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El ensayo de Poe invita a reflexionar: Con una brillante teoría del cuento corto, cuya
modernidad queda fuera de duda, ¿pudo Poe haberse equivocado en su gusto sobre
decoración de interiores? Imposible, pues en materia de gustos, “error” no es una
categoría sobre la cual se puedan emitir juicios, sino solo expresar meras opiniones. No
debemos olvidar que la habitación ideal de Poe no puede ser separada de sus escritos.
La decoración que Poe propone está pensada para provocar el mismo efecto que tan
brillantemente produce en sus cuentos, y esa ha de ser la única razón de su desprecio
hacia el vidrio.
Para los que adoran a Poe y les gusta el vidrio, no deben aquejarse por estar cayendo en
una contradicción. En primer lugar debemos aclarar que la “Filosofía del Mobiliario” de
Poe debe ser leída como una filosofía de su escritura: el vidrio y los espejos son vistos
como meros reflectores, objetos que aluden al realismo o la mimesis en literatura. La
lámpara, por el contrario, es asociada a otro tipo de literatura, la Romántica. La lámpara
emite una luz que está cubierta por sombras –por zonas oscuras- y jamás ilumina
completamente, la ambigüedad es una de las consecuencias. En segundo lugar, la
habitación ideal de Poe está diseñada para conducirnos hacia otra realidad en la cual la
fantasía y lo fantástico –así cómo lo gótico, para ser exactos- es posible.
El vidrio resulta hoy, para nosotros, una necesidad; crea una ilusión y le brinda al
hombre moderno la luz y el espacio, además de cierta sensación de libertad, que tanto
anhela.