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Abrió los ojos

Entre la pesadumbre de parpados pesados y la oscuridad se fue de apoco haciéndose


conciente la evocación de deseo que la había despertado.
Liz se dio cuenta que estaba tendida y desnuda en una cama de sabanas suaves y que
muy cerca de su tacto estaba el cuerpo tibio y sereno que la acompañaba.
Tendida sobre su vientre, disfruto el nacimiento de esas sensaciones que ponen los
nervios a flor de piel.
La espalda sensible al contacto de la sabana y con una carga de antigüedad poderosa.
Hace mucho que no…
Pensó mientras se colocaba de lado.
Estaba decidiendo si satisfacerse o dejar las cosas en el estado de quietud. El frío que
despertaba en ella destaparse no le causaba mayor gracia.
Pero el impulso se iba acumulando y ya no podía conciliar un sueño pacifico. Se
inundaba de imágenes liquidas.
Cada vez era más apremiante.
Lo sentía en todo su cuerpo en especial, en la región pélvica.
No pudo más y
Una vez satisfecha
Exhaló un suspiro largo y profundo
Cabalazas que delicia es orinar.

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