Está en la página 1de 81

Koyebhuk

El camino de Gaal
Koyebhuk.
El camino de Gaal

a noche era extraña, en el cielo la luna mostraba una luz


esplendorosa no natural, parecía que de ella procedía dicha
luz. Era una luz gris, bastante llamativa, tal era el caso que
todos los habitantes de la Cuidad de Sur se congregaron en el
centro del pueblo viendo con expectativa lo que sucedía con
la lucera. Mientras el pueblo observaba dicho acontecimiento,
los líderes de dicha Ciudad se encontraban en expectativa por
otro asunto de importancia vital para dicha comunidad.

Los ancianos se encontraban en Concilio para resolver lo


que se haría en relación a una trifulca que mantenía la Ciudad
con sus vecinos del oriente. Mientras el pueblo admiraba los
acontecimientos lunares, en el Concilio se puso de pies Quint,
frente a los otros doce miembros:
-Insisto en que no se puede hacer dicha declaratoria de
guerra, ¿acaso no pueden ver que no estamos en condiciones
de pelear una guerra y lograr sostener al pueblo a la vez? No
tenemos los recursos… ¡es insensato!
-Insensato eres tu…como te atreves a levantar la voz a este
honorable Concilio, ¿qué no ves que eres el menor de
nosotros? Por lo que no tienes la capacidad moral de
amonestarnos. Dijo Trusse.
-La insensatez notoria faculta incluso a mi hijo por nacer a
reclamar de ustedes…. ¿acaso no pueden levantar sus ojos y
ver la luna? Dijo Quint
-¿La luna dices? Jajajajaja…hablas como todo el pueblo…no
eres nada mejor que ellos…Rió Trusse.
-Nunca he pretendido ser mejor que nadie, lo único que he
pretendido es atender las necesidades de ésta Ciudad como
es debido…y es por ello que tengo el aprecio y apoyo del
pueblo…Decía Quint hasta que fue interrumpido por una
señora apresurada.

-Señor Quint…ya es hora…su…esposa…ya está por dar a luz…


vamos…Decía entre respiros la pobre señora que había
corrido medio pueblo para llegar al Concilio para dar aviso a
Quint de que su hijo estaba por nacer.
2
Koyebhuk.
El camino de Gaal
-Lo siento Concilio, pero hay cosas que son mucho más
importantes, que debatir asuntos irresolubles con ustedes…
nos vemos mañana. Dijo Quint mientras se dirigía hacia la
puerta de salida.

Quint salió del Castillo corriendo junto con la señora,


quien era la sierva de su esposa. Mientras Quint corría fuera
de las gradas del Castillo se tropezó con un joven a quien no
dio mayor importancia. El joven corría en dirección contraria a
la de él, corría hacia el Concilio. Quint llegó a su casa un tanto
más rápido que la sierva, quien había tenido que hacer un par
de paradas para retomar su aliento, pues ya era la segunda
vuelta que ella daba esa noche.
Cuando Quint llegó a su casa pudo ver lo bella que se
veía su esposa, quien había pasado los últimos ocho meses
alegre y expectante por ese momento tan crucial en su vida.
Al verla solo pudo sonreír y suspirar.
-Linda, linda, linda…gracias por este regalo tan bello que me
estas dando…tu sabes cuanto hemos esperado este momento
¿no es así?
-Sí, así es…pero cállate, que ya no aguanto el dolor…mejor
hablamos después, ¿si? Dijo la muy adolorida mujer.
-Lo siento querida. Dijo Quint a su esposa.

Mientras Quint observaba alegremente a su esposa en


labor de parto, el Concilio no muy alegre observaba como un
atrevido joven entraba por sus puertas, interrumpiéndolos.
-Señores…vengo del pueblo… decía el joven
-¡Calla! Dijo Trusse. Pequeño impertinente… ¿es qué ya nadie
sabe respetar nuestras reuniones? Primero ese Quint, a quien
yo dije que no aceptáramos en el Concilio, se fue a plena
sesión… y luego este pueblerino se atreve a venir a irrumpir
en nuestro salón…
-¡Cállese viejo! Dijo el joven que había entrado en el salón.

Esas palabras resonaron con una fuerza terrible en la


mente del viejo Trusse, quien mostró su enojo en el rostro
cual nunca antes lo había hecho; sin embargo esas palabras
no eran las peores que él escucharía esa noche:

3
Koyebhuk.
El camino de Gaal
-La luna se los estaba advirtiendo…la luna se los quiso decir,
pero ni el pueblo ni ustedes lo pudieron ver…
-Maldito pueblo que cree en la luna,…nada, pero nada nos
quiere decir la luna…sólo es un efecto celeste. Pueblo
ignorante. Dijo Trusse frente a los otros miembros del
Concilio.
-Pues yo la verdad sí creo que están malditos, porque primero
la luna les avisa tragedia, y luego vienen del oriente a
atacarlos. Dijo el joven.

Sus palabras cayeron como agua fría sobre la cabeza de


todos los miembros del Concilio.
-¿Cómo dices joven? Dijo Rust
-Como oyeron viejos, los atacan y son muchos, ya el pueblo
esta tratando de defenderse lo mejor posible, pero…parece
que no es suficiente…Ustedes deben llamar a los guerreros
ahora mismo… ¡Ahora! Decía el agitado joven.
-Tiene razón, llamémoslos para que nos defiendan, ellos no
vendrán si nosotros no se los ordenamos, porque ellos solo
responden bajo nuestra orden. Dijo apresuradamente Rust.
-NO. Dijo Trusse rotundamente. Jamás llamaremos a los
guerreros porque un pueblerino insolente lo solicite, al menos
yo jamás haré tal barbarie. Sentenció Trusse.

-¿Cómo dices? Acaso no ves lo que nos dice el joven, estamos


siendo atacados, estamos por perecer…decía Rust al ser
interrumpido
-¿acaso ya lo has visto con tus propios ojos, o ahora confías en
los ojos y boca de otros? Preguntó Trusse a Rust. Para ser un
miembro del Concilio eres descuidado, debemos ser
precavidos, esto podría ser una falsa alarma o incluso una
trampa, mejor vayamos todos a la plaza a verificar que es lo
que realmente sucede ¿les parece? Indagó Trusse.

Todo el Concilio estuvo de acuerdo, incluyendo a Rust.

El Concilio se marchó del Salón, quedando dentro de él


solitariamente el joven que hacía pocos minutos había llegado
corriendo hasta allí. El joven triste, permaneció en silencio en

4
Koyebhuk.
El camino de Gaal
el Salón por un momento, luego lo rompió: “Maldito Concilio,
se suponía que aquí hallaría apoyo”. El joven molesto se retiró
del Salón en dirección occidental de la Ciudad. Su objetivo era
claro: hallar a Quint. Mientras el joven corría en dirección al
hogar de Quint, el Concilio se hallaba en dirección oriental,
yendo directo a la Plaza de la Ciudad.

Mientras el Concilio se acercaba a la Plaza, los gritos se


hacían oír con mucha intensidad, el ruido de las espadas que
chocaban unas con otras se hacían cada vez más fuertes, el
olor a sangre era evidente. Trusse no tuvo que hacer más, su
cuerpo simplemente cayó al suelo de forma rotunda sin las
fuerzas que su corazón le aportaban, con una lanza
atravesada en el costado izquierdo de su pecho, sus últimas
palabras habían sido “Guerreros”. Esas palabras fueron
suficientes, y esa muerte demasiada; los once miembros del
Concilio que se encontraban presentes en ese momento
decidieron llamar a los guerreros, comisionando a Greck para
que fuera a convocarlos. En tanto Greck corría
apresuradamente en búsqueda de los guerreros, los otros
miembros del Concilio fueron victimas de la guerra, tratando
lo más que pudieron de defenderse, logrando escapar con
vida solamente uno: Rust.

Greck llegó a las caballerizas a dar la orden a los


guerreros, pero su sorpresa fue tremenda:
-¡!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!Maldición!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Ohhh
Creador, ¿qué hemos hecho? ¿Cómo pudo sucedernos esto?

El color café de las caballerizas estaban cubiertas por un


color rojizo…era sangre. Todos los guerreros yacían en el
suelo muertos; habían sido emboscados mientras dormían
aquella madrugada, sólo habían dejado vivos a un par de
caballos, los otros habían sido hurtados en el acto del múltiple
asesinato. La cara de Greck de tristeza solo pudo ser seguida
de un debilitamiento de las piernas. El pobre Greck cayó al
suelo de forma abrupta corrompido por la tristeza, sabiendo
que la derrota era inevitable, lo único que podía hacer ahora
era regresar a la Ciudad y tratar de salvar a su familia y a

5
Koyebhuk.
El camino de Gaal
tanta gente del pueblo como fuera posible; de modo que
armándose de valentía, tomó una espada que se encontraba
en el suelo, un escudo y montó uno de los dos caballos que
habían quedado, y jalando el otro, se dirigió hacía la Ciudad.

-Ahhhhhhh…ahhhhhhhhh…ahhhhhh…
-Lo tengo señora mía, lo tengo…es un varón…y muy lindo por
cierto…la felicito. Decía la sierva de la esposa de Quint,
cortando en el momento el cordón umbilical, y dejando al
bebé en independencia física de su madre.

Quint tomó a su hijo en las manos y viéndolo solo pudo


reír de la alegría: “Amada mía, gracias por este hijo…Te amo,
y mucho. Gracias” Quint colocó al bebe en el pecho de su
esposa para que lo acariciara y para que apreciara por
primera vez aquella vida que por tanto tiempo había
cohabitado en ella. “Es bello…es hermoso…es nuestro” Dijo
Riah, la esposa de Quint.
-Amada mía, ¿qué nombre le pondremos? Preguntó muy
alegremente Quint, sin embargo su pregunta no tuvo
respuesta.

Precisamente en el momento en que Riah se disponía a


responder la pregunta de su esposo, la puerta de entrada a su
casa retumbó fuertemente:
-Salgan, ahora…dijo un joven muy agitadamente.
-¿quién eres?...Yo…yo te he visto…te vi en las gradas del
Salón del Concilio cuando salía de él… ¿quién te crees que
eres que has venido a irrumpir en la tranquilidad de mi casa?
Dijo furiosamente Quint.
-Pues si quiere, llámeme su salvador, pues he venido por
usted y por su familia…Decía el joven.
-Primero estaré muerto antes de que te lleves a mi familia.
Aseveró Quint.
-No he venido a quitarles la vida, sino a tratar de salvárselas.
Ahora mismo hay enemigos del oriente destruyendo toda la
Ciudad, y el Concilio se dirigió a la Plaza, a pesar que les
advertí que no fueran…así que he venido para salvarte a ti,
porque alguien deberá ser el Cuidador de la Cuidad de Sur

6
Koyebhuk.
El camino de Gaal
después de hoy…o al menos de lo que quede de ella. Dijo el
joven.
-¿el Concilio salió a la Plaza mientras hay ataque? Que
imbéciles…la idea ha de haber sido del idiota de Trusse...debo
ir hacia ellos, debo ayudarles…decía Quint
-No. Tu debes estar con tu familia, seguramente el Concilio ya
ha sido asesinado, ahora debes pensar en el futuro, en ti, en
tu esposa y en tu hijo…y tu sierva.
-Quint, hagámosle caso al muchacho, si no es cierto pues no
perderemos mucho, pero de serlo, nuestra vida podría
acabar…huyamos por favor, te lo pido a ti amado mío.
-De acuerdo Riah, huyamos…
-Iremos al occidente, a las montañas, yo conozco un lugar en
donde podemos acampar, allí hay muchas cuevas, nos
esconderemos en una, pero vayamos ya. Dijo el joven.

Quint ordenó a la sierva de Riah que tomara al bebé en


sus manos, pues su esposa no podía andar aún, pues acababa
de dar a luz a su recién nacido hijo varón; Quint tomó a su
esposa en sus brazos y salieron de su hogar, siguiendo sin
saber a donde se dirigían a aquel muchacho que argüía que
habría de salvarlos.

El joven tomó cuanta comida pudo de la casa de Quint, y


se adelantó al cuarteto que lo seguía, buscando ser el líder de
la pequeña expedición. El joven se abrió paso por varias
casas, entrando a cada una a avisar que había invasión,
indicando que debían huir de aquella Ciudad, algunos
atendieron a sus anuncios, sin embargo la mayoría no. Al salir
de los limites occidentales de la Cuidad, se dirigieron por el
páramo por un breve tiempo, hasta que llegaron a un
pequeño bosque que les brindó la protección visual que
requerían. Ya en ese lugar desaceleraron su paso, pues Quint
se estaba agotando de cargar en brazos a Riah. Unos minutos
más tarde hicieron una breve parada para descansar y beber
un poco de agua. Habiendo acabado su insignificante
descanso, prosiguieron su camino. El joven se abría camino
entre las ramas de los arboles haciendo uso de su espada, la
cual le fue muy útil. En cierto punto del trayecto el joven

7
Koyebhuk.
El camino de Gaal
encontró lo que buscaba: la cueva que los escondería hasta
que acabara el asalto a la Ciudad.
-Hemos llegado, en esta cueva podremos descansar sin temor
a ser hallados, yo la vi en mi camino hacía la Ciudad de Sur,
sabiendo que en ella me escondería en algún momento
futuro, pero nunca imagine que fuera tan cercano.
-Oye joven…gracias. Fueron las pocas palabras que salieron
de la boca de Quint, quien exhausto por el ejercicio realizado
se dejó caer en el suelo húmedo de la caverna.
-Oiga…por eso vine a la Ciudad, así que las gracias están de
más…hoy. Bueno espérenme en este lugar, volveré en una
hora aproximadamente…no se muevan…ahhhh…reciban a
todos los que vengan, pues esta cueva es grande. Bueno…
volveré. Dijo el joven.

El joven salió corriendo de aquella caverna sin dar


mayores explicaciones, sin embargo su ruta era la misma que
habían tomado para llegar a la cueva. El joven solo podía
pensar en la tragedia que estaba sucediendo en aquella
Ciudad, su objetivo era salvar a todos cuantos él pudiera, y
eso lo hacía ser más veloz y más preciso en sus acciones.

En la caverna, Quint observaba a su esposa abrazando a


su pequeño hijo, y a la pobre sierva desplomada en el suelo,
cansada de tanto ejercicio. La noche era muy oscura, sin
embargo Quint agradeció mucho la luz de la luna aquella
noche, pues su luz, aunque gris y extraña, brindaba gran
visibilidad, y gracias a ello su escape había sido fructífero.
Quint no podía dejar de pensar en el Concilio, en qué habría
sido de ellos, cuál sería su destino; por de pronto pasó por su
mente aquel joven que había llegado esa noche a su casa, y
cómo fue que de una forma heroica había salvado su vida y la
de toda su casa actual y futura. La mente de Quint se aclaró
“Debo ir a la Ciudad”. Su esposa Riah no se agradó con esas
palabras, sin embargo ella entendía que como miembro del
Concilio, su esposo debía ir a ver que era lo que sucedía en la
Ciudad y cuál había sido el destino del Concilio. “De acuerdo
amor, ve, pero ten cuidado” Quint se acercó a los labios de

8
Koyebhuk.
El camino de Gaal
Riah, quien muy suavemente le dio un dulce beso en los
labios, despidiéndolo de esa manera.

Riah sólo observó como su esposo salía de esa cueva.


Pasados unos muy cortos minutos logro escuchar nuevamente
la voz de su amado “He de estar alucinándolo” dijo Riah a su
sierva. “No es así señora mía, pues yo también lo he
escuchado a él…y a mucha gente más…” La sierva no había
acabado aún de hablar cuando logro divisar entre las ramas
de los arboles, que cubrían la entrada a la cueva, varios
cuerpos. Un cuerpo colgaba entre los brazos de dos hombres.

Un viejo aldeano era arrastrado entre los brazos de Quint


y del joven que los había salvado aquella noche. Detrás de
ellos venía una multitud de aproximadamente dos centenas,
esas eran las almas que el joven había podido salvar de
aquella trágica noche. En total eran doscientas dieciséis
personas las que habían escuchado a los avisos del joven y
que habían decidido hacerle caso y seguirle hasta la cueva.
Todos entraron en la caverna, la que era de un tamaño
bastante considerable, pues cubrió a la totalidad de la gente,
e incluso hubieran cabido más, si hubieren prestado atención.

-Señor Quint, ¿Qué haremos? Decía uno de los pueblerinos


que se encontraba en la cueva
-Pues ustedes esperarán,…yo iré a la Ciudad. Respondió Quint
-No señor, no vaya solo. Solicitaba la generalidad de los
refugiados, entre ellos su muy bella esposa.
-No, él no irá solo, pues yo iré con él. Dijo el valiente joven.

Los dos hombres se dispusieron a ir siendo acompañados


solamente por uno de los refugiados, pues la misión era
peligrosa: salvar a los sobrevivientes. Quint nuevamente se
despidió de su esposa prometiéndole regresar a salvo aquella
mañana. Al salir de la caverna el joven pudo apreciar que
había cierta claridad ya no debida en su totalidad a la
grandiosa luna, sino mas bien a la salida del sol, el día se
acercaba rápidamente, lo que era en parte provechoso y en
parte desventajoso, por lo que deberían de ser más rápidos y

9
Koyebhuk.
El camino de Gaal
precisos en sus acciones. Al salir del pequeño bosque
quedaron por completo al descubierto, sin embargo para su
fortuna no se encontraba ninguno de los invasores cerca que
los divisara, al contrario, fueron vistos por unos aldeanos, a
quienes por señales hicieron llegar hasta el bosque, y al llegar
a ellos le solicitaron al que los había acompañado que los
guiara hacía la caverna, y que solamente ellos proseguirían
con la misión. El acompañante salió con toda velocidad hacia
la cueva con el grupo de aldeanos, dejando en la soledad a la
pareja, de modo que los dos se dirigieron a cruzar el terreno
solitario que tenían frente a sí.
-Cuando te lo diga correremos, ¿de acuerdo?
-De acuerdo, dijo el joven, como usted me diga señor,
después de todo esta Ciudad la conoce mejor usted que yo,
¿no es así?
-Así es. ¡Ya!, corre…

Los dos sujetos corrieron de forma apresurada hacía la


casa mas cercana, lográndose refugiar en su interior, y de allí
partieron hacía el oriente. En las casas cercanas a la Plaza
encontraron a varias personas refugiadas dentro de ellas, de
manera que habiéndolas juntado a todas en la casa a la que
habían llegado primero, se disponían a ir de regreso a la
cueva:
-Señor Quint, sea usted quien guíe a estas personas hasta su
salvación en la caverna, yo por mi parte me quedaré en este
lugar…daré un par de vueltas alrededor y…bueno…mejor
váyanse ya. Indicó el joven.
-No. Tu iras con ellos y yo me quedaré a enfrentar a estos
intrusos…
-Para nada. Tu los llevarás hasta la cueva, recuerda, tu debes
ser quien los guie cuando todo esto acabe, es necesario que
preserves tu vida, y de esa forma preservaras el gobierno de
la Ciudad de Sur. Dijo el joven.
-Insisto en que no, seré yo su líder quien los salve…
-De ninguna manera, su líder los debe guiar a la salvación…yo
soy un simple extraño, y este extraño peleara contra los otros
extraños que han arruinado esta Ciudad, así que ve con ellos;
pues yo he venido hasta acá para pelear contra ellos y

10
Koyebhuk.
El camino de Gaal
preservar tu vida. Viajé mucho…vengo de…no, eso no tiene
relevancia, es hora de que se vayan. ¡Ahora!...!Ahora!
Comenzó a elevar la voz el joven hasta que Quint accedió y
emprendió la marcha junto con los aldeanos hacia la cueva.

Cuando el grupo de aldeanos liderado por Quint estaba


próximo a llegar a la cueva escucharon ruidos extraños y muy
fuertes provenientes de la Ciudad, eso alertó a todos los que
se encontraban en la cueva, quienes salieron corriendo para
ver que era lo que sucedía, en el camino se encontraron a
Quint y al grupo de aldeanos.
-Señor Quint, ¿ya esta de vuelta? Dijo uno de los que volvían
de la caverna
-Así es. Contestó muy vacilantemente Quint
-Nosotros creíamos que esos ruidos se debían a ustedes dos
que se habían ido a la Ciudad, temíamos por su vida, pero
gracias al Creador que están acá… ¿y el joven? Preguntó el
aldeano.
-Se ha quedado en la aldea, respondió insatisfactoriamente
Quint…díganle a mi esposa que ya he vuelto, pero que
regresaré a la aldea… ¡maldición, no debí dejar a ese chico
solo! Debo regresar por él.
-Señor, no irá solo, esta vez lo acompañaremos nosotros.

Cerca de una cincuentena de hombres con espada se


colocaron detrás de Quint, quienes ofrecieron su apoyo
incondicional para salvar la Ciudad…y de ser posible, al muy
valeroso joven.
-Esos ruidos vienen de la Ciudad ¿verdad? Preguntó uno de los
ahora guerreros.
-Así es. Son.. ¿son gritos? ¿Acaso esos son gritos? Cuestionó
Quint muy alterado.
-Creo que sí…lo siento señor…han de haber capturado al
pobre joven…pero…no se puede hacer más. Dijo uno de los
guerreros.
-Ohhhhhh Creador, esto no puede suceder, yo…yo debo
salvarlo. Dijo Quint, quien desde ese momento ya no camino,
sino corrió con toda su fuerza, siendo seguido por los
improvisados guerreros.

11
Koyebhuk.
El camino de Gaal

Quint y sus guerreros entraron por la misma casa por la


que habían ingresado la vez anterior, pero al salir de ella se
percataron de que todo era diferente esta vez. El suelo estaba
totalmente cubierto de rojo, las paredes salpicadas de sangre,
y los gritos eran más fuertes. El sigilo se apoderó del grupo,
todos comenzaron a desacelerar su paso, encontrándose
caminando muy lentamente tratando de hacer el menor ruido
posible, con el objeto de no ser capturados por los intrusos. A
medida que caminaban hacía la Plaza, los gritos se
acrecentaban, definitivamente una de las voces que gritaba
era la del joven, y era la que más se escuchaba.
-Ese es el joven, él es quien grita…lo han de estar torturando
por nuestra causa. Dijo uno de los acompañantes de Quint.
-Callad. Hacer silencio, ¿qué no ven que pueden atraparnos
por eso?, guardad silencio. Ordenó Quint.

Cuando únicamente se encontraban a una casa de salir a


la Plaza, Quint se dirigió a los hombres:
-Éste es el momento…iremos por el joven…iremos por la
Ciudad de Sur…y todo se hará cuando yo lo indique. ¿De
acuerdo? Reafirmó Quint
-De acuerdo, respondieron los acompañantes.

Justo cuando Quint se disponía a salir de la casa en


dirección a la Plaza sucedió algo, se escuchó el último grito
del joven y luego sólo hubo silencio. Eso detuvo a Quint por
unos breves instantes, en su mente Quint pensaba sobre lo
que pudo haberle sucedido al pobre joven; Quint estaba
ansioso por salir a ver que había acontecido, pero a la vez
estaba nervioso por lo que vería. No había remedio, había que
salir a verificar; de modo que se decidió:
-Quédense acá, yo iré solo. Ordenó Quint, sin que nadie se
opusiera a ello.

Quint sacó la cabeza de la casa y dio unos pequeños


pasos, al hacerlo asomó su cabeza en dirección a la Plaza, e
inmediatamente una lanza le fue aventada directamente
hacía su cabeza. Quint cayó al suelo, no le había acontecido

12
Koyebhuk.
El camino de Gaal
nada, simplemente su reacción había sido tirarse, pero dicha
reacción asustó a sus compañeros quienes sin mediar palabra
alguna lo jalaron de sus ropas y lo introdujeron a la casa.
-Señor, ya nos han visto, ciertamente vendrán por nosotros…
decía uno de ellos.
-No debimos venir por el muchacho…mejor hubiera muerto
solo él y no todos nosotros por él…decía otro.
-Cállense cobardes. Dijo Quint quien poniéndose en pies
colocó su espada en su cinto y abrió la puerta. Sus
compañeros expectantes creyeron que se estaban rindiendo
ante los invasores, por lo que todos tiraron sus espadas al
suelo y siguieron los pasos de su jefe.
-¿C…c…c…c…c…c… esos eran los sonidos que salían de la
boca de todos los compañeros de Quint al ver a su jefe salir
corriendo en dirección al centro de la Plaza en donde se
encontraba parada una sola persona: el joven.

Alrededor del joven yacían los cuerpos de casi una


centena de hombres, la mayoría de ellos habían sido
asesinados por el joven, los otros por los pueblerinos que
valientemente defendieron la Ciudad. Quint asombrado se
acercó al joven:
-¿Estas bien?
-Sí lo estoy…pero…pero…
El joven no acabó sus palabras, cayó desplomado en el
suelo de la Plaza de la Ciudad de Sur, pareciendo que ese
sería su fin, sin embargo lo que le sucedía era que todas sus
fuerzas habían acabado con esa pelea, por lo que su débil
cuerpo ya no aguantó más. Con su último grito se fue su
última energía.

El joven despertó al medio día de aquel glorioso día, sin


embargo no yacía en la Plaza, sino en las preciosas piernas de
una bella dama que lo atendía muy diligentemente en una de
las casas de la Ciudad.
-Ho…la…murmuró el joven
-Señor Quint, el joven despertó…gritó la bella dama.
Quint llegó muy rápidamente y se dirigió al joven:
-¿Cómo te sientes?

13
Koyebhuk.
El camino de Gaal
-Un tanto mas relajado…esa sí que fue una buena batalla…
lastima que nadie sobrevivió para contarla o acaso escribirla…
jajajaja…y gracias al Creador que no deje a nadie vivo, de lo
contrario me hubieras hallado allí tirado junto con mi
desastre. Disculpa por el desastre que hice en tu Ciudad. Dijo
el joven sinceramente preocupado.
-¿Desastre? No te maté únicamente porque ahora debes
limpiarlo…jajajaja…vaya que eres una clase especial de gente
muchacho…contamos alrededor de 87 cadáveres…y te lo
agradecemos por cada uno en particular; este acto no será
olvidado, para nada. Te daremos honra esta noche, así que
ponte de píes y aséate para asistir a esta cena. Dijo
orgullosamente Quint.
-Se lo agradezco grandemente señor Quint…pero me puedo
quedar un ratito más en las piernas de esta bella dama…es
que aún me duele un poquito la cabeza, ¿le parece?
-jajajaja…solamente eres un joven, no podía esperar mas de
ti, claro si no hay problemas para la señorita. ¿lo hay? Dijo
Quint a la doncella
-Ninguno en absoluto, respondió con una sonrisa bárbara la
linda dama.
-De acuerdo, vendré por ti en un par de horas…y me contarás
todo lo que sucedió. Quint se volteó para irse de la casa, sin
embargo se volvió hacia el joven y lo cuestionó: -Disculpa
joven, ¿Cuál es tu nombre?
-Yo…yo soy Shemuel de Oxo. Dijo el joven, y es un placer
haberles sido útil.

Quint se retiró de la alcoba de Shemuel, quien se quedó


tranquilamente charlando con la dama, cuyo nombre era
Odda, con quien compartiría el resto de sus días.

Cuando Quint salía de la alcoba en donde se encontraba


Shemuel, se apareció un siervo:
-Señor, acaban de encontrar al señor Greck, viene en un
caballo y jalando otro hacía acá,…pero…viene con su esposa
muerta sobre sus piernas…

14
Koyebhuk.
El camino de Gaal
No se dijo más, Quint salió corriendo con lagrimas en los
ojos en la dirección de su amigo Greck, a quien auxilió a bajar
el cadáver de su esposa. Greck abrazó a Quint, y ambos se
echaron a llorar sobre su cadáver:
-Amigo…ella era todo lo que tenía…mis hijos…murieron hace
ya mas de dos años…y solo nos teníamos el uno al otro…
amigo… ¿qué voy a hacer? ¡me hubieran matado junto con
ella, y no matarme lentamente como lo están haciendo ahora!
Quint, siento que me quemo por dentro…siento que ardo por
dentro…mi corazón quiere explotar…yo…yo no sé que
hacer…

Únicamente las lágrimas pudieron callar a ese pobre


hombre, siendo observado por todo el pueblo. Quint extendió
los brazos sobre su amigo, lo levantó, y lo guió hasta una casa
cercana, llevando el cadáver de su esposa en brazos.
-Amigo mío, debes tranquilizarte…después de todo eres un
jefe de la Ciudad, y debes guardar el valor…
-¿acaso crees que puedo guardar el valor cuando lo único que
tengo es rencor? Dime… ¡¿podrías tu hacer eso?! Cuestionó
con lágrimas en su rostro Greck
-Ciertamente no. Estaría igual que tu…pero tu estarías como
yo estoy contigo hoy…apoyándome. Ohhh Greck…todo tiene
un motivo, sólo es necesario que lo comprendamos y vivamos
conforme es debido. Te dejaré acá por una hora más para que
llores a tu esposa, después de ello vendré por ti, porque junto
sepultaremos a tu mujer…y a todos los muertos del pueblo.

Quint acabó de decir esas palabras de consolación a su


amigo y se retiró de la habitación, y al hacerlo se encontró
con otro siervo, quien le refirió la noticia de que Rust había
sido hallado con vida entre los escombros que habían
quedado de una casa, por lo que Quint se dirigió de inmediato
hacía él. En el camino Quint pensaba “Gracias Creador, ya
seremos tres los que dirigiremos este pueblo…dame la
sabiduría para poder hacerlo como es debido, y de igual forma
proporcióname la fortaleza necesaria para afrontar todas las
situaciones…y espero que hayan aún mas miembros del

15
Koyebhuk.
El camino de Gaal
Concilio vivos…” Quint acabó sus pensamientos al llegar al
lugar en donde se encontraba Rust:
-Oye viejo…vaya que eres difícil de matar… ni las vigas de las
casas pueden destruir esa cabeza dura que tienes ¿No? Jeje…
Sonrió Quint
-J…e…j…e…no me hagas reír amigo, que me duele todo…
incluso hablar. Dijo Rust
-Te dejaré reposar hasta el anochecer puesto que he
convocado asamblea; te informo que en un par de horas se
harán los entierros de los muertos, si te sientes con suficiente
fuerza acompáñanos. Solo una cosa quiero que me respondas
antes de que me marche ¿hay más miembros del Concilio con
vida?
-No. Pronunció tristemente Rust
-¿Quién llevó al Concilio a la Plaza?
-Trusse…pero él fue el primero en morir, luego todos los
demás…excepto Greck…
-Suficiente Rust, descansa, vendré a verte pronto.

Quint salió del lugar en el que se encontraba reposando


Rust, teniendo en su mente simplemente una cosa: “Idiota de
Trusse”.

Aquella tarde Quint, junto con Rust, dieron sepultura a la


mujer de Greck, quien entre lagrimas observó todo el evento;
posteriormente los tres presidieron el entierro de todos los
aldeanos muertos, que en total fueron más de las tres cuartas
partes de la población total de Sur. Todos los muertos aquel
día fueron enterrados en el Cementerio de la gran Ciudad de
Sur, en el sector del Lamento. Al finalizar el acto, todo el
pueblo se reunió en la Plaza para llevar acabo una reunión, en
la que se restablecería nuevamente el gobierno de la Ciudad.

La Reunión inició con Rust, Quint y Greck sentados en la


plataforma central, y el pueblo a su alrededor, empezando
con un discurso de Rust:

“Pueblo de Sur, esta madrugada sufrimos como no


debimos…el dolor que llevo dentro de mi corazón sé que es el

16
Koyebhuk.
El camino de Gaal
mismo que cada uno de ustedes lleva por dentro, yo en lo
particular no perdí a nadie cercano en esta matanza, pues ya
todos saben que mi mujer y mis hijos murieron hace ya varios
años, sin embargo…cada uno de los muertos fue amigo mío,
cada uno de los caídos fue conocido mío, cada uno de ellos
era mi familia, como lo son ustedes. Amigos, hoy yo llevo su
dolor por dentro, y lo dejo manifiesto ante ustedes. Amigos
míos, ya no quiero ser Anciano de Sur. Me retiro, me dedicaré
a conocerlos mejor…me dedicaré a la Ciudad pero como
pueblerino…no como gobernante…lo siento Quint, lo siento
Greck…pero debo bajarme de esta plataforma…su peso es
muy fuerte…y yo…yo no lo soporto más…”

Las lágrimas de Rust cayeron como lluvia, Quint lo vio a


los ojos y lo abrazó. Rust descendió de la plataforma y
observó lo demás entre la multitud.
Mientras la población observaba el acto, Shemuel
observaba a Odda; bastante distraído se encontraba
pensando en ella que ni siquiera se percató cuando Quint lo
llamó a subir a la plataforma, de manera que por tan
tremendo despiste, Odda debió llamar su atención y darle
aviso de que su presencia era requerida por Quint. Shemuel
subió a la plataforma, y al hacerlo una muy sonora ovación de
todo el pueblo se dejó escuchar:
-Oye Shemuel, este pueblo te agradece como nunca lo ha
hecho con nadie. Este acto es por ti, y para ti. Todo lo que
quieras de está Ciudad te será concedido, pues gracias a ti, es
que la mayoría de nosotros aún vivimos. Indicó Quint al joven.
-Gracias señor Quint, pero no quiero nada, ya hice lo primero
que debía hacer en está Ciudad, pero aún me faltan dos cosas
por hacer acá.
- ¿Cuáles son muchacho? Cuestionó intrigado Quint
-Pronto lo sabrás, pero este no es el momento para hacerlo.

Esas palabras fueron recibidas con muy poca alegría de


la población, quienes esperaban poder escuchar los planes del
joven.

17
Koyebhuk.
El camino de Gaal
“Nosotros, Greck y yo, actuales Jefes de la Ciudad de Sur,
y como representantes de la Ciudad, te queremos dar el
mayor de los agradecimientos, pues debido a ti es que yo
estoy acá presente, y la mayoría del pueblo aquí presente te
debe su vida; agregando a ello tu destruiste a los invasores;
no pusiste tu vida sobre la nuestra, muy al contrario,
privilegiaste a esta Ciudad sobre ti mismo…y eso…eso no lo
hace cualquiera. Realmente muchas gracias…
Shemuel…ya no eres un extraño para nosotros, a pesar
que no sepamos verdaderamente mucho de ti, pero por lo que
has hecho…ahora serás nuestro amigo.
Pueblo de la Ciudad de Sur…nuestro gobierno va a
cambiar…ya no tenemos miembros del Concilio, solo nosotros
tres…y ya han escuchado las palabras de Rust hace un rato…
nosotros dos, Greck y yo, deberemos gobernar está Ciudad,
pero solo seremos los consejeros. Hemos platicado esto con
Greck seriamente y de ahora en más, simplemente seremos
los consejeros del Guardador de la Ciudad de Sur. El anterior
Concilio jamás hubiera aprobado lo que hoy vamos a hacer…
Shemuel, a ti te digo…arrodíllate ante el pueblo…pues de hoy
en adelante tu serás el Guardador de la Ciudad de Sur. Todo
cuanto tú digas será hecho. Todo cuanto tu pidas se te dará…
ahora esta Cuidad depende de ti.
Amigo Shemuel ¿aceptas esta responsabilidad?”

“No.”

Las palabras de Shemuel sonaron fuertemente en la


mente de cada uno de los que se encontraban en la reunión.

“No puedo aceptar eso, pues una de mis razones de


venir a la Ciudad era impedir que el Gobierno fuera destruido
por completo…y lo logré, te rescaté a ti Quint, y más
importante aún…a tu hijo. Tu hijo debe ser quien tome por
primera vez el cargo de Cuidador, no puedo ser yo, un
extraño, debe ser un miembro de esta Ciudad…pero me
ofrezco a entrenar a tu hijo en la lucha y en la estrategia
durante toda su niñez, eso es algo que sí puedo hacer, y luego

18
Koyebhuk.
El camino de Gaal
de que acabe mi labor con tu hijo, me iré. ¿Te parece?”
Preguntó Shemuel.

“De acuerdo, que así se haga, mientras tanto Greck y yo


seremos los Jefes de la Ciudad, y seremos quienes la
defiendan, pero tu joven, nos ayudarás en todo ¿de acuerdo?”

Shemuel asintió con la cabeza ligeramente, señal que fue


suficiente para que los jefes y el pueblo entendieran la
aceptación. Habiendo acabado esas palabras Quint, se
percató de que Shemuel se disponía a bajar de la plataforma.
“Oye Shemuel, no te vayas, regresa acá, colócate entre
Greck y yo.” Habiendo hecho caso Shemuel, Greck habló: “Oh
amigo Shemuel, nuestras vidas las debemos en su mayoría a
ti, así como el hecho de que aún tengamos algunas viviendas
y bienes materiales, por eso yo, como Jefe de la Ciudad de
Sur, te declaro como Gran Héroe de la Ciudad de Sur, y de
ahora en adelante tu nombre no será olvidado por nuestro
pueblo, has pasado a la perpetuidad, has pasado de nuestros
simples ojos hacía nuestro profundo corazón. Gracias”

El pueblo no se hizo esperar, y ovacionó de forma


estruendosa al joven, que al voltear a ver a sus Jefes, observó
como le entregaban una espada. Esa no era cualquier espada,
pues era una de las trece espadas que tenían los miembros
del Concilio, las que habían sido hechas con los materiales
más resistentes y por los mejores maestros. Era una de las
espadas que había forjado el mítico herrero de Ore. El sello de
Ore se encontraba en la base de la espada, y sobre toda ella
estaba inscrita la palabra “Malkawi”. Shemuel recibió la
espada y descendió de la plataforma, retirándose de la
reunión hacía la habitación en donde había estado
descansando.

Mientras la reunión continuaba, Shemuel se recostó


dentro de la habitación meditando sobre lo que aún debía
hacer, y que le llevaría por lo menos veinte años en cumplir.
En tanto analizaba la situación, Odda se acercó a él para

19
Koyebhuk.
El camino de Gaal
charlar, siendo muy bien recibida por el solitario caballero.
Shemuel y Odda pasaron la noche entera charlando.

Cuando la reunión acabó, Quint se dirigió hacía su hogar,


en donde fue recibido por la sierva de su esposa y por Riah,
con el bebé en manos.
-Amada, que linda te ves teniendo al pequeño entre tus
brazos. No te imaginas lo que soñaba con ver esa imagen
hecha realidad, que lastima que la situación sea tan caótica.
Expresó entre tristeza y alegría Quint
-No te preocupes por ello querido, verás como todo saldrá
como debe de ser. La repentina aparición de ese joven que
nos salvó la vida es muestra de que todo irá como debe ser.
Mira a nuestro pequeño, está con vida, al igual que nosotros…
el Creador tiene algo en mente, yo lo siento. Refirió Riah
-Muy seguramente a si ha de ser. Indicó Quint
-Quint, dime que nombre le pondremos al pequeño. Cuestionó
contenta Riah
-Sabes linda, lo he pensado durante todo el día, y creó que sé
cual es el nombre apropiado
-¿Cuál es? Preguntó intrigada Riah
-Gaal…ese nombre me gusta ¿Qué te parece?
-Me gusta mucho. De ahora en adelante, nuestro pequeño hijo
será llamado Gaal, porque él deberá ser quien vengue a
nuestros caídos, y deberá proteger está ciudad cuando sea
mayor.

El pequeño bebé fue nombrado Gaal, cuya traducción es:


vengador. Con ese acto el destino del pequeño fue fijado, su
fin constante sería la venganza, aunque para ello debían
suceder muchas cosas.

Gaal fue educado por los mejores maestros de la Ciudad


en cuanto a todo el conocimiento, arte e historia de su pueblo,
sin embargo lo relacionado a la técnica y estrategia de la
guerra fue instruido estrictamente por dos personas: Quint y
Shemuel. Quint le enseñó a Gaal todo lo relacionado a la
estrategia en la guerra, las formas de enfrentarla, de ordenar

20
Koyebhuk.
El camino de Gaal
a sus hombres; pero lo más importante que le instruyó fue
cómo evadir y solucionar una guerra, bajo la idea de “Razona,
habla y convence” Quint convirtió a Gaal en todo un orador,
sus palabras siempre llevaban dulzura, tenacidad, amabilidad,
respeto, gracia y encanto, de tal forma que todos sus deseos
los alcanzaba realizando la solicitud de la forma adecuada,
incluso la solución de los conflictos. Esa idea que su padre le
inculcó le fue de gran utilidad, pues incluso llegó a ser juez
entre el pueblo, pues sus palabras llevaban de constante un
elemento: sabiduría.

La función que cumplió Shemuel fue un tanto distinta,


pues no se dirigió tanto a evitar la guerra como a pelearla.
Shemuel educó a Gaal en todas las técnicas de defensa y
ataque, tanto a larga como a corta distancia. Al final del
tiempo de educación de Gaal, éste logró superar a su
maestro. Shemuel se vio una y otra vez derrotado por Gaal en
las peleas de entrenamiento, lo que al final dispuso la partida
de Shemuel.

A los veintidós años de edad de Gaal, Shemuel partió de


regreso a su original ciudad, a su muy querida Oxo. El día de
su partida fue muy especial para todo el pueblo; se realizó
una conmemoración cuya duración se extendió desde el
mismo momento en que el sol rayó el alba hasta su puesta en
la parte más alta del día. Los lamentos por la salida de
Shemuel fueron exagerados, sin embargo fue suplido por un
acto muy especial y que llevó mucha alegría al corazón del
pueblo: Gaal tomó el puesto de Cuidador.

El primer acto de Gaal como Cuidador fue entregar a


Shemuel camellos, alimentos, enseres y algunos artilugios,
despidiéndolo a él y a Odda hacía su viaje, el que los llevaría a
formar un hogar muy acogedor en la lejana Ciudad de Oxo.

Shemuel no volvió a ser visto por los aldeanos de Sur,


volviéndose su nombre una leyenda, sus actos, historia, pero
su coraje y determinación fue y sigue siendo inspiración.

21
Koyebhuk.
El camino de Gaal

G
aal había tomado la dirección y protección de la ciudad de
Sur, sin embargo su corazón se encontraba triste. Su padre,
Quint, había sido despojado de la Jefatura de Sur, pues la
22
Koyebhuk.
El camino de Gaal
estructura gubernativa había cambiado, ahora sería él quien
tomaría todas las decisiones que tuvieran relevancia para la
ciudad. Su padre y Greck habían sido colocados como
Consejeros del Cuidador de la Ciudad de Sur; sin embargo,
Gaal nunca se sintió con el suficiente valor y sabiduría para
tomar él la autoridad que antes habían ejercido dos hombres,
y antes que ellos, el Concilio de los trece ancianos.

Gaal cuidó a Sur con lo mejor de sí, y la ciudad le


respondió con lo mejor que tenía: su aprecio. Gaal fue una
persona muy popular en toda la Ciudad, de tal forma que llegó
a conocer a todos los habitantes de esa región, en grado tal,
que su corazón se enamoró perdidamente de la hija de un
labrador. El labrador era una persona muy reservada, de
igual forma su hija, que de tan solo saber que Gaal pasaba
todas las tardes frente a su vivienda, entraba una hora antes
de su usual paso, y salía hasta una hora después de que Gaal
pasaba. El pobre de Gaal no podía soportarlo, su corazón
estaba ansioso por poder siquiera acercarse a la bella dama y
si fuera posible, charlar un poco con ella.

Un día de tantos, Gaal tomó la decisión, invitó al


labrador, su esposa y su hija al castillo de Sur; la invitación
era explícita: “…le ruego se presente Usted, su afable esposa,
y su preciosísima hija al Castillo de la Ciudad, pues mi corazón
pide a gritos conocer a tan admirable descendiente que usted
engendró. Atentamente, Gaal, hijo de Quint, Cuidador de la
Gran Cuidad de Sur.” La invitación causó revuelo en la sencilla
familia, provocando sonrojos de parte de la señorita, alegría
por parte del padre y preocupación por su apariencia por
parte de la madre.

-¡Jamás creí que fueras tan hermosa Miah! Y eso que eres mi
hija. Expresó con tremenda emoción el labrador.
-Padre, no exageres, lo que pasa es que el pobre del Cuidador
no me ha visto bien, espera a que lo haga, y nos echará a
todos corriendo de ese castillo. Dijo Miah muy triste.
-Ahhh, eso nunca sucederá, pues yo te daré unas joyas que mi
madre mi dio cuando yo me casé con tu padre, eso hace que

23
Koyebhuk.
El camino de Gaal
cualquier dama se vea preciosa. Dijo la muy agradecida
madre.
-No…eso no sucederá. Dijo el labrador
-¿Por qué no? Es un momento especial, yo quiero que lo use.
Dijo enfadada la señora.
-No, es que la invitación dice en la parte final: “….Les ruego
se presenten con la ropa que utilizan diariamente, pues de
esa manera sabré como realmente son, y no como aparentan
ser.” Lo siento querida, pero tus joyas deberán esperar.
-Ohhh…por el Creador, Miah tendrá que ir con ese vestido
todo roto que tiene. Que vergüenza…que tragedia…
-Que importa, dijo Miah, si yo le llamé la atención en estas
condiciones, pues en estas condiciones deberá de quererme…
¿o me equivoco papá?
-Para nada hija mía, tienes razón, iremos así como somos.

Esa fue la resolución familiar de aquella tarde.

La noche siguiente los tres miembros de esa familia


estaban listos para dirigirse al castillo, cuando minutos antes
de su partida alguien tocó a su puerta.
-Pe…pero señor, ya íbamos hacía allá. Pronunció el labrador
-No se preocupe señor, que preferí mejor venir yo a su
morada. ¿no es ningún problema verdad? Preguntó
caballerosamente Gaal
-Para nada.
-Señor, le ruego me disculpe, pero no tenemos…decía la
señora cuando fue interrumpida por Gaal.
-Señora, no se aflija por la cena, pues yo la he traído, pues era
de suponerse que no tendrían nada preparado, pues mi
venida no era esperada, de hecho, ni yo lo tenía planeado,
pero heme acá.
-Gracias. Dijo la señora
-Señor, ¿me permite entrar?
-Con mucho gusto, pase adelante.
-No quiero que me traten con mucho respeto, pues mi padre
me enseñó muchas cosas, pero una de ellas es muy
importante para mí, y es que no importa cuan alto puesto se

24
Koyebhuk.
El camino de Gaal
ostente, jamás se es mayor ni mejor que alguien de edad
superior. Por eso mis respetos sean a ustedes, y no de
ustedes hacía mi, pues yo simplemente soy el Cuidador de
Ore, que puede ser reemplazado por otro, pero ustedes,
ustedes son los padres del amor de mi corazón, y eso no
puede ser reemplazado. Dijo gentilmente Gaal.
-Gracias. Dijo el labrador. Permítame presentarle a mi hija.
Señor Gaal, ella es Miah, mi única hija.
-Buenas noches señor. Pronunció dulcemente Miah
-B…b…b…buenas noches señorita. Pronunció tartamudeando
el pobre Gaal. Es un verdadero placer conocerla, y la verdad,
yo la había visto en otros lugares, pero siempre había sido de
lejos, y ahora que la veo…estoy impresionado, su belleza es
inconmensurable.

La reacción lógica de cualquier señorita fue la de Miah,


se sonrojó, lo cual fue muy claramente evidente, pues Miah
tenía una tez clara, con un precioso cabello negro que
onduladamente caía sobre sus pequeños hombros, cabello
que enmarcaba un rostro sin igual, con dos grandes ojos del
color del sol al amanecer, con pestañas bien curvadas, labios
carnosos, mejías rojizas, su estatura no era mucha, pero su
atractivo sin comparación, pues era pequeña, pero con una
silueta envidiada por todas las demás señoritas de la Ciudad,
sus manos y pies tenían la delicadeza que únicamente los
pétalos de las rosas pueden tener.

-Durante mis cortos años de vida he visto todos los lugares de


Sur, he presenciado los atardeceres más hermosos, los
paraísos inimaginables, pero como tu Miah, jamás he visto
algo que deslumbre tanto, realmente eres bella, y no es un
decir, es la verdad. No te conozco mucho, de hecho solo tu
nombre he escuchado, pero esta vida no pasará sin que yo te
llegue a conocer por completo, pues has capturado mi
corazón como no podrían hacerlo ni todas las mujeres de Sur
juntas. Señor, ¿me permite charlar con su hija?
-Eso depende de ella, Miah ¿quieres platicar con el señor
Gaal?

25
Koyebhuk.
El camino de Gaal
Miah no tuvo que responder a esa pregunta pues ya se
encontraba tomando de la mano a Gaal para dirigirse afuera
de la casa. Ambos pasaron casi toda la noche platicando en el
pórtico de la casa, mientras que los padres de Miah
degustaban la deliciosa comida que había sido llevada por
Gaal.

Pasada la medianoche, Gaal entró junto con Miah a la


casa y habiéndose despedido Miah de Gaal, se retiró a su
habitación.
-Señor, disculpe mi descortesía por no platicar con ustedes,
pero su hija me hace actuar locamente, si gustan, podemos
charlar el día de mañana en la tarde, ¿les parece?
-Sería un honor señor Gaal.
-Gracias, nos veremos mañana, ah, y una cosa más, no me
agrada que me digan señor, ni cuidador, mi nombre es Gaal,
llámenme por él. Que tengan una dulce noche, nos vemos
mañana.

Al salir de la casa sucedieron dos cosas: se escucharon


los gritos de alegría de la señora; y Miah se asomó a su
ventana con candela en mano y viendo a Gaal le hizo señas
preguntando si regresaría al día siguiente, pregunta que fue
respondida con una tremenda sonrisa por parte de Gaal, y
seguida por una mayor de parte de Miah.

La noche siguiente Gaal volvió a llegar con la excusa de


charlar con los padres de Miah; sin embargo, al ver a Miah,
ambos salieron de la casa a platicar, entrando hasta un poco
pasada la media noche; previendo que eso sucedería, Gaal
llevó merienda para los padres, a efecto de que tuvieran la
boca ocupada comiendo y no los interrumpieran. Cuando
entraron a la casa se repitió lo de la noche anterior, Gaal
nuevamente se disculpó por no hablar con ellos y volvió a
preguntar si podía llegar al día siguiente para charlar con
ellos. Dicha situación se repitió de forma constante por
alrededor de ocho meses. Al final de los cuales, Gaal
solamente tocaba la puerta, Miah salía a platicar con él, y el
sirviente de Gaal entraba a servir la cena.

26
Koyebhuk.
El camino de Gaal

Una noche, Gaal tocó a la puerta y Miah salió a recibirlo,


pero esa noche era distinta, Quint acompañaba a Gaal.
-Buenas noches señorita, soy el padre de Gaal, ¿con quién
tengo el gusto? Preguntó seriamente Quint

La pobre dama se quedó muda del nerviosismo y no


pudo responder a Quint.
-Padre, ella es Miah, de quien te he hablado que ha
conquistado mi corazón con esos preciosos ojos.

Si Miah estaba nerviosa, ahora estaba también apenada


por los comentarios de Gaal, sin embargo, fue rescatada por
su padre.
-Buenas noches señor Quint
-Buenas noches señor, es un gusto conocerle al fin, tengo
entendido que mi hijo se ha estado escapando todas las
noches de los últimos meses para venir hasta acá, ¿es eso
cierto?
-Pues si se ha escapado no lo sé, pero de que ha venido para
acá, sí es cierto. Y la verdad déjeme decirle que su hijo es
único.
-Lo sé, pero no se lo diga, podría creérselo. Quint miró a Gaal
y rió. Jajajajajajajaja…ya basta de formalismos, igual, estamos
entre familia ¿no es así? Preguntó Quint

La madre de Miah casi cayó al suelo al escuchar eso.

-Señor, señora, el día de hoy he venido con mi padre y mi


madre, pues venimos a ustedes a pedirles permiso para tomar
a Miah como mi mujer. Indicó con vos temblorosa Gaal.
-Pues pasen adelante. Invitó asustado el labrador

Riah, la madre de Gaal, se acercó a la madre de Miah y le


dijo:
-Señora, tiene usted una muy linda y acogedora casa, la
felicito
-M…mm, pues no es mucho, pero es lo que tenemos. Refirió la
madre de Miah

27
Koyebhuk.
El camino de Gaal
-No es lo mucho lo que vale, ni lo ostentoso, sino lo agradable
que pueden ser sus habitantes, y ustedes lo son en gran
manera, la verdad es que, si están de acuerdo, seremos una
familia alegre. ¿no le parece?
-Sí, pero… ¿no le molesta que seamos pobres?
-¿Pobres? Ustedes no son pobres, pues son felices, y eso es la
riqueza, la alegría del alma.

En tanto Gaal y Quint charlaban con el padre de Miah,


Riah, se acercó a la señorita
-Vaya que mi hijo ha elegido muy sabiamente, pues
sinceramente no he visto señorita más delicada, linda, fina y
atractiva que tu en toda la región. Y según me ha comentado
Gaal, tu corazón es aún más bello. Lo único que quieren los
padres para sus hijos es que hallen a alguien que los aprecie
aún más de lo que uno lo hace, y me parece que ustedes
juntos se aprecian como nadie más podría hacerlo. Felicidades
doncella, ha hallado usted a alguien con quien poder formar
alegremente un hogar. Claro, si sus padres lo aceptan.

-Tenga seguro que así será señora mía, pues ellos están
igualmente alegres de su hijo. Comentó Miah
-Pues me entusiasmo de ello. Expresó con voz contenta Riah.

Minutos después, Quint se sentó a la par de su esposa, el


labrador al costado de la suya, y Gaal al lado de Miah, y
entonces fue cuando un silencio asombroso invadió el hogar.
Todos veían a Gaal, esperando que abriera su boca y
procediera como correspondía, pero dentro de sí, Gaal no
podía siquiera pensar lógicamente, su cerebro estaba frío, las
palabras no fluían, y menos lo harían con toda la reunión
expectante a ellas, algo debía hacer para romper el silencio,
más nada se le ocurría.

Segundos luego, algo rompió el silencio, era un ruido


que procedía de la boca de Gaal, parecía como que estaba
tratando de decir algo, sin embargo palabras no salían, sino
ruidos extraños; en su mente Gaal creía estar diciendo lo
siguiente: “Señores, ustedes saben que el día de hoy estoy

28
Koyebhuk.
El camino de Gaal
acá con mis padres pues hemos venido a pedir su
autorización para tomar a Miah, su muy hermosa hija, como
mi mujer, y…” Eso llevaba diciendo Gaal cuando fue
abruptamente interrumpido por su padre.

-¿Qué dices Gaal? No se te entiende nada, por favor, habla un


poco más tranquilo, toma un poco de aire y repite lo que
acabas de decir. ¡Ahhh! Pueden ver ustedes que aunque sea
el Cuidador, ¡vaya que le cuesta hablar frente a las damas!
Jeje.

Gaal ya no pudo procesar en su mente más palabras


-¿me autorizan a tomar a Miah como mi mujer?

Todos esperaban un preámbulo a la pregunta, pero en


resumidas cuentas esa pregunta era la que importaba.

-Será un absoluto gusto formar parte de su familia. Si Miah


acepta, tienes nuestra bendición. Ahora bien, ¿Miah, quieres
ser la mujer de Gaal?

La pobre de Miah no se imaginaba que le preguntarían


eso en ese momento, según ella creía, esa pregunta se la
harían una sola vez, y sería en un altar; pero por el momento
la encrucijada doncella se había quedado muda.

-…Sí, sí quiero ser la mujer de Gaal.


-No se hable más, la próxima luna resplandeciente se
celebrará su unión. Ahora bien, lo que debe ser dicho: siervo,
sirva la cena. Ordenó muy hambriento el viejo de Quint.
Durante la cena los padres de Miah y Gaal charlaron muy
amenamente, mientras que los dos novios simplemente se
veían, sonreían y ocasionalmente se rozaban las manos. Los
ojos de Miah se veían tan alegres, tan emocionados, tan
enamorados, sin siquiera tener la menor idea del futuro que le
esperaba.

29
Koyebhuk.
El camino de Gaal
Doce noches después, en plena luna resplandeciente, el
pueblo de la Ciudad de Sur se encontraba reunido en la Plaza,
frente al Castillo que en un momento había albergado al
Concilio de la Ciudad, y que ahora era la casa del Cuidador de
Sur, de Gaal y sus padres. Quint, Greck y Rust dirigían la
ceremonia, ya los tres muy viejos, aunque el menor era Quint.
Y Rust habló:

“Hace veintiocho años esta Ciudad vivió dos eventos


muy importantes, uno desdichado y otro venturado. Hace
veintiocho años está bella y gran Ciudad fue cobardemente
atacada por unos extraños sujetos, de los cuales nunca
volvimos a saber algo, sin embargo el dolor que causó en
nuestros corazones no podrá ser borrado así pase la tierra,
pero gracias al Creador nos fue enviado un guerrero que en
ese momento tan importante nos condujo con valentía, todos
ustedes saben de quien hablo, pues aunque muchos de
ustedes no habían nacido en esa época, todos han escuchado
el nombre de Shemuel, pero a pesar de ello, la tragedia
sucedió. Ahora bien, el otro evento vital para esta Ciudad,
pero por su virtud, fue el nacimiento de nuestro Cuidador, el
nacimiento de Gaal, que hoy a sus veintiocho años de edad
nos recuerda que de las mismas entrañas de la tragedia nace
la bendición. Yo dejé el gobierno de esta Ciudad por aquella
época, pero ustedes saben muy bien que desde entonces me
comunico más con todos, pero este joven, este Cuidador que
tenemos, no lo he perdido de vista ni un día, pues de él
depende nuestra existencia, él nos guiará en los duros
momentos por venir; pero esta noche no estamos reunidos
para nada triste, sino lo contrario, para una de las tres cosas
más importantes en la vida del hombre, hoy Gaal tomará
mujer de entre nuestro pueblo…”

Los gritos de alegría interrumpieron el discurso del viejo


Rust, pero una vez apaciguada la multitud, éste continuo:

“…Así es señores, se nos casa Gaal; señoritas, lindas


doncellas de Sur, Gaal ya no está disponible…jejeje…pero yo
sí…jejejejeje…disculpen la imprudencia, solamente bromeaba.

30
Koyebhuk.
El camino de Gaal
Verdaderamente este joven unirá su vida a Miah, a quienes
todos ustedes conocen.

Gaal, déjame decirte una cosa: te quiero de todo


corazón, siempre has sido como un hijo para mí, has suplido el
lugar que dejaron mis pequeños en mi alma, y por eso yo me
siento honrado en decir estas breves palabras esta noche.
Solo una cosa te pido…dale a esta Ciudad un montón de
cuidadorcitos…jajajajaja. Gócenla hoy pueblo de Sur, que
estamos de fiesta.”

Rusto termino sus palabras alegremente, y de la misma


manera descendió del podio, dejándole le palabra a su viejo
amigo Quint.

“Si Rust aprecia a Gaal, ¿cuánto más no lo haré yo, su


padre? Querido pueblo de Sur, disculpen que esta noche no
me dirija a ustedes, pero me es necesario hacerlo a mi hijo.

Gaal, escúchame, y hazlo bien, hoy harás algo


importante en tu vida, no es algo común, al menos no lo será
para ti, pues desde esta noche, yo dejaré de ser tu consejero
al igual que Greck, pues confiaremos totalmente en tu sabia
prudencia. No quedarás sólo, tendrás a Miah a tu lado; pero
sólo a ella, a mi no me busques más para consejos, que no te
los daré…bueno, en relación a la Ciudad, porque en todo lo
demás siempre lo haré, pues soy tu padre, y lo seré hasta la
muerte; pero función pública ¡ya no más¡, pues le he dado a
esta Ciudad toda mi vida, y ahora le estoy dando a mi hijo…
más ya no puedo, ni quiero.

Hijo, se feliz, disfruta está etapa de tu vida, hazlo al lado


de la mujer que amas, y que seguramente toda la Ciudad
llegará a apreciar entrañablemente, porque mas allá de su
exagerada belleza, hay una todavía superior personalidad,
que te ha cautivado a ti, y ciertamente lo hará también con
toda esta población.

Gaal…Miah, los amo y les doy mi bendición.”

31
Koyebhuk.
El camino de Gaal

Las palabras de Quint empezaron a ser interrumpidas por


las lágrimas, lo que supuso el fin de las mismas. Quint se
retiró del podio y lo dejó en manos de Greck; pero antes de
bajar pasó diciéndole a Gaal “hijo, mañana ven a mí de noche,
que tengo algo urgente que decirte” sus palabras se oían
seguras como de costumbre, pero más que seguras, se
escuchaban asustadas.

Greck levantó la mano, y la muchedumbre enmudeció:

“Amigos, amigos, amigos. Esta noche es importante


porque…porque Gaal…se…u…n…e…” Greck comenzó a llorar
sin límite ni consolación. “Estoy contento…no puedo decir
más…que el Creador los guarde…” Greck descendió del altar
y fue directo a su asiento a llorar de alegría, siendo consolado
por una de las damas que se encontraba en la multitudinaria
reunión.

Por de pronto en el altar habían sido dejados solos Gaal y


Miah, pues los tres que dirigían la ceremonia habían bajado
del mismo por diversas razones. Gaal se quedó expectante a
que los unieran, pero nadie subía a hacerlo, hasta que dentro
de la multitud empezó a formarse un corredor, en donde
venía caminando una persona hacía el altar. Esa persona era
difícilmente divisada por Gaal, su aspecto era joven, de
aproximadamente unos diez años menor que él, se veía que
el joven que se acercaba lo hacía de forma tranquila, con una
vara en su mano izquierda, una espada en su cinto, y una
bolsa en la mano derecha. Este hombre se acercó a Quint,
Greck y Rust, quienes al verlo se pusieron de pies, lo
saludaron reverentemente y lo encaminaron al altar,
poniéndolo frente a Gaal y a Miah.

Quint alzó la voz: “Pueblo de la Ciudad de Sur, esta


noche se une mi hijo, nuestro Cuidador, con Miah, hoy la

32
Koyebhuk.
El camino de Gaal
tomará como mujer, razón por la cual envié aviso a la Gran y
Noble Ciudad de Ore, habiendo sido respondido de parte de
sus autoridades que enviarían a uno de sus más apreciados
emisarios, y este joven que está frente a nosotros es dicho
emisario, recibidle como es debido”

El joven se acercó a Quint, colocando su mano derecha


sobre el hombro izquierdo de Quint y le indicó que le
permitiera dirigirse al pueblo. Quint dio unos pasos atrás y se
puso al lado de Greck y Rust.

El joven dijo: “Amigos, aunque estamos distantes,


siempre hemos sido aliados, y más que aliados, somos
hermanos; hemos tenido de ustedes noticias constantes, en
las que nos han hecho saber que de ustedes surgió un
hombre que los ha estado guiando por todos los problemas y
bondades de la vida, ese hombre es el que esta noche se une
a su mujer. Desde que escuché noticias de él le he querido
conocer, pues hay gran expectativa en este joven, y en todos
ustedes. Malkawi me pidió enfáticamente que les indicara que
los aprecia grandemente, y su aprecio por ustedes es tanto,
particularmente por Quint y Gaal, pero especialmente por
Miah y su padre, que me ordenó que les trajera la siguiente
noticia, la cual leeré tal como ella la redactó:

‘Querido Quint, apreciado Greck, estimado Rust;


espero que os encontréis con gozo la noche que reciban
esta humilde carta. He recibido noticias alentadoras
durante los últimos años acerca de ustedes, noticias que
han brindado una lluvia de alegría a mi corazón, pues
después de lo ocurrido aquella trágica noche, mi corazón
quedó consternado por vosotros; pero ahora, veintiocho
años después, puedo alegremente deciros que estoy más
que entusiasmada por vuestra superación. Felicidades
sean prosperadas a todo ese noble pueblo de manera
ilimitada, pues tienen muy sabios lideres.

Bendito sea ese pueblo de Sur, pues han puesto


sobre de sí a un hombre con valores y capacidades casi

33
Koyebhuk.
El camino de Gaal
sobre humanas, bendito seas tu Gaal, y tu agraciada
Miah, de quien hasta acá me llegan noticias de su
belleza, lo cual es lógico, pues somos muy cercanas…
aunque eso no tiene relevancia ahora. Solamente quiero
decirles que los bendigo en su unión, Miah, gracias por
tus cartas, saludos a tu gentil padre y a tu afable madre.
Gaal, toma con cuidado el corazón de Miah, porque es
muy importante para mí; te digo, has escogido muy
sabiamente. Una cosa mas Gaal, escucha a mi emisario,
que tiene cosas vitales qué comentarte.

Pueblo de Sur, la noche que sea leída esta carta


entre vosotros quiero que os sintáis dichosos, pues desde
hoy, yo personalmente con mi propia mano, los declaro
Gran Ciudad de Sur, siendo compartido actualmente
dicho título de Grandeza solamente con la Gran Ciudad
de Ahwar y con mi querida Ore; de modo que
comportaos como es debido a una Grande como
nosotras.

Esta noche entonces hay doble celebración, la unión


de Gaal y Miah, y el nombramiento de Grandeza de Sur,
disfrútenlo, y lamento no poder estar con vosotros, pero
mi corazón ciertamente lo está.

La paz sea vuestra.

Malkawi’”

El joven pretendía seguir hablando, pero la multitud se lo


impidió, los gritos de alegría, los rostros de felicidad, y las
lágrimas de las señoras allí presentes no podían ser calmadas
de ninguna forma. Esa noticia no era esperada ni por los tres
Consejeros, todos estaban atónitos ante la misma. La felicidad
rodeaba la bella ciudad aquella noche. Pasados varios
minutos, Quint logró calmar al pueblo y el joven continuó con
sus palabras

34
Koyebhuk.
El camino de Gaal
“Que felicidad me da ser quien les trajera esta noticia,
pues es algo muy especial lo que ustedes han recibido de
parte de Malkawi, pero la fiesta debe continuar. Yo he sido
designado por Malkawi para estar con vosotros por los
próximos siete años, pues acompañaré a Gaal en el mando de
la Ciudad, claro, lo haré como consejero, si él gusta, pero no
seré un consejero normal, pues no le aconsejaré nada de los
problemas de la ciudad, sino lo guiaré sobre el futuro que
vendrá. Pero por ahora dejemos el futuro, y vivamos el
presente, porque Quint me ha solicitado que sea yo quien una
a esta querida pareja.”

Cuando Gaal escuchó lo de unir a esa pareja, se


enmudeció hasta el corazón, pues se percató de lo que iba a
hacer: unir su mente, cuerpo y alma a Miah, ese pensamiento
resonó fuertemente en su cabeza; pero Gaal estaba seguro de
lo que quería, aunque el pueblo entero desapareciera, el
quería unirse a Miah, y ciertamente lo haría.

“Gaal, Miah, ponedme atención” replicó el joven que


dirigía la reunión, “esta noche no es cualquier noche, es una
noche especial e importante, pues ustedes se unirán como
una sola persona, en un solo latir, en un solo respirar, y en un
solo pensar; pero es aún más importante, porque también se
unen como un solo Cuidador. De ahora en más ya no serás
solitariamente el Cuidador, ahora tendrás la ayuda que tu
padre, Greck y Rust no te pudieron brindar, tendrás apoyo en
el alma, y eso solo Miah te lo puede dar. Gaal, ¿gustas dirigirle
algunas palabras a tu novia?”
-Ciertamente sí
-Pues hazlo, que este es el momento. El joven calló, y Gaal
habló viendo directamente hacía los preciosos ojos de Miah,
pudiendo notar los nervios que ella tenía, pues sus manos le
temblaban

35
Koyebhuk.
El camino de Gaal
“Miah, yo recuerdo bien cuando te vi por primera vez,
eso fue cuando era apenas un adolescente…recuerdo que te
observé en la tierra de tu padre, recuerdo que llevabas un
lindo atuendo color celeste que resaltaba mucho el color de tu
cabello, luego pasé varios años sin siquiera acercarme a ese
lugar…y ya sé porque fue…fue porque tuve miedo, esa vez
que te vi me dio miedo…pues me gustaste mucho, y no sabía
que hacer para llamar tu atención, el miedo lo evité no
acercándome a ese lugar; pero mi vida definitivamente debía
unirse con la tuya, pues aunque no quería estar cerca de tu
hogar, no lo pude evitar, pues desde hace ya mas de nueve
años que pasó frente a tu casa todos los días, para ver si tan
solo pudiera apreciar ligeramente tu bello rostro.

Hace casi nueve meses que me animé, y te fui a buscar


de forma directa, los invité al Castillo pero fui yo quien los fue
a visitar, yo…quería romper el miedo que le tenía a tu padre…
aunque pensándolo bien no era a tu padre…era a tu belleza, y
mi mayor miedo se cumplió…tu belleza me atrapó y me hizo
prisionero, aunque realmente no se es prisionero si uno está
voluntariamente, pero lo que es definitivo es que contigo debo
estar, y contigo estaré. Miah…frente a toda esta Gran ciudad
te digo hoy…!!Te amo!! Y jamás te dejaré.”

Miah comenzó a llorar suavemente, en sus ojos se podían


ver las lágrimas fraguándose, y Gaal al ver eso solo quería
besarla, pero eso no era posible, ni era debido; por lo que
volteó rápidamente hacía el joven, como sugiriéndole que
apresurara la ceremonia. El joven entendió esa mirada de
desesperación del Cuidador, de tal manera que atendió al
grito de sus ojos.

“Bueno, pueblo de Sur, las palabras de Gaal son más de


lo que yo puedo decir, de manera que pregunto ¿Miah, deseas
unir tu vida a Gaal?” Miah respondió que sí, pero fue mas un
grito que una respuesta, pues su emoción era tal, que no la
pudo contener. “Gaal, ¿deseas tu también unir tu vida a
Miah?” Gaal respondió rápidamente que sí, mirando de reojo a
Miah, con una sonrisa sin igual; “ahora la pregunta más

36
Koyebhuk.
El camino de Gaal
importante ¿Pueblo de Sur, aceptan que Miah sea su nueva
Cuidadora junto a Gaal?” la población aclamó a una que sí;
“Pueblo de Sur, ¿bendicen ustedes esta unión?” nuevamente,
entre gritos y aplausos, la muchedumbre asintió; “habiendo
recibido el consentimiento debido de parte de Gaal, Miah y del
Gran Pueblo de Sur, en representación de Malkawi de Ore, yo,
Obadiah, los declaro en perpetua unión, sean benditos en
todo cuanto hagan”

Inmediatamente Gaal hubo escuchado las palabras que


pronunciara el joven Obadiah, se dirigió directamente a los
labios de Miah, quien lo esperaba ansiosamente, habiéndola
besado con la pasión que ambos se guardaban, en medio del
bullicio que el Pueblo hacía por lo presenciado.

Una vez finalizado el acto, Obadiah se dirigió a Gaal y a


Miah
-Gaal, Miah, los bendigo sinceramente
-Gracias, respondió Gaal
-Miah, Malkawi me pidió que te diera este obsequio, ábrelo
cuando estés sola con Gaal.
-Gracias señor Obadiah, indicó Miah
-No quisiera importunarlos, pero tu padre Quint, te espera
mañana para charlar contigo sobre un tema muy importante,
espero verte allí. Comentó Obadiah
-Pues allí estaré…decía Gaal
-No…allí no estarás…allí estarán, pues ambos deben estar
presentes, es menester.
-Como usted diga señor Obadiah, expresó Gaal.

Aquella noche Gaal estuvo sentado con Miah en la mesa


principal, ya no únicamente como Cuidador, sino también
como el hombre de Miah; ambos charlaron toda esa noche
frente al pueblo, mientras todos disfrutaban del delicioso
banquete que había sido preparado. Obadiah se encontraba
platicando amenamente con Quint, Riah, Greck y Rust;
mientras que los padres de Miah veían con alegría y nostalgia
a su hija sentada al lado de Gaal, ellos sentían la emoción que

37
Koyebhuk.
El camino de Gaal
siente un padre cuando sus hijos se van del hogar a formar el
suyo propio, pero conjugado con la tristeza de no tenerla más
cerca en su casa. Ya pasada la media noche por mucho, Gaal
y Miah se despidieron de la población, quienes replicaron con
sendos aplausos; horas después, la fiesta acabó.

En la alcoba del Castillo se encontraba Gaal abriendo la


puerta, cuando lo hubo hecho Miah quedó sorprendida.
-que belleza de recamara la que tienes
-No, la que tenemos
-Jamás había visto algo tan lindo
-Yo sí, y más lindo, pues te he visto a ti
-gracias Gaal, gracias por amarme
-No linda, gracias a ti por corresponderme
-Te amo Gaal, verdaderamente te amo
-y yo a ti. Ahhhhh ¡a ver linda, ¿qué es lo que te ha mandado
Malkawi? Veámoslo ¿sí?!
-De acuerdo querido, pero ten paciencia.
-esa no es propiamente una de mis virtudes, comentó Gaal
con risa

Ambos se sentaron en la orilla de la cama, y Miah sacó la


bolsa que el emisario, Obadiah, le había llevado. Abriéndolo,
ambos pudieron ver lo que contenía:
-¡!!!!!!Estas son iguales a las que tiene mi madre!!!!!!!!
-¿Tu madre tiene joyas de este tipo?
-Sí, son idénticas
-Pero que preciosas son, yo, en lo personal, jamás había visto
un collar tan espectacular, y ¿tu dices que tu madre tiene uno
así?
-Así es Gaal, mi madre tiene uno idéntico, quería que yo lo
usara el día que nos invitaste al Castillo.
-¿de dónde lo habrá obtenido?, cuestionó intrigado Gaal
-Dice que era de su madre
-¿y quien se lo habrá obsequiado a tu abuela?
-La verdad es que mi abuela siempre me comentó que ese
collar y otras joyas que ella tenía, le pertenecían por derecho

38
Koyebhuk.
El camino de Gaal
de sangre. No sé a que se refería con ello, pero eso es lo que
decía.
-Derecho de…sangre… Ohhh por el Creador, ¿eres del linaje
de Malkawi?
-Pues no lo creo, pero la verdad yo no lo sé
-¿Qué otro derecho de sangre existe aparte del de Ore?
Ninguno. ¿Cómo lo obtuvo realmente tu abuela? Porque si es
de sangre como dices, definitivamente debes ser del linaje de
Ore.
-Jejeje, mejor no te ilusiones, porque si te das cuenta Malkawi
regala estos collares, de lo contrario no me hubiera mandado
uno a mí, ¿no te parece?
-A lo mejor te lo envió porque sabe que eres de su linaje, es
una opción ¿no crees?
- ¿Y eso me hace mejor o qué?
-Realmente es imposible hacerte mejor, pero sabes que,
mañana averiguaremos eso, le preguntaremos al tal Obadiah,
por ahora solo disfrutemos el momento.

Miah acepto alegremente la sugerencia de Gaal.

La noche siguiente, Gaal y Miah salieron del Castillo y


fueron directo a la casa de Quint, quien los recibió muy
emotivamente, pero no se encontraba sólo, pues en ella
estaban también Greck, Rust y Obadiah, quienes debían
enseñar al Cuidador lo que habría de acontecer
-Tobe Yome, padre
-Tobe yome, hijo. Pasen adelante.

Gaal y Miah entraron a la casa y se sentaron alrededor


de la mesa, quedando frente a frente con Greck, Rust y Quint,
mientras que Obadiah estaba sentado en el lugar del jefe de
la casa; situación que incomodó grandemente a Gaal
-Padre, ¿qué hace este extraño en tu lugar?
-No hace nada hijo, no hace nada.
-¿Cómo permites tremenda falta de respeto?
-No es falta de respeto cuando yo mismo he sido quien se lo
ha solicitado, indicó Quint

39
Koyebhuk.
El camino de Gaal
-No te enojes conmigo Gaal, pues si gustas, y es más, aunque
no gustes, me levantaré del lugar de tu padre, pues yo
entiendo que no soy digno de tomar el lugar de tan valiente
hombre, por lo que hablaré con ustedes puesto de pies. Indicó
Obadiah con un tono suave, mientras se levantaba de la silla
en la que se encontraba.
-Que insolente eres Gaal, podrás ser el Cuidador, pero el
respeto a los emisarios es sobre todo, y mayormente si vienen
de Ore. Profirió con tono molesto Quint
-No se preocupe por eso señor Quint, pues solo se deja de ver
el gran respeto y aprecio que el Cuidador tiene por usted, lo
que lo convierte en un mejor Cuidador, pues guardará bien a
lo que ama. Joven, ¿ama a la Gran Ciudad de Sur?
-Ciertamente sí. Dijo Gaal
-Pues deberás defenderla con tu vida. Indicó Obadiah

Gaal volvió la vista hacía su padre


-¿cuál es el objeto de esta reunión?
-Hijo, hay problemas que se avecinan, y la presencia de
Obadiah solamente lo confirman. Deberás hacer ciertas cosas
que te serán difíciles, pero por eso era bueno que ya tuvieras
a Miah a tu lado, porque tú sólo no lo podrías afrontar. Hijo, tu
madre no está en la Ciudad, salió esta mañana, y yo lo haré
junto con Greck y Rust mañana.
-¿Qué?
-Como lo has escuchado Gaal, nos iremos.
-¿pero a dónde?
-Nos vamos al occidente
-¡!!!¿a Ore?!!!!!
-No, nos vamos a un pequeño pueblo que está cerca de la
Ciudad de Dahna, allí ya hemos hallado el lugar en donde
viviremos lo que nos queda de vida, sabes hijo, el futuro será
gris, y ninguno de nosotros puede hacer nada para evitarlo,
por eso nos iremos, para que seas tu, junto a Miah y Obadiah
que piensen en como resolverlos, si es que es posible.
-Padre, yo…yo los amo…y me duele escuchar eso, la verdad
creí que está sería la época más alegre de mi vida, pero…
parece que me he equivocado…

40
Koyebhuk.
El camino de Gaal
-Calla hijo, todo tiene su objetivo, tu no naciste para ser feliz,
naciste para sufrir; no naciste para ser padre, naciste para ser
Cuidador; no naciste para luchar, sino para vengar…y serás
tu, quien vengará a este pueblo…
-Padre, ¡CALLA! Que lo que dices me ofende, ¿cómo esperas
que crea esa estupidez que dices? Eso me repulsa, yo quiero
ser feliz, quiero ser padre, no quiero luchar, menos vengar, yo
lo único que quiero es PAZ, paz, p...a…z

Gaal comenzó a llorar frente a todos los presentes, Miah


lo veía expectante y sorprendida, pues ella tampoco entendía
lo que Quint decía. Obadiah se dirigió a la puerta, la abrió y
pretendía salir, cuando de pronto se detuvo, cerró sus ojos, y
el báculo que llevaba en la mano se le cayó; sus manos se
aflojaron, sus brazos se dejaron caer sobre su cintura, y cayó
de rodillas. Quint, Greck y Rust se quedaron perplejos
observando lo que sucedía, cuando de repente Obadiah tomó
su báculo del suelo, y se puso de píes, y caminando hacía
Gaal, se colocó detrás suyo, puso su mano izquierda sobre la
cabeza de Gaal, quien al sentirla, inmediatamente dejó de
llorar. Cuando Obadiah quitó su mano de la cabeza de Gaal,
éste no era el mismo, pues ya sabía lo que había de acontecer
y lo que era menester hacer.
-Lo siento padre, me dejé llevar por mi ignorancia, más ahora
conozco lo mismo que tu, ve en paz, y avísame cuando haya
de ir contigo.
-De acuerdo Gaal, y yo lo siento más; pero eso era algo que
yo sabía que sucedería desde hace más de una década, fue
por eso que te insté a visitar la casa de Miah, pues ella ya te
tenía cautivado, solamente hacía falta que te animaras, y eso
fue lo que yo hice, y lo hice por una simple razón…ella es vital
para esta Ciudad.
-Lo sé padre, lo sé, pero…no…no, no, NO ¡!!!NO!!!!!! yo no
voy a permitir que suceda eso, ni Miah, ni nadie de esta
ciudad morirá, yo lo evitaré si es necesario con mi propia vida.
-Gaal, no seas obstinado, atiende al llamado…
-No, yo haré lo que yo quiera hacer, no lo que tu y estos viejos
quieren que haga, lo siento emisario de Ore, pero yo refutó
esa visión, pues haré la mía propia.

41
Koyebhuk.
El camino de Gaal

Un silencio absoluto abordó la sala después de las


palabras de Gaal, cuando los ojos de Quint se empezaron a
llenar de lágrimas.
-Obadiah, tu estabas en lo cierto, Gaal no entendería. Hijo
mío, Obadiah no está acá para convencerte a que cambies de
opinión, pues él vino precisamente porque sabía que tu
reaccionarías de esa forma, él realmente está acá para
quedarse contigo y ayudarte a hacer lo que quieres hacer…
salvar a Sur, y esa es la misión que Malkawi le encomendó,
pues ella también cree que tu podrás cambiar el destino. Hijo,
no has decepcionado a los que creen en ti, pues todos
confiamos en que tu cambiarás lo que viste, pero es necesario
que nosotros sí nos vayamos, es algo irremediable.
-Gracias padre, gracias por entender, dijo Gaal con voz
consternada
-No tengas preocupación por nosotros, pero debes saber algo,
tu sacrificarás algo, porque o salvarás la ciudad o salvarás tu
familia; y yo he decidido salvar a tu madre, por eso me retiro
con ella; Greck y Rust únicamente nos acompañarán por un
tiempo, pues luego volverán a ti, trátalos como es debido.
-Padre, espero que lo que dices no sea cierto, pero de serlo,
tendremos que tomar nuestra decisión con Miah sobre lo que
haremos.
-Lo que sea que decidas hijo, por favor, permanece a salvo.
-Lo haremos padre, lo haremos.
-Gaal, entonces ¿aceptas que me quede contigo por estos
siguientes siete años para ayudarte en el Consejo de la
Ciudad? Interrogó Obadiah sabiendo de antemano la
respuesta.
-Así es señor emisario, así es. ¿Pero cómo le darás aviso a
Malkawi de que te quedarás?
-Jejejejejeje…nosotros ya sabíamos lo que sucedería, pues yo
no me fui de Ore para regresar ahora, volveré, pero dentro de
unos catorce años, y Malkawi ya lo sabía.
-¿Y no que te quedarás solamente siete años?
-Jejejeje, ya verás que no será así, tu mismo me lo pedirás,
pero eso es algo que tu aún no entiendes.

42
Koyebhuk.
El camino de Gaal
La resolución de esa tarde fue sencilla, Riah, Quint,
Greck y Rust se irían de la Ciudad hacia en un pueblo cercano
a Dahna; Greck y Rust volverían con el tiempo a la Ciudad,
mientras que Gaal y Miah quedarían al cuidado de la Gran
Ciudad de Sur, con el consejo del joven, pero sabio Obadiah.

A
proximadamente catorce años después de la unión de Gaal
con Miah, ya casi todo estaba hecho, solamente hacía falta
que Obadiah se fuera de la Gran Ciudad de Sur y regresara a
su ansiada Ore. Durante esos catorce años habían acontecido
varias cosas, siendo las principales que durante los primeros
seis años Obadiah aconsejó a Gaal sobre las provisiones
alimenticias que debía hacer, pues el año siete sería el año en
el cual la Ciudad sería sitiada por las huestes enemigas
provenientes del nor-occidente, lo que ocurrió exactamente
como Obadiah lo había predicho; en dicha guerra no falleció
mucha gente de Sur, aunque ciertamente sí hubieron perdidas
de vidas humanas, no fue la cantidad que hubiese sido si no
se hubiera atendido al llamado de Obadiah; de esa forma Gaal
logró evitar la primera parte de la visión que tuvo aquella
noche, la Ciudad no fue totalmente aniquilada.

43
Koyebhuk.
El camino de Gaal
La segunda parte de la visión también fue modificada,
pues en esa visión Gaal pudo observar como acontecía un
altercado entre la Ciudad de Ahwar con Sadah y como eso
devenía en una guerra conjunta de dichas ciudades contra
Sur, pero Gaal hizo gala de sus habilidades diplomáticas y
antes de que el altercado se suscitara tuvo reuniones con los
jefes de dichas ciudades, en Ahwar era Cuidador Ehud, y en
Sadah, Seyd; quienes llegaron a entendimientos de la
magnitud suficiente, como para que al final de las reuniones
que se mantuvieron, los tres, Gaal, Ehud y Seyd terminaran
siendo amigos, aunque dichos acuerdos hubieran sido
imposibles de no haber mediado la sapiencia de Obadiah.

La tercera parte de la visión aún no ha sido modificada,


pues Obadiah aún se encuentra en Sur, y esa parte solamente
sucederá cuando Obadíah ya no esté, por lo cual es vital su
ausencia; aunque la misma impondría una total auto
dependencia de Gaal en sí mismo, pues sería la primera vez
que sería dejado sin consejeros, pues ya Rust y Greck
murieron hacía cuatro y seis años atrás, respectivamente.

-Papá, ven, te quiero mostrar algo, dijo la hija de Gaal


-Ahora no linda, hay actividades que realizar, porque esta
noche es la fiesta, dijo Miah
-Mami, ¿qué fiesta?
-Hoy se va Obadiah de la Ciudad
-¿el tío Obadiah se va?
-así es nenita, hoy se va
-¿y cuando volverá?
-No lo sabemos linda, dijo Gaal
-Yo no quiero que se vaya…que no se vaya papi, que no se
vaya, ordénale que se quede…que no se vaya… ¿Quién va a
jugar conmigo? ¿Quién me va a contar esos cuentos raros?
¿Quién? No papi, que no se vaya mi tío…imploraba la pequeña
mientras lloraba.
-Hija, el debe irse, desde que el vino a estar con nosotros
hemos sabido que se debe ir, y hoy es cuando eso debe
suceder, pero no te preocupes, que lo volverás a ver algún
día.

44
Koyebhuk.
El camino de Gaal
Esa noche se realizó la ceremonia de despedida de
Obadiah, y al terminar se despidió muy tristemente de la niña
-Linda, te quiero mucho, cuídate y cuida a tu mamá y a tu
papá, porque ellos se morirían sin ti…así como yo no sé que
haré sin ti, nena, tu nos trajiste alegría, cuando no la
esperábamos.
-Adiós tío, te voy a extrañar
La pequeña se acercó a Obadiah para darle un beso en
su mejilla, y Obadiah aprovechó para abrazarla fuertemente y
cargarla
-Nena, lo…siento…, lo siento…no quisiera que esto sucediera,
de verdad linda, daría mi vida si fuera posible para evitar que
esto pasara, pero eso ni tu padre lo podrá evitar, hazme dos
cosas, cuando tu madre salga de viaje en un par de días,
pídele que te deje su collar, y la otra cosa, grita fuerte a tu
padre, con toda tu alma. Obadiah comenzó a llorar. Nena, lo
siento

Obadiah bajó a la pequeña, quien no entendía que era lo


que le había querido decir.
-Obadiah, amigo mío, te voy a extrañar. Dijo Gaal tristemente
-No te preocupes amigo, que nos volveremos a ver más
pronto de lo que crees…amigo…lo siento…pero lo que
sucederá se escapa de nuestras manos. Comentó el
desesperanzado Obadiah.
-No te pongas así, que lograré evitar la destrucción de esta
Ciudad, y verás como logro cambiar la totalidad de la visión.
-No me preocupa la Ciudad, me preocupa tu familia…
cuídalos…aunque…nada amigo, nada, nos vemos pronto.
Adiós amigo, me despides de Miah, dile que nunca, pero
nunca busque a Ore, que se quede en Menfis…aunque ahora
no lo comprendes.

Obadiah comenzó a dar sus pasos fuera de la Ciudad,


dirigiéndose a Ahwar, lo que sorprendió a Gaal, pues el
camino a Ore no es ese, sino por el occidente, aunque Gaal
decidió no prestar mayor atención a ello, pues lo importante
era que su amigo, su mejor amigo, se iba de la Ciudad.

45
Koyebhuk.
El camino de Gaal

Un mes después de la partida de Obadiah, llegó carta a


Gaal indicándole que su padre, y su madre irían de viaje a
Ore, invitando a Miah a irse con ellos, habiendo aceptado la
invitación; pero justo cuando ella estaba dispuesta a partir del
Castillo en camino a Dahna a recoger a sus suegros para ir al
viaje, su pequeña hija salió corriendo hacía ella:
-Mami, ¿cuándo volverás?
-Dentro de un mes aproximadamente
-Vaya mami, aquí te voy a esperar junto con mi papi
-Adiós linda, nos vemos
-Adiós mami…ahhhh…pero espera, déjame tu collar ¿si?
-¿y por qué lo quieres? Preguntó consternada Miah
-Es que mi tío Obadiah me dijo que cuando tú salieras de viaje
me dejaras tu collar, y yo le prometí que lo haría
-¿eso te pidió Obadiah?
-Sí mami.
-Bueno, si ese es el caso, ten. Miah lentamente se descolgó el
collar y lo puso en el cuello de su pequeña hija.
-Que el Creador sea contigo mami,

Miah salió de la Ciudad, pero altamente preocupada por


lo que su pequeña hija le había comentado sobre Obadiah, y
pudo recordar que Gaal le comentó que Obadiah le había
dejado un encargo: nunca ir a Ore, si fuese necesario, debía ir
a Menfis…pero creyendo que algo malo sucedería era más
forzoso para Miah ir, puesto que de ninguna forma permitiría
que sus suegros, Quint y Riah, se fueran solos, así que con un
mal presagio en su corazón, Miah partió de su Ciudad y de su
familia, para nunca más ver a ésta última.

Gaal había cambiado su vivienda cuando su pequeña hija


había nacido, habiéndose retirado a vivir a una pequeña casa
en las afueras de Sur, en donde podía tener la tranquilidad
que él deseaba para su familia, pero lamentablemente fue allí
en donde la tragedia llegó a sus oídos: La caravana en la que
había ido Miah, Quint, Riah y todos los acompañantes había
sido atacada, y nadie había sido encontrado vivo. Gaal lloró a

46
Koyebhuk.
El camino de Gaal
Miah y a sus padres por varios meses, durante los cuales
sintió como su vida se hacía más pequeña y más vacía; él ya
no le encontraba sentido a su vida, de no ser por el pequeño
destello de luz que su linda hija le brindaba, él se hubiera ido
de la Ciudad hacía mucho tiempo, pero su vida, por ahora,
estaba en Sur.

Meses después, aconteció lo innombrable: amaneció


como un día normal, sin embargo en el horizonte se lograba
divisar una arenisca grande de gente de a caballo;
provocando inquietud en Gaal, no tanto los caballos, sino que
él no hubiera sido alertado de ellos por los guardias de la
Cuidad, lo que lo hizo tomar su caballo y dirigirse a ella a
verificar que era lo que había acontecido; sin embargo se
encontraba a medio camino de la Ciudad cuando el pobre
hombre logró divisar que esos hombres no iban camino a la
Ciudad, sino camino a su hogar, en donde había dejado a su
pequeña hija. De manera que con la desesperación en el
alma, se regresó lo más pronto que pudo, tal fue el caso que
su caballo se cayó y no pudo seguir del cansancio, dejándolo
atrás y echándose a correr. Cuando estaba a unos cincuenta
metros de su casa pudo ver que esa multitud llegó a ella y
rompió la puerta, entrando por la misma y por las ventanas, el
desdichado de Gaal sólo podía pensar en su pequeña, por lo
que corrió más fuerte, lo más rápido que jamás lo haya hecho,
pero cuando estaba por entrar a la casa vio, con sus propios
ojos vio cuando el hombre que mandaba a los invasores tomó
su espada y atravesó con ella a su pequeña hija. La pobre
nena solo pudo recordar las palabras que Obadiah le había
dicho “Nena, lo…siento…, lo siento…no quisiera que esto
sucediera, de verdad linda, daría mi vida si fuera posible para
evitar que esto pasara, pero eso ni tu padre lo podrá evitar,
hazme dos cosas, cuando tu madre salga de viaje en un par
de días, pídele que te deje su collar, y la otra cosa, grita fuerte
a tu padre, con toda tu alma...nena, lo siento” La pobre
pequeña sintió el dolor en su estomago mientras la espada la
penetraba, de manera que la pequeña hija de Gaal
comprendió a que se refería Obadiah, y solamente hizo lo que

47
Koyebhuk.
El camino de Gaal
él le pidió, “!!!!!!PAPÁ!!!!!!! ¡!!!!!!!!!!!PAPÁ!!!!!!!!!!” una vez
Gaal esuchó esos gritos su corazón se detuvo, y pudo ver
directo a los ojos de su pequeña bebe, los cuales le decían
“Papi, te amo…hasta siempre”, la pequeña inteligentemente
tomo el collar de su madre y lo escondió en el puño de sus
manos, y vio a su padre como indicándole que lo tomará
cuando todo acabara.

El pobre de Gaal, al ver a su pequeña a los ojos, ya no la


pudo escuchar, pues únicamente escuchaba sus propios gritos
“!!Malditos, sólo tiene ocho años!!! No la toquen, mejor
mátenme a mí!!!” . Gaal gritó con todo y nunca apartó la vista
de ella, los atacó con su espada, cuando se la quitaron usó
sus dagas, una vez se las quitaron también, luchó con sus
manos y piernas, su boca nunca se calló y sus ojos nunca se
apartaron de su hija…hasta que…hasta que la vio morir. Fue
allí cuando cayó tirado al suelo del dolor, no de los golpes,
sino de su muerte. Cuando estaba tirado sobre el suelo
llorando por su pequeña, alguien tomó su propia daga y la
clavó en su estomago, lo que ni sintió, y ni le importó; hubiera
preferido que fuera en su cuello y así hubiera muerto, pero no
murió y tuvo que verlos reírse de su tragedia. Se reían sobre
su cadáver, se reían de su muerte y él podía ni siquiera
moverse. Fue allí tirado viéndolos y escuchándolos que supo
que sus atacantes eran de la Gran Ciudad de Ahwar.

Con sudor sobre su rostro, lágrimas en sus ojos y


arena en su cuerpo, yacía sobre el suelo el pobre hombre, sin
esperanza de vida, con todo perdido, y ahora…también sin
familia. Abandonado en sus grandes tierras, a duras penas
vivo, podía ver dos charcos de sangre que no cesaban de
aumentar en tamaño, un charco era suyo, el otro de su hija, y
sobre estos podía ver a sus victimarios: un grupo de casi
cuarenta hombres. Los hombres sanguinarios reían sobre el
cadáver de la pequeña muerta sobre el suelo y sobre él, a
quien daban por muerto, sin saber que en su inmovilidad él
estaba escuchándolo y viéndolo todo. Los pensamientos del
moribundo eran angustiosos “mi vida ha acabado, finalizó con
mi pequeñita, con mi bebita, lo único que me quedaba,

48
Koyebhuk.
El camino de Gaal
oohhhh Creador, bendíceme con mi muerte…” Esos eran los
gritos que dentro de sí daba el moribundo, quien si hubiera
podido, hubiera dado muestra alguna de vida, solamente para
que sus victimarios se la quitaran y así poder obtener un
descanso eterno, pero sus fuerzas eran tan pocas, que a
duras penas podía respirar.
Antes de entrar en sueño, el moribundo pudo observar
como sus victimarios saqueaban sus tierras, y luego se
largaban de ellas, al momento que ellos partieron, partió
también su conciencia. El moribundo se despertó a media
noche, con la luna alumbrando su tragedia, a su pequeña hija
muerta. Sintió algo extraño en su cuerpo, ahora habían
fuerzas en él, ya podía moverse, y sin dudar lo primero que
hizo fue gritar: “Aaaaaaahhhhhhhhhhhhh” “¿por qué?, ¿qué
he hecho?, siempre he sido honrado, siempre he cuidado a
este pueblo, ¿qué sucede?, ¿Quuuuuééééééé?”. Gaal, ahora
no tan moribundo se levantó de su lecho de muerte, al
hacerlo pudo sentir sus piernas afirmándose; sin embargo ello
no evitó que cayera al suelo abruptamente; el problema no
eran sus piernas, sino su estomago. El pobre de Gaal tenía en
su estomago clavada aún una pequeña daga que había sido
utilizada por sus victimarios en su intento fallido de darle
muerte. Gaal colocó sus dos manos sobre la daga y clamó: “-
Creador, yo sé que tu Eres conmigo, fortalece este cuerpo
muerto” al finalizar su clamor, el hombre apretó la daga y la
jaló, al hacerlo sintió un fuego que se apoderaba de todo su
cuerpo, el calor que sentía el hombre no era normal, su
cuerpo se estremeció, se erizó por completo, se encogió
tomando sus piernas con ambos brazos, lagrimas brotaron
incontrolablemente de sus ojos, de repente sobre el suelo se
endureció su espalda y sus extremidades se extendieron, su
estomago sintió un calor terrible, al mismo tiempo sus
pulmones se llenaron de aire, su boca se abrió y el aire de sus
pulmones salió de él generando un grito aterrador que se
escuchó a varios kilómetros a la redonda; sin alguien hubiera
estado en esas cercanías lo hubiera ayudado, pero no había
nadie…y él ya no necesitaba la ayuda de nadie.

49
Koyebhuk.
El camino de Gaal
Sus ojos se abrieron, vio la luz bella de la luna, una luna
con un color esplendoroso, era una luna nueva para él, porque
era una vida nueva la de él. Su estomago estaba cual si nada
hubiera sucedido, sus brazos tenían una fuerza increíble, sus
piernas que habían sido gravemente golpeadas estaban
robustas cual nunca lo estuvieron antes, su pectoral, espalda
y hombros sentían un vigor extremo. Sus ojos seguían
emanando lágrimas, y su boca ruidos, pero eran distintos,
eran lágrimas de alegría y eran ruidos de risa. “-Gracías” gritó
el hombre.

Gaal se paró y observó el pequeño cuerpo de su hija


tirado sobre el suelo envuelta en una nube de arena, con
sangre a su alrededor, y apretando en su mano izquierda un
collar. Era el collar que su madre le dio antes de irse. El
hombre se acercó al cadáver de su hija, se arrodillo ante ella y
la tomó en sus manos, levantándola se dirigió a su hogar y
entrando en su alcoba la colocó sobre su cama; la limpió de su
sangre y de la arena, al hacerlo tomó el collar de su madre y
lo puso sobre su propio cuello. Al terminar su obra se echó a
dormir lo que quedaba de la triste noche a la par de su hija.

Muy de madrugada Gaal se levantó, tomó sus


herramientas y fue a un sector de sus tierras bastante
retirado, en donde no pastan ovejas ni pasan hombres, y cavó
allí dos tumbas. Mientras cavaba las tumbas el sol empezó a
salir, llamando la atención del hombre que el sol tenía un
color oscuro, un tono gris nostálgico, comprendiendo de esa
forma su llamado, pues según su madre le contó en reiteradas
ocasiones, esa misma luna fue la que se vio el día que el
nació. El hombre tapó una de las tumbas que había cavado y
dejando la otra descubierta, se dirigió a su hogar, tomó en sus
brazos a su pequeña hija y la colocó dentro del sepulcro; el
pobre de Gaal subió del sepulcro, vio por última vez a su hija y
la sepultó. Y lloró.

Al medio día reaccionó, dejó de ver el sepulcro y se


dirigió a su hogar, que desde ahora sería una simple casa
deshabitada. Al llegar el pobre hombre a su casa tomó su

50
Koyebhuk.
El camino de Gaal
espada y salió de caza, logrando con éxito cazar un animal
grande y lanudo; tomó a su presa, la degolló y la despellejó,
tomó su piel y se la llevó a su hogar. Ya en su casa el hombre,
tomo la piel de la bestia y se formó un atuendo, demorándose
en ello siete días.

Al finalizar su atuendo, lavarlo, secarlo y equiparlo, Gaal


se lavó, y cambió su vestimenta aún llena de sangre de él, de
su hija y de su presa, por el atuendo que acababa de
confeccionar, pero de color no muy grato: un color gris, el
mismo color con que el sol había amanecido ese fatídico día:
gris nostálgico, para conmemorar así su tragedia, y anunciar
tragedia a otros. Tomó su espada y la asió a su muslo
derecho, al otro lado colocó dos dagas, en su espalda tomo su
arco y sobre su cuello: el collar de su pequeña. El collar era
bastante particular pues era forjado de oro puro, colgando en
la parte frontal una pieza de oro de forma romboide, llevando
incrustada en el centro un diamante púrpura que atravesaba
el rombo, y que al ser expuesta a la luz solar dejaba notar
claramente su majestuosidad. El collar quedó cubierto por la
piel de la bestia.

Gaal se levantó de su casa ubicada en la región desértica


de Sur y la abandonó, para no regresar a ella…nunca. Al salir
de ella tomó su caballo y se dirigió a la Gran Ciudad de Ahwar,
en esa época Ehud llevaba pocos años de ser Guardador de
ella, con quien llevaba una buena amistad desde que había
ayudado a dirimir unas contiendas con la Ciudad de Sadah;
muchos días después, Gaal llegó a su objetivo: Ahwar, de
modo que cuando Ehud se enteró que el muy digno Cuidador
de la Gran Ciudad de Sur venía en su visita lo recibió con
todos los honores que dicho cargo merecía. Ehud hizo pasar
adelante al hombre; al verlo Ehud se sorprendió:
-En el nombre del Creador ¿qué te ha pasado gran amigo?
Denunció Ehud.
-Ehud, Ehud, la vida me ha pasado…juntamente con la
muerte…pero…la vida es más…dijo el hombre
-¿Qué es lo que tienes sobre ti? ¿Es acaso un animal?
Preguntó Ehud altamente consternado.

51
Koyebhuk.
El camino de Gaal
-Ya no lo es, ahora es mi atuendo…yo debí morir…y no fue
así…ahora todos han muerto, huye Ehud, huye. Dijo el
hombre
-¿Qué dices? ¿Acaso el gran hombre de Sur está huyendo?…
interrogó Ehud
-No amigo, no huyo, te advierto, que desde ahora todo aquel
que vea mi atuendo entenderá que debe huir de mi, ya no soy
un Cuidador, no pude cuidar ni a mi pequeña…la han matado
Ehud…la mataron…mataron a mi pequeña…y…y…yo no pude
hacer nada….El hombre no pudo terminar sus palabras y se
echó a llorar incontrolablemente.

Ehud se acercó a él y lo abrazó y lloró junto con él.


Pasado un rato tomó el atuendo de Gaal y lo puso sobre su
trono, e hizo traer algo de beber para ambos; una vez los dos
se hubieron calmado Ehud preguntó:
-Amigo mío, ¿te importaría contarme qué sucedió? Dijo
amablemente Ehud
-Sí me importa contártelo, pero lo haré. Hace exactamente 42
días que mi pequeña ha muerto…hace 42 noches que casi no
duermo…hace 42 noches que vivo con ira, y necesito
contarlo, por eso vine a ti, por esa razón salí de casa hace 36
días, a buscar compasión y perdón de ti, Gran Ehud…
-¿Por qué perdón? Cuestionó Ehud.
-Porque mi corazón está lleno de ira, y es una ira contra todos
los de tu pueblo, por lo que mataré a cuantos encuentre
relacionados con la muerte de mi hija aquí, en la Gran Ahwar.
-¿Cómo te atreves a decirme que vienes a mí para matar a mi
gente, a la que he cuidado? Que descaro el tuyo
-Dime, ¿tú sabías que de tu pueblo vinieron mis victimarios?
Dime, ¿lo sabías?
-N…no, pero ¿por qué dices eso? ¿Acaso estas seguro de ello?
Preguntó Ehud
-Lo sé con seguridad amigo, y tendré que matarlos, y te pido
perdón desde ya por hacerlo, pero si te opones a mi destino,
tendré que matarte a ti también. Así que dame cartas para
entrar en la Ciudad y ser atendido por todos. Y las quiero
ahora.
-¿Cómo esperas que haga eso?...

52
Koyebhuk.
El camino de Gaal
-¡!!!!AHORA!!!!! Exclamó el hombre
-No. Sentenció Ehud
-¡!!!!¿Qué?!!!!
-No te las daré amigo, lo siento, pero no puedo hacerlo sin
una razón, necesito que me digas porque sabes que son de
acá los asesinos, y si estas en lo cierto, no te preocupes
porque te daré tu venganza. Esa es mi palabra, ¿te basta?
Cuestionó Ehud.
-Tu palabra me basta, y me sobra, porque sé quien eres,
recuerda, tu padre fue mi amigo, al igual que tu abuelo, sé
que puedo confiar en menos que tu palabra; amigo, esto es lo
que aconteció hace ya 42 días.

De manera que Gaal comenzó a narrar su triste historia a


Ehud, quien al escucharla, entre lágrimas, le pidió al pobre
hombre que se detuviera un poco en su narración y salió de la
habitación para poder tomar aire y llorar amargamente sin ser
visto por Gaal, para no afectar aún más su estado emocional.
Una vez que Ehud ya había tomado aliento y tranquilizado su
espíritu regreso a la habitación, en donde lo esperaba un
hombre con ojos nostálgicos.
-Amigo, continúa por favor, y disculpa que tuviera que salir un
momento, pero me era menester, pero ya he vuelto, así que
prosigue con tu narrativa por favor. Solicitó muy
amablemente Ehud.

-Como te decía, allí tirado sobre el suelo me pude percatar


que esos desgraciados son de tu Ciudad, pues no solamente
mencionaban lugares de acá, sino también nombres de
familias de tu Ciudad, además llevaban las túnicas
identificativas de los milicianos de tu Cuidad, y creo, no estoy
seguro, pero creo que son los de la región del saliente…
-¿¿Que?? ¿Seguro que del oriente? Preguntó altamente
consternado Ehud.
-Estoy casi seguro, pero habrá que corroborar.
- ¿Qué nombres escuchaste?
-No lo creerías, escuche mencionar a la familia de…Shaktar.
Indicó Gaal

53
Koyebhuk.
El camino de Gaal
-No puede ser, Shaktar no puede ser, porque Shaktar y su
familia son mis aliados, ellos me han prevenido de ataques,
me han ayudado a repelerlos. Seguramente estas equivocado.
-Sabía que no me creerías, por eso te pregunto ¿tiene Shaktar
habitación en Tracia? Preguntó el hombre.
-¿C…como sabes eso? ¿Sabes acaso en donde está la región
de Tracia? Cuestionó realmente sorprendido Ehud
-Si amigo, sé en donde está. Está a donde iré luego de pasar
por tu región del saliente.
-Amigo, Tracia está atravesando todo el desierto central de la
región, será un milagro si llegas hasta Ore, y lo dudo mucho,
pues Shaktar tarda hasta ciento cuarenta días en llegar hasta
allá. Dijo Ehud.
- Aunque tarde mi vida, pero llegaré hasta allá, por mi hija y
por mi collar…
- ¿Tienes el collar? Preguntó asombrado Ehud
- Claro que lo tengo, un Cuidador debe hacerse respetar, y
debe tener certeza que logrará su cometido, aunque eso le
cueste su collar. Dijo Gaal
- Pero el collar no es tuyo, era de tu esposa…y ¿Por qué lo
tienes tu?
- Lo tengo yo, porque se supone que yo lo tenga, y punto. Ella
lo dejó en mi nena y yo lo tomé de ella…ella hubiera querido
que yo lo tuviera…Dijo Gaal resignado.
-O que no lo tuvieras amigo, Dijo suavemente Ehud. Ten
cuidado con él, porque cuando salgas de acá te puede salvar
o costar la vida. Cuídate amigo, de verdad hazlo.
- Oye, ahora me crees ¿cierto?

Ehud simplemente asintió con su cabeza. Ambos salieron


del castillo de Ahwar y caminaron un rato por sus contornos.
Gaal demostró todo su dolor a su amigo, quien en un
momento muy lejano jugaría un papel muy importante en la
venganza personal del pobre hombre. Una vez acabaron de
charlar, acabo el día, y siendo de noche Ehud invitó a su
amigo a pasar la noche en la alcoba del príncipe, que en esa
época era su hijo, quien era aun menor de los catorce años,
durmiendo éste juntamente con su padre y su madre.

54
Koyebhuk.
El camino de Gaal
Gaal se retiró a la alcoba de aquel que nunca llegaría a
ser Guardador de Ahwar, pero que dejaría descendencia que
sí tomaría la Guardianía con la gallardía debida a dicho alto
cargo. El hombre se lavó antes de echarse sobre la cama, al
hacerlo sus ojos y su mente se despejaron de tal forma que el
sueño huyó como las nubes ante la majestuosidad del sol; sin
embargo esa paz espiritual rápidamente se vio interrumpida
por pensamientos sobre lo que haría la siguiente madrugada
en aquella ciudad: actuar implacable e inmisericordemente.

En las vísperas de la madrugada, Gaal se levantó


juntamente con Ehud, quien le dio cartas para poder ingresar
a toda la región de la Gran Ciudad de Ahwar.
-Estas cartas te serán de ayuda para salir de acá, porque para
andar dentro de la cuidad no tendrás problema alguno, pues
yo te acompañaré como te lo prometí.

Ambos se levantaron y tomaron sus caballos, siendo


acompañados por una centena de soldados fieles a Ehud. Se
dirigieron al saliente y llegaron a una aldea siendo habitada
por muchos de sus victimarios.
-Rodeen la aldea, y que nadie salga. Ordenó Ehud.

Los hombres rápidamente sitiaron la aldea, y los


victimarios del pobre hombre se entregaron sin oponer
resistencia, presentándose ante Ehud con la cabeza
descubierta, listos para ser castigados con trabajos
deshonrosos por sus actos malévolos.
-Colóquenlos en fila. Ordenó Ehud.
Los victimarios voluntariamente obedecieron a lo
mandado por Ehud, quienes confiaban en que por lo menos
les fuera permitido vivir en la misma aldea un mes más antes
de ser enviados a los campos de trabajo de la Ciudad como
castigo por sus actos.
-¿Saben quien es él? Preguntó Ehud a los victimarios
señalando al pobre de Gaal.
- Alguien amargado que no tiene un atuendo más alegre que
ese gris…jaja. Reían unos
- Un pobre infeliz, dijeron otros

55
Koyebhuk.
El camino de Gaal
- Un solitario hombre sin familia, arguyeron los demás,
teniendo en común las risas y burlas que todos mostraban
ante tal pobre hombre.
- ¡NO! Dijo Ehud altamente indignado. ¿saben que les espera?
- Trabajar, y trabajar, dijeron unísonamente todos los
victimarios con no poca alegría.
- ¡OTRA VEZ NO! Dijo Ehud.
- El color de mi atuendo es por la nostalgia que tengo gracias
a ustedes, este atuendo me recuerda mi dolor, pero anuncia
el suyo y el de su familia, todos tenían razón sobre lo que
dijeron de mi, pero ahora lo será también para su familia,
pues vivirán amargados, infelices y …sin ustedes. Ustedes
mataron a mi hija, y eso,…eso no tiene perdón.
-Señores, hoy yo, Ehud el Guardador de la Gran Ciudad de
Ahwar, pasé juicio sobre ustedes, y los hallé culpables de
muerte…este hombre no es un hombre ordinario, él es el
Guardador de la Cuidad de Sur, y ustedes le han quitado eso a
nuestra amiga Ciudad. Hay cosas que se perdonan, pero esto
no lo dejaré impune. Ayer vino a mí este hombre amigo mío, y
me expuso su caso, le prometí que yo arreglaría las cosas, y
así lo haré. Soldado, páseme mi espada.
El joven soldado tomó la espada de Ehud y la dio a él,
quien ordenó: -Tomen a todos los asesinos e hínquenlos. Los
soldados realizaron inmediatamente lo ordenado por su
Guardador.
Ehud tomó su espada, la levantó y cortó él mismo la
cabeza de cada uno de los asesinos de la familia de su amigo.
Gaal solo lloraba, lloraba de la tristeza, pero agradecido
profundamente con su amigo por hacer el trabajo que muy
difícilmente él hubiera podido hacer.
Ese día fueron ejecutados veintisiete hombres, todos
murieron a manos de Ehud.

Luego de salir de la pequeña aldea, Ehud se dirigió junto


con su amigo de vuelta al castillo, ya en el castillo planearon
los actos por venir, y el hombre fue abastecido en todo cuanto
podría necesitar en tanto que arribaba a la aldea más
próxima, su camino sería el siguiente: Desde la Gran Cuidad
de Ahwar, el hombre tomaría dirección noroeste, para llegar a

56
Koyebhuk.
El camino de Gaal
la Ciudad de Sadah, en donde se reabastecería con uno de
sus amigos más próximos, siguiendo delante de él el camino
más arduo y difícil, el desierto que separa a Sadah de Dahna,
de allí partiría directamente hasta Babel, siendo lo complicado
de ello los ríos que debiera atravesar el pobre hombre, de allí
su rumbo sería en dirección al saliente nuevamente, para
llegar a la Ciudad de Ecbatana, para luego llegar a Partia; de
allí tomaría camino a Oxo ; siendo dicha ciudad el punto de
retorno, pues debería regresar hasta Ecbatana, para luego
enfilarse en la última parte de su viaje, debiendo tomar
camino directo hacía Lidia, y de allí tomaría embarcación para
llegar a Tracia, debiendo para ello atravesar el Mar Negro. Era
un viaje estimado en una duración de 400 días; sin embargo
para el hombre sería un placer hacerlo.

-Ehud, te estoy eternamente agradecido, espero poder


pagártelo como es debido. Dijo el hombre
-Espero que no tengas que hacerlo, pero si llegaré el
momento de que lo hagas, pues hazlo amigo, ¿puedo confiar
que de ser necesario me lo pagarás tal cual hemos acordado?
Pregunto Ehud
-Amigo, nunca he faltado a mi palabra y no pretendo faltar a
ella jamás, recuerda mis palabras Ehud, porque cuando más
me necesites allí estaré, créelo que así será.
-Que el Creador vaya contigo a donde sea que vayas amigo
mío, espero verte algún día nuevamente. Hasta pronto.

De esa forma se despidieron dos grandes amigos, cuyos


caminos se habían cruzado en la niñez de Ehud, que ahora,
uno siendo Guardador, y otro habiendo dejado de serlo, se
separaban para encontrarse en lugares muy distintos, aunque
aún más complicados.

Gaal se perdió de la vista de Ehud por el polvo del


desierto que lo cubrió, y Ehud solo dijo en voz inaudible
“Tenía razón Obadiah, este día vendría pronto, ohhhh,
Obadiah, espero que sí lo estés esperando allá afuera”. Fue lo
que Ehud murmuró, sabiendo cuales debían ser sus acciones
a realizar en los próximos años.

57
Koyebhuk.
El camino de Gaal

En medio de la polvareda que levantaba el viento en el


desierto, caminaba con lagrimas en su rostro el pobre de
Gaal, quien se encontraba saliendo de los contornos de la
Ciudad de Ahwar, en donde había dejado a su amigo, y a los
infelices que le habían ocasionado ese amargo dolor que
llevaba en su pecho. Caminando lentamente en el desierto
sobre su caballo, Gaal pudo observar de forma sombría un
hombre haciendo campamento en medio del camino, lo cual
llamó su atención, de modo que se acercó a él lo más que
pudo y logro divisar que era alguien que le resultaba en
exceso familiar: “Obadiah”

58
Koyebhuk.
El camino de Gaal

O
badiah se encontraba de pies esperando a que Gaal se
acercara a él, quien al verlo solamente pudo gritarle: ¡¿Qué
haces tu acá?!. Obadiah de manera triste respondió
“Esperándote amigo, esperándote” Gaal se acercó a Obadiah
y descendió de su caballo, saludó a su amigo y ambos se
sentaron a charlar en medio de aquel caluroso, pero airoso
desierto.
-¿Amigo, sabias que yo vendría por acá? Preguntó Gaal con
mala cara
-Así es Gaal, así es
-¿Y sabes porqué estoy acá?
-Sí lo sé amigo.
-¿y por qué no me dijiste que eso pasaría? Cuestionó con ira
Gaal
-Te lo dije Gaal, te lo dije, y no fue solamente a ti a quien se lo
comenté, también se lo dije a Miah, a tus padres, e incluso a
tu pequeña, pero nadie atendió mi llamado, por eso sabía que
no sería modificable.
-Yo trate Gaal, lo traté…
-Pero eso era inevitable, recuerda, por eso debía irme de
Sur…
-Lo sé Obadiah, y también recuerdo que tu no querías irte de
la Ciudad, porque me decías que yo sólo no lo podría evitar…y
ciertamente…no pude…Gaal comenzó imparablemente a
llorar
-No llores Gaal, porque no me fui de ti, yo sabía que esto
debía acontecer; por eso antes de irme me despedí de tu
nena y le pedí que cuando todo sucediera guardar el collar…
ya sé que no es el momento, pero ¿lo tienes?
-Sí amigo, lo tengo, y lo guardaré con toda mi vida, porque es
lo único que tengo de ella y de Miah, si lo llego a perder,
perderé también mi vida con él.
-¿Ehud te indicó el camino que debes tomar?
-Sí lo hizo

59
Koyebhuk.
El camino de Gaal
-Que bueno que Ehud aún me obedezca, pues temo que
llegue el día en el que ninguno de ustedes siquiera me
escuche
-No te inquietes por eso Obadiah, pues al menos yo siempre
te seré fiel. Ya lo he aprendido.
-Oye, ¿seguimos el camino trazado?
-De acuerdo, pero ¿hasta dónde me acompañaras?
-Gaal, Gaal, Gaal, tu niña no era solamente tuya, yo también
la vi nacer y crecer, por eso la venganza también es mía, el
camino trazado para ti, también es el trazado para mi, al
menos hasta que alcancemos venganza. ¿Te parece?
-Ciertamente me parece, pero ¿ Malkawi no te esperaba?
-Así es, pero mandaré aviso a ella cuando estemos en Babel,
no le importará, y si le molesta, pues que se aguante, porque
lo nuestro es personal
-Gracias Obadiah.

De manera que en ese mismo momento Gaal y Obadiah


se levantaron de las arenas del desierto y dirigieron sus pasos
hacía Sadah, en donde fueron muy gentilmente recibidos por
su Guardador Seyd, quien al escuchar la amarga historia de
Gaal, sin dudarlo, les concedió las provisiones que
necesitaban para tan arduo camino; pero la visita a Sadah no
fue únicamente con ese objetivo, pues Obadiah también le
informó a Seyd sobre lo que debía ser hecho en esa región,
dando instrucciones específicas con relación a lo que él
mismo debía ir a hacer a la Ciudad de Sur: nombrar Cuidador
provisional. Al terminar su visita a Sadah, ambos hombres
salieron en camino a Dahna, habiendo sido acompañados
hasta esa Ciudad por siervos que Seyd había puesto a sus
ordenes, a efecto de que les facilitaran el paso del desierto,
otorgándoles a su vez, cartas dirigidas al Jefe de Dahna, quien
las recibió de forma grata, dándole hospedaje a los dos
hombres.

Estando en Dahna, la nostalgia por sus padres abordó a


Gaal, quien decidió ir a visitar el pueblo en donde ellos habían
vivido los últimos años de su vida, al llegar a dicho pueblo sus

60
Koyebhuk.
El camino de Gaal
sentimientos afloraron fuertemente, pudiendo sentir la
presencia misma de su madre y de su padre en la casa en
donde ellos habían vivido, pues las cosas estaban puestas de
la misma forma en la que Riah, su madre, las colocaba en el
Castillo de Sur. Gaal pasó en esa casa la noche. Al día
siguiente, ambos siguieron el camino perfilado, nuevamente
habiendo recargado sus provisiones y con nuevas cartas de la
autoridad de la Ciudad dirigidas al Jefe de Babel.

Ya en Babel, Obadiah se dirigió a la casa de un señor


anciano, quien le conocía bastante bien, pues al nomás divisar
la silueta de Obadiah en la puerta de la casa, ya sabía de
quién se trataba. El viejo lo atendió con la gentileza que
caracteriza a la gente de mayor edad, quienes platicaron
amenamente por una buena parte del día. Obadiah le
encomendó al viejo que enviará con uno de sus siervos una
carta a Malkawi en Ore, haciéndole saber que él no llegaría
conforme a lo planeado inicialmente, sino que sería conforme
al segundo esquema que ambos habían prefigurado unos
quince años atrás, cuando Obadiah viajó a Sur; el viejo en ese
mismo instante llamó a un siervo, el mejor, y le dio la
encomienda, considerándose que aproximadamente unos
treinta y dos días tardaría en llegar la noticia a Ore, lo que
pareció bien a Obadiah; quien se despidió del viejo y se reunió
con Gaal, y juntos se presentaron al Jefe de Babel, el cual los
recibió sin siquiera pedirles carta alguna, pues la influencia
que Obadiah tenía en ese lugar era más que suficiente como
para que los recibieran con los honores más altos, reservados
únicamente para Malkawi misma. Pasado el tiempo que
debían estar en ese lugar, se retiraron directo a su nuevo
destino: Ecbatana.

Ecbatana, ciudad creciente en el comercio; en donde no


había mucha población en comparación con las otras grandes
ciudades, pues el pueblo central tenía, a lo sumo, la tercera
parte del tamaño de Sur, pero con una actividad comercial
bastante considerable, que lo ubicarían en los años por venir
en una de las posiciones más altas de la región. En Ecbatana

61
Koyebhuk.
El camino de Gaal
Obadiah no conocía a absolutamente nadie, lo cual produjo
miedo en él sobre lo que debían hacer, pero la suerte ya
estaba echada. Uno de los antiguos siervos de Greck se había
ido a vivir a esa población, y reconoció a Gaal de forma
inmediata
-Señor Gaal, es un absoluto placer tenerlo acá en esta
humilde ciudad; indicó alegremente el viejo siervo
-Gracias, te agradezco la bienvenida y la verdad, hoy nos caes
en las mejores de las suertes, pues es la primera población a
la que venimos y no conocemos a nadie, y verte nos ha traído
paz a nuestras mentes
-No tiene que agradecerme nada señor Gaal, pues yo por
muchos años serví a su padre, a su madre, e incluso todavía
unos cuantos a usted, lo cual me es motivo de felicidad,
¿recuerda?
-Claro que recuerdo, y lo hago muy bien; tu mujer y tus hijos
¿también están acá contigo?
-Así es, todos nos hemos radicado en este lugar.
-Disculpen que interrumpa esta reunión, pero ¿sabes en
dónde podemos hallar unos camellos y caballos? Preguntó
apenado Obadiah
-Así es señor, les muestro, síganme. Un vecino mío vende ese
tipo de animales, varias veces me ha ofrecido unos para que
vaya yo a Sur de visita, pero sinceramente ese viaje es
demasiado largo, y en solo pensarlo, ya me cansé…je…je...je

Los tres hombres caminaron por unos cuantos minutos


hasta que llegaron a una casa en la que se encontraba un
señor, y un joven
-Tobe Yome, pronunció Gaal
-Tobe Yome, le fue respondido de parte de ambos
-Disculpe la molestia, hemos venido a buscarlo puesto que
venimos de una tierra bastante lejana, y queremos hablar con
usted sobre nuestros caballos, pero ¿tiene usted tiempo para
atendernos?
-Claro que sí, contestó el señor, pasen adelante

El antiguo siervo de Greck se despidió de Gaal y Obadiah


indicándoles en donde se encontraba su morada en caso que

62
Koyebhuk.
El camino de Gaal
les fuera necesaria alguna ayuda, de manera que solamente
Gaal y Obadiah entraron a la casa del señor
-Pónganse cómodos, sugirió el señor
-Muchas gracias, indicó Obadiah, en tanto que ambos se
sentaban.
-Cuéntenme, ¿en qué les puedo servir? Preguntó gentilmente
el señor
-Sucede que nosotros venimos desde la lejana Gran Ciudad de
Sur, y nuestros caballos ya están agotados, no obstante ser
los mejores caballos que hay, no solamente nuestra Ciudad,
sino también aquí mismo, en Ecbatana, de mo…Gaal se quedó
a media palabra, pues fue abruptamente interrumpido por el
señor
-¿Cómo se atreve a decir usted que sus caballos son mejores
que los míos? ¿Vino acá a hacer negocios o insultarme?
-Tranquilo señor, que hemos venido a hacer negocios con
usted; pero disculpe mis comentarios si le han ofendido;
¿gusta usted ver nuestros caballos?
-Sí, quiero ver con que clase de caballo me ha ofendido. Indicó
con tono molesto el señor.

Los tres caminaron hacia el lugar en donde habían


dejado sus caballos, de manera que cuando el señor los vio,
se asombro
-¡¿Qué clase de caballos son estos?!
-Son Heiks
-Sí, yo sé que son de la familia heik, pero ¿Qué clase de heik
son?
-¿Qué clase cree usted? Preguntó Obadiah
-Son…Reales, dijo con asombro el señor, quien
inmediatamente llamó al joven que se encontraba en la casa:
“Elheim ven, apúrate hijo, que esto no se ve todos los días”

El hijo del señor llegó lo más pronto que pudo


-Mira hijo, esta clase de caballo no la verás nunca más, son
Heiks, y de la clase Real, yo vi uno de esos hace ya más de
una cincuentena de años… y lo cargaba la Dama de Ore, pero
no era real, sino guerrero Hsoml …yo quedé asombrado en
aquella ocasión, de tal forma que desde entonces me dedico a

63
Koyebhuk.
El camino de Gaal
vender caballos y camellos, como esperando volver a ver uno
de esos, y hasta ahora los he vuelto a ver…que maravilla…
son espectaculares…
-¿Quiere tenerlos? Preguntó Gaal
-¿Me los dará? Preguntó entusiasmado el señor
-Ciertamente haré un trato con usted, si esta de acuerdo, pero
como según comentó no hay mejores caballos que los tuyos,
entonces tendré que buscar alguien más que esté dispuesto a
negociar, indicó maliciosamente Gaal
-No señor, me disculpo por lo dicho presurosamente por estos
labios impertinentes, profirió afligido el pobre señor, que veía
como los caballos soñados se le iban de las manos.
-Disculpa aceptada, entonces ¿quiere negociar o no?
Sentenció Obadiah
-Sí
-Bueno, nuestra propuesta es la siguiente, decía Obadiah,
nosotros venimos de un viaje bastante largo, y nos queda aún
demasiado camino por recorrer, y estos caballos, no obstante
que son de los mejores que se pueden hallar, también se
cansan, y es el caso que ya ameritan un largo descanso, de
manera que le daremos esta pareja de caballos a usted, un
macho y una hembra, para que nos los cuide, mientras tanto
usted nos dará cuatro caballos, sus mejores caballos ¿le
parece?
-Es cierto que me gustan esos caballos, pero ese no es un
negocio sino una perdida para mí.
-No lo es señor, pues se los dejaremos por aproximadamente
dos años, y los caballos que nazcan de esa pareja se los
daremos a usted en reconocimiento a su asistencia, ¿ahora sí
le parece? Preguntó Gaal
-Definitivamente esa sí es una propuesta digna. Les daré los
cuatro caballos que ustedes elijan. Dijo el hombre con los ojos
brillantes de emoción
-Ahora solamente denos dos, regresaremos en varios días a
recoger los otros dos, pues como le hemos dicho, nuestro
viaje es grande. Únicamente le solicitamos algo: cuídelos bien,
y recuerde que no son suyos, son nuestros. Advirtió Gaal
-De acuerdo, dijo el señor

64
Koyebhuk.
El camino de Gaal
Gaal se fue a escoger los caballos que les daría el señor,
acompañado de Elheim; mientras que Obadiah regresó sus
pasos hacía el señor
-Gentil hombre, disculpe que lo moleste con lo siguiente, mi
compañero no lo sabe, pero nuestro viaje durará mucho más
de lo que él cree, yo volveré por mi caballo en unos siete
años, pero mi amigo…el tardará once años en hacerlo…por
favor, cuide de ellos, y cuéntele a todos sus hijos que esos
caballos no son suyos, sino del Cuidador de Sur.

Cuando el hombre escuchó las palabras de Obadiah


quedó perplejo
-Gaal…es ¿el Cuidador de sur?
-Así es, pero usted no comente nada de lo que le he dicho a
él, hágalo con quien quiera, pero no lo haga con él.

Gaal y Obadiah salieron de Ecbatana en rumbo a Partia,


en donde hallaron reposo por el tiempo debido, al fin del
mismo partieron a Oxo, en donde Gaal tuvo una gran
sorpresa, fue recibido nada mas y nada menos que por su
maestro: Shemuel.

Shemuel les dio la bienvenida a esa tranquila aldea en la


que él habitaba, quien escuchó todas las cosas que Gaal tenía
que contarle, pero la sorpresa de Gaal no fue solamente haber
hallado a Shemuel, sino también que éste fuera un gran
amigo de Obadiah, quien le informó que se conocían desde
hacía unos diecisiete años, es decir, antes de que Obadiah
llegara a Sur. Pasaron alrededor de treinta días juntos en
aquella aldea, en donde Shemuel ya había logrado capturar el
corazón de una simpática dama, pero que debería de esperar
un buen tiempo hasta que también capturara su cuerpo.

Obadiah informó a Shemuel el verdadero motivo de su


arribo a Oxo, pues ciertamente el fin primordial de su viaje
era la venganza de Gaal, pero no era el único, sino que
Obadiah se encontraba preparando las circunstancias
adecuadas para los hechos que se suscitarían en un futuro

65
Koyebhuk.
El camino de Gaal
muy lejano. Shemuel, comprendiendo lo informado, los
presentó ante el Jefe de aquella Ciudad, quien recibió con
gran asombro las noticias que aquellos dos hombres traían. El
Jefe de la Ciudad los proveyó de todo lo que necesitaban, he
hizo algo más, ordenó a uno de sus mejores guerreros a
acompañarlos, con el objeto de cumplir la venganza que Gaal
pretendía hacer.

La pequeña pareja salió de aquella ciudad ya no más


como pareja, sino como cuarteto, pues además del guerrero
que el Jefe les había suplido, contaron también con la vital
compañía de Shemuel, con quien acabarían ese viaje con los
resultados esperados, al menos teleológicamente.

El pequeño grupo llegó de regreso a Ecbatana, en donde


pudo comprender el padre de Elheim el motivo por el cual le
habían pedido cuatro caballos; quien sin dudar nada, les
entregó los otros dos que hacían falta. El grupo salió de
Ecbatana en línea directa hacía Lidia, en donde tomarían
embarcación que los llevara Tracia. Cuando se encontraban a
medio camino de Lidia, cerca de Damasco, Obadiah le indicó
al guerrero que los acompañaba que sería él quien debería de
ir hacia Ore, y entregar una carta a la Dama de la Ciudad;
carta que era vital para el cumplimiento del plan trazado por
ambos hacía ya varios años atrás, de modo que el guerrero
los dejó, y el grupo se redujo a solamente una tripleta de
cabalgantes.

Una vez ya en Lidia, el trío entregó las cartas pertinentes


al Cuidador de esa Noble Ciudad, quien conocía de manera
directa a Malkawi, por lo cual asistió al grupo en todo cuanto
ellos le solicitaron, incluso proveyéndoles embarcación. La
barcaza que el Cuidador de Lidia les entregó era su mejor
navío, y lo utilizaba para el transporte de tropas de un lado
del Mar Negro hacia el otro. Shemuel tomó el mando de la
embarcación, la que únicamente transportaba a la tripleta de
asaltantes, sus armas, provisiones alimenticias y caballos; no
obstante todos querían regresar a Lidia y contar la historia de

66
Koyebhuk.
El camino de Gaal
su travesía, Gaal tenía un mal presentimiento: El no
terminaría esa batalla, y si lo hacia, no sería el mismo.

La noche del día cuatrocientos setenta y seis de la


partida de Obadiah y Gaal de la Gran Ciudad de Ahwar fue en
la que finalmente arribaron a Tracia, habiéndose demorado
setenta y seis días más de lo previsto. En Tracia Gaal tenía un
solo objetivo: matar a Shaktar, responsable de la muerte de
su pequeña hija. El trío ingresó a la Ciudad de Tracia
manteniendo un perfil bajo, vigilando los movimientos de esa
Ciudad. Lograron ubicar una posada en la cual residir lo
siguientes siete días, durante los cuales rastrearían a Shaktar
y planearían su ataque final en contra suya.

El día cuatro de su estancia en Tracia, Gaal averiguó algo


que pondría en jaque su plan: Shaktar era el consejero del
Cuidador de la Ciudad. Cuando Gaal se enteró de ello, su
corazón se detuvo, ya no sabía que hacer, su puesto era alto,
tenía gente armada a su disposición y además, vivía en el
Castillo. Los ánimos de Gaal decayeron, sin embargo algo los
levantó.
-¿Qué te sucede Gaal? Preguntó Shemuel en la pequeña
habitación en la que residían
-Dolor…dolor y más dolor, eso me sucede, pero…esta noche
llegará a su fin.
-¿Qué haz dicho? Cuestionó consternado Shemuel
-Que hoy acabaré con mi dolor…con este dolor de haber visto
como mataban a mi pequeña…yo…!YO TE VENGARÉ!....
-Eso decían tus padres de ti Gaal, que tú vengarías tu Ciudad
y tu familia. Por eso te pusieron el nombre de Gaal, que
significa vengador, amigo mío, tu destino, tu fin, tu motivo de
vida es la venganza…y tu no podrás luchar contra ello. Dijo
pausadamente Obadiah
-Amigo, amigo, amigo; tu sabes bien que mi destino lo forjo
yo, y no mis padres ni nadie más, pero eso no lo pretendo
contrariar hoy, porque hoy sí soy un vengador, y verás como
lo soy de forma perfecta. Dijo Gaal amargamente.
-Gaal, yo fui tu maestro, y te digo que el trabajo no será
sencillo, el tiene casi trescientos hombres a su guarda, es

67
Koyebhuk.
El camino de Gaal
Consejero del Cuidador, y vive en el Castillo, amigo, no
podrás. Dijo Shemuel con preocupación
-Shemuel, tu eres mi maestro y conoces mis limites; pero lo
que no sabes es que cuando mataron a mi linda, esos limites
fueron rotos, a mí ya nada me detiene. Shaktar es Consejero
del Cuidador, pero yo era Cuidador; él tiene a trescientos
hombres a su cuidado, yo tenía todo el ejercito de la ciudad;
el vive en el castillo, pero yo era dueño de mi propio castillo;
si él se animó a matar mi familia ¿por qué no he de matarlo yo
a él?...haber…respóndanme, ¿por qué? !!!¿Por qué?!!!. Gritó
Gaal

Ya no se dijo más, estaba resuelto, esa noche los tres


hombres entrarían al Castillo de Tracia y eliminarían a
Shaktar.

Alrededor de la medianoche, los tres hombres salieron de


su morada, y sigilosamente se dirigieron al Castillo de Tracia,
logrando evadir a los guardias de la entrada, se colaron a la
parte superior del mismo, en donde generalmente se
encuentran las habitaciones principales. Cuando entraron a la
habitación principal para capturar al Cuidador de la Ciudad, se
hallaron con que él no se encontraba en la Ciudad, pues había
salido de viaje esa misma tarde hacía el occidente por una
invitación realizada por el Jefe de Babel, por lo que tuvieron
que modificar sus planes; se dirigieron directamente hacia la
habitación de Shaktar, y cuando entraron lo hallaron acostado
solitariamente en su cama. Cuando Gaal lo vio durmiendo con
tranquilidad, le entró un enojo inimaginable
-¡Levántate maldito! Grito con ira Gaal, sacando sus dos
espadas y colocándolas directamente sobre el cuello del
adormitado Shaktar.
-¿Tú quién eres? Preguntó con duda Shaktar
-Soy Gaal, y he venido a ajusticiarte, así que levántate,
¡ahora!
-Mmmm…ya te recuerdo, eras el imbécil que supuestamente
cuidaba Sur…je…jeje…JAJAJAJAJ…eras la promesa de
Malkawi…ella creyó que tu serías quien los guiaría a la victoria
final…pero logré probar que no debió confiar en ti, sino en mí,

68
Koyebhuk.
El camino de Gaal
porque yo soy más astuto…tu solamente eres un ¡imbécil
Gaal!
-Eres el mismo idiota que conocí hace mucho tiempo…tu
nunca…ni en tu mejor tiempo, fuiste mejor que Gaal… ¿y por
enojos contra Malkawi le has matado a su familia? De verdad
que ella no estaba equivocada contigo…tu muerte sí es
necesaria, pero no seré yo quien te la de. Dijo Shemuel
-Ni seré yo, aseguró Obadiah
-Seré yo quien te dará la ansiada muerte, dijo Gaal
airosamente
-No…tampoco serás tu. Dijo Obadiah

Justamente cuando Obadiah acabó sus palabras, se


escucharon grandes ruidos en las afueras del Castillo, ruidos
de hombres corriendo, dirigiéndose para adentro del mismo, y
para las puertas frontales; parecía como que alguien quería
invadir el Castillo, o como que el invasor ya estaba dentro de
él
-Ya los han visto, y si me matas, al menos tendré la certeza
que mis guardias te matarán a ti, y a tu pareja de estúpidos
amigos. Mátame pues Gaal…MATAME…dijo entre carcajadas
Shaktar
-Ya te he dicho que no lo hará Gaal, refirió Obadiah
-Obadiah, sí lo haré yo, es mi pelea, es mi venganza, es mi
sangre por derramar
-No Gaal, porque no es tu error, es el error de alguien más,
pronunció Shemuel

En las afueras del Castillo el bullicio calló, el ruido ya no


era de guerra, sino de asombro. Varios guardias irrumpieron
de forma violenta en la recámara de Shaktar, y se
sorprendieron al verlo capturado por una tripleta de hombres
armados.
-Señor, ¿qué es lo que sucede? Preguntaron los guardias
-Me atacan, mátenlos, es una orden, háganlo, AHORA, gritó
desesperadamente Shaktar
-No señor, no haremos eso, pues no hemos venido a cuidarlo,
sino a entregarlo a quien lo pide allá abajo. Comentó uno de
los guardias

69
Koyebhuk.
El camino de Gaal
-¿qué has dicho?
-Que me han ordenado que te entregue a quienes nos atacan
-¿Quién te ha ordenado eso? Preguntó con miedo Shaktar
-Mejor será que venga usted a verlo
-¿Qué sucede Obadiah? Preguntó con gran consternación Gaal
-Lo que debía suceder…no serás tu quien se vengue, será
alguien más, y esa persona ya está acá. Así que bajemos a la
entrada del castillo, y llevemos a este hombre ante su
justiciero.

Gaal no entendía nada de lo que sucedía, dentro de sí la


ira lo abordaba, pero lo hacía mas fuertemente la duda,
“quién podrá querer matarlo también;… pero debo ser yo
quien lo mate, nadie más hará esto que yo, ese es mi destino,
y para eso he venido hasta acá, a vengarte linda…a
vengarte”, esos eran los pensamientos de Gaal, quien
caminaba de forma autómata hacía donde sus dos amigos lo
guiaban, junto a aquel personaje que tanto dolor le había
traído.

Al llegar a la entrada del Castillo, Gaal pudo apreciar


varias cosas, una de ellas era a aquel guerrero que los había
acompañado desde Oxo, y que se había separado de ellos
cerca de Damasco para llevar noticias a Ore; otra cosa que
pudo percibir Gaal era que los guardias no habían sido del
todo honestos, ellos se encontraban luchando contra un
pequeño grupo; lo que lo trajo a la cruda realidad: Shemuel,
Obadiah, el guardia y él, eran prisioneros. En el momento en
que abrieron las puertas del Castillo su suerte fue echada,
pues los esperaban una centena de hombres con espadas,
quienes los despojaron de sus armas y los arrodillaron,
otorgando a Shaktar la misma espada que había sido quitada
a Gaal
-Me hubieras dejado matarlo allá arriba, le recriminó Gaal a
Obadiah
-Esto no será como tu lo crees. Murmuró Obadiah

Mientras los cuatro hombres se encontraban esperando


su ejecución, la pelea delante de ellos se agudizaba, hasta

70
Koyebhuk.
El camino de Gaal
que fue escuchado en el cielo una voz que los envolvió a
todos, e hizo temblar los cimientos mismos del Castillo; la voz
era fuerte, portentosa, pero a la vez era dulce.

¡Malkawi Ore! Decía la voz.

En el momento en que los guardias escucharon esa voz,


soltaron sus armas y se rindieron, pues entendieron
claramente qué era lo que ello significaba: oponer resistencia
era inútil. Conforme pasaba el tiempo, la voz se agudizaba
más, se escuchaba mas fuerte y más cerca, de manera tal
que los hombres entraron en pánico, y muchos de ellos
huyeron del lugar. Mientras los guardias perdían valor, el
cuarteto de prisioneros lo ganaba, de manera que cuando fue
el momento se pusieron de pies, recobraron sus espadas, y
recibieron a quien venía.

-Señora mía, es un gran placer tenerla con nosotros. Dijo


alegremente Obadiah
-Obadiah, cuantas ganas tenía de verte, ya han pasado
dieciséis años desde que no te veo, pero todo ha ido como me
lo habías dicho. Dijo Malkawi
-Malkawi, que gusto verla, dijo nerviosamente Shemuel
-Oye, ¿y tu qué haces acá Shemuel? Je…je…tu siempre me
has sorprendido, y seguramente lo seguirás haciendo.
Respondió Malkawi, quien iba acompañada de treinta y tres
hombres, quienes llevaban prisionero al Cuidador de Tracia.

-Dama, disculpe mi atrevimiento…decía Gaal


-Gaal, Gaal, Gaal, nunca te había visto; sin embargo tengo
certeza de conocerte, sé lo que sientes, sé lo que piensas, y
sé lo que crees que harás; pero déjame decirte algo: no lo
harás. Obadiah conoce lo que sucederá, pero tu siempre te
has negado a ello, siempre has considerado que no tienes un
destino trazado…Gaal, tu eres por esencia un vengador, el día
que naciste la luna lloraba tristeza por tu pueblo, por eso
estaba gris; el día que tu hija fue asesinada también lloró
igual; tu destino está trazado, aunque no lo quieras creer, y
después de tu vida; cuando todo esté por acabar, te darás

71
Koyebhuk.
El camino de Gaal
cuenta que eso es así, aunque vivirás negándolo. Yo te escogí
a ti para hacer algo que yo no podré hacer, y no me
arrepiento, al contrario, lo ratifico en frente de quien se enojó
porque lo hice, enfrente de ese Shaktar. Cuando él se enteró
que te había escogido a ti, se envileció y busco tu mal, de tal
forma que mató a tu hija, pero no te preocupes, porque no fue
tu error, sino fue el mío, por lo que seré yo quien juzgará sus
actos. Además, las cosas no han pasado como tu lo crees, tu
familia no está del todo perdida, pues aún estás tu.

Gaal se hizo el fuerte por el mayor tiempo que pudo,


pero no fue por mucho, pues lágrimas empezaron a mojar sus
ojos.

-Shaktar ven a mí. Ordenó Malkawi

Shaktar tomó una de las espadas de los guardias y se


acercó a Malkawi, cuando Gaal observó lo que hizo Shaktar,
salió corriendo para defender a Malkawi; sin embargo no era
necesario, pues cuando Shaktar se acercó lo suficiente a ella,
ésta murmuró unas palabras que hicieron a Shaktar caer
arrodillado frente a ella, sin fuerzas, y con la cabeza baja. Los
guardias de Malkawi rodearon a Shaktar, y le presentaron a la
persona que ellos traían capturada, era el Cuidador de Tracia

-Shaktar, ¿sabes que hace acá el Cuidador de Tracia?


-No señora
-El también será juzgado hoy por dar protección a alguien tan
vil como tu, dijo Malkawi con desprecio. ¿Tienes argumentos
que te defiendan?
-No, solamente que espero que mueras lo más pronto posible,
tu y tus aliados, pero principalmente tu imbécil elegido. Dijo
con ira Shaktar
-Tu Herr, Cuidador de Tracia, has sido hallado culpable de
proteger a este hombre, por lo cual hoy te condeno a muerte.

En el momento en que Malkawi terminó su juicio sobre


Herr, uno de sus guardias le mató quitándole la cabeza.

72
Koyebhuk.
El camino de Gaal
-Tu Shaktar, has sido hallado culpable de traición y de
asesinato, Gaal no te perdona, y menos lo haré yo. Pero no te
preocupes por tu muerte, porque no te la dará un guardia, lo
haré yo misma, con mi propia espada. Gaal, mírame a los
ojos.

Gaal inmediatamente quitó su mirada de Shaktar y vio


los hermosos ojos de la Dama, y halló en ellos paz,
tranquilidad, serenidad, seguridad, calma, orden, equilibrio,
justicia; y simplemente suspiró y pudo llorar con tranquilidad

-Gaal, esto lo hago por ti, hoy, yo, la Dama de Ore, vengaré a
tu pequeña asesinada.

Malkawi tomó su espada, y la empuño en su mano,


dirigiéndola con fuerza en contra de la cabeza de Shaktar, la
que cayó disparada de su cuerpo en el momento, quitándole
de esa forma la vida a aquel vil hombre, y dándole paz a Gaal.
-Amigos, venid conmigo, que cenaremos en las afueras de
Tracia, ya he dejado ordenes que preparen banquete a
nuestra llegada.
-Gracias mi señora…gracias…pero yo,…
-Ya lo sé Gaal, tu debes irte, ¿verdad? Preguntó Malkawi
-Así es mi Dama, debo irme, le agradezco lo que ha hecho por
mí.
-No tengas pena Gaal, pero quiero que cuando regreses a Sur
cuides al que halles en tu puesto, pues nos será útil. Ordenó
Malkawi
-Dama, disculpe, ya usted lo ha dicho, yo no creo que mi
futuro esté predestinado, por eso no iré a Sur, iré a otro lugar,
a un lugar que nadie conozca y donde nadie me conozca, así
que le agradezco el favor, pero igualmente me despido de
usted. Dijo tranquilamente Gaal
-Gaal, tu eres el escogido, y eventualmente regresarás a Sur,
solo te pido que recuerdes lo que te he dicho. Suplicó Malkawi
-Ciertamente recordaré cada palabra que usted ha dicho el
día hoy, pero no espere con mi regreso a Sur…Obadiah,
¿vienes conmigo? Preguntó Gaal, pidiendo al Creador que su
respuesta fuera negativa

73
Koyebhuk.
El camino de Gaal
-Sí. Pero será solamente hasta Lidia, allí esperaré a la Dama.
Respondió Obadiah
-Gaal, que el Creador vaya contigo, te veré algún día
nuevamente, y cuando estés por Oxo, no olvides buscarme,
¿de acuerdo? Preguntó Shemuel
-Lo haré maestro, lo haré. Fueron las últimas palabras que
Gaal dijo delante de Malkawi, volteándose y caminando
directo hacía el barco en el cual habían arribado a Tracia.

Dieciséis noches después, Gaal y Obadiah llegaron a


Lidia, en donde Gaal se despidió de Obadiah
-Amigo, que el Creador sea contigo, se despidió Obadiah
-Ya lo es, ya lo es…espero volver a verte
-Ciertamente lo harás Gaal, y verás lo muy útil que puedo ser.
Ten cuidado en el oriente, porque a donde vas, tendrás
problemas si no decides entre una de las tres…jeje…ya
entenderás a lo que me refiero…nos vemos Gaal, nos vemos.
Fueron las últimas palabras que Gaal escuchó de Obadiah en
mucho tiempo
-Nos vemos amigo…y…gracias…Suspiró Gaal mientras se
separaba de su amigo.

C
aminó Gaal por muchos días, demasiados tal vez, en busca de
soledad, en busca de paz; su ruta fue incierta la mayoría del
tiempo, tan incierta que andaba de ciudad en ciudad,
regresando a veces rápidamente, y otras, demasiado tarde.
Anduvo de norte a sur, de oriente a occidente, visitando todos
los pueblos que habían en su momento; sufriendo todos los
climas, desde los azotes más fuertes de calor de los desiertos
sur-orientales, hasta los fríos más brutales de las altas
montañas nor-orientales; hábil para la guerra como ninguno,
peleó todas las batallas de relevancia, habiendo obtenido la
74
Koyebhuk.
El camino de Gaal
victoria en la mayoría de ellas; sus experiencias no tienen
limite, y su sagacidad es incomparable, pero él nunca se
sobrevaloró.

El nombre de Gaal es conocido en la mayor parte de la


región de Ore, sin embargo, el mismo hombre es conocido a
lo largo de todas las ciudades de la Creación, tanto terrestres
como marítimas, por otro nombre, un nombre que le fue
puesto como señal de su destino, un nombre que busca negar
el designio trazado por sus padres cuando le impusieron la
venganza por nombre; que pretende contrariar las mismas
entrañas del futuro, y las más firmes convicciones de su mejor
amigo Obadiah; ese nombre le fue puesto por uno de los
tantos pueblos que visitó, en uno de los muchos en que
radicó.

Cuatro años habían pasado desde que Gaal se había


encontrado a Malkawi en aquella horrible situación; cuatro
años desde que su venganza había sido realizada; en que la
vida de tan despreciable hombre había sido quitada, y que la
paz había regresado a su corazón. Pero esa paz no fue
duradera, pues los recuerdos de su hija, sus padres y su
mujer, lo atormentaban de manera constante; definitivamente
su alma no estaba nada complacida con descansar, él
necesitaba luchar por el débil, defender lo indefendible; pero
a la vez necesitaba ser defendido de sus más grandes
temores: volverse un vengador. Gaal tenía cuarenta y seis
años cuando la muerte de su pequeña fue vengada por medio
del arrebato la vida de Shaktar, ahora, a sus cincuenta años,
se encontraba caminando de forma incierta.

Gaal caminaba hacía el nor-oriente, acaba de dejar la


Ciudad de Ecbatana, en donde vivió por un tiempo con el
señor de los caballos, y con sus hijos, Elheim entre ellos;
cuando se marchó de ese lugar no se llevó sus caballos, se los
dejo para que los cuidara por más tiempo; sin embargo, se
despidió de aquella familia de forma tal, que supusieron que

75
Koyebhuk.
El camino de Gaal
nunca más lo volverían a ver; sus suposiciones fueron
incorrectas en parte, pues sí lo volvieron a ver, pero el señor
ya no vivía, solamente fue recibido por Elheim, pero eso fue
muchos años después. Por de pronto, Gaal se encontraba
cruzando las arenas desérticas de esa región, habiendo
pasado por Oxo solamente para dejar encargo a Shemuel, a
quien también dejó sin mayor aviso. Gaal caminó sin parar,
pasando por el Estrecho de Oxo logró atravesar las tierras que
eran por él conocidas. Al final del Estrecho de Oxo se
encuentra una de las cordilleras más duras de cruzar, en sus
puntos más altos, el hielo es insoportable, la nieve es pesada
y el sol poco puede calentar; un lugar inhóspito, inhabitable
para las personas, y fue precisamente ese el lugar que Gaal
buscó para cruzar. Nadie antes había tenido la gallardía, o
estupidez, de tratar de cruzar esa temible Cordillera de Ore
solitariamente, pero Gaal la tuvo.

Sesenta y seis días tardó Gaal en cruzar la Cordillera de


Ore, y cuando la hubo cruzado sus ojos se maravillaron. Era
otro mundo el que él podía ver, lugares que nadie le había
contado, gente que jamás pensó que existieran, y una historia
que él pudo forjarse, la que fue muy distinta a la que vivió en
la Región de Ore.

Gaal bajó de la Cordillera por sus boscosas faldas, las


que al final saludaban alegremente el desierto que se
explayaba ante ella. Gaal caminó sin rumbo fijo, siguiendo
únicamente su instinto. Su camino fue hacía el nor-oriente,
caminaba de día, y corría de noche, únicamente se detenía a
dormir un par de horas para no atrasar su vía. A los cincuenta
años de edad llegó a una tierra muy dura, muy calurosa, pero
muy amistosa, con gente cordial, con gente apreciable, y con
un corazón indomable. Gaal rápidamente se identificó con
ellos. La tribu era pequeña, tal vez estaba conformada por
unas trescientas personas, tal vez más, pero a él eso no le
importaba, lo que quería era la paz de vivir en grupo
nuevamente, ya no como líder, sino simplemente como un
campesino; pero en su mente nunca pasó lo que sucedería.

76
Koyebhuk.
El camino de Gaal

Una noche de tantas, en una de las acostumbradas


reuniones de cena que tenía ese pequeño grupo, el líder,
Serikbek, se dirigió a Gaal
-Amigo forastero, ¿qué es lo que realmente te ha traído a este
lugar?
-¿forastero me dices? Ya llevo dos años de vivir con ustedes,
¿y todavía me dices forastero? Refunfuñó con enojo Gaal
-Así es amigo, forastero te digo, y lo reitero, eres un forastero
-¿Por qué dices eso?
-Porque a pesar de que estas con nosotros físicamente, tu
corazón no lo está. ¿Me equivoco vengador? Preguntó
Serikbek con argucia
-¿p…po…por qué me dices así? Contrainterrogó con asombro
Gaal
-¿acaso no significa eso tu nombre amigo?
-S…í, pero tu… ¿cómo lo sabes?
-Amigo, yo sé muchas cosas, además, yo también he estado
del otro lado. Respondió Serikbek
-¿has estado en la Región de Ore?
-Así es, pero no me refería únicamente de ese lado, sino
también a ese lado de la conversación. Sabes, yo no siempre
fui el jefe de esta tribu, antes fui otra persona. Pero esa es
una historia que ni mis días restantes alcanzarían para
contártela, solamente te digo lo siguiente: tu no eres de acá,
ni serás siempre de acá; y tu lo sabes. Ahora respóndeme
sinceramente ¿Qué haces acá?
-Yo…busco paz. Gaal suspiró…hhhhhhhh… y no la logró
encontrar
-Amigo, tu tienes un destino que cumplir, y puedo ver que
huyes de él. Tu realmente no quieres ser un vengador, pero
lamento informarte que tienes solamente dos opciones: o
seguir tu destino, o lucha contra él. ¿qué quieres?
-No lo sé, yo no quiero el futuro trazado por mis padres, pero
todas las cosas solamente me llevan a la venganza…yo solo
quiero ser yo…pero…parece que no podré… ¿y tú Serikbek,
qué es lo que quieres de mi?
-Eres sabio Gaal, ¿lo sabes?... Sí quiero algo de ti, pero no te
lo diré solamente yo, sino que lo haremos todas las Juzes.

77
Koyebhuk.
El camino de Gaal
-¿Qué son las juzes?
-Esta no es una tribu normal amigo, esta tribu pertenece a
una horda mayor, llamada juz…nosotros somos la Kisi Juz,
somos la juz mas pequeña, las otras juzes son la Ul juz que es
la más grande, y la Orta juz que es la mediana. Las tres juntas
somos el Pueblo de las Juzes. Nosotros, como Pueblo de las
Juzes estamos en riesgo de guerra, pues nos ha sido dada
noticia de nuestros amigos del occidente, indicándonos que se
nos avecinan problemas.
-¿y crees que yo podré hacer algo?
-No creo que tu podrás hacer algo…eso es un hecho, tu Gaal,
eras el Cuidador de la Gran Ciudad de Sur, ciertamente tu
harás algo.
-No Serikbek, no quiero luchar más
-No es lo que tu decidas, sino lo que debe suceder. Y esa
batalla vendrá, y tu nos ayudarás aunque no te guste, pues si
decides marcharte de acá, tu corazón nunca será realmente
sano.
-De acuerdo, lucharé con ustedes, pero luego me iré. Aseveró
Gaal
-No te iras de nosotros inmediatamente, tu vivirás con
nosotros otros dos años más, eso será así.
- ¿Por qué tienes tanta seguridad en lo que dices? Preguntó
molesto Gaal
-Porque yo veo lo que pasará, y veo que tú serás otra persona
cuando te vayas de nosotros, tanto así que tu nombre
cambiará. De modo que solamente obedece mis palabras…
aunque ya sé que serán las últimas que atenderás en lo que
te resta de vida.

Aquella noche no se dijo más. Aunque Gaal ya había


dispuesto en su corazón marcharse de esa región una vez
dejara de serles útil.

Dos semanas después, las tres juzes se reunieron,


presentando a Gaal como uno de sus nuevos líderes de
batalla; batalla que llegó a ellos casi tres meses después de la
reunión. En esa batalla el Pueblo de las Juzes salió triunfante,
pero sus repercusiones fueron muchas, casi la totalidad de la

78
Koyebhuk.
El camino de Gaal
Kisi Juz había sido destruida, la Kisi juz tenía casi doce mil
personas, divididas entre once tribus, siendo la más pequeña
la tribu de Serikbek, y fue precisamente la que más afectada
quedó. De las trescientas personas que la conformaban,
únicamente sesenta y uno quedaron con vida, contando entre
ellas a Gaal. El corazón de Gaal no tuvo las fuerzas suficientes
para dejar esa región por aproximadamente dos años, el
mismo tiempo que Serikbek le había dicho que serían. Cuando
la tribu se encontraba nuevamente en auge, al menos
económicamente, Gaal dispuso su partida.

-Serikbek, me marcho…dijo Gaal con tono suave al viejo líder


de la tribu, quien se encontraba en su lecho de muerte.

“Amigo…te vas…pero no te vas como viniste…ahora ya


no eres un vengador…y tampoco un forastero…ahora ten
seguro que tienes un hogar más…esta tierra nunca olvidará
tus esfuerzos, ni la sangre que vertiste en aquella gran
batalla; esta región no había tenido, ni tendrá en buen
tiempo, una guerra tan abrumadora como esta, y gracias a
tus heroicas acciones la logramos ganar…tu diste muerte a
los líderes de los invasores, y con eso diste vida a este Pueblo
de las Juzes…por lo tanto hoy, yo, Serikbek Lider por
Ancianato, y Visionario de la Kisi Juz te cambió tu nombre, ya
no serás más Gaal, ahora serás conocido en esta región y en
toda la Creación como Koyebhuk…como un nómada. Ya no
tienes destino…tu trazas el tuyo…ya nadie te dirá que hacer…
tu lo decidirás, pero ten siempre en mente que en tu región,
en tu Ciudad, siempre serás Gaal. Ahora yo te ordeno, ve por
todos los lugares que gustes, pero siempre se fiel a tu
voluntad, ve con paz mi amigo nómada…mi amigo
Koyebhuk.”

En ese momento el camino de Gaal llegó a su fin, y en


donde acabó el suyo, inició el de Koyebhuk.

79
Koyebhuk.
El camino de Gaal
Aquella misma noche un hombre salió caminando de esa
tribu, físicamente era el mismo que había entrado hacía
cuatro años, pero ahora, a sus cincuenta y cuatro años de
edad, era otro hombre; entró un vengador, salió un nómada;
entró Gaal, y salió Koyebhuk.

Koyebhuk recorrió todas las regiones, vio lugares que


nunca nadie percibió, estuvo en donde nadie más lo hizo, en
la soledad encontró la paz que deseaba tan ansiosamente; en
reiteradas ocasiones regreso a la Región de Ore, en donde
siempre era recibido como Gaal, y no como Koyebhuk, pero él
pudo comprender que en su mente y corazón el siempre
había sido un nómada, un koyebhuk. Las Cordilleras de Ore se
convirtieron en lo más común de su vida, cruzándolas con
frecuencia, ya fuera para llegar a otro destino, o para
descansar en ellas. Las batallas, guerras y sendas que
Koyebhuk recorrió son innominadas, pero se sintetizan
correctamente en las Summas de un Mundo Inhóspito.

A los ciento treinta años de edad, Koyebhuk se


encontraba en la Región de Ore, en donde era conocido como
Gaal; su camino lo había llevado a los desiertos entre Nefud y
la Ciudad de Ore, su dirección era precisamente hacía esta
última; cuando de pronto, parado sobre un montículo de
arena, pudo ver un pequeño grupo de cuatro personas, tres
hombres y una preciosa dama, dos de ellos sepultaban a un
hombre, mientras el otro cuidaba el sector, y la dama
preparaba algo de comer. Gaal creyó reconocer a uno de los
que estaban sepultando al hombre muerto, por lo que se
acercó un poco más, y cuando lo hizo reconoció de quien se
trataba, de manera que aceleró su paso.

Habrá sido por ventura o por la velocidad de los pasos de


Gaal, que el collar que había tomado de su pequeña niña el
día de su muerte y que cargaba puesto en su cuello desde
aquel día, se salió de su atuendo, por lo que la menguante luz
del sol reflejó de manera majestuosa la joya que tiene

80
Koyebhuk.
El camino de Gaal
incrustado dicho collar. Cuando Gaal vio eso, se detuvo sobre
el montículo de arena, tomó el collar y lo alzó con su mano
izquierda a efecto de que el reflejo fuera más fuerte, y
ciertamente lo fue, de tal manera que su presencia ya no era
desapercibida por el pequeño grupo que se encontraba frente
a él.

“ Es…Obadiah…”murmuró Gaal con alegría.

81

También podría gustarte