande de gente de a caballo;
provocándome inquietud, no tanto los caballos, sino que yo no fuera alertado de ellos
por los guardias de la Cuidad, lo que me hizo tomar mi caballo y dirigirme a ella a
verificar que era lo que había acontecido, sin embargo me encontraba a medio camino
de la Ciudad cuando logré divisar que esos hombres no iban camino a la Ciudad, sino
camino a mi hogar, en donde había dejado a mi pequeña. De manera que me regresé lo
más pronto que pude, tal fue el caso que mi caballo se cayó y no pudo seguir del
cansancio, lo tuve que dejar atrás y me eché a correr. Cuando estaba a unos cincuenta
metros de mi casa pude ver que esa multitud llegó a mi casa y rompió la puerta,
entrando por la misma y por las ventanas…yo…sólo podía pensar en mi
pequeña,…corrí más fuerte, lo más rápido que jamás lo he hecho, pero cuando estaba
por entrar a mi casa vi…con mis propios ojos vi…cuando el hombre que los mandaba
tomó su espada y atravesó con ella a mi pequeña…!la atravesó Ehud!....!!!!la
atravesó!!!!...y ella gritó…gritó…nunca olvidaré sus gritos…y me vio…me vio
directo a los ojos, sus ojos penetraron mi vista y mi corazón, cuando la vi, ya no la
escuché, sólo pude escuchar mis propios gritos…!!!Ohhh, sólo tenía ocho años, solo
ocho!!!! ¡!!!solo OCHO Ehud, ocho, solo ocho!!!! Malditos los voy a matar Ehud, con
mis manos, los voy a matar…
…cuando la vi ya no la escuché, solo mis propios gritos, grité con todo y nunca
aparté la vista de ella, los ataque con mi espada, cuando me la quitaron use mis dagas,
una vez me las quitaron también, luche con mis manos y piernas, mi boca nunca se
calló y mis ojos nunca se apartaron de su vista…hasta que…hasta que la vi morir.
Fue allí cuando caí tirado al suelo del dolor, no de los golpes, sino de su muerte.
Cuando estaba tirado sobre el suelo llorando por mi pequeña alguien tomó mi propia
daga y la clavó en mi estomago, lo que ni sentí, y ni me importó; hubiera preferido que
fuera en mi cuello y así hubiera muerto, pero no…no morí y tuve que verlos reírse de mi
tragedia. Se reían sobre su cadáver, se reían de su muerte y yo…no podía ni siquiera
moverme. Fue allí tirado viéndolos y escuchándolos que supe que eran de acá, de tu
Gran Ahwar.

Entre lágrimas, Ehud le pidió al pobre hombre que se detuviera un poco en su


narración y salió de la habitación para poder tomar aire y llorar amargamente sin ser
visto por el hombre, para no afectar aún más su estado emocional. Una vez que Ehud
ya había tomado aliento y tranquilizado su espíritu regreso a la habitación, en donde
lo esperaba un hombre con ojos nostálgicos.
-Amigo, continúa por favor, y disculpa que tuviera que salir un momento, pero me era
menester, pero ya he vuelto, así que prosigue con tu narrativa por favor. Solicitó muy
amablemente Ehud.

-Como te decía, allí tirado sobre el suelo me pude percatar que esos desgraciados son de
tu Ciudad, pues no solamente mencionaban lugares de acá, sino también nombres de
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familias de tu Ciudad, además llevaban las túnicas identificativas de los milicianos de


tu Cuidad, y creo, no estoy seguro, pero creo que son los de la región del saliente…
-¿¿Que?? ¿Seguro que del oriente? Preguntó altamente consternado Ehud.
-Estoy casi seguro, pero habrá que corroborar.
- ¿Qué nombres escuchaste?
-No lo creerías, escuche mencionar a la familia de…Shaktar. Indicó el hombre
-No puede ser, Shaktar no puede ser, porque Shaktar y su familia son mis aliados, ellos
me han prevenido de ataques, me han ayudado a repelerlos. Seguramente estas
equivocado.
-Sabía que no me creerías, por eso te pregunto ¿tiene Shaktar habitación en Tracia?
Preguntó el hombre.
-¿C…como sabes eso? ¿Sabes acaso en donde está la región de Tracia? Cuestionó
realmente sorprendido Ehud
-Si amigo, sé en donde está. Está a donde iré luego de pasar por tu región del saliente.
-Amigo, Tracia está atravesando todo el desierto central de la región, será un milagro si
llegas hasta Ore, y lo dudo mucho, pues Shaktar tarda hasta ciento cuarenta días en
llegar hasta allá. Dijo Ehud.
- Aunque tarde mi vida, pero llegaré hasta allá, por mi hija y por mi collar…
- ¿Tienes el collar? Pregunto asombrado Ehud
- Claro que lo tengo, un Guardador debe hacerse respetar, y debe tener certeza que
logrará su cometido, aunque eso le cueste su collar. Dijo el hombre
- Pero el collar no es tuyo, era de tu esposa…y ¿Por qué lo tienes tu?
- Lo tengo yo porque se supone que yo lo tenga, y punto. Ella lo dejó en mi nena y yo lo
tomé de ella…ella hubiera querido que yo lo tuviera…Dijo el hombre resignado.
-O que no lo tuvieras amigo, Dijo suavemente Ehud. Ten cuidado con él, porque
cuando salgas de acá te puede salvar o costar la vida. Cuídate amigo, de verdad hazlo.
- Oye, ahora me crees ¿cierto?

Ehud simplemente asintió con su cabeza. Ambos salieron del castillo de Ahwar
y caminaron un rato por sus contornos. El hombre demostró todo su dolor a su amigo,
quien en un momento muy lejano jugaría un papel muy importante en la venganza
personal del pobre hombre. Una vez acabaron de charlar, acabo el día, y siendo de
noche Ehud invitó a su amigo a pasar la noche en la alcoba del príncipe, que en esa
época era su hijo, quien era aun menor de los catorce años, durmiendo éste juntamente
con su padre y su madre.

El hombre se retiró a la alcoba de aquel que nunca llegaría a ser Guardador de


Ahwar, pero que dejaría descendencia que sí tomaría la Guardianía con la gallardía
debida a dicho alto cargo. El hombre se lavó antes de echarse sobre la cama, al hacerlo
sus ojos y su mente se despejaron de tal forma que el sueño huyó como las nubes ante la
majestuosidad del sol; sin embargo esa paz espiritual rápidamente se vio interrumpida
por pensamientos sobre lo que haría la siguiente madrugada en aquella ciudad: actuar
implacable e inmisericordemente.
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En las vísperas de la madrugada, el hombre se levantó juntamente con Ehud,


quien le dio cartas para poder ingresar a toda la región de la Gran Ciudad de Ahwar.
-Estas cartas te serán de ayuda para salir de acá, porque para andar dentro de la
cuidad no tendrás problema alguno, pues yo te acompañaré como te lo prometí.

Ambos se levantaron y tomaron sus caballos, siendo acompañados por una


centena de soldados fieles a Ehud. Se dirigieron al saliente y llegaron a una aldea
siendo habitada por muchos de sus victimarios.
-Rodeen la aldea, y que nadie salga. Ordenó Ehud.

Los hombres rápidamente sitiaron la aldea, y los victimarios del pobre hombre
se entregaron sin oponer resistencia, presentándose ante Ehud con la cabeza
descubierta, listos para ser castigados con trabajos deshonrosos por sus actos
malévolos.
-Colóquenlos en fila. Ordenó Ehud.
Los victimarios voluntariamente obedecieron a lo mandado por Ehud, quienes
confiaban en que por lo menos les fuera permitido vivir en la misma aldea un mes más
antes de ser enviados a los campos de trabajo de la Ciudad como castigo por sus actos.
-¿Saben quien es él? Preguntó Ehud a los victimarios señalando al pobre hombre.
- Alguien amargado que no tiene un atuendo más alegre que ese gris…jaja. Reían unos
- Un pobre infeliz, dijeron otros
- Un solitario hombre sin familia, arguyeron los demás, teniendo en común las risas y
burlas que todos mostraban ante tal pobre hombre.
- ¡NO! Dijo Ehud altamente indignado. ¿saben que les espera?
- Trabajar, y trabajar, dijeron unísonamente todos los victimarios con no poca alegría.
- ¡OTRA VEZ NO! Dijo Ehud.
- El color de mi atuendo es por la nostalgia que tengo gracias a ustedes, este atuendo
me recuerda mi dolor, pero anuncia el suyo y el de su familia, todos tenían razón sobre
lo que dijeron de mi, pero ahora lo será también para su familia, pues vivirán
amargados, infelices y …sin ustedes. Ustedes mataron a mi hija, y eso,…eso no tiene
perdón.
-Señores, hoy yo, Ehud el Guardador de la Gran Ciudad de Ahwar, pasé juicio sobre
ustedes, y los hallé culpables de muerte…este hombre no es un hombre ordinario, él es
el Guardador de la Cuidad de Sur, y ustedes le han quitado eso a nuestra amiga
Ciudad. Hay cosas que se perdonan, pero esto no lo dejaré impune. Ayer vino a mí este
hombre amigo mío, y me expuso su caso, le prometí que yo arreglaría las cosas, y así lo
haré. Soldado, páseme mi espada.
El joven soldado tomó la espada de Ehud y la dio a él, quien ordenó: -Tomen a
todos los asesinos e hínquenlos. Los soldados realizaron inmediatamente lo ordenado
por su Guardador.
Ehud tomó su espada, la levantó y cortó él mismo la cabeza de cada uno de los
asesinos de la familia de su amigo. El hombre solo lloraba, lloraba de la tristeza, pero
agradecido profundamente con su amigo por hacer el trabajo que muy difícilmente él
hubiera podido hacer.
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Ese día fueron ejecutados veintisiete hombres, todos murieron a manos de


Ehud.

Luego de salir de la pequeña aldea, Ehud se dirigió junto con su amigo de


vuelta al castillo, ya en el castillo planearon los actos por venir, y el hombre fue
abastecido en todo cuanto podría necesitar en tanto que arribaba a la aldea más
próxima, su camino sería el siguiente: Desde la Gran Cuidad de Ahwar, el hombre
tomaría dirección noroeste, para llegar a la Ciudad de Sadah, en donde se reabastecería
con uno de sus amigos más próximos, siguiendo delante de él el camino más arduo y
difícil, el desierto que separa a Sadah de Dahma, de allí partiría directamente hasta
Babel, siendo lo complicado de ello los ríos que debiera atravesar el pobre hombre, de
allí su rumbo sería en dirección al saliente nuevamente, para llegar a la Ciudad de
Ecbatana, para luego llegar a Partia; de allí tomaría camino a Oxo ; siendo dicha
ciudad el punto de retorno, pues debería regresar hasta Ecbatana, para luego enfilarse
en la última parte de su viaje, debiendo tomar camino directo hacía Lidia, y de allí
tomaría embarcación para llegar a Tracia, debiendo para ello atravesar el Mar Negro.
Era un viaje estimado en una duración de 400 días; sin embargo para el hombre sería
un placer hacerlo.

-Ehud, te estoy eternamente agradecido, espero poder pagártelo como es debido. Dijo el
hombre
-Espero que no tengas que hacerlo, pero si llegaré el momento de que lo hagas, pues
hazlo amigo, ¿puedo confiar que de ser necesario me lo pagarás tal cual hemos
acordado? Pregunto Ehud
-Amigo, nunca he faltado a mi palabra y no pretendo faltar a ella jamás, recuerda mis
palabras Ehud, porque cuando más me necesites allí estaré, créelo que así será.
-Que el Creador vaya contigo a donde sea que vayas amigo mío, espero verte algún día
nuevamente. Hasta pronto.

De esa forma se despidieron dos grandes amigos, cuyos caminos se habían


cruzado en la niñez de Ehud, que ahora, uno siendo Guardador, y otro habiendo
dejado de serlo, se separaban para encontrarse en lugares muy distintos, aunque aún
más complicados.

El hombre se perdió de la vista de Ehud por el polvo del desierto que lo cubrió.

Ruth únicamente lo miró con amor.

-Oye viejo, movámonos o de lo contrario nos convertiremos en montículos de arena,


porque ya llevamos casi tres horas de esa charla eterna que tienes con Bildad. Dijo
Jesse.
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-Si no se queja Ruth de que ya llevas tres horas de solo verla, ¿de qué te quejas tú?
Cuestionó Obadiah.
- Es que aparte es que yo la vea, a que sea ella la que me haga apreciarla, dijo Jesse.
-¿Acaso es mi culpa ser tan atractiva? No verdad, así que no te justifiques en mi Jesse,
Dijo Ruth con tremenda sonrisa en su rostro.
-Pues si de atractiva hablas Ruth, quien más que tu para decirlo, con esos ojos, labios
y…mm…Sonrió Jesse al ver lo rojizo que había logrado poner el rostro de Ruth.
-Ya basta de coqueteos infructuosos muchacho, y tenle respeto a la Cuidadora de
Malkawi, Dijo Bildad.
-Pues lo de infructuoso lo dudo mucho, dijo Obadiah, logrando poner aún más rojizo el
rostro de Ruth.
-Bueno, basta de charla y a la obra dijo Obadiah
-¿Pero qué quieres que hagamos? Preguntó Jesse
-Pequeño insolente, pudo tratar de matarnos, e incluso pudo lograrlo, pero eso no
implica que dejaremos su cuerpo tirado sin sepultura, no somos bestias como él,
nosotros tenemos ideales, valores… ¿te gustaría que tu cuerpo no fuera enterrado?
Cuestiono Obadiah
-Lo…siento, disculpa Obadiah, la razón te asiste…por esta única vez. Bueno, como
ha sido mi insensibilidad haremos lo siguiente: Ruth, haznos algo rico de comer,
Obadiah y Bildad preparen el cuerpo, que yo cavaré la fosa. Dijo orgullosamente Jesse
-J..j..j…jajaja ¿sabes acaso lo difícil que es cavar en desierto? Dijo burlescamente
Bildad
-Si lo sé, he tenido que sepultar a familiares en medio del desierto, sé lo que te digo, no
te preocupes, pero tampoco te rías, porque cada vez que me corresponde hacerlo
recuerdo a mi abuelo, y por ello para mí es un verdadero orgullo cavar en el desierto.
Dijo Jesse
-Disculpa. Dijo Bildad.
-No hay problema, pero ahora tendrás que darme tu porción de carne en la
merienda…jaja. Rió Jesse

Por el hecho que Jesse se había auto nombrado lo más dificultoso nadie
protestó, y todos complacientemente realizaron las labores que éste les había impuesto,
sin embargo ello no impidió a la joven damisela que le asistiera en repetidas ocasiones
al joven con algo de beber y mucho apoyo moral, levantando, con elogios a su fuerza, el
orgullo del joven.

Un par de horas después la fosa estaba lista, juntamente con el cuerpo, de


manera que introdujeron el cadáver de Guidón en ella, dijeron la oración sepulcral y
procedieron a darle sepultura. Al finalizar de sepultar al hombre, Obadiah se sentó a
observar la tumba.
-¿Qué te pasa viejo? Preguntó el siempre curioso Jesse
Obadiah viendo al cielo y a la tumba, de quien en vida fuera su amigo,
respondió sensiblemente a Jesse:
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-No puedo creer aun que él hiciera esto, ¿por qué trató de matarnos? No lo sé,
simplemente me sorprende; no sabes todo lo que vivimos juntos, las veces que peleamos
espalda con espalda, hemos defendido este lugar de maneras que tu ni te
imaginas,…las veces que charlamos, cuando simplemente descansábamos, él me
visitaba frecuentemente y yo a él…siempre fue mi amigo, muy cercano amigo, no era
mi mejor amigo, pero…

-¡! Mas te vale eso, eh!! Porque yo siempre me jactado de serlo…jeje. Dijo una voz que
se escuchó al costado de donde ellos se encontraban. La voz era fuerte, seca, sonora, y
provenía de un hombre que estaba sobre un montículo de arena, vestido con un atuendo
grisáceo, que cuando la luz del sol le alumbraba dimanaba una portentosa luz violeta
que le descubrió ante Obadiah.

-¿Eres tú Amigo? Cuestionó Obadiah, ya sabiendo la respuesta


-¡¡¿Quién más podría ser?¡¡ ¡¡Jaja¡¡
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Capitulo 14

Después de la fiesta de nombramiento, el joven Guardador se retiró a la


alcoba real, que de ahora en más sería suya. En el camino a ella se encontró al Jefe de
Sur y le refirió los saludos que su abuelo Ehud le había encomendado, indicándole que
Ehud lo estaría esperando en Sadah dentro de tres días para verlo en el Concilio de
Sabios; luego de esa pequeña parada, retomó su camino hacia su alcoba. Una vez
dentro de ella, Ahwar se quito su atuendo, guardó la gran espada, se arrodilló ante su
cama y se puso a llorar. Ahwar no lograba comprender porqué motivo su abuelo había
decidido retirarse de la Guardianía y entregársela a él de una forma tan abrupta.
“Hace una semana yo aún me encontraba de viaje, no sabia que sucedía dentro de la
mente de mi abuelo, pero…cómo se me iba a ocurrir que se haría esto…tiene que estar
salido de su mente para haber decidido eso…sí, eso es, el pobre ya está loco…lo siento
abuelo, pero yo…yo no estoy listo y sé que te decepcionaré como siempre lo he hecho,
hubiera querido tener un carácter distinto y así agradarte más, pero lo siento, lamento
no ser más seguro de mi mismo, lamento mi falta de carácter…pero me esforzaré, daré
mi vida si es necesario, te aseguro abuelo, que aunque no me oigas, la Guardianía será
mi mejor acto en esta vida…” Esos eran los lamentos del pobre guardián, quien no
tenía ni la menor idea de lo que debía hacer.

Luego de varios minutos de lamento y lloro del pobre joven, la puerta de


entrada a su alcoba sonó fuertemente, era el sirviente del castillo, quien agitadamente
tocaba a la puerta.
-¿Quién toca a mi puerta a estas horas?
-Soy yo, Grad, su sirviente
-Permíteme un momento Grad. Dijo Ahwar, habiendo solicitado un momento para
poder limpiar de su rostro las lagrimas que tenía, y para colocar nuevamente sobre sí el
manto real; al haberlo hecho se dirigió a la puerta y la abrió. Su sorpresa fue grande al
ver a Grad con sangre sobre sus ropas
-¡!!¿Qué sucedió?!!! Cuestionó rápidamente Ahwar.
-Ohh, es por la sangre que pregunta, no se preocupe mi Guardador, no es nada. La
razón de mi atrevimiento de venir a usted a estas horas es debido a que tengo una
encomienda que entregarle. Indicó Grad
-Me has pegado tremendo susto eh, yo creía que ni recién he iniciado mi Guardianía y
ya estaban matando a mi pueblo, pero vaya que no. Dijo Ahwar nuevamente agitado.
-No se preocupe mi señor, que no soy tan fácil de aniquilar, jeje, dijo Grad.
-Dime, ¿qué encomienda es esa que me traes?
-Es una encomienda que su abuelo me dejó, solicitándome que se lo entregara a usted el
día de hoy, después de que usted se retirara de la fiesta de nombramiento, es esta carta,
me indicó que se la entregara personalmente, así que acá estoy, cumpliendo el último
mandato de su abuelo.
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Grad colocó la carta en las manos de Ahwar, quien la tomó y cerró la puerta sin
siquiera dejar a Grad terminar de hablar, al cerrar la puerta se dirigió a su mesa de
lectura y abrió la carta, la que decía lo siguiente:

“Ahwar hijo de Shemik, hijo de Ehud, Gran Guardador de la Ciudad de


Ahwar…”

Con solo leer esas frases el corazón de Ahwar se detuvo, y se percató quién era
él realmente ahora.

“…nieto mío, Guardador mío, nunca pensé que esta carta la escribiría a ti de
esta forma. Siempre creí que mi hijo Shemik, tu padre, sería mi sucesor, pero su muerte
nos dejó a todos perplejos, pero algo bueno sucedió de ello, sucedió que yo tuve que
criarte a ti, te eduqué y te quise como a mi hijo, y por ello no acostumbro a llamarte
nieto, sino hijo, porque veo a Shemik en ti, y te quiero igual, y aún mas de lo que lo
llegue a querer a él. Desde ahora en más todos te dirán el Grande o el Guardador, pero
para mi siempre serás mi pequeño, aunque no por ello te menosprecio. Pequeño mío, tu
responsabilidad es grande de ahora en más y todo el peso del pueblo caerá sobre ti, pero
quiero que sepas siempre que seré tu apoyo hasta donde la edad me lo permita. Hijo
mío, por algo fui duro contigo durante todos estos años, y fue debido a la preparación
que debía darte para este cargo, es por ello que te dejo ahora mis últimas instrucciones,
sé sabio, escúchalas y hazlas y verás como a lo largo de mis sesenta años de Guardador
adquirí la experiencia necesaria, mis enseñanzas son las siguientes: En la parte norte
de la Ciudad se encuentra la familia de Hsesm, ellos siempre han estado a mis ordenes y
créeme, te apoyarán grandemente en todo lo que requieras; se prudente con ellos,
principalmente con el padre quien es muy fiel y servicial, pero no te dejes llevar por
ellos, porque tiene el defecto de ser combatientes, ellos siempre quieren la guerra sobre
todo, y son buenos en ella, pero no es lo mejor para el pueblo. Te advierto igualmente
sobre los milicianos del saliente, quienes son de la familia de Shaktar, ¿recuerdas que te
he contado sobre Shaktar? Pues ellos son precisamente descendientes de él, no cuentes
con ellos, desde un incidente que se suscitó hace ya varios años en donde tuve que
matar a varios de ellos han sido renuentes a mi, y créeme, lo serán aún mas contigo, así
que no te fíes de ellos en nada ni te acerques a ellos, que si pudieran te quitarían la
vida. La región sur es la parte más importante de nuestro pueblo, recuerda que ellos
son el corazón del comercio, sus cercanías al agua son vitales y gracias al Creador ellos
son fieles a nosotros…más que fieles, recuerda que de ese pueblo somos nosotros, de
ellos se tomó al primer Gran Guardador, así que dales tu vida si es necesario. Del
occidente no te digo nada, pues tú los conoces. Hijo mío, se sabio. Te tengo una
sorpresa, se la he entregado a Grad, él tiene acceso a ella, no te he querido dar más
instrucciones por este medio, porque es inseguro, así que lo demás lo he dejado con
Grad. Oye, trata a Grad con todo el respeto, ya está anciano pero no hay nadie más
sabio en toda la región que él, nunca, óyeme, pero nunca lo trates como siervo, sino
como a padre, pues de él aprenderás cosas que ni tú te imaginas, sele fiel, nunca dudes
de sus palabras, pues ni te imaginas todo lo que hemos hecho juntos, cuando acabes de
__________________________________________________________________________________La Princesa de Ore

leer esta carta ve con él y dile “Ahora yo seré tu pupilo” Seguramente soltará una
sonrisa, y si lo hace, dile que su ex – pupilo también ríe ahora. Hijo mío, lo demás lo
sabrás esta noche, pero una cosa me es menester hacerte saber con la mayor prontitud
posible: te amo.

Ehud, el Gran Guardador de la Gran Cuidad de Ahwar, a ti nieto mío, mi


ahora Gran Maestro.”

Inmediatamente Ahwar acabó de darle lectura a dicha carta, la tomó en sus


manos y se dirigió presurosamente hacia la puerta en busca de Grad, sin embargo su
sorpresa fue grande al abrir la puerta de su alcoba y hallarse frente a ella al viejo Grad.
-Lo esperaba mi señor. Dijo silenciosamente Grad
-¿cómo sabias que saldría a buscarte? Cuestionó Ahwar
-Pues usted no me dejó terminar de hablar cuando le entregue la carta, yo le iba a
indicar que lo esperaría afuera, porque su abuelo me dejó algo más para usted mi señor.
¿Desea verlo?

La pregunta fue de más, el joven ya se dirigía hacia afuera del castillo en espera
que el viejo sirviente saliera del mismo y lo guiara hacia su “sorpresa”, que como todo
joven, supuso la bondad de la sorpresa, sin siquiera tener en mente idea alguna de lo
que realmente le esperaba hallar.

-Señor mío, ¿no ve que soy algo viejo y no puedo andar a tan veloz paso? Indicó Grad
-Lo siento mucho maestro mío. Dijo Ahwar
-¿Cómo así que maestro mío? Preguntó confusamente Grad
-Pues como lo haz escuchado. Mi abuelo me dijo que de ahora en más yo sería tu
pupilo, porque él ya era tu ex pupilo ahora. ¿o me equivoco?
-Jajaja. Fueron los sonidos que salieron de la boca de Grad
-Jeje, mi abuelo me dijo que cuando rieras te dijera que él ríe también ahora. ¿Dime
Grad, qué se traían ustedes dos eh?
-Para que te lo cuente todo debemos tener mucho tiempo disponible señor, y por lo que
veo usted anda presuroso. Refirió Grad
-Mira Grad, como Guardador de esta cuidad te doy mi primera orden: Nunca me
vuelvas a llamar señor, no soy digno de ello frente a tan noble anciano. Mi segunda
orden es similar: cuéntame todo sobre cómo conociste a mi abuelo y que sucedió con él
que me hizo Guardador en esta época, pero antes, llévame con mi sorpresa. Mandó
Ahwar.
-Con todo gusto mi se… Disculpa, si no puedo llamarte señor, entonces ¿cómo debo
hacerlo? Pregunto muy confusamente Grad.
-Recuerda que de ahora en más yo soy tu pupilo, por ello me llamarás desde ahora
Bakjar, porque tu serás mi maestro, mi Kjacam. Indicó Ahwar.
-De acuerdo Bakjar Ahwar, pero digame ¿sabe usted que es un Bakjar?
__________________________________________________________________________________La Princesa de Ore

-La verdad recuerdo esos nombres de las historias que mi abuelo me contaba de niño,
así que me gustó mucho ese título, y porqué no ponerme así ¿verdad? O dime, ¿sabes tú
que es un Bakjar? Cuestiono irónicamente Ahwar
-Mira, por algo fui maestro de tu abuelo, esas historias que él te contó, yo se las conté
antes a él, así que ciertamente sí sé que es un Bakjar. Afirmó Grad
-Bueno, entonces procede a contarme.

Exactamente cuando Grad se disponía a contar a Ahwar sobre lo que son los
Bakjar y los Kjacam, ambos arribaron al lugar en donde se encontraba guardada la
“sorpresa” que Ehud había dejado para el joven Guardador.

-Oiga Bakjar Ahwar, le contaré todo lo que me pida, pero primero le daré la
encomienda que su abuelo me encargó le entregara personal y únicamente a usted.
-De acuerdo, estoy ansioso. Dádmelo. Dijo Ahwar.

Ambos se encontraban frente a un pequeño establo que se ubica en la parte


trasera del Castillo. El establo era de madera, por su apariencia tenía varios años de
estar desocupado, pues se podían apreciar arañas en él, junto con sus redes. De modo
que Ahwar se dispuso a empujar la puerta para entrar por ella, al hacerlo una cantidad
considerable de ruido fue producido por tan podridas bisagras que sostenían dicha
puerta. Cuando entraron la fuerza de la oscuridad les impidió incluso verse las manos,
de manera que Grad encendió unas velas y se adentraron. Dentro del establo, Grad le
pidió a Ahwar que lo siguiera hasta el fondo del mismo; luego de llegar al fondo del
establo Ahwar sintió que no estaban solos.

-¿Quién anda allí? Gritó Ahwar


-¿Qué sucede Bakjar Ahwar? Preguntó consternado Grad
-Oigo que alguien está dentro de este lugar.
-Jeje, ciertamente haya alguien señor…digo… Ahwar.
-¿Cómo lo sabes? Cuestionó Ahwar
-Pues es que yo lo he traído hasta acá, ciertamente hay alguien. Bakjar Ahwar, le
presento a Hypn. Dijo alegremente Grad, quien al acabar su dicho se separó del joven y
encendió una veladora más grande que se ubica en el centro del establo, al hacerlo, el
establo completo fue alumbrado y Ahwar pudo ver de quien se trataba.
-Jajaja, me lo hubieses dicho antes eh, vaya susto que me he pegado, creía que alguien
nos seguía, pero no. Dime ¿en dónde lo conociste? O mejor dicho ¿de dónde lo sacaste?
-Señor mío, este Hypn es descendiente de guerreros, como él hay muy pocos. Sólo de
verlo se puede apreciar lo fuerte que es, lo elegante que es, lo bello que es, lo muy veloz
que es. Señor mío, un caballo como este no encontrará en casi ningún lugar. Dijo
alegremente Grad.
-Pues que me alegro de que lo sea, pero dos cosas debo decirte: Primero que nada sigues
sin cumplir mis órdenes, no soy señor, sino Bakjar, y la segunda es que no respondiste
mi pregunta ¿de dónde lo has sacado?
__________________________________________________________________________________La Princesa de Ore

-Lo siento Bakjar Ahwar, pero tengo una larga costumbre de llamar a su abuelo señor,
y sobre lo segundo pues le contaré: Hypn proviene de una raza guerrera, de hecho esta
raza era la raza que utilizaba el Gran Ahwar, y sus padres hasta antes de ser muertos.
Su raza es única y solamente se pueden criar en esta zona de la Tierra, aunque a
algunos reyes, guardianes y personas especiales se les han regalado unos cuantos en
gratitud a su amistad, aunque déjeme decirle que dentro de su raza solo hay dos
caballos más como Hypn, uno esta en otro establo del castillo, y el otro fue regalado
hace ya varias décadas por su abuelo.
-Ósea que ese que fue regalado ya habrá muerto ¿no? Afirmo dubitativamente Ahwar.
-No.
-¿No?
-No Bakjar Ahwar, aun no. Fue regalado a alguien muy especial porque estos caballos
son así. Sus vidas no son normales, se prolongan en la medida en que sean útiles a su
amo. Hypn es suyo, y servirá para serle útil exclusivamente a usted. Comentó Grad
-Y a todo esto te debo preguntar dos cosas: ¿Qué raza de caballo es ésta? Y ¿por qué mi
abuelo me lo ha dado a mí, y no lo ha tomado para él? Interrogó el joven.
- La raza es Heik, y la clase a la que pertenece Hypn se llama Hsoml. Ahora sobre la
segunda pregunta que me hace, debo decirle lo que la carta que su abuelo le dejó no
decía.
-¿a qué te refieres? ¿Acaso leíste la carta? Dijo con tono enfurecido Ahwar.
- Para nada muchacho, para nada. Tu abuelo mencionó en la carta que habían cosas
que él no te escribiría en esa carta pero que lo sabrías cuando vieras tu sorpresa, ¿no es
así?
-Así es.
-Pues lo demás te lo debo decir yo. Y lo haré ahora que ya has recibido tu sorpresa. Tu
abuelo es muy sabio, y ha hecho cosas importantes, pero como las que debes hacer tú no
las ha hecho, ni podría hacerlas. Yo soy quien debe decirte lo que sucederá, y a eso se
refería tu abuelo con la encomienda, pues Hypn es parte de la misma, pero no lo es
toda, lo demás te lo diré yo ahora.

Ambos se sentaron en el suelo del establo, a un costado de Hypn, y Grad


comenzó a hablar.

-“El Ore esta en guerra, y esa guerra acabará con la vida de mucha gente, el Ore no
puede hacer nada para impedir la derrota de la guerra, pero sabiendo eso, preparó siete
personas llamadas Kjacam, para que enfrentarán al enemigo, estas personas instruirían
a siete hombres especiales, llamados Bakjar, quienes en definitiva enfrentarían al
enemigo, estos hombres fueron preparados desde su nacimiento, han sido nacidos con
ese propósito. Los siete Kjacam han de morir, un Bakjar morirá antes que inicie la
guerra, cuatro durante la guerra y dos salvarán la Ciudad. Yo sé el futuro, y trato de
prepararte para él“

“Soy Grad, seré tu ayo, te guiaré por donde debas andar, te paseare hasta
donde yo pueda caminar, te ensañaré lo que debas saber, pero tu entrarás en donde yo
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no puedo entrar y correrás lo que yo no puedo correr, y verás lo que yo no puedo ver, y
oirás lo que yo no puedo oír, iras a donde yo no puedo ir, pelearas lo que yo no puedo
pelear, pero no morirás como yo puedo morir”

“Soy Grad, tengo ciento ochenta y tres años, y seré tu Maestro, tu serás mi
pupilo, pero el pupilo al final de mi tiempo me sobrepasará por mucho, y será una
honra morir por ti, desde hoy seré tu Kjacam… y tu serás mi Bakjar, para eso naciste y
para eso tu abuelo te nombró Guardador, el siempre lo supo, y yo también, por eso te
cuidamos y te ilustramos; sabemos de ti, y ciertamente moriremos por ti, pero lo que
debes hacer, solo tu lo puedes lograr.”

“La Guerra de Ore ha empezado, incitando a sus Catorce guardadores a


defenderla.”
“!Levantante Bakjar Ahwar, hoy eres un guerreo, y hoy soy tu guía, tu y yo habremos
de quedarnos cuidando esta Ciudad cuyo papel es vital.”

-Realmente soy un Bakjar. Fue lo único que pudo decir Ahwar.


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Capitulo 15

-¿Eres tú Amigo? Cuestionó Obadiah, ya sabiendo la respuesta


-¡¡¿Quién más podría ser?¡¡ ¡¡Jaja¡¡

-¿cómo te ha tratado la vida amigo? Preguntó alegremente Obadiah


-Ahhh, pues qué puedo decirte…mmm…la verdad es que yo creo que no me trata tan
mal como cuando te vi por última vez, ¿recuerdas?
-¿cómo que si recuerdo? Casi muero en aquella ocasión, y tu sabes bien que uno nunca
olvida las veces en que se está pronto a morir…y peor aún si es por un pobre viejo que
ni contestar preguntas puede, ¿verdad? contrainterrogó con tono burlesco Obadiah,
-Jajajaja…tienes razón amigo. Dijo el viejo
-Jaja será; en serio viejo, casi muero aquella vez, y tu solo…solo reías como loco
mirando a una veintena de muchachos que me saqueaban, pero ni modo, tuvo que
hacerles frente el siempre joven y vigoroso de Obadiah…
-Jajajaja…no pierdes tu sentido del humor eh…por eso me gusta verte, eres tan
divertido…

Frente a esa reunión de viejos amigos se encontraban dos mentes vacías, una de
las cuales solamente podía pensar “¿cómo es posible que Obadiah lo llame viejo?…
¿qué tan viejo será ese señor?...” y la otra mente pensaba “… ¿Obadiah con sentido del
humor? ¿Ese viejo lo considera gracioso? ¿Qué tan amargado será entonces?” Esas dos
mentes vacías se vieron la una a la otra, y la primera mente le dijo a la segunda:
-Oye Jesse, ¿Qué piensas? Indagó Ruth
-Nada…simplemente no puedo imaginar a Obadiah como divertido…
-Y yo no lo puedo ver como joven, indicó Ruth.
Ambos al unísono sonrieron el uno al otro, y se quedaron de esa forma viéndose
entre ellos, sin embargo Jesse miraba algo más que una sonrisa, miraba todo el rostro de
Ruth, no pudiendo evitar apreciar lo hermosa que se veía con el contraste de la arena
que los circundaba. Sus ojos se miraban alegres, sus labios rojos, su cabello, aunque
alborotado, él lo veía sin igualmente arreglado. La percepción visual de Jesse de pronto
fue estorbada por un cuerpo extraño que se interpuso entre sus ojos y la joven doncella.

-No me gusta que la veas de esa forma. Indicó con una voz sonora Bildad
-¿y cómo la estoy viendo? Preguntó Jesse, aunque sabiendo la respuesta.
-Así como la ves, con esos ojos de joven galante…
-Cállate Bildad. Dijo Ruth, agregando: A mi me gusta que me mire así, con esos ojos
tan tiernos que tiene, así que cuando yo no quiera que él me vea yo se lo diré, mientras
tanto déjalo que siga…Dijo Ruth con tremenda sonrisa en su rostro, la que fue
opacada solamente por la sonrisa de Jesse.
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-Ahh, esos jovenes, cuando aprenderán que hay cosas más importantes. Dijo Bildad al
aire, pues ya nadie le ponía atención.

Luego de un par de minutos de que acabara la infructuosa intervención de


Bildad, Jesse reaccionó y le indicó a Ruth que se acercaran a Obadiah para averiguar
quien era ese extraño. Mientras se acercaban a Obadiah el viejo hombre comenzó a
descender del montículo de arena en el que se encontraba, dirigiéndose hacia Obadiah,
los jovenes y Bildad.
-Oye Obadiah, ¿quién es ese viejo? Preguntó Jesse
-No podía esperar menos de un joven tan preguntón como tu ¿verdad?, todo lo quieres
saber…pero dime ¿qué te hizo ser así de curioso? Cuestionó intrigado Obadiah
-Mmm…aunque no lo creas, eso mismo me he auto preguntado, Jajajaja
-No podía esperar otra respuesta de ti, más que una pregunta …Jajaja, rió Obadiah.
- Por lo que puedo apreciar ya tienes un nuevo pupilo, ¿no es así Obadiah?, cuestionó
el viejo que se acercaba a ellos de forma acelerada.
-Pues veras amigo, este no es cualquier pupilo, este es mi Bakjar, y su nombre es
Jesse…y pronto te darás cuenta de lo muy perspicaz que puede ser, por no decir
inquisidor. Contestó Obadiah con senda voz jocosa.
-Pues ya veremos quien puede más, sus interrogantes o mis negativas a
contestar…pues tú sabes bien lo reservado que soy. Indicó el viejo a Obadiah.
-Estoy en perfecto conocimiento de ello, dijo Obadiah, pero tengo el leve presentimiento
de que se llevarán bien…y más rápido de lo que creen.
-Pues yo lo dudo, dijo el viejo, pues en este momento el hambre me carcome, y si no
como pronto no me llevaré bien ni contigo. Aseveró el viejo.
-Mmmmm. Analizó Obadiah
-¿Qué piensas? Dijo el viejo
-Que definitivamente se llevarán re bien, pues Jesse es también amante de la comida, y
por lo que he apreciado sí sabe cocinar bien la carne… ¿no es así Jesse?
-No puede ser de otra forma…sí soy de Ecbatana, ¿como no voy a ser buen
cocinero?…Alardeó Jesse
-¿Ecbatana dices? Indagó el viejo
-¿Y no que yo era el curioso pues? Dijo Jesse
-Pues por ahora limítate a contestar, dijo Obadiah.
-No lo haré, sino hasta que esté bien hecha la carne que Ruth amablemente nos está
preparando, ¿verdad mi doncella? Preguntó Jesse dirigiéndose con una voz risueña
hacia la bella dama.
-Así es…ya pronto estará la cena... en una hora aproximadamente. Dijo Ruth
alegremente
-¿Una hora dices? Ohhh… yo ya tengo hambre…Oye chico, ¿no le puedes decir a tu
novia que lo haga un poco más presurosamente? Sugirió el viejo
-Ella no es su novia. Dijo categóricamente Bildad. Ella es la Guardadora de Malkawi,
y ese trabajo no es digno de ella, puntualizó el siervo.
-¿Guardadora de Malkawi dices? Indagó el viejo
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-Me sorprende lo muy curioso que puede ser usted viejo, dijo Jesse, ya puedo ver en
usted lo molesto que puedo llegar a ser a veces yo, pero mire, todas sus dudas las
responderemos en la cena, así como usted responderá las mías, ¿de acuerdo?
-De acuerdo…pero ¿tu novia seguirá cocinando ya, o no?
-Ella no es…decía Bildad al ser interrumpido por Ruth
-Oye Bildad, tienes razón al defenderme, pues yo no soy novia de Jesse, pero a quien le
importa lo que diga ese señor, así que no le prestes atención, y mejor ayúdame a traer
los ingredientes que he dejado en la montadura, ¿si?
-De acuerdo mi señora. Dijo Bildad, quien inmediatamente se dirigió a realizar la
encomienda que le otorgará Ruth
-Mire viejo, ella no es mi novia…todavía, dijo Jesse, así que por lo pronto diríjase a
ella como Ruth,
Los tres hombres siguieron hablando, pero Ruth ya no escuchó nada pues su
mente se había quedado perpleja al escuchar que Jesse aseveraba que ella no era su
novia…todavía, lo que la hacía pensar dentro de sí si algún día ella llegaría a tener
una relación emocional con el joven que hacía un par de días había conocido. El rostro
de Ruth demostró de una forma perceptible la emoción que sentía en su mente y
corazón, pues adoptó un color rojizo, lo que fue motivo de charla para el grupo que
platicaba, generando ello una mayor acentuación de dicho color en su rostro, y el leve
movimiento de sus labios en señal de agrado.

-Señora mía, aquí está lo que me solicitó, interrumpió Bildad.


-Gracias, dijo Ruth, agradeciendo no tanto el favor hecho, como que la sacara de ese
momento tan embarazoso para ella.

Pasada una hora aproximadamente, ya se percibía en el ambiente el grato


aroma de la comida que muy diligente y apasionadamente preparaba Ruth, con la
ayuda de su ahora fiel acompañante, Jesse. Jesse había dejado a los dos viejos
platicando para acudir en la ayuda de Ruth, pues no obstante ella sabía cocinar, no lo
hacía con mucha frecuencia, debido a que en el Castillo de Ore los sirvientes eran
quienes hacían casi todas las labores, siendo en muy pocas oportunidades en las que la
joven doncella podía experimentar con sus ideas culinarias, sin embargo no
desaprovechaba cada oportunidad que se le presentaba, de allí que con gusto había
aceptado preparar la cena, considerando la ayuda de Jesse extraordinariamente
adecuada, pues habían cosas que ella no sabía como preparar adecuadamente en el
desierto.

Mientras los viejos charlaban y los jóvenes cocinaban y coqueteaban, Bildad se


encontraba atento de lo que podría suceder a su alrededor; cuando nadie prestaba
atención, el ojo de Bildad se hacía mas fino, sus oídos mas agudos, teniendo siempre
preparada en su garganta el grito de “ataque”, aunque por ahora, él también se
encontraba deseando una buena merienda, pues desde la noche anterior a que saliera
del castillo no había comido nada, y su estomago ya le reclamaba que lo salvara con
comida como hacía unas horas había salvado a ese trío de viajeros.
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Pasados unos breves minutos, el joven Jesse se separó de Ruth y se acercó con
los viejos, a quienes indicó:
-Amigos, la comida está preparada, así que pueden dirigirse a donde se encuentra Ruth
para que les de su ración…aunque sé que no se llenarán, pues la comida que ha
preparado Ruth ha quedado de una forma excepcional, por lo que les aseguro que se
quedarán hambrientos de más. Indicó con voz sonora Jesse, no tanto para avisar a los
viejos que la comida estaba lista, como para que Ruth escuchara como él alababa su
sazón.
-Gracias joven, y te creo que esta rica, si hasta acá se levanta un sabroso aroma, así que
a darle entonces. Dijo muy alegremente el viejo.

El viejo se levantó rápidamente dejando a Obadiah por un lado, quien


únicamente observó a Jesse con un rostro de sorpresa al observar a su viejo amigo
dirigirse tan rápidamente hacia Ruth. Obadiah se levantó y en compañía de Jesse se
acercaron a Ruth, quien les sirvió a todos sus alimentos. Pasó casi una hora para que
los cinco acabaran con toda la comida que había sido preparada.

-Ahh señorita, déjeme agradecerle y felicitarla por esta comida, le ha quedado exquisita,
le brindo todos mis respetos, pues se puede apreciar que sus manos saben lo que hacen
cuando preparan la carne. No sé que sazón utilizó pero puedo decirle que deseo muy
ansiosamente volver a probarlo. Dijo el viejo de una forma muy elocuente.
-Le agradezco mucho sus cumplidos, pero la verdad es que la he preparado mejor en
otras oportunidades, lo que sucedió fue que nunca había cocinado en el desierto, pero
espero que la próxima vez lo haga mejor. Indicó Ruth con un leve tono de jactancia.
-¿Mejor? Dudo que se pueda mejor, pero le creeré señorita, y estaré atento y esperando
que ello suceda. Dijo el viejo.
-Oiga viejo…disculpe que le diga viejo, pero ¿cómo se llama? Cuestionó Jesse
-Ahhhhh, ¿debo dar por iniciado el interrogatorio que me harás? Preguntó el viejo
-Mmmm…la verdad es que sí, así que prepárese porque está será una noche muy larga.
Dijo Jesse seriamente.
-¿Por qué eres tan desconfiado conmigo? Preguntó el viejo
-Porque si usted no sabe, hace unas cuantas horas fuimos atacados por un “amigo” de
Obadiah, quien estuvo cerca de acabar con nuestra expedición, de no ser por Bildad ya
no estaríamos acá, y por ello me he prometido a mi mismo que nunca dejaré que nadie se
acerque a nosotros sin antes haberlo examinado. Dijo Jesse.
-…De acuerdo, pregúntame joven, pero luego yo te preguntaré ¿te parece? Indagó el
viejo.
-De acuerdo. Es un trato. Dijo Jesse.

Aquella noche sería larga, e inició con una pregunta de Jesse:


-¿Cómo te llamas viejo?
-Gaal, respondió el viejo
-¿De dónde eres?
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-Ahora no soy de ningún lugar, respondió Gaal


-De acuerdo, ¿de dónde eras?
-Era de la Gran Ciudad de Sur.
-¿Por qué ya no eres de allí?
-Porque me he marchado de esa región. Contestó Gaal
-¿entonces de dónde eres ahora?
-Ya te lo he dicho joven, no soy de ningún lugar, y soy de todos los lugares, pues soy un
koyebhuk.
-¿Koyebhuk? ¿Qué es un koyebhuk? Preguntó intrigado Jesse
-Pues es lo que soy, respondió insatisfactoriamente Gaal a la pregunta de Jesse
-Oye, con respuestas como esas, no esperes mejores de mi parte eh…así que mejor se
sincero conmigo, o no nos llevaremos bien en todo el camino, ¿te parece? Sugirió Jesse
-Vaya que no tienes ni el menor sentido del humor joven, incluso el viejo de Obadiah te
gana en eso…pero como quieras. Koyebhuk es el nombre que se le otorga a cierta clase
de gente cuyo camino es incierto, que no es estable, que camina de un lugar a otro,
y…pues eso soy yo. Un caminante, un viajero…un nómada, y así me fue puesto por
un pueblo nor-oriental.
-¿Conoces el nor-oriente? Preguntó Jesse entusiasmado
-Así es Jesse.
-Dime ¿conoces Ecbatana?
-Así es Jesse, es por ello que cuando me mencionaste que eres de allí me alegré, pues
tengo muy buenos amigos allí. Comentó Gaal.
- ¿a quienes conoces? Indagó alegremente Jesse
-Pues a la mayoría de los ancianos, y algunos otros del pueblo. Refirió Gaal
-Es decir que has de conocer a mi padre. Dime, ¿conoces a Elheim de Ecbatana?
Preguntó Jesse
-Así es, lo conozco y muy bien, él tiene una bonita casa, si mal no recuerdo el vende
caballos, camellos y otras cosas, ¿no es así? Dijo Gaal
-Precisamente. Yo soy su hijo. Dijo Jesse con un orgullo increíble.
-¿De verdad? Preguntó Gaal
-Así es Gaal, yo soy su hijo. Aseveró Jesse
-Ahhhhh…ahora lo comprendo todo. Dijo Gaal
-¿Qué comprendes? Contra interrogó intrigado Jesse
-Lo preguntón que eres. Jajajaja ya veo que es un mal de familia. Jajajaja. Tu padre
siempre fue inquisitivo, pero déjame decirte que es un muy buen hombre. Seguramente
te conocí cuando eras chico…bueno…aún más chico…jajaja….porque yo fui varias
veces a su hogar, me presentó a sus hijos…creo que tienes dos hermanos varones
mayores que tu, y una hermana menor ¿no es cierto?
-Así es Gaal.
-Sí…ahora recuerdo bien, tu habrás tenido unos dos años la última vez que estuve en
tu hogar…tu mamá cocinaba muy delicioso, y supongo que te habrá enseñado
bien…aunque imposible que algún día vuelva a probar semejante sabor…Jeje, perdón
Ruth…tu comida estuvo exquisita pero la de la madre de este joven es sin
igual…aunque espero ver tu mayor esfuerzo…
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-No se preocupe señor, pues créame que sé que hay quienes cocinan mejor…pero yo aún
no he dado mi última batalla…jejeje. Río alegremente Ruth
-Oiga Gaal, y ¿qué pueblo del nor-oriente le colocó el nombre de koyebhuk? Pues yo no
había escuchado eso antes. Preguntó consternado Jesse.
-Ese nombre me fue dado por el pueblo de los Juzes, dentro de ellos por el Kisi Juz, que
es la menor de las tres juzes, sin embargo dicho nombre me fue reconocido por el resto
de las juzes, y a partir de allí me he identificado como Gaal, el Koyebhuk.
-Jamás escuché una historia sobre ellos. Indicó Jesse
-Es porque son un pueblo muy lejano. Yo he estado por muchos lugares, los cuales te
aseguro que no has ni escuchado.
-¿porqué viajas tanto? ¿no tenías nada que hacer en tu Gran Ciudad de Sur? Preguntó
Jesse.
-No…no me gustaría hablar sobre ello. Lo que puedo decirte es que fui alguien
importante para dicha ciudad.
-No me vengas con que eras importante, y que por eso te fuiste, porque tremenda cosa
nadie la creerá. Dijo Jesse
-¡Cállate! ¡Pequeño impertinente e insolente! Interrumpió Obadiah, quien continúo
diciendo: Gaal, creo que necesitas ir a dar una pequeña vuelta al campamento para
verificar que estamos seguros en este lugar, pues acá pasaremos la noche, que Bildad te
acompañe y cuando regreses pueden continuar esta charla ¿te parece? Preguntó
Obadiah por respeto, pues lo que había dicho tenía más calidad de orden que de
sugerencia.

Gaal se puso de pies, y junto a Bildad fueron a supervisar el contorno del


pequeño campamento, en tanto ellos hacían eso el pequeño grupo restante continúo la
platica, a raíz de la cual Obadiah contó a Jesse y a Ruth lo que había sucedido con el
que en su momento fuera el Cuidador de la Gran Ciudad de Sur, de cómo su pequeña
hija había sido fríamente asesinada, y de cómo él se había retirado de la guardianía,
dejando todo por buscar su venganza. Precisamente su charla acabó cuando Gaal
regresó.

-Ya sé que es lo que se han quedado haciendo, ya sé que Obadiah les ha contado mi
historia, y te lo agradezco Obadiah, porque yo ya no la puedo escuchar. Dijo
amargamente Gaal.
-No te preocupes amigo mío. Indicó Obadiah
-Quiero pedirle disculpas por lo impertinente que me comporte con usted, realmente lo
siento. Dijo Jesse
-No tengas pena…en algún momento iban a tener que enterarse de ello. Sabes…es por
esa razón que no soy de ningún lugar, porque no puedo estar en casa,…mi casa me
recuerda a mi pequeña, y no puedo soportarlo…por eso huí de ella. Pero…aunque
huya, siempre la llevo en mi mente y en mi corazón. Jamás la olvidaré. Dijo el pobre
viejo
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-Oiga viejo, no lo conozco, pero espero poder hacerlo, y sé que de lograrlo lo apreciaré
mucho, por lo que le pido que nunca oculte sus sentimientos con nosotros, porque entre
mejor nos conozcamos, mejor nos defenderemos mutuamente. Expresó Jesse.
-Eres tan elocuente como tu padre.
-Gracias.
-Oye con eso de los sentimientos que me has dicho, dime ¿Por qué no le dices a la bella
dama lo que sientes por ella? Dijo Gaal con una sonrisa pícara, sabiendo de antemano
en el problema que había puesto al joven para explicar dicha pregunta, y de ser posible,
aprovecharla.
-Ohh…mmm…mire Gaal, aún no lo conozco bien, pero si sigue así tendré que
matarlo…Jajajaja Rió Jesse.
-Jajajaja le siguió Gaal
Pero las risas no fueron por todos compartidas
-No Jesse, realmente explícamelo. Sentenció Ruth.
-Mira Ruth, no sé cómo decir esto, pero…tu sabes que hay cosas muy difíciles de decir,
y son más difíciles cuando se deben decir a una dama tan bella como tu, que con sólo
ver a los ojos me hace olvidar lo que pienso, pues tu hermosura me nubla la mente y el
corazón, así que en tanto mi mente y corazón logran controlar el encandilamiento que
les produce tu belleza, déjame decirte por de pronto que me pareces la dama mas
espectacularmente bella que yo jamás haya visto…y sé que no veré a nadie más
linda…y…pues…tu sabes el resto…o al menos lo imaginas…jeje, sonrió Jesse de
forma sonrojada.

Sin embargo el sonrojo de Jesse no era ni la mitad del que tenía Ruth, quien
apenada, no por la respuesta, sin por haber sido ella quien insistiera en la pregunta, se
levantó y se dirigió a su pequeña covacha, pasando cerca de Jesse para despedirse,
quien al verla cerca aprovecho la cercanía de la doncella para susurrarle “Me gustas
Ruth, y mucho…”

-Me equivoqué al decir que eres elocuente como tu padre, pues ni él hubiera salido tan
bien parado de esta como tu…jajaja…Rió Gaal.

Mientras Ruth entraba a su improvisada alcoba, Lessrig salía del castillo en


búsqueda de ella.
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Capitulo 16

-¡Desgracia! ¿Por qué me haces esto? Apenas acabamos de llegar y tú ya quieres


partir. Eso es intolerable Lessrig. O me esperas un par de horas para descansar y comer
tranquilamente o te vas sola, ¿Qué decides? Preguntó muy enojado Eliha.
-¡Og! Ven pronto. Gritó Lessrig a uno de los sirvientes, quien llegó inmediatamente al
lugar en el que se encontraba Lessrig. –Oye Og, prepara mi caballo, pon raciones para
varios días, hazlo inmediatamente, ah, y espero que traten bien a este muchacho que me
acompañó hasta acá, pues de ahora en adelante me iré sola.
-¡Maldición mujer! ¿Estás loca? ¿Qué crees que harás sola allá afuera? Cuestionó con
ira Eliha.
-Pues haré más sola, que esperando a que se te ocurra moverte. ¿Acaso no ves que mi
Cuidadora me necesita?
-Mejor déjame preguntarte a ti lo siguiente ¿acaso no sabes que Ore te necesita? No
seas imprudente, tú vales más que esa señorita.
-¡Calla! ¡ya! Te lo ordeno. Sentenció Lessrig
-Pues yo soy de Oxo, y tu a mi no me mandas nada. ¡Og! Pon también comida para mí
en mí montadura, que acompañaré a tu impertinente señora en su ilógica travesía.

El pobre de Eliha ya no disfrutó sus alimentos como él lo había planeado,


simplemente los sentía insípidos, pues la molestia que le había provocado Lessrig le
había quitado todo deseo de comer, pero sabiendo que el camino sería duro, no fue tan
imprudente de no tomar fuerzas. “Que ridículo, la señora que debe ser cuidada por su
Cuidadora, ahora debe salir en busca de ella para cuidarla…esas situaciones
únicamente le pueden pasar a las mujeres…ahhh que tontería…” No obstante que los
pensamientos de Eliha le importunaba sobre lo absurdo de dicho viaje, en su mente él
estaba decidido a seguir a Lessrig a donde ella fuera, pues recordaba claramente las
instrucciones que su padre la había dado antes de salir de Oxo: “Tu sabes a donde ir, ve
con Dios, avisa cuanto puedas.”. Esas palabras que su padre Shemuel le había
comentado al momento en que ambos se separaron, le hicieron recordar las historias que
le contaba de chico a él y a sus cinco hermanos.

“Hijos, venid acá, a la par mía, que os contaré una historia; pero está historia
no es una historia cualquiera, es una realidad, quiero que la escuchen y le presten la
mayor de las atenciones posibles, pues algún día, uno de ustedes deberá cumplirla.”

Esas palabras usaba Shemuel cada quince días para llamar sus hijos y contarles
la historia del Héroe de Ore, que era como él le llamaba.
“Eliha, no quiero que interrumpas con preguntas, porque tus hermanos Jor y
Sek ya me han dicho que los aburres cuando cuestionas, además tus hermanas Agah e
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Iria quieren dormir temprano, pues ya vieron que Rya ya está en dulces sueños, en los
brazos de tu madre. ¿de acuerdo?”

“Sí padre, lo prometo”

“En un lugar muy lejano de acá, camino al sur-occidente se encuentra la Ciudad


de Ore, fundada hace ya muchos años por una familia especial. Dicha familia logró
controlar los elementos de esa región, al punto que pudo hacer que en medio del árido
desierto floreciera una tierra apta para la siembra. La Ciudad de Ore tiene los más
dulces frutos que la tierra puede producir, y por tal motivo es el centro económico de
esa región. Se cuenta que por la longevidad de la familia fundadora, a esta familia se le
concedió el derecho de ser los lideres de su Cuidad. Ellos la protegen de todo lo que
pueda suceder.

Hace años la Cuidad de Ore se dividió debido a conflictos entre la familia


fundadora, de tal cuenta que los mayores de esa familia se fueron hacía otro lugar,
llevándose a una buena parte del pueblo con ellos. Años después, el grupo que se separó
de Ore regresó armado con el objetivo de recuperar la Ciudad que ellos habían ayudado
a instaurar, sin embargo la princesa del lugar, conocida como Malkawi, junto a su
hermano mayor y su hermana mayor, lideraron la defensa de la Ciudad, la que tuvo
éxito al lograr evitar la pérdida del lugar, sin embargo tuvo pérdidas humanas, muchos
de los pueblerinos fallecieron. Yo, su padre, estuve presente en esa lucha, luché junto
con Malkawi y sus hermanos, y juntos logramos evitar la derrota. Yo he luchado
muchas batallas, he enfrentado muchos peligros, y hasta ahora el Creador me ha
proporcionado la fuerza y designio de no resultar muerto en ninguna de ellas, pero esa
batalla jamás la olvidaré, pues con esa batalla el corazón de Malkawi se resquebrajó.
Ella…ella tuvo que matar a uno de sus tíos, y eso simplemente no lo puede olvidar
nadie. Desde aquel día Malkawi no fue la misma, su rostro era otro, sus acciones eran
otras, y su corazón fue otro. En su mente solo había tristeza, tragedia y
remordimiento.

Un par de años después de aquella batalla, Malkawi salió a despedir a su


hermana hacía otra Ciudad, y al año siguiente a su hermano, de manera que ella se
quedó sola. El lugar del Consejo de sus hermanos fue suplantado por mí. Yo fui
consejero, amigo, cuidador y hasta hermano de Malkawi por casi doce años, después de
los cuales también me despidió a mí. Mi lugar fue ocupado por una señora de edad
avanzada que tenía varias nietas muy chicas, yo creo que por las nietas de la vieja fue
que Malkawi la escogió a ella, pues yo la podía ver muy feliz cuando jugaba con ellas,
cuando lo hacía, ella realmente se veía feliz. No sé que pasó después de mi partida, he
tenido un poco de noticias, pero ninguna de relevancia, pero lo que os contaré ahora es
lo más importante que yo algún día les podré contar.
La noche que Malkawi se despidió de mí, ella se acercó a mi oído y me dijo: -
Oye Shemuel, te voy a extrañar como no tienes idea, pero tengo un plan más grande
para ti de lo que te imaginas. –¿cuál es señora mía? Le respondí yo. –Quiero que
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regreses a tu pueblo, a tu ciudad de Oxo de la que tanto me hablas, vete con tu mujer
Odda, quiero que tengan una vida feliz y abundante, y que tengan cuantos hijos
puedan tener. Las lágrimas que brotaban de los ojos de Malkawi le impedían hablar
correctamente. Yo la interrumpí para consolarla pero fue allí cuando ella me dijo lo que
habría de pasar: -Shemuel, ayer vi al viejo de Obadiah, y él me comentó una visión que
tuvo en la que yo soy asesinada, y esta Ciudad es arrasada, pero a la vez me comentó
que había visto una alternativa,… Obadiah te observó a ti…él te vio a ti luchando
por mi vida, luchando por la Ciudad; pero ese tú…no eras tú, pues eras muy joven
para ser tú. Es claro para Obadiah y para mi que ese tú no puede ser nadie más que un
hijo tuyo. Shemuel, vete a Oxo, vive una vida alejado del peligro, ten hijos, cuéntales lo
que te he contado, instrúyelos en la guerra, enséñales a ser como tu, pues después de
todo… tu siempre has sido mi Cuidador. Dile a tus hijos lo siguiente: Cuando hallen a
Malkawi, nunca la dejen sola, por más impertinente que ella se pueda mostrar, y
cuando sea asesinada, tomen su collar, su anillo y su espada y huyan a Erets-Miclat.

Hijos, esa es la historia del Héroe de Ore, esa es la historia de alguno de ustedes,
es evidente que yo no podía ser aquel joven de la visión de Obadiah, pues ya soy muy
viejo para esas cosas, pero algo os digo: Su padre nunca los dejará en ninguna batalla,
cuando tengan dudas siempre acudan a mi, que yo siempre os echaré una mano, y de ser
necesario pondré mi vida por la vuestra, pues ustedes son mis héroes, y sobre todo
tengan presente que Malkawi sí puede ser salvada.”

-Lo prometí padre, y lo haré. Murmuró Eliha en el salón del Castillo de Ore mientras
ingería sus alimentos en la espera de Lessrig.

Minutos después, la puerta del salón se abrió, era Og que venía acompañado de
la preciosa Lessrig. Eliha pudo notar lo que su padre le contaba en sus historias, los
ojos de ella eran preciosos, pero por dentro poseían una amargura sin igual.

-Oye Lessrig…creo que soy tu nuevo cuidador. Pronunció Eliha con voz temerosa.
-Lo sé, tu eres el hijo de Shemuel que verá mi muerte, pero que yo muera no significa
que debas seguirme hasta que ello suceda.
-No te sigo para ver que mueras, te sigo para evitarlo.
-No lo podrás evitar, pues lo que Obadiah ve, eso sucede y no puede ser cambiado.
-Sí puede ser cambiado, pues mi padre me contó lo que Obadiah vio, él me lo dijo varias
veces, que uno de sus hijos podría evitar tu muerte…y heme aquí para evitarla.
-Eso no es así Eliha, pues Obadiah no vio lo que tu padre te ha contado. Yo…yo le
mentí a tu padre, le dije eso para que se fuera sin oponerse. Tu padre, mi cuidador, es
un guerrero, él sólo sabe acatar ordenes, y esa fue mi forma de ordenarle que se fuera de
acá y que viviera para él,…yo…lo siento Eliha, no hay nada que tu puedas hacer.
-No..no…NO…!NO!...!!!!!!!!!!!!!NO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Yo nací para esto, yo lo sé,
desde la primera vez que mi padre me contó esa historia yo sabia que sería yo quien te
salvaría, yo para esto vine, y te juro algo Lessrig, así muera yo, pero mientras no te
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deje, no morirás, y no pretendo dejarte, se lo he prometido a mi padre, y vaya que voy a


cumplirlo.
-Eres tan obstinado como tu padre, si quieres seguirme hazlo, no te lo impediré, pero
cuando muera, toma mi collar, mi anillo y…
-No. No tomaré nada de ti, ambos iremos a Erets-Miclat si algo llegase a sucederte, así
tenga que cargarte, pero ambos iremos allá de ser necesario, pero te he jurado que
evitaré tener que ir a tan terrible lugar, aunque tenga pelear hasta mi muerte.
-Como tú quieras. Expresó Lessrig. Debemos partir ya, que mi Cuidadora está en
peligro en tanto que yo no estoy con ella.

Lessrig y Eliha salieron en busca de Ruth, bajo la luz de la luna. Sus caballos
estaban agotados, sin embargo era necesario que el trabajo fuera hecho, debían llegar
ya donde Ruth, y de ser posible evitar que algo le sucediera.

-Oye Lessrig, y ¿por qué es tan importante para ti tu Cuidadora?


-Porque ella es la nieta de una amiga, a quien yo prometí que la cuidaría. Realmente
Ruth no es mi Cuidadora, sino yo la suya, ella…ella es más importante de lo que
imaginas.
-¿De qué hablas?
-Tu únicamente ten presente que de morir, debes tomar mis cosas he ir al lugar
acordado, que allí se te indicará que hacer.
-Ya te lo he dicho, nada te ocurrirá. Además, mi deber es llevarte con mi padre.
-¿C…cómo dices?
-Como lo escuchaste, mi padre me indicó que nos estaría esperando, así que debemos
dirigirnos con él lo más pronto posible.
-Así que era con él con quien debía reunirme en el norte. Vaya, vaya, tu padre es
excepcional Eliha. Vayamos por Ruth, que inmediatamente después de tenerla nos
dirigiremos con él.

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