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ORDENAMIENTO JURÍDICO
Los hombres que viven en sociedad no sólo están regidos, al realizar sus actos, por normas
jurídicas, sino también por otras de muy diferente clase: morales, religiosas, de uso social,
etc. Sin embargo, las normas jurídicas presentan ciertos rasgos particulares que las
distinguen claramente de todas las demás. Son:
FINALIDAD
IMPERATIVIDAD
BILATERALIDAD O ALTERIDAD
GENERALIDAD
ABSTRACTEZA
COERCIBILIDAD
a) FINALIDAD: El fin de las normas jurídicas es justamente mantener el orden y la paz social.
b) IMPERATIVIDAD: Las normas jurídicas son imperativas porque expresan una orden, un
mandato, y no un ruego, un consejo o sugerencia. Se dirigen a los miembros de la
comunidad, quienes están obligados a acatar el mandato, ya sea por la conveniencia de
hacerlo o por temor a las sanciones que, por lo general, trae la violación o incumplimiento de
la orden.
Si las normas jurídicas no fueran obligatorias y quedaran a merced de la sola voluntad de los
individuos, sobrevendría el caos y la anarquía.
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d) GENERALIDAD: La norma jurídica es general en el sentido que regula todos los casos que
encuadren en las hipótesis previstas en ella. De este modo, la norma no se dirige a casos
determinados sino a todos los que ocurran durante su vigencia, sin referirse específica o
nominativamente a alguno en particular.
La generalidad de las normas jurídicas responde al principio de igualdad ante la ley, pues la
regla es la misma para todos, sin favorecer o perjudicar determinadamente a nadie. La
generalidad evita la discriminación arbitraria.
¿Cómo se explican entonces las leyes que se refieren nominativamente a una persona, cosa
o relación? Ejemplos de esa leyes son las que reconocen a cierta persona años de servicios
prestados; las que otorgan o privan de la nacionalidad a un sujeto; las que, por gracia,
conceden a un individuo una pensión vitalicia. La explicación que suele darse a estas leyes es
que, en verdad, no constituyen normas jurídicas, sino actos administrativos emitidos por el
poder legislativo que revisten forma de ley, limitándose a constatar que la persona a que
aluden se encuentra en la situación prevista por determinada norma general. Así por
ejemplo, cuando a un extranjero se le concede por gracia la nacionalidad chilena, no se hace
sino comprobar, por un acto administrativo dictado en forma de ley, que dicho extranjero
cumple con las condiciones que establece la norma general donde se establece el citado
beneficio honorífico.
e) ABSTRACTEZA: Por lo mismo de ser generales, las normas jurídicas son abstractas, es
decir, no prevén casos concretos, sino situaciones-tipo. Así, no dicen las normas que si Pedro
no paga su deuda a Juan deberá indemnizarle los perjuicios, sino que si un deudor no cumple
exacta y oportunamente su obligación, se verá en la necesidad de indemnizar los daños que
de ello se sigan al acreedor.
f) COERCIBILIDAD: Para que los fines del Derecho se alcancen es indispensable que el
mandato de sus normas sea respetado a todo trance, quiéranlo o no los obligados. En este
aspecto, las normas jurídicas son coercibles en el sentido que admiten la posibilidad de
cumplimiento forzoso cuando es necesario y factible. Tal posibilidad no se da en otro tipo de
normas, tales como las morales, cuyo cumplimiento depende sólo de la conciencia o voluntad
del sujeto.
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1. LA PENA
La más grave. Consiste en la pérdida o menoscabo de derechos personales que el Estado
causa al sujeto que ha violado un deber jurídico, y se traduce concretamente en la supresión
de la libertad por un mayor o menor tiempo (reclusión en establecimientos penitenciarios);
en la restricción del derecho de residir donde le plazca (extrañamiento, relegación), o en la
privación de bienes patrimoniales (multa, comiso).
2. LA EJECUCIÓN FORZADA
Consiste esta sanción, cuando es posible y necesario, en el empleo de medios compulsivos
contra el incumplidor de la norma para lograr el mismo resultado que se habría obtenido si él
la hubiera cumplido espontáneamente. Por ejemplo, si el deudor no paga su obligación,
puede el acreedor, si concurren ciertos requisitos o condiciones, embargarle uno o más
bienes, y hacerlos vender luego en pública subasta para, con el precio logrado, satisfacer su
crédito.
3. INDEMNIZACIÓN
Es la compensación o resarcimiento con el cual se repara un daño causado a otro. Por
ejemplo, el que hirió intencionalmente o por imprudencia a una persona deberá pagarle los
gastos de curación, las sumas de dinero que dejó de ganar en su actividad mientras de
recuperaba, el daño moral, esto es, los dolores físicos y las aflicciones espirituales sufridos
con motivo de las heridas, etc.
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5. INOPONIBILIDAD
Hay inoponibilidad cuando, frente a un tercero, no pueden hacerse valer, es decir, oponerse,
ya sea los efectos de un acto jurídico, o la nulidad u otra causal de terminación anormal del
mismo. Por ejemplo, en nuestra legislación la venta de cosa ajena es válida, sin perjuicio de
los derechos del dueño de la cosa vendida, mientras no se extingan por el lapso de tiempo
(art. 1815 del CC). En este caso, evidentemente, el dueño, que no intervino en el contrato de
compraventa, es un tercero, un extraño en este contrato y, por lo tanto, los efectos del
mismo no lo obligan, y si el comprador se presenta a reclamarle la entrega de la cosa, se la
negará aduciendo que el contrato que celebró con el vendedor es ineficaz, es inoponible
respecto de él.
Otro ejemplo. Supóngase que entre dos personas se forme una sociedad y que antes de ser
declarada nula por algún vicio en su constitución, funcione de hecho y realice diversas
operaciones. Una vez declarada nula, los terceros de buena fe, es decir, los terceros que la
creyeron válida, pueden entablar contra todos y cada uno de los asociados las acciones que
les corresponda para reclamar los derechos que emanen de los contratos que hubieren
celebrado con dicha sociedad, sin que los asociados, para eludir su responsabilidad, puedan
alegar la nulidad del contrato social, pues ella no perjudica a los terceros de buena fe, o sea,
frente a éstos la nulidad es inoponible.
Esta clasificación se efectúa según puedan o no las normas ser sustituidas o modificadas por
las partes de una relación.
Las normas de orden público, son aquellas a las cuales los sujetos, en sus relaciones, deben
ceñirse o ajustarse ineludiblemente, no pudiendo modificarlas ni sustituirlas por otras de su
creación. Estas normas envuelven un predominante interés colectivo, y por tanto, es lógico
que no puedan alterarse por la voluntad de las partes. Ejemplos típicos de estas normas son
las que establecen solemnidades para algunos actos, como la escritura pública en la
compraventa de bienes raíces; las que fijan la capacidad de las personas; la mayoría de las
normas de derecho de familia, etc.
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Las normas de orden privado son las que, en sus relaciones, las partes pueden modificar o
sustituir enteramente por otras elaboradas por ellas mismas.
En consecuencia, estas normas que envuelven un puro interés de los sujetos de la relación,
rigen cuando ellos no disponen otra cosa. Son, pues, supletorias de la voluntad de las partes.
Ejemplo de norma de orden privado es la que prescribe que los gastos que ocasiona el pago
de una obligación sean de cuenta del deudor, conforme lo indica el art. 1571 del CC; pero las
partes, como no hay comprometido ningún interés social o de terceros, pueden dejar de lado
esa regla y acordar que dichos gastos sean solventados por el acreedor o a medias.
Por lo anterior, suele decirse que las normas de orden público son irrenunciables o
inderogables por las partes y las de orden privado renunciables o derogables por aquellas,
aunque no se está tomando aquí el sentido técnico o legal que tiene propiamente la palabra
derogación, sino sólo dar a entender que las partes, para su relación, descartan la aplicación
de la respectiva norma.
Normas de derecho común son las dictadas para la totalidad de las personas, la totalidad de
las cosas o la totalidad de las relaciones jurídicas. Normas de derecho especial son las
dictadas para una determinada clase de personas, cosas o relaciones jurídicas, en razón de
ofrecer esa determinada clase particularidades que exigen apartarla de la regla general de las
normas comunes, pero, en todo caso, no se oponen a éstas.
Como no hay contraposición sino una simple matización o adecuación, las normas de derecho
común suplen los vacíos de las de derecho especial. El Código de Comercio, por ejemplo, es
frente al Civil un derecho especial, y de ahí que los casos no resueltos específicamente por el
Código de Comercio se rigen por las normas del Código Civil (C. de Com., art. 2º).
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Por otra parte, las normas especiales se aplican con preferencia a las comunes. Nuestro
Código Civil, refiriéndose a normas contenidas en cuerpos legales distintos, expresa: “Las
disposiciones contenidas en los Códigos de Comercio, de Minería, del Ejército y Armada y
demás especiales, se aplicarán con preferencia a las de este Código” (art. 4). Y, aludiendo a
las distintas clases de normas contenidas en un mismo cuerpo legal, dice: “Las disposiciones
de una ley, relativas a cosas o negocios particulares, prevalecerán sobre las disposiciones
generales de la misma ley cuando entre las unas y las otras hubiere oposición (art. 13).
Normas regulares (o normales) son las que aplican de un modo u otro los principios
generales de una rama del derecho o de una institución jurídica; y normas excepcionales son
las que se inspiran en principios contrapuestos a aquéllos, respecto de los cuales constituyen
excepciones.
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Esta clasificación se efectúa según la clase de mandato que contengan las normas.
Normas imperativas (o preceptivas) son las que mandan hacer algo, imponen una acción u
ordenan el cumplimiento de ciertos requisitos o formalidades. Por ejemplo, las que ordenan
pagar impuestos o prestar el servicio militar.
Prohibitivas son las normas que mandan no hacer algo, o sea, las que imponen una
abstención u omisión, como la ley que prohíbe celebrar el contrato de compraventa entre
cónyuges no separados judicialmente.
Permisivas, son las normas que permiten hacer o no hacer algo. Ejemplo de un permiso de
acción es la norma del art. 1117 del CC, que deja al legatario la elección, a su arbitrio, de la
cosa legada. En este caso, el deudor del legado está sometido al imperativo de dejar elegir la
cosa al legatario. Ejemplos de permiso de omisión son los de la Ley de Tránsito que autorizan
a los vehículos de emergencia para omitir ciertas normas del tránsito, cuando se dirigen a
cumplir sus urgentes funciones.
Normas interpretativas o explicativas son las que fijan el sentido, extensión o contenido de
otras normas, o sirven de regla para su interpretación o la de los actos jurídicos.
Nuestro Código Civil dedica un párrafo completo a la interpretación de la ley (párrafo 4º del
Título preliminar, arts. 19 al 24), donde se establecen varias normas interpretativas en
general; sin perjuicio de que en su cuerpo se encuentren esparcidas varias otras, como por
ejemplo el art. 574. Respecto de normas de interpretación de los actos jurídicos, hay un título
relativo a la interpretación de los contratos (arts. 1560 a 1566).
Normas supletivas o integradoras son las que suplen los vacíos del contenido de las
declaraciones de voluntad de los autores o de las partes de un acto jurídico. Ejemplo: si en
un contrato no se establece de qué diligencia o culpa debe responder el deudor, hay una
norma que se encarga de llenar dicho vacío en este caso, como lo es el art. 1547 inc. 1º).
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Se llaman normas reguladoras las que reglan en forma directa una relación jurídica, y
normas de aplicación o de reenvío las que para los casos que ellas contemplan no establecen
regulación, sino que disponen que ésta ha de ser la que para casos distintos contemplan
otras normas. Por ejemplo, la permuta carece de normas reguladoras propias, pues el CC
ordena aplicar a ella las normas que regulan la compraventa. El artículo que así lo establece,
el 1900, es la norma de aplicación o de reenvío; los artículos que establecen las normas
sobre la compraventa, a los cuales se hace remisión, son las normas reguladoras.
Las normas transitorias son las que tienen duración puramente temporal.
Según que las normas, al crearse, se formulen por escrito o no, se dividen en de derecho
escrito y de derecho no escrito.
Nuestro Código Civil prescribe que “la costumbre no constituye derecho, sino en los casos en
que la ley se remite a ella (art. 2º).
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Las normas materiales o sustantivas son las que tienen una finalidad propia, fijando la regla
de conducta y las facultades y deberes de cada cual.
Normas adjetivas, sólo tienden a facilitar los medios para que se cumpla la regla establecida.
Ejemplo de normas sustantivas son las de derecho civil, y de normas adjetivas las de derecho
procesal.
NORMAS CONSTITUCIONALES
La Constitución Política del Estado es el conjunto de principios y normas o reglas
fundamentales de un Estado que fijan las atribuciones de los poderes legislativo, ejecutivo y
judicial; la competencia de los más altos órganos del estado; los derechos y deberes
esenciales de los individuos y las garantías que estos mismos tienen frente a los poderes
públicos.
Las normas constitucionales gozan de mayor estabilidad que cualesquiera otras, porque, para
ser modificadas, exigen condiciones más estrictas y un quórum más elevado (Constitución,
arts. 127 y siguientes).
Después de las leyes constitucionales viene una serie de leyes de jerarquía superior a las
ordinarias y que exigen trámites más complicados y quórum más elevados que estas últimas.
Son:
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Estas leyes tienen por objeto fijar la organización y el funcionamiento de los poderes
públicos, de ciertos servicios e instituciones del mismo carácter y regular otras materias
consideradas de capital importancia. La propia Constitución se encarga, en cada caso, de
declarar que se trata de una ley orgánica constitucional.
Como ejemplo de leyes orgánicas constitucionales se pueden citar las que versan sobre
organización y atribuciones de los tribunales de justicia (art. 77); organización básica de la
administración pública (art. 38); atribuciones de las municipalidades (art. 118 inc. 5º),
estados de excepción (art. 44), etc.
Ejemplos: las que se ocupan de las conductas terroristas y su penalidad (art. 9 inc. 2º); las
relativas a los abusos de publicidad (art. 19, nº 12 inc. 1º), etc.
El quórum tan elevado exigido para las leyes orgánicas constitucionales, interpretativas de los
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d) LEYES ORDINARIAS
Después de las leyes referidas precedentemente, vienen las leyes ordinarias, cuya
aprobación, modificación y derogación representan lo común en la materia.
Más adelante se verá que los cuerpos legales llamados decretos con fuerza de ley tienen
dentro de las materias que pueden regular, la misma jerarquía de las leyes a que
normalmente se sujetan estas materias.
Hay dos clases de reglamentos que puede dictar el Presidente de la República: los de
ejecución de una ley y los autónomos.
Los primeros son los que fijan las normas en detalle para la aplicación de las leyes a que se
refieren.
Los reglamentos autónomos son los que puede dictar el Presidente sobre cualquier materia
no entregada a la competencia de las leyes.
Sobre este punto, señalemos que son materia de las leyes las que taxativamente señala la
Constitución (art. 63); todas las demás pueden ser reguladas por el Presidente de la
República haciendo uso de su potestad reglamentaria (art. 32 nº 6).
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El Derecho (objetivo) es uno solo, pero, al igual que un árbol, presenta varias ramas. La gran
distinción que se efectúa en esta materia es la relativa al derecho público y privado, de donde
resultan las subdivisiones posteriores.
La distinción entre derecho público y privado se hace tomando los siguientes factores:
EL INTERÉS PREPONDERANTE QUE TUTELAN
LOS SUJETOS DE LAS RELACIONES
LA CALIDAD EN QUE ELLOS ACTÚAN
En el derecho privado se considera que las relaciones se establecen entre sujetos que
intervienen en un plano de igualdad y ninguno de ellos como entidad soberana. Si el Estado
expropia un terreno a un particular, actúa como poder político y la norma que rige este acto
es de derecho público; pero si el Estado compra o toma en arriendo una casa a un particular,
el derecho que disciplina la relación es el privado.
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Nótese que el hecho de que el Estado y los demás entes políticos actúen, a veces, como
poder público y otras como si fueran sujetos privados, no significa que tengan doble
personalidad, una de derecho público y otra de derecho privado, pues su personalidad, en
cualquiera órbita que actúen, es la de derecho público; sólo quiere decir que en un caso
obran con atributos de superioridad y en el otro no.
Ahora bien, según que las normas se refieran a la vida interna del Estado o a su vida externa,
el derecho público se divide en nacional o interno y derecho internacional o externo.
Derecho público nacional es el que organiza el poder público y regula las relaciones de los
particulares con dicho poder.
Derecho público internacional es el que rige las relaciones de los Estados entre sí, y es objeto
de estudio particular en la asignatura de Derecho Internacional Público.
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e) DERECHO LABORAL o del Trabajo es el conjunto de principios y normas que regulan las
relaciones de empresarios y trabajadores y de ambos con el Estado, a los efectos de la
protección y tutela del trabajo. Cabe agregar que hay un derecho procesal del trabajo que se
ocupa de los tribunales especiales del trabajo y de las causas o juicios laborales.
d) También forma parte del derecho privado el DERECHO DEL TRABAJO en cuanto regula las
relaciones entre los empresarios y los trabajadores.
OTRAS RAMAS DEL DERECHO: A través de los tiempos se han multiplicado las ramas
especiales del derecho. Por vía ilustrativa podemos mencionar algunas, como el derecho
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Civil es palabra que deriva del latín civilis, de civis: ciudadano. En consecuencia,
etimológicamente, derecho civil quiere decir derecho concerniente al ciudadano; traducido en
el lenguaje jurídico más exacto de hoy significa el derecho propio de los nacionales de un país
o Estado.
DEFINICIONES
Hoy el derecho civil puede definirse sintéticamente como el derecho privado común y
general; en forma descriptiva, como el conjunto de normas sobre la personalidad y las
relaciones patrimoniales y de familia.
CONTENIDO
El contenido de derecho civil lo forman las normas sobre las instituciones fundamentales que
se refieren a las personas, esto es, la personalidad, la familia y el patrimonio.
2) LAS NORMAS SOBRE LA FAMILIA rigen la organización de ésta y, dentro de ella, definen el
estado de cada uno de sus miembros: cónyuge, hijo, etc.
b) LOS DERECHOS DE OBLIGACIÓN, en virtud de los cuales una persona (acreedor) está
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facultada para exigir de otra (deudor) una prestación en interés de la primera. La prestación
se traduce en una acción positiva (dar, hacer) o en una abstención (no hacer). Hay, pues,
obligaciones de dar, de hacer y de no hacer. El estudio del derecho de obligaciones
comprende, por una parte, el de las obligaciones en sí mismas, y por otra, el de sus fuentes:
contratos, cuasicontratos, delitos, cuasidelitos y ley.
c) LOS DERECHOS DE SUCESIÓN POR CAUSA DE MUERTE, que regulan la transmisión de los
bienes o patrimonio de una persona por consecuencia de la muerte de ella.
De acuerdo a lo explicado hasta aquí, aparece claro que el derecho civil se ubica dentro de
las ramas del derecho privado. Es el derecho privado general y común.
Es general porque rige las relaciones jurídicas ordinarias más generales del ser humano en
cuanto tal, con prescindencia de cualquiera otra circunstancia (nacionalidad, profesión).
Es también común el derecho civil, porque todas las relaciones jurídicas privadas de los
hombres que no están reguladas por otra rama especial o autónoma del derecho, son regidas
por el derecho civil, y es común, asimismo, porque sus principios o normas generales suplen
los vacíos o lagunas de las demás especiales del derecho privado.
Estas últimas con respecto al derecho civil son especiales porque, en su ámbito respectivo,
derogan o modifican las normas civilistas. Pero cuando un derecho especial carece de
regulación propia sobre una materia o situación, mantiene su imperio general el derecho civil.
Así, por ejemplo, el Código especial llamado Código de Comercio declara que cuando sus
preceptos no resuelven especialmente un caso se apliquen las disposiciones del Código Civil
(art. 2º).
VASTO CONTENIDO
GENERALIDAD DE SU APLICACIÓN
TÉCNICA DE SUS PRINCIPIOS
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La importancia del Derecho Civil radica, en primer lugar, en su vasto contenido, porque a
pesar de los desmembramientos sufridos continúa siendo la disciplina mayor, pues abarca
todas las relaciones jurídicas no comprendidas en los ordenamientos especiales.
En tercer lugar, la importancia del Derecho Civil se revela en la técnica de sus principios,
afinada durante siglos; ella informa o sirve de pauta a la de los derechos especiales.
Por fuente del derecho se entiende toda constancia escrita o verbal que de cuenta de la
existencia de normas jurídicas.
Fuentes materiales son las manifestaciones escritas o verbales que no establecen normas
jurídicas sino que aportan elementos para el conocimiento de ellas, su interpretación y
aplicación. Son fuentes materiales de derecho la jurisprudencia y la doctrina de los autores
de obras jurídicas.
Son fuentes formales de nuestro Derecho Civil el Código Civil, las leyes complementarias, los
reglamentos de ciertas instituciones y la costumbre.
Por Código se entiende toda ordenación sistemática de normas legales relativas a una
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Desde 1810, año en que se constituyó la Primera Junta de Gobierno, comenzaron a dictarse
leyes patrias. Versaban, aparte de las relativas a la organización política y administrativa del
país, principalmente sobre materias de procedimiento judicial, como el decreto del año 1837
relativo a la manera de fundar las sentencias; el decreto ley del mismo año sobre implicancia
y recusación de los jueces; otro sobre el recurso de nulidad; enseguida uno relativo al juicio
ejecutivo.
Por lo que concierne al Código civil, la tarea comenzó a realizarse con la llegada a Chile, en
1829, del sabio venezolano don Andrés Bello López, que participó en toda la gestación de
este cuerpo legal. Los diversos proyectos fueron todos obra suya con algunas modificaciones
introducidas por la Comisión que los examinaba. A continuación enunciamos dichos
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proyectos.
PROYECTOS PARCIALES
Al principio hubo proyectos que no abarcaban todas las materias propias del Código Civil,
sino sólo algunas. Uno de ellos estaba consagrado a la sucesión por causa de muerte y el
otro a los contratos y obligaciones convencionales, ambos obra de don Andrés Bello. Se
crearon comisiones revisoras que después de alguna labor, se desintegraron y extinguieron.
Estos proyectos con las enmiendas correspondientes sugeridas por aquellas comisiones
fueron publicadas entre los años 1841 y 1845.
Don Andrés Bello continuó solitaria y silenciosamente la empresa de dar a Chile un Código
Civil. En 1852 presentó un proyecto de Código Civil completo.
La Comisión Revisora celebró más de 300 sesiones e introdujo numerosas innovaciones, gran
parte de ellas propuestas por el mismo Andrés Bello. La Comisión, sin embargo, no dejó acta
de sus sesiones, antecedentes que habrían sido de gran valor para interpretación de los
preceptos del Código.
PROYECTO INÉDITO
De la primera revisión de este Proyecto de 1853 por parte de la Comisión, con las
innovaciones introducidas, surge lo que se ha llamado el Proyecto Inédito, nombre que se le
dio por haberse mantenido sin imprimir hasta que en 1890 se incorporó en las Obras
Completas de Andrés Bello.
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PROYECTO DEFINITIVO
Un último aspecto a destacar dice relación con la persona misma de Andrés Bello, cuyos
méritos no sólo se reducen al campo jurídico, sino también en los de gramática, la filología, la
poesía, la crítica literaria, latinista, filosofía y ciencias naturales, habiéndose escrito cientos de
artículos sobre su personalidad y amplia obra.
Las fuentes de que se sirvió Bello para redactar el Código Civil son de dos clases: una de
legislaciones positivas y otra de carácter doctrinario producidas por autores de distintas
nacionalidades.
Fuentes de legislación positiva: el Derecho Romano, el Código Civil francés, ciertas leyes
españolas derivadas de las Siete Partidas, la Novísima Recopilación y el Fuero Real, los
Códigos de Luisiana, Austria, de Prusia, holandés y bávaro, entre otros.
La consulta de los Códigos mencionados se vio facilitada por una obra de A. Saint Joseph que
contiene los textos de todos ellos llamada Concordancias de entre el Código Civil francés y los
Códigos Civiles extranjeros.
A las fuentes de legislación positiva se unen otras doctrinarias, es decir, obras de autores de
distinta nacionalidad, entre las cuales se pueden mencionar las del alemán Savigny, las de los
comentaristas franceses de su Código Civil: Delvincourt, Rogron, Mourlon; las de algunos
juristas ingleses, muy pocos; las de varios españoles, como Gregorio López, Tapia, Molina,
Gómez y, muy especialmente, las de Florencio García Goyena. Respecto del libro de las
obligaciones y los contratos el autor de cabecera fue el gran jurisconsulto francés, Roberto
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José Pothier. Pero el principal modelo de nuestro Código Civil fue el francés de 1804.
ESTRUCTURA Y CONTENIDO: El Código Civil chileno comprende un título preliminar y cuatro
libros, seguidos del “título final”. Cada libro de divide en título y muchos de éstos en párrafos.
Por último, el Código se distribuye en artículos, desde el 1º al 2524, más el artículo final.
El libro I se titula “DE LAS PERSONAS”. Habla de las personas naturales en cuanto a su
nacionalidad y domicilio; del principio y fin de su existencia; del matrimonio; de la filiación;
de las pruebas del estado civil; de los alimentos; de las tutelas y curatelas; de las personas
jurídicas, etc.
El libro II se titula “DE LOS BIENES Y DE SU DOMINIO, POSESIÓN, USO Y GOCE”. Se ocupa
de las varias clases de bienes, del dominio o propiedad, de los diversos modos de adquirir
ésta, de la posesión de los bienes, de las limitaciones del dominio (propiedad fiduciaria,
derecho de usufructo, derechos de uso y habitación, las servidumbres prediales), la
reivindicación, y de las acciones posesorias.
El libro III se denomina “DE LA SUCESIÓN POR CAUSA DE MUERTE Y DE LAS DONACIONES
ENTRE VIVOS”. Trata de la sucesión intestada, o sea, señala quiénes heredan los bienes del
difunto cuando éste no ha hecho testamento, de los testamentos, de las asignaciones
testamentarias, de las asignaciones forzosas, de los ejecutores testamentarios, de la
partición o reparto de los bienes del difunto, del pago de las deudas hereditarias y
testamentarias, de las donaciones entre vivos.
El libro IV, titulado “DE LAS OBLIGACIONES EN GENERAL Y DE LOS CONTRATOS” habla de
las diferentes clases de obligaciones; del efecto de ellas; de los modos de extinguirlas (pago
efectivo, novación, remisión, etc.); de su prueba; de las convenciones matrimoniales y de la
sociedad conyugal; de las diversas clases de contratos (compraventa, arrendamiento,
sociedad, etc.); de los cuasicontratos; de los delitos y cuasidelitos civiles; de la fianza; de la
prenda; de la hipoteca; de la anticresis; de la transacción; de la prelación de créditos, y de la
prescripción.
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EL TÍTULO FINAL consta sólo del artículo último que se refiere a la observancia del Código.
PRINCIPIOS QUE INSPIRAN EL CÓDIGO CIVIL
Los principios fundamentales que inspiran el Código Civil chileno son los que muy
brevemente se enuncian a continuación.
4º La PROTECCIÓN DE LOS MÁS DÉBILES por su edad o salud mental, tomando medidas que
resguarden sus derechos.
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Nuestro Código Civil, si bien tuvo por principal modelo al Código Civil francés de 1804, no es
una copia de éste ni tampoco de los numerosos otros que le sirvieron de fuente en varias
disposiciones. En algunas ocasiones adoptó normas, en otras adaptó y en innumerables dio
soluciones propias e innovadoras. Resultado de todo esto es que el Código de Bello, en su
conjunto, tiene un apreciable sello de originalidad.
El método del Código Civil es ejemplar; las materias se encuentran distribuidas con gran
criterio lógico. Por lo que atañe al lenguaje es, en general, de gran pureza y claridad. Entre
las innovaciones del Código Civil chileno se cuenta el establecimiento del principio de igualdad
entre nacionales y extranjeros respecto de la adquisición y goce de los derechos civiles.
También el Código de Bello fue el primero en legislar de una manera completa y precisa sobre
las personas jurídicas.
En el campo del derecho internacional privado consignó principios que sólo mucho tiempo
después incorporaron a su seno leyes de otros países.
No llegó el Código Civil, como era deseable, a la secularización del matrimonio y la familia, es
decir, a sustituir al respecto las normas eclesiásticas por las civiles, lo cual sólo se logró a
través de leyes posteriores. El hecho de que el Código dejara la constitución de la familia y la
comprobación del estado civil a los cánones de la Iglesia Católica, se debió a una transacción
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VACÍOS Y DEFECTOS
Se indica como uno de los vacíos de nuestro Código Civil el no haberse ocupado de la
propiedad literaria dejando su regulación a una ley especial posterior (art. 584) En cuanto a
los defectos, se anotan algunas contradicciones; muy pocas, entre ciertos preceptos; en el
curso del estudio se explicarán.
Incurre también en algunos errores científicos, como el del artículo 76, que presume de
derecho, esto es, sin posibilidad de probar lo contrario, que “la concepción ha precedido al
nacimiento no menos de ciento ochenta días cabales, y no más de trescientos, contados
hacia atrás, desde la medianoche en que principia el día del nacimiento (art. 76). La ciencia
ha demostrado la variabilidad de estos plazos.
Otro yerro del Código es confundir la “enfermedad mental” con la “demencia” (arts. 456,
457, 1447, etc.). La primera expresión es genérica y abarca la totalidad de los trastornos
mentales, cualquiera que sea su intensidad o su carácter, hallándose por consiguiente,
comprendida dentro de sus límites la demencia. El Código que nos rige da a la palabra
“demencia” la significación genérica de “enfermedad mental”.
Por otra parte, hasta hace algunos años nuestro Código se encontraba muy atrasado en
algunas materias, tales como el contrato de trabajo, relación entre patronos y empleados
domésticos, investigación de la paternidad, capacidad de la mujer casada, etc. La causa de
tal atraso radica en las ideas y prejuicios de la época de la dictación del Código.
Pero las leyes posteriores reformadoras del Código Civil lo han modernizado en gran parte,
armonizándolo con la realidad social contemporánea, inspiradas en ideas de justicia y de
comprensión humana muy distintas de las de 1855.
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A pesar de los vacíos y defectos, el Código Civil chileno es considerado, entre los del siglo
pasado, como uno de los mejores y más completos.
ELOGIOS E INFLUENCIA
La bondades del Código de Bello determinaron que éste influyera en la codificación de países
sudamericanos y, también, en algunos de Centroamérica. Colombia y Ecuador, en sus
Códigos Civiles copiaron el nuestro con muy pocas variantes. En una medida menor el
nuestro influyó en el Código Civil de Uruguay, de Nicaragua, de Argentina, etc.
Con posterioridad a la promulgación del Código Civil, se han dictado una serie de leyes
destinadas a complementar sus preceptos, o a sustituirlos por otros más adecuados a la
época, sin perjuicio, aún, de la introducción de instituciones nuevas. Algunas de estas leyes
son Ley de efecto retroactivo de las leyes (1861); de Matrimonio Civil (1884, actual 19.947);
de Registro Civil (1930); de Cambio de Nombres y Apellidos (1970); de Adopción (1999, su
última versión); de Propiedad Intelectual (1970); Reglamento del Registro Conservatorio de
Bienes Raíces (1857); Ley sobre Arrendamiento de predios urbanos (1982); Ley de
Propiedad Horizontal (1963); ley que introduce el régimen matrimonial de participación en
los gananciales y estatuye sobre los bienes familiares (1994), etc.
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TEORIA DE LA LEY
CONCEPTO
Art. 1º CC define la ley como "una declaración de la voluntad soberana que, manifestada en
la forma prescrita por la constitución, manda, prohibe o permite".
Este concepto no sólo es aplicable al CC, cuerpo legal que lo contiene, sino que él alcanza
toda clase de leyes, sean civiles, tributarias, penales, etc.
CRITICAS AL CONCEPTO
Esta definición corresponde a la que da el Digesto, y que ha sido objeto de más de una
crítica:
• Desde otra perspectiva se señala que la definición en comento indica que la ley manda,
prohíbe o permite, pero no se refiere al contenido de la ley, de manera que toda
manifestación de la voluntad soberana en la forma prescrita por la constitución, tendrá el
carácter de ley, a tal punto que revestirán de tal carácter meros actos administrativos,
como por ejemplo las leyes de pensión de gracia, ley de carácter expropiatorio, etc.
Pese a tales críticas, no podemos desconocer los aportes del concepto vertido en el art.1º:
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REQUISITOS DE LA LEY
De la definición de ley que da el Código se desprende que los requisitos de ella son
externos e internos. Los primeros, son los que permiten a los ciudadanos cerciorarse si la
norma que se les presenta es en realidad ley o no; y los segundos, miran al contenido de la
norma: si el precepto es imperativo, prohibitivo o permisivo.
REQUISITOS EXTERNOS:
• Declaración de la voluntad soberana.
• Esta declaración se manifiesta en la forma prescrita por la constitución.
Nuestra Carta Fundamental resume en el art. 72 los requisitos necesarios para que esa
forma se repute existir. Dice dicha norma: “Aprobado un proyecto por ambas Cámaras, será
remitido al Presidente de la República, quien, si también lo aprueba, dispondrá su
promulgación como ley”.
Es de tal modo necesario que concurra la forma específica prevenida por la Constitución,
que no sería ley, por ejemplo, la declaración de voluntad de todos y cada uno de los
miembros del Congreso Nacional y del Presidente de la República manifestada por medio de
escritura pública y con cuantos otros requisitos y formalidades quieran suponerse.
REQUISITOS INTERNOS:
• Dicen relación con el contenido de la ley, pudiendo ser la ley IMPERATIVA, PROHIBITIVA
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O PERMISIVA.
A este respecto, por la propia definición de la ley del art. 1º, desprendemos la clasificación
de las leyes en imperativas, permisivas y prohibitivas.
Esta clasificación es importante para determinar cual será la sanción para aquel que infrinja
uno u otro tipo de ley, ya que ella variará de acuerdo al tipo de norma.
• LEYES IMPERATIVAS
Son aquellas que mandan hacer algo, imponen una acción (como la de pagar impuestos o
prestar el servicio militar), u ordenan la concurrencia de ciertos requisitos para la
realización o ejecución del acto (como la que exige la solemnidad de la escritura pública
para la celebración de la compraventa de bienes raíces).
o La especie o naturaleza del acto que se celebra, caso en el cual se dice que se
trata de exigencias que miran al interés general.
o La calidad o estado de las partes que ejecutan o celebran el acto, caso en el cual
no está comprometido el interés general sino sólo el interés particular.
o Protección de terceros, referente a ciertos actos que ejecutan las partes, pero que
pueden afectar a terceros.
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puede ser invocada por el sólo interés de la ley o de la moral, e incluso ser
declarada de oficio por el tribunal.
o La calidad o estado de las partes que ejecutan o celebran el acto. La sanción será
aquí la nulidad relativa. En este caso, los requisitos exigidos lo son como medida
de protección o beneficio para determinadas personas, por lo que la nulidad solo
podrá invocarse por quien es objeto de la protección.
• LEYES PROHIBITIVAS
Son aquellas que impiden la realización del acto bajo todo respecto y circunstancia.
En este caso el acto prohibido no se puede ejecutar en ninguna forma, pues si el acto
pudiera realizarse de algún modo o bajo ciertas circunstancias, la norma sería en realidad
imperativa, como por ejemplo el caso del art. 254 del CC.
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o La primera cuestión dice relación con la parte final del art.10, que expresa
"...salvo cuando se designe expresamente otro efecto que el de nulidad para el
caso de contravención."
Podrá haber casos especiales de normas prohibitivas que la ley no sanciona con la
nulidad absoluta, sino que con otro tipo de sanción. Ello porque la ley entiende
que de aplicar la nulidad absoluta en tales casos, los efectos que pudieran
suscitarse serían más graves y perjudiciales para las partes. Ejemplo: art. 745
(fideicomisos sucesivos); 769 (usufructos sucesivos), y 114 (matrimonio del
menor sin autorización).
o El art.11 señala "Cuando la ley declara nulo algún acto, con el fin expreso o tácito
de evitar un fraude, o de proveer a algún objeto de conveniencia publica o
privada, no se dejará de aplicar la ley, aunque se pruebe que el acto que ella
anula no ha sido fraudulento o contrario al fin de la ley."
Lo que sucede es que si a las partes se les permitiera probar que celebraron un
acto que la ley anulaba, que no les provocó perjuicio, que no fue fraudulento o
contrario al fin de la ley, la existencia de los preceptos prohibitivos sería ley
muerta. En la nulidad absoluta siempre está comprometido el interés general, la
moral o el fin de la ley.
o Por último, los actos o contratos que la ley declara inválidos, no dejan de serlo
por las cláusulas que en ellos se introduzcan y en que se renuncie la acción de
nulidad (art. 1469).
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LEYES PERMISIVAS
Son aquellas que facultan a una persona para obrar de manera determinada, o
simplemente no obrar, quedando al arbitrio del titular el ejercer o no la norma.
La norma permisiva no trae aparejada una sanción, pero una vez que el titular ejerce esa
facultad, el ejercicio de ese derecho que nace al haberse ejercitado la norma permisiva
traerá como consecuencia el derecho de exigir su cumplimiento y el respeto de los demás,
o de quien contrató con aquel que realiza el acto.
Algunos sostienen que la norma permisiva no es ley debido a que no lleva aparejada una
sanción. Lo que sucede es que si bien en los otros tipos de leyes la obligación nace de la ley
misma, en las permisivas la obligación no está señalada de inmediato, sino que una vez
ejercida la facultad aparece la obligación de la contraparte o del resto de las personas.
Esta situación obedece a que en derecho privado las normas tienen tal carácter, existen
normas de orden publico en cuya virtud aquellas se tornan inderogables, inmodificables,
irrenunciables, ya que el interés general va a prevalecer por sobre el interés personal del
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renunciante.
La norma de orden público es aquella que en sustancia mira al funcionamiento del Estado.
En general, en su contenido, pretende cierta organización que se estima como necesaria
para toda la comunidad, se considera indispensable para el mantenimiento de toda la
sociedad. Así ocurre con las normas de derecho privado que regulan las relaciones de
familia y que, por tal razón, son irrenunciables. En este caso el interés individual cede paso
al interés general.
• Casos en que la renuncia esta prohibida. Así la ley no permite la renuncia en variados
casos, por ejemplo arts. 153, 334, 1469, etc.
• Tácita, aquella que se deduce de ciertos hechos que inequívocamente no dejan lugar a
dudas que el titular está renunciando a un derecho.
En relación con la renuncia tácita debe tenerse presente que la renuncia en ningún caso se
presume. Esto se aclara a propósito de la prescripción en el art. 2494. Toda renuncia de un
derecho debe interpretarse restrictivamente, a tal punto que en caso de duda la
interpretación de una renuncia debe ser con carácter restrictivo y no extensivo.
• Es general si se refiere a todos los derechos que se tengan sobre un determinado asunto.
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CARACTERÍSTICAS DE LA RENUNCIA
• No sólo se pueden renunciar los derechos establecidos por las leyes, sino también se
pueden renunciar los derechos que tengan su fuente en la voluntad de los particulares,
es decir, de los contratos.
• No son las leyes las que se renuncian, sino los derechos que ellas confieren.
• La renuncia es irrevocable.
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LA COSTUMBRE
Generalidad, implica que estos actos se llevan a cabo por la gran mayoría de los
componentes del grupo o núcleo social, como los habitantes del país o de una ciudad. Las
disidencias no menoscaban la generalidad si ellas se valoran como violaciones de la
conducta mayoritaria o de califican de insignificantes excepciones.
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CLASIFICACIÓN
Según sea su relación con la ley la costumbre es contra la ley, fuera de la ley o según la ley.
Costumbre contra la ley es la que introduce una norma destructora de la ley antigua, ya se
proclamando su inobservancia, ya se imponiendo una conducta diferente de la establecida
por la ley. En cualquiera de estas dos formas conduce al desuso de la norma legislativa.
Costumbre fuera de la ley es la que rige una materia o asunto sobre el cual no hay normas
legislativas.
Costumbre según la ley es la que adquiere el carácter de norma jurídica en razón de ser
llamada por la ley a regir un asunto determinado.
Nuestro Código Civil reconoce la costumbre según la ley al decir que “la costumbre no
constituye derecho sino en los casos en que la ley se remite a ella” (art. 2º).
Que la costumbre no constituya derecho significa que no tiene fuerza de ley. Pero, de
acuerdo con la última parte del artículo, la costumbre adquiere fuerza cuando ésta se
remite a aquella.
Por ejemplo, el Código Civil declara que si nada se ha estipulado sobre el tiempo del pago
del arrendamiento de predios rústicos, se observará la costumbre del departamento (art.
1986), referencia ésta que debe entenderse a la comuna. Otro ejemplo en que la ley se
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remite a la costumbre es el artículo del mismo Código según el cual la remuneración del
mandatario se determina por la convención de las partes, antes o después del contrato, por
la ley, la costumbre o el juez (art. 2117).
Nuestro Código de Comercio acepta la costumbre fuera de la ley. Las costumbres
mercantiles suplen el silencio de la ley, cuando concurren los requisitos que señala (art.
4º).
PRUEBA DE LA COSTUMBRE
A pesar de que la costumbre en los casos en que la ley la llama a regir es una norma
jurídica, necesita ser probada ante los tribunales de justicia, porque, al revés de lo que
ocurre con la ley, ninguna autoridad pública atestigua oficialmente su existencia. En materia
civil, cualquier medio idóneo para demostrar la costumbre es aceptable: instrumentos
públicos o privados, testigos, etc. No ocurre lo mismo en materia comercial en que, como
enseguida veremos, reina un criterio restrictivo.
1) La costumbre mercantil entra a regir en el silencio de la ley; la civil sólo cuando la ley se
remite expresamente a ella.
2) El Código Civil no determina los requisitos que debe reunir la costumbre para que sea
fuente de derecho; pero sí el Código de Comercio. Este dice “Las costumbres mercantiles
suplen el silencio de la ley cuando los hechos que las constituyen son uniformes, públicos y
generalmente ejecutados en la República o en una determinada localidad, y reiterados por
un largo espacio de tiempo, que se apreciará prudencialmente por los juzgados de
comercio” (art. 4º).
3) El Código Civil no especifica los medios por los cuales debe probarse la costumbre; de
modo que es posible emplear todos los medios que el derecho establece: El Código de
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2º Por tres escrituras públicas anteriores a los hechos que motivan el juicio en que debe
obrar la prueba” (art. 5º).
La ley produce sus efectos durante el tiempo que está en vigor, esto es, durante dos
acontecimientos bien definidos: Desde su promulgación, publicación y entrada en vigencia,
hasta su derogación.
Toda actividad humana desarrollada en el espacio que media entre la entrada en vigencia
de la ley y su derogación va a quedar bajo el imperio o dominio de ésta.
• Promulgación
La promulgación es un acto por el cual el poder ejecutivo atestigua ante el cuerpo social la
existencia de la ley, mediante un decreto promulgatorio, y obliga a su ejecución. Ella le da a
la ley existencia cierta, auténtica, incontestable, y la reviste de la fuerza coercitiva de que
antes carecía.
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• PUBLICACIÓN
La publicación es el medio que se emplea para hacer llegar la ley a conocimiento de los
individuos. Responde a una razón lógica cual es que no puede exigirse el cumplimiento de
una ley si no se proporciona el medio de conocerla.
La publicación de las leyes debe hacerse, según señala el art.7º, mediante su inserción en
el Diario Oficial. Este diario, creado por decreto de 15 de noviembre de 1876, comenzó a
aparecer el 1º de marzo de 1877. Con anterioridad, diversos periódicos fueron empleados
sucesivamente como órgano oficial.
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publicación y sobre la fecha o fechas en que habrá de entrar en vigencia" (inc. final art. 7º).
De acuerdo a esto la ley podría publicarse por bandos, carteles, o mediante su inserción en
algún otro tipo de publicación.
La importancia de la publicación radica, por un lado, en que desde la fecha de ella la ley se
entenderá conocida por todos y será obligatoria, como lo señala el propio art.7º y, por otro
lado, la fecha de la publicación en el Diario Oficial lo será también la de la ley respectiva
(inc. 2º art. 7º).
La presunción parte de un hecho conocido del cual se infiere otro, que se desconoce. En
este caso el hecho conocido es la publicación de la ley, hecho del que se infiere otro
desconocido, el que todas las personas tengan conocimiento de la ley. Es discutible que en
realidad sea una presunción, sosteniéndose por algunos autores, que más que una
presunción, se trata de una ficción necesaria creada por el legislador, que justifica su
existencia en virtud del principio de la seguridad jurídica, ya que si admitiéramos que las
personas pudieran alegar ignorancia de la ley se produciría la anarquía.
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Teniendo presente la conveniencia de numerar las leyes para que puedan ser citadas con
toda precisión, especialmente cuando se promulgan varias en un mismo día, el 8 de febrero
de 1893 se dictó un decreto supremo en que se ordenó numerarlas según el orden en que
las despachara el Consejo de Estado. La numeración comenzó a hacerse con leyes
anteriores a esa fecha. La ley número 1 es de 11 de enero de 1893 y trata de prórroga por
diez años de la prohibición de adquirir terrenos de indígenas. Todas las leyes anteriores a
ésta carecen de número.
La ley no puede ser derogada sino en virtud de otra ley de igual o superior jerarquía. De
esta manera, sólo al legislador le compete la función de derogación, no pudiendo hacerlo
las partes, sino que tan sólo pueden dejar sin efecto normas de carácter supletorio.
En nuestro sistema ni aún el desuso o el cese de las necesidades que motivaron la dictación
de la ley pueden producir la derogación de ésta. Así, por ejemplo, los tribunales no estarían
facultados para declarar la derogación de la ley por haber caído ella en desuso.
Excepcionalmente una ley podría perder su eficacia sin que mediara otra ley, en casos muy
particulares, como dice la doctrina "por causas intrínsecas". Tal seria el caso de las leyes
transitorias o las de expropiación una vez cumplidas.
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TIPOS DE DEROGACIÓN
TÁCITA, cuando la nueva ley contiene disposiciones que no pueden conciliarse con
las de la ley anterior. En este caso se entiende que hay derogación porque el
legislador postula una nueva formula legal que, precisamente por ser nueva,
contradice a la ley precedente en términos absolutos. Por ello debe concluirse que su
intención es la de hacer desaparecer la regla contenida en la norma antigua.
El art. 53 señala que el efecto de la derogación tácita es que deja vigente en las
leyes anteriores todo lo que no pugna con las disposiciones de la nueva ley, aunque
versen sobre la misma materia.
La disposición que en una nueva ley señala "derógense las disposiciones de tal o cual
norma que están en contradicción con las del presente texto" está de sobra, pues sin
ella igual se habría producido la derogación de tales normas. A este tipo de
derogación se la llama DEROGACIÓN TÁCITA DE FORMULACIÓN EXPRESA.
TOTAL, queda sin efecto todo un texto o cuerpo legal, toda una ley.
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DEROGACIÓN ORGÁNICA
Ésta ha sido aceptada en algunos casos por la legislación chilena. Exige, para que se
produzca, que la nueva ley reglamente o discipline toda una materia de que se ocupaba
una ley anterior, aún cuando entre las disposiciones antiguas y las nuevas no exista
incompatibilidad.
Algunos autores señalan que esta sería una forma de derogación tácita y total. Su
existencia se explica en que el legislador ha partido de un nuevo supuesto para regular la
materia de que se trata.
Para que esta derogación tenga lugar, es menester que la nueva ley reglamente en forma
completa una materia o un organismo dado. Hay pues, una incompatibilidad no de las
normas singulares de ambas leyes sino una global entre los dos sistemas orgánicos.
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No podría concluirse que la ley derogada revive, mediante una labor interpretativa por la
cual se diga que el espíritu de la ley era revivir la ley derogada. La razón de fondo aquí es
que toda ley es una manifestación escrita, formal, por tanto si nada dice la nueva ley la
primitiva no revive.
En el proyecto del año 53, inspirado en la ley inglesa, se estableció que el desuso de una
norma por más de 20 años producía su derogación. Tal idea no prosperó, no existiendo este
tipo de derogación hoy en día.
Entre las razones que justifican la no aceptación del desuso como causa de cesación de
vigencia de las leyes se cuentan la incertidumbre del momento preciso en que el desuso se
torna suficientemente grande para equipararlo a la derogación; el medio indirecto que
tendrían los poderes ejecutivo y judicial para derogar las leyes, usurpando las atribuciones
del legislativo, pues bastaría con que no aplicaran las leyes que no les convienen y hacerlas
caer en el olvido; por último, se aduce que podría prestarse a arbitrariedades: nada
costaría a un tribunal rechazar la aplicación de una determinada ley argumentando que
está en desuso.
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declare expresamente que deroga la especial o si no lo hace de modo expreso resulte con
toda evidencia que la ley general nueva quiere incorporar a su régimen la materia que
antes era dominio de la ley especial. Por ejemplo, si la jubilación de determinada categoría
de funcionarios públicos estaba regida por una ley especial, y más tarde una ley general
dispone que “todos los funcionarios públicos, sin excepción, jubilarán de acuerdo a las
normas de la presente ley”, no hay duda alguna que aunque no hubo cita formal de la ley
especial, ella queda derogada.
Algunos autores como Ruggiere optan por la tesis contraria, en el sentido que una ley
general puede derogar tácitamente a una ley particular anterior.
Hay leyes que para regular una materia se remiten, en mayor o menor grado, a las
disposiciones de otra. Estas leyes que simplemente se limitan a referirse a otros textos se
llaman referenciales, y los textos a los cuales aluden se llaman leyes referidas. Un ejemplo
típico lo encontramos en la norma del CC que dice: “Las disposiciones relativas a la
compraventa se aplicarán a la permutación en todo lo que no se oponga a la naturaleza de
este contrato...” (art. 1900). Pues bien, ¿qué ocurre con la ley referencial si se deroga la ley
referida? ¿También deja de existir? Si se concluye afirmativamente, es decir, que como
consecuencia de la supresión de la ley referida, en la cual se apoya la referencial, queda al
mismo tiempo derogada ésta, hay derogación tácita por retrueque.
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Conforme a una doctrina, las normas jurídicas pueden ser derogadas tanto por normas de
la misma jerarquía como por normas de superior jerarquía. Así, una ley ordinaria pude ser
derogada por otra ley ordinaria o por una constitucional.
La norma derogatoria jamás puede ser de inferior rango que la derogada. No se concibe
que un reglamento derogue una ley.
De acuerdo con otra doctrina, sólo cabe la derogación entre normas de la misma jerarquía,
porque cuando lo son de distinta, simplemente la superior prevalece sobre la inferior,
aunque esta última sea posterior.
1) El transcurso del tiempo fijado para la vigencia de la ley, ya sea que ese tiempo aparezca
establecido en una fecha precisa de antemano señalada o sujeta a un hecho que no se sabe
cuándo se va a producir. Ejemplo del primer caso sería una ley que estableciera un
impuesto extraordinario hasta el 31 de diciembre de 2005; y ejemplo del segundo caso
sería la ley que impusiera cierta obligación a los ciudadanos mientras dure una guerra.
2) La consecución del fin que la ley se propuso alcanzar; ejemplo, la ley que ordena una
expropiación y ésta se consuma.
4) La imposibilidad de que se produzca un hecho que era presupuesto necesario de una ley;
ejemplo: la ley que ordena honores extraordinarios a un personaje cuando llegue al país, y
aquél muere antes de emprender el viaje.
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LA INTERPRETACION DE LA LEY
Toda norma jurídica tiene un carácter general y abstracto que debe adaptarse a las
situaciones concretas. La norma jurídica no resuelve el caso particular, es abstracta, y es
por ello que debemos aplicarla al caso concreto.
Cuando queremos aplicar una norma será necesario interpretarla, aun cuando su sentido
sea claro, ya que debemos buscar siempre su verdadero sentido y alcance. De lo contrario,
deberíamos concluir que sólo cabe la interpretación respecto de leyes dudosas, y las que
aparecen claras no requerirían de esta labor, y ello no es así, pues siempre debe buscarse el
verdadero sentido y alcance de la ley. Todas las normas jurídicas requieren de
interpretación, no solo las obscuras.
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respecto al punto.
• En general, como lo hemos venido diciendo, en todo momento, ya que siempre deberá
determinarse el verdadero sentido y alcance de la norma.
SISTEMAS DE INTERPRETACIÓN
En Chile éste es el sistema que se sigue. Encontramos las normas de los arts.19 al 24
del CC, y además los arts 25 y ss. que contienen definiciones legales. Aun más, en
materias como el testamento y los contratos encontramos más normas de interpretación
(1056, 1560 y ss).
Sobre este tema cabe preguntarse si las normas e interpretación que señala nuestro CC son
o no de aplicación a toda clase de leyes. El punto se presenta puesto que el sistema reglado
de interpretación está contenido, entre nosotros, en el Título preliminar del CC y
ordinariamente se han considerado como normas universales no exclusivas del derecho
privado ni específicamente del Civil. Pero se ha observado que, en verdad, no pueden ser
iguales los criterios interpretativos en el derecho privado que en el público por la diversidad
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de fines y funciones que ambos tienen, y que si corrientemente las reglas generales son
aplicables, a veces no lo son o no lo son a todas sus ramas. Así, por ejemplo, la
interpretación analógica que se admite por regla general, no es aplicable al Derecho penal y
a todas aquellas leyes que restringen el libre ejercicio de los derechos.
Al respecto, puede mencionarse que en sus notas al Proyecto Inédito de Código Civil, don
Andrés Bello escribió el siguiente comentario: “Este Título debe considerarse como una
introducción, no sólo al presente Código Civil, sino a la legislación toda; cualquiera que sea,
por ejemplo, la ley que se trata de interpretar, ya pertenezca al presente Código, ya a los
Códigos que sucesivamente se publiquen, es necesario observar en su interpretación las
reglas contenidas en el párrafo 4º de este Título Preliminar”. En una nota al art. 20 afirma
expresamente la aplicabilidad de las normas interpretativas del Código Civil a la inteligencia
de las leyes penales.
CLASIFICACIÓN DE LA INTERPRETACIÓN
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MÉTODOS DE INTERPRETACIÓN
El origen lo encontramos en Francia, en el siglo XIX, siendo éste el método que sigue
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nuestra legislación.
En este sistema lógico, la premisa fundamental es aquella que nos indica que el intérprete
debe tratar de reconstruir la verdad o intención del legislador, considerando especialmente
la época en que se dictó la ley, de manera de fijar la verdadera voluntad del legislador.
Para la consecución del fin antedicho, esta escuela postula:
a) Toda solución del problema interpretativo debe provenir de la propia ley, ya que es ella la
que contiene el derecho. Es por esto que a este sistema se le denomina exegético, pues
persigue una aplicación gramatical de las palabras. Aquí presumimos que el legislador
sabe usar las palabras, es decir, que él ha recurrido a las palabras exactas.
c) Otro elemento que podemos considerar es el de las conjeturas o juicios probables, esto
es, la necesaria relación que debe existir entre los diversos preceptos lógicos del
legislador. Así, por ejemplo, suponemos que el legislador da soluciones racionales, por lo
cual debemos rechazar toda conjetura que nos lleva a una solución absurda. Es en este
sentido que este método recibe la denominación de "lógico", ya que la labor de
interpretación nos debe llevar a soluciones que revistan tal carácter.
d) Este método recurre también a la analogía, lo que reviste de gran importancia, toda vez
que gracias a ella se podrá dar soluciones a las lagunas legales. En efecto, si existe algo
que el legislador no comprendió, el germen de solución debe estar en la ley,
correspondiéndole al intérprete desentrañar tal solución. Al valerse para esto de los
métodos deductivo e inductivo deberá usar la analogía.
CRÍTICAS
El método clásico, llamado también exegético por el apego y respeto a los textos, tiene en
su contra –según se dice- que tiende a la petrificación del Derecho, porque, mientras la
vida se renueva constantemente, deja a las normas jurídicas estáticas en la época de su
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nacimiento y, por ende, sin aptitud para moldear en forma adecuada las nuevas realidades.
b) Obedece más a las reglas de la lógica que a la solución de los problemas y necesidades a
los que se enfrenta la norma jurídica.
Para esta escuela, una vez dictada la ley ésta se independiza de la voluntad del legislador, y
la norma no es más o no dice más que lo que el legislador consideró al momento de
dictarla.
Dictada la ley ésta adquiere independencia de la voluntad del legislador y, por tanto, como
ella no expresó más que la voluntad legislativa del momento en que se dictó, para aplicar la
ley en el futuro habrá que adaptarla a las necesidades sociales de ese momento.
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De este modo, ha de darse a la ley, no el sentido que tuvo al tiempo de dictarse, sino el que
pueda tener al momento de ser aplicada. No hay que indagar lo que habría pensado el
legislador en su época, sino que es necesario esforzarse para hacer decir al texto legal lo
que conviene a las exigencias actuales.
b) Lo anterior es aún más grave si la ley es interpretada por medio de otra ley, en el sentido
que su carácter deberá ser aquel que se determine en la interpretación. Ello puede
provocar que tal sentido sea completamente distinto a aquel que se tuvo en vista al
dictarse la ley, lo que implicaría que se está "sustituyendo" la ley por medio de la
interpretación.
En efecto, conserva del sistema tradicional el apego a la ley, de manera que si la cuestión
está solucionada en la ley, debemos aplicar la norma establecida.
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Pero si el acto no encuentra solución en el texto legal, el juez determina el sentido del
precepto recurriendo a los elementos que le entregan las ciencias, sea la historia, la
economía, política, sicología, etc.
Serán estas ciencias las que le entregarán al juez los elementos objetivos a considerar en la
interpretación. El juez será libre de investigar, pues no estará sujeto a ninguna autoridad en
la búsqueda de la norma. Desarrollará, pues, una labor no sujeta a pautas y científica.
Los autores sostienen que este tipo de interpretación mantiene la seguridad jurídica, puesto
que el alcance y sentido se encuentra en la norma y sólo ella se interpretará en el evento
que no sea capaz de resolver el problema ella misma.
El juez, al fijar el sentido de la ley en un caso que no tiene solución, deberá hacerlo
poniéndose en el lugar del legislador que dictó la ley, pero trasladándose al momento
actual.
CONCLUSIÓN GENERAL
Doctrinariamente, cada uno puede inclinarse por el método interpretativo que estime más
adecuado. En todo caso, sin embargo, nadie puede dejar de conocer a fondo los
procedimientos del método lógico tradicional, pues son los que permiten comprender los
textos legales, captar sus matices y espíritu.
Desde el punto de vista de la legislación positiva chilena, y dentro del ámbito en que se
reconozca imperio a las reglas de interpretación de la ley que señala el Código Civil, el
método lógico tradicional debe ser acatado por el intérprete, porque en él se fundan esas
reglas positivas que, según la mayoría de los comentaristas, constituyen mandatos
obligatorios y no meros consejos dados por el legislador al juez. Los demás métodos
pueden utilizarse como coadyuvantes.
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Es que hacen los juristas, sean autores de obras de derecho, profesores o abogados. Esta
interpretación se manifiesta en los tratados, en las revistas jurídicas y en la cátedra. El
producto así elaborado recibe el nombre de doctrina, palabra que también denota el
conjunto de personas que participan en la tarea o labor de interpretación privada.
Este tipo de interpretación no tiene fuerza obligatoria alguna y su valor depende del
prestigio del intérprete y de la solidez de los fundamentos y argumentos que la sustentan.
En Chile, pueden citarse como autores de renombre en las obras de derecho civil a José
Clemente Fabres, Carlos Aguirre Vargas, Paulino Alfonso, José Ramón Gutiérrez, Leopoldo
Urrutia, Luis Claro Solar, Alfredo Barros Errázuriz, Arturo Alessandri Rodríguez, Manuel
Somarriva, y más recientemente, Pablo Rodríguez Grez, Ramón Meza Barros y René Ramos
Pazos, entre otros.
INTERPRETACIÓN JUDICIAL
La regla a este respecto lo entrega el art. 3º del CC según el cual “sólo toca al legislador
explicar o interpretar la ley de un modo generalmente obligatorio. Las sentencias judiciales
no tienen fuerza obligatoria sino respecto de las causas en que actualmente se
pronunciaren”.
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La interpretación judicial no obliga ni siquiera al mismo juez que falla el conflicto en que
hizo la interpretación; puede dicho juez, en casos análogos, interpretar la ley y resolver los
otros juicios en forma diversa. En este sentido se cita la interpretación que hizo la Corte
Suprema del artículo 688 del CC antes de sentar la doctrina definitiva; interpretó esta
norma en cinco formas distintas.
Los arts.19 al 24 del CC nos muestran claramente la influencia del sistema lógico tradicional
en el CC. Se señalan aquí cuatro reglas o elementos de interpretación a los cuales debe
recurrir el juez. De allí que nuestro sistema se clasifique como reglado, ya que es la ley la
que señala las reglas y pautas que deberán usarse cuando se interprete la ley, por medio
de la labor de hermenéutica legal. Los elementos son:
o ELEMENTO GRAMATICAL
o ELEMENTO HISTÓRICO
o ELEMENTO LÓGICO
o ELEMENTO SISTEMÁTICO
Las palabras son el medio a través del cual al legislador se comunica con nosotros, y por
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En materia de contratos y testamento, sin embargo, hay normas diversas. El art. 1560
señala, a propósito de los contratos, que si es conocida claramente la intención de los
contratantes debe estarse a ella más que a lo literal de las palabras.
El art.1069 señala que sobre las reglas de inteligencia y efecto de las disposiciones
testamentarias prevalecerá la voluntad del testador claramente manifestada, con tal que no
se oponga a los requisitos o prohibiciones legales. Para conocer la voluntad del testador se
estará más a lo sustantivo de las disposiciones que a las palabras de que se haya servido.
De estas normas resulta claro que aquí predomina la intención de los contratantes o
testador, por sobre el tenor literal de lo expresado. Se da prioridad a la voluntad.
Ello se explica por el hecho que a los contratantes o al testador no se les puede exigir, como
al legislador, una cierta cultura o una exquisita ilustración para que hayan utilizado
correctamente las palabras de uso legal.
Sentido natural y obvio (Art.20). Dada la importancia que tiene el significado de las
palabras en la interpretación, el Código precisa que las palabras de la ley se entenderán en
su sentido natural y obvio, y éste es aquél que determina al diccionario de la Real Academia
Española de la Lengua. Pero, y así lo entiende la norma, éste puede no ser el significado
legal correcto, sino aquel que determine el uso general de las mismas palabras, que
corresponde al significado que se le atribuye al término en el medio social.
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Las palabras técnicas (art. 21). De esta norma se aprecia que para dar el verdadero sentido
a la palabra no basta con estar al sentido que le den los que profesen la respectiva ciencia o
arte, sino que habrá que analizar si se ha tomado o no en un sentido diverso por el
legislador, para lo cual habrá que considerar la época de dictación de la norma.
Por ejemplo, la palabra demencia es una palabra técnica que se refiere a cierto tipo
específico de enfermedad mental. Pero se ha entendido que el legislador no la toma en este
sentido especial, sino que para referirse a todas las enfermedades que privan de razón a la
persona.
Como este elemento busca desentrañar el verdadero sentido de la norma tratando de lograr
que ella no escape al contexto de la ley en la que se inserta, resultando de particular
utilidad en esta labor los elementos prácticos de interpretación, como la analogía. A este
respecto, resulta lógico pensar que si el legislador dio una determinada solución para un
caso particular, la misma solución sea aplicable a un caso similar.
En este mismo sentido se aplica el art. 22 del CC, que indica que “el contexto de la ley
servirá para ilustrar el sentido de cada una de sus partes, de manera que haya entre todas
ellas la debida correspondencia y armonía”. Se trata pues, de entender que todas las partes
de una ley forman una unidad y responden a una misma intención o espíritu y es natural
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Por tanto, si en un artículo de una determinada ley cierta expresión puede ser tomada en
dos sentidos y en todos los demás artículos se considera uno de dichos sentidos, a la
expresión ambigua habrá que atribuirle este sentido que demuestra ser el de la voluntad de
la ley.
Este elemento nos invita a buscar la historia del establecimiento de la ley, tanto en los
proyectos e iniciativas de ley, como en las opiniones de esa época.
Si se trata de una ley cualquiera se buscan los antecedentes en las actas de las Cámaras, el
mensaje de envío al Congreso, las discusiones parlamentarias, etc., lo que
desgraciadamente no se puede hacer con el CC por haber sido aprobado en bloque, sin
debate, ni haber dejado actas la Comisión Revisora del Proyecto respectivo.
Aquí se parte del supuesto de que toda norma forma parte de un sistema legal, sistema
dentro del cual debe existir armonía. La totalidad del ordenamiento de un país debe ser un
cuadro armónico y lógico de textos legales.
El fundamento de este elemento está en que las normas que forman parte de un
ordenamiento jurídico determinado, en cierto momento histórico, obedecen a una idea de
unidad jurídica, y es en esa unidad donde deberá encontrarse el recto sentido de la norma
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Los tribunales chilenos han señalado que la equidad natural es la justicia natural, por
oposición a la letra de la ley. Juan Antonio Abach la define como la justicia ejercida
conforme al buen sentido y a la razón.
Por otro lado, debe considerarse que el art. 24 sólo hace referencia a pasajes oscuros o
contradictorios, de lo que debemos concluir que la equidad natural podrá recibir aplicación
sólo en estos casos, y no cuando estemos frente a un vacío legal.
Es en base a ello que algunos sostienen que la analogía (equidad natural) no tendría lugar
cuando es necesario llenar un vacío legal, sino que sólo cuando se trata de interpretar
pasajes obscuros o contradictorios.
Otros autores son de opinión diversa, y señalan que sí es posible recurrir a la equidad
natural para llenar vacíos legales, haciendo uso de la llamada analogía integradora, ya que
existen ciertos casos en que es la propia ley la que recurre a la equidad natural para que
cumpla tal cometido.
Por ejemplo, según el art.170 Nº 5 del CPC, en los fallos deben enunciarse las leyes con
arreglo a las cuales se pronuncian, o en su defecto los principios de equidad en que se
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funda el fallo. Aquí se llama a la equidad a suplir el silencio de la ley. Ello se condice con el
art.10 del COT, según el cual una vez reclamada la intervención de los tribunales en forma
legal y en negocios de su competencia, no podrán excusarse de ejercer su autoridad ni aún
por falta de ley que resuelva la contienda sometida a su conocimiento. De esta manera, la
equidad natural podría servir o como elemento de interpretación o como elemento de
analogía integradora, en el caso de vacío de la ley.
No hay un orden determinado, pero pareciera en todo caso que el elemento sistemático se
aplicaría en defecto de los otros elementos, mientras que el elemento gramatical sería el
primero en aplicarse. En todo caso, en general, se usa más de un elemento de
interpretación.
Esta norma tiene un fundamento histórico, ya que en tiempos pasados lo que resultaba
odioso o desfavorable restringía el alcance del precepto, mientras que si el resultado era
favorable se aceptaba su sentido o alcance, lo que condujo a abusos e injusticias.
Esta norma es obligatoria para el juez, principalmente en materia penal. En todo caso, en
esta materia, el juez no puede pasar por alto el principio pro-reo, de manera tal que ante
una duda interpretativa, y consultando el espíritu general de la legislación, deberá
considerar tal principio.
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oposición.
La idea es que en una determinada materia prevalecerá la ley especial sobre la general, ya
que se estima que el legislador ha querido exceptuar de la aplicación de la ley general a
dicha materia.
Esta prelación se produce tanto en el texto mismo, como también entre dos textos legales
distintos.
REGLAS PRÁCTICAS DE INTERPRETACIÓN: AFORISMOS LEGALES Y JURÍDICOS
Estos aforismos se han formado en la práctica del foro, y los emplea tanto la doctrina como
la jurisprudencia. Se les cita, generalmente, con fórmulas latinas que les dieron los antiguos
juristas. No son reglas obligatorias ni tienen un carácter absoluto, pero su uso conviene, en
cierto modo, a las reglas de interpretación que da la ley. Particularmente podríamos decir
que tienen cabida en el elemento lógico.
El CC contempla la analogía como medio interpretativo al disponer que “los pasajes oscuros
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de una ley pueden ser ilustrados por medio de otras leyes, particularmente si versan sobre
el mismo asunto” (art. 22 inc. 2º). La analogía tiene límites. Hay materias en las que no
opera, como la penal, incapacidades, solemnidades, prohibiciones, debido a que tales
situaciones son de derecho estricto, no admitiendo la interpretación analógica. Así, por
ejemplo, no hay más incapacidades que las que señala la ley, de modo que por similar que
sea la condición de un individuo en relación a una incapacidad señalada en la ley, no se le
puede hacer extensiva por la vía de la analogía.
ARGUMENTO DE NO DISTINCIÓN
Resulta lógico, en el primer caso, que si a una persona le es permitido vender su inmueble,
con mayor razón le será permitido hipotecarlo; y, al revés, en el segundo caso, si a alguien
se le prohíbe hipotecar con mayor razón se le prohibirá vender. Regla especial, en todo
caso, existe en materia de mandato con relación al primer caso, en el art. 2143 del CC, en
que se indica que la facultad de vender no comprende la de hipotecar.
Se estima que incluida una situación en la ley, se entienden excluidas las demás. Pero esto
es muy peligroso, pues estamos suponiendo que el silencio de la ley implica la situación
contraria a la establecida en ella, lo que pudiera no ser así. Es por ello que, aun cuando
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aceptamos esta regla tendrá que ser en aquéllos casos en que las alternativas de
interpretación son varias. De ahí que resulta difícil de aceptar esta regla, ya que supone
una voluntad de la ley, que pudo no haber existido. Es decir, que cuando la ley no dice ni sí
ni no, su silencio tan sólo puede hacer suponer que quiere lo contrario en un caso de lo que
ha dicho en otro; pero esta suposición puede ser absolutamente gratuita, porque el silencio
del legislador puede ser explicado de muchas otras maneras.
Las interpretaciones que de la ley hacen los tribunales se llama jurisprudencia. Ahora bien,
las sentencias que contienen doctrinas de cierto valor, se publican en revistas de aparición
periódica, y generalmente son las de los tribunales superiores (Cortes de Apelaciones y
Corte Suprema).
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Ejemplos:
Interpretación declarativa, o sea, aquella que se limita a comprobar que la letra de la ley
corresponde al pensamiento de ella. Una disposición establece que “la existencia legal de
toda persona principia al nacer, esto es, al separarse completamente de su madre” (art. 74
inc. 1º del CC). La inteligencia de la norma quedará fijada simplemente con explicar los
conceptos que denotan las palabras “separarse completamente de su madre”.
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Interpretación restrictiva, esto es, aquella en que se concluye que el pensamiento de la ley
es más estrecho que el que significan sus palabras. Históricamente se ha puesto el ejemplo
siguiente para explicar este caso: “En Bolonia había una ley que condenaba a muerte a
todo el que derramase sangre en la plaza pública. Habiendo dado a cierto individuo una
hemiplejia la plaza pública, le sangró allí mismo un barbero; ¿había éste incurrido en la
pena? No, por cierto, aun cuando estaba comprendido en las palabras generales de la ley.
La razón de ésta era la seguridad pública, la cual no se turbaba por la picadura de la vena”
Es aquella que realiza el propio legislador en virtud de una ley que se denomina ley
interpretativa. Ley interpretativa es aquella que tiene por objeto aclarar el sentido oscuro o
ambiguo de otra ley. La finalidad de esta ley es aclarar la inteligencia o alcance de dicho
precepto. De este modo, al señalar el legislador cómo debe entenderse la ley interpretada,
se limita a reiterar su voluntad ya existente, y no a hacer una nueva declaración de ella.
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En relación con la primera excepción, ella se encuentra consignada en la 2º parte del inciso
2º del art. 9º cuando señala “...pero no afectarán en manera alguna los efectos de las
sentencias judiciales ejecutoriadas en el tiempo intermedio”. Es decir, que si un pleito fue
resuelto interpretando la ley en sentido A y posteriormente otra ley declara que el genuino
sentido de aquélla es B, los efectos de la sentencia, o sea, los derechos declarados en ella,
no se ven alterados.
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equiparan en sus efectos a las sentencias; dice el art. 2460 que “la transacción produce el
efecto de cosa juzgada en última instancia”.
En realidad en esta materia sólo hay una aparente retroactividad, puesto que la ley
interpretativa viene sólo a declarar el verdadero sentido que debió dársele siempre a la ley
interpretada, y en ello no habría retroactividad.
En todo caso, en ciertos casos, el legislador ha querido dictar leyes con efecto retroactivo,
bajo el disfraz de leyes interpretativas, pero ello constituiría un subterfugio legislativo.
Finalmente, para que una ley tenga este carácter no es necesario que se diga
expresamente. En todo caso, si una ley es calificada por el legislador de interpretativa, pero
de hecho no lo es, no se entenderá incorporada en la ley interpretada, produciendo sus
efectos, como consecuencia, sólo hacia el futuro.
INTEGRACIÓN DE LA LEY
Por muy acucioso que sea el legislador no puede prever todos, absolutamente todos, los
casos que la realidad social actual presenta y menos los que pueden surgir en el futuro a
consecuencia de las transformaciones técnicas, sociales y económicas. En estos casos en
que no hay ley aplicable, ni clara ni oscura, no se está frente a un problema solucionable
con la interpretación de la ley, sino con la integración de la misma que tiende a llenar sus
vacíos o lagunas.
Al efecto, algunos autores distinguen entre lagunas de la ley y lagunas del derecho. Llaman
lagunas de la ley a aquellos casos de la vida real que no encuentran una norma específica
adecuada para ser resueltos por ella. Si esos casos no pueden solucionarse ni aun por todo
el ordenamiento jurídico entero, hablan de laguna del derecho.
La verdad es que parece muy dudosa la existencia de lagunas del derecho; en doctrina
prevalece la opinión de que sólo pueden existir lagunas de la ley, pero no en el
ordenamiento jurídico tomado en su conjunto, porque cualquier caso que se presente es
susceptible de resolverse, en último término, de acuerdo con las orientaciones marcadas
por el mismo ordenamiento, esto es, el espíritu de éste.
Nuestro legislador reconoce implícitamente sólo las lagunas de la ley en el art. 10 del COT,
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que indica que una vez reclamada la intervención de los tribunales en forma legal en
negocios de su competencia, no podrán excusarse de ejercer su autoridad ni aun por falta
de ley que resuelva la contienda sometida a su decisión. Y en estos eventos, ¿cómo se
llenan las lagunas? ¿Qué normas se aplican al caso? El Código Civil no lo dice. Es el CPC el
que permite zanjar la dificultad, y ello mediante la equidad. Según ese Código (art. 170 Nº
5), toda sentencia definitiva debe contener “la enunciación de las leyes y en su defecto los
principios de equidad con arreglo a los cuales se pronuncia el fallo. Luego, si no hay ley
aplicable al caso que se falla, la decisión ha de fundarse en los principios de equidad.
¿Podría emplearse la analogía para llenar los vacíos o lagunas de la ley? ¿Un caso no
previsto ni en la letra ni en el espíritu de ley alguna, sería dable resolverlo conforme a la ley
que regula casos análogos? En el sentir de algunos, sólo sería posible si hubiera una
declaración expresa del legislador. Otros consideran superflua tal exigencia; el recurso a la
analogía parece natural y habría que estimarlo implícitamente admitido en todo el
ordenamiento jurídico, si se tiene como premisa que ningún legislador puede prever todos
los casos de la realidad presente y futura.
En el derecho comercial cuando no hay ley aplicable rigen las costumbres mercantiles; y
sólo si éstas tampoco son aplicables a un caso dado, caben las consideraciones anteriores.
Así resulta de la disposición del Código de Comercio, según la cual “en los casos que no
estén especialmente resueltos por este Código, se aplicarán las disposiciones del Código
Civil” (art. 2º).
En el derecho penal no existe el problema de las lagunas, porque impera el principio “no
hay delito sin ley; no hay pena sin ley” (Nullum crimen sine lege, nulla poena sine lege).
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Por lo general, una ley tiene un ciclo de aplicación que empieza desde el día de su
publicación oficial o transcurrido un tiempo señalado por ella misma, y termina cuando es
derogada o e cumple el plazo o el hecho preestablecido para la cesación de su vigencia.
Cuando entra a regir una nueva ley, el principio es que ella no se aplica a situaciones
anteriores a su vigencia y que corresponden al imperio de la ley antigua. Al respecto el
Código Civil dice: “La ley puede sólo disponer para lo futuro, y no tendrá jamás efecto
retroactivo” (art. 9º inc. 1º).
El referido principio constituye un mandato para el juez, de modo tal que éste no puede
otorgar a una ley efecto retroactivo. Al respecto, en relación a este principio se pueden
originar dificultades en su aplicación tratándose de hechos y actos jurídicos que empiezan a
formarse bajo la vigencia de una ley y terminan por consumarse o perfeccionarse bajo el
vigor de una ley nueva; también se presentan dificultades cuando los efectos de un hecho o
un acto jurídico nacido bajo el imperio de una ley se despliegan bajo el dominio de otra. En
estos casos es necesario determinar el campo de aplicación de la ley antigua y el de la
nueva de modo que ésta última no tenga efecto retroactivo si expresamente no se lo ha
dado el legislador.
La solución del conflicto que puede originarse entre la ley antigua y la nueva para regir
ciertos casos es objeto de teorías y, entre nosotros, de una ley especial, que analizaremos
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más adelante.
Como el principio de irretroactividad está consagrado en el Código Civil, es decir, en una ley
ordinaria y no en una constitucional, no compromete al legislador, ya que éste sólo se
encuentra subordinado a la Carta Fundamental, por lo que puede dictar leyes con efectos
retroactivos, cuando dicho efecto aparezca conveniente por razones de interés social. Si el
legislador dicta leyes con efecto retroactivo el juez debe aplicarlas con tal efecto, pues a
éste sólo le corresponde aplicar la ley, sin importar su carácter.
Para el legislador no existe más límite que la Constitución. Es por eso que según algunos
autores la fórmula de la irretroactividad de la ley debería contenerse en la Constitución, de
manera de restringir la libertad del legislador para dictar leyes con efecto retroactivo.
LIMITACIONES AL LEGISLADOR
RESPECTO DEL DERECHO DE PROPIEDAD. Si se dicta una ley con efecto retroactivo en esta
materia se podrá recurrir al Tribunal Constitucional.
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Conviene acotar que el hecho que el legislador tenga un límite en el propio precepto
constitucional para dictar leyes con efecto retroactivo en esta materia, ha servido de freno
evitando la dictación de leyes con este efecto a este respecto.
Por su gravedad, las leyes retroactivas no son frecuentes. Pero, a veces, el progreso y la
evolución de la vida social imponen la dictación de normas retroactivas. Sin ellas, la
abolición de la esclavitud y de los derechos señoriales y feudales, se habría retrasado
notablemente. Ahora bien, como la norma general es que la ley no tenga efecto retroactivo,
la excepción, esto es, la retroactividad de la ley, lógico es que se declare expresamente y
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o El interés del legislador de que la nueva ley entre en vigencia y caigan bajo su imperio
todas las situaciones reguladas por ella.
DISPOSICIONES TRANSITORIAS
Muchas veces el legislador dicta las llamadas disposiciones transitorias, mediante las cuales
previene los conflictos entre la ley antigua y la nueva al determinar los efectos precisos que
ésta debe producir en las relaciones o situaciones anteriores. De modo que para resolver un
problema de posible retroactividad de una ley, antes que nada se debe analizar si existen
en ella disposiciones transitorias que solucionen el tema.
Pero si no existen tales disposiciones transitorias corresponde al juez señalar los límites de
las nuevas normas con respecto a los hechos, actos o situaciones generados antes de su
entrada en vigor. ¿Qué criterios le servirán de guía en esta tarea para NO dar efecto
retroactivo a una ley que no lo consagra expresamente?
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Diversas teorías procuran dar la respuesta. Se mencionarán aquí sólo dos, la clásica, por
constituir el centro de todas las demás y por estar en ella fundada nuestra Ley sobre el
Efecto Retroactivo de las Leyes, a que después nos referiremos, que precisamente se
elaboró para decidir los conflictos que resultaran de la aplicación de las leyes dictadas en
diversas épocas; y la moderna del tratadista francés Paul Roubier.
Esta teoría fue enunciada por Blondeau, en el año 1809, a través de la publicación de su
obra "Ensayo sobre el llamado efecto retroactivo de las leyes". Ya antes de él otros autores
habían estudiado el tema, como Portalis y Lasalle, y su último brillante defensor y
elaborador más perfecto, ha sido el italiano Gabba, con su obra “Teoría de la retroactividad
de la ley”.
Esta teoría postula que una ley es retroactiva cuando lesiona intereses que para sus
titulares constituían derechos adquiridos bajo la ley anterior, pero no es retroactiva la ley
cuando sólo lesiona meras facultades legales o simples expectativas. Si en el caso que debe
resolver el juez hay derechos adquiridos por las partes bajo la vigencia de la antigua ley el
juez debe aplicar ésta, pues de aplicar la nueva se perjudica el derecho. Si la ley nueva sólo
atenta en contra de meras expectativas o facultades legales no ejercidas, entonces el juez
aplica la nueva legislación.
La esencia del problema estriba en determinar los conceptos de derecho adquirido, mera
facultad y simple expectativa.
DERECHO ADQUIRIDO: Planiol y otros autores señalan que el concepto no es claro, pero
que podría entenderse como aquél que se ha incorporado definitivamente al patrimonio de
un sujeto por un hecho o un acto de un hombre. La jurisprudencia ha repetido en diversos
casos un concepto del italiano Gabba, quien señala que derechos adquiridos son aquellos
que son consecuencia de un hecho apto para producirlo en virtud de una ley vigente al
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tiempo en que se realiza ese hecho, y que han entrado inmediatamente a formar parte del
patrimonio de la persona, aunque la ocasión de hacerlos valer se presente bajo el amparo
de una nueva ley. En definitiva para Planiol es un derecho definitivo del cual su titular no
puede ser privado.
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considera como elemento característico del derecho adquirido el entrar a formar parte
del patrimonio. No considera, pues, todos los derechos privados, sino sólo a los
patrimoniales.
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Según algunos el art.22 de la LER en materia de contratos, es una ley prístina y con una
clara alusión al principio de la supervivencia de la ley, al indicar "...en todo contrato se
entenderán incorporadas las leyes vigentes al tiempo de su celebración."
El efecto diferido se aplicará a aquellos contratos que son producto del acuerdo voluntario
de las partes contratantes.
Esas normas contractuales deben permanecer al abrigo de todo cambio de ley, pues si se
permitiera que la nueva ley pueda aplicarse de inmediato al contrato, equivaldría a
reemplazar el acuerdo de voluntades que se hizo en función y sobre la base de las normas
vigentes al momento del contrato, por otras normas diferentes contenidas en la nueva ley
(respecto de las cuales no ha concurrido la voluntad de los contratantes).
Respecto de las normas que inciden en los contratos, pero que en realidad constituyen un
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estatuto jurídico propio y completo, en que la voluntad es sólo necesaria para desencadenar
el efecto jurídico, pero que sus cláusulas no admiten ser discutidas por las partes, en que
estas no las pueden modificar, ellas no admiten disenso con la nueva ley, y en cuanto a
estas normas la nueva ley tendrá efecto inmediato. Así sucede con los contratos del
Derecho de Familia: matrimonio, adopción, etc.; la nueva ley que modifica los efectos o los
modos de disolución del matrimonio, se aplica inmediatamente a los matrimonios
anteriormente celebrados.
Se habla de supervivencia o efecto diferido de la ley antigua cuando no obstante haber sido
derogada continúa rigiendo determinadas situaciones jurídicas. Ya hemos mencionado como
ejemplo el art. 22 de la LER. Otro ejemplo lo podemos encontrar en la ley sobre
legitimación adoptiva.
Esta ley está inspirada en la teoría de los derechos adquiridos y de las meras expectativas,
como aparece claramente de manifiesto en el art.7º, aun cuando algunos autores sostienen
que en algunas materias no se ha seguido esta teoría.
ÁMBITO DE APLICACIÓN
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Esta LER no regula la retroactividad en materia de derecho público, porque en tales asuntos
no hay derechos adquiridos, siendo el efecto inmediato el normal. Tampoco hay referencias
a materia penal, donde por regla general no hay efectos retroactivos, a menos que se
aplique el principio pro-reo (art.18 CP).
El art. 304 señala que el estado civil es la calidad de un individuo, en cuanto lo habilita para
ejercer ciertos derechos o contraer ciertas obligaciones civiles. Sin embargo, la doctrina
piensa que ésta es más bien una definición de capacidad, y por ello se prefiere decir que
estado civil es en realidad la calidad permanente que una persona ocupa en la sociedad, y
que depende fundamentalmente de sus relaciones de familia, y que le da ciertos derechos y
obligaciones. Hay estado civil de soltero, de casado, de viudo, de hijo, etc.
Tratándose de las personas jurídicas no se aplican estos artículos, sino que el artículo 10,
que se refiere a la existencia y derechos de estas personas.
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CAMBIO DE LEGISLACIÓN
Debemos hacer una serie de distinciones:
2)ESTADO CIVIL ADQUIRIDO. La ley lo considera en el art. 3º inc.1º, prim. parte, como un
derecho adquirido; por ende la nueva ley no lo afecta, a menos que esta nueva ley fuera
expresamente retroactiva, puesto que la LER se pone en el caso de que la ley nueva
nada diga.
Por lo estatuido en este artículo es que todas las personas casadas antes de 1884, fecha en
que regía el Derecho Canónico en todo lo relativo a la celebración del matrimonio, se
consideran válidamente unidas aun después de ese año en que se promulgó la Ley de
Matrimonio Civil.
Por otra parte, la mayoría de los autores partidarios de la teoría clásica no puede explicar
satisfactoriamente el respeto de la nueva ley por el estado civil adquirido, ya que considera
como carácter esencial del derecho adquirido su incorporación a un patrimonio, y el estado
civil no es un derecho patrimonial. En este sentido, más lógica y sencilla es la
explicación que fluye de la teoría de Roubier. El estado civil adquirido, con arreglo a
ella, es una situación jurídica constituida que, por lo tanto, la nueva ley no puede
desconocer sin caer en la retroactividad.
3)EFECTOS DEL ESTADO CIVIL NO EJERCITADOS. Son los derechos y obligaciones que
nacen del estado civil, todos los cuales se subordinan, se rigen por la nueva ley, sea que
se deroguen o se modifiquen por ésta, pues se considera en el art. 3º inc.1, seg. parte,
que no son más que facultades legales no ejercitadas.
4)EFECTOS DEL ESTADO CIVIL EJERCITADOS. En este caso los actos válidamente
ejecutados bajo el imperio de una ley anterior, subsisten plenamente, de acuerdo al
art.3º inc. 2º.
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6)Adquirido el ESTADO DE HIJO NATURAL bajo el imperio de una ley, no se puede perder
tal estado por una ley nueva, pero los derechos y obligaciones que se tienen como
consecuencia de tal estado quedarán sujetos al imperio de la nueva ley, por no constituir
más que facultades legales no ejercitadas.
Sobre este punto, cabe señalar que la ley 19.585, la nueva ley de filiación, en su art. 1º
transitorio, inc. 1º, indica que “todos los que posean el estado de hijo natural a la fecha de
entrada en vigencia de la presente ley, tendrán los derechos que ésta establece”. Lo dicho
se traduce, por una parte, en que en adelante el estado civil de ese sujeto será
simplemente el de “hijo” de aquella persona respecto de la cual tiene determinada su
filiación y, por otra, en que puede gozar de los derechos que a todo hijo le corresponden,
básicamente, en materia de alimentos, patria potestad y en materia sucesoria. Se elimina,
en consecuencia, la odiosa nomenclatura de hijo natural y éste accede a un estatuto nuevo,
en que no existen diferencias relativas a las circunstancias de su nacimiento.
En la segunda parte de esta norma de habla de goce y extinción con lo que habría una
contradicción con la primera parte. Además, al señalar la ley "pero en cuanto a su
extinción" nos indica que ella parte de la base que el derecho continúa, por lo que la nueva
ley no podría suprimir llanamente el derecho pues sería retroactiva, pero sí podrían
establecerse nuevas causales que pongan término al derecho sin que la ley sea retroactiva.
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CAPACIDAD DE GOCE: Aptitud para ser titular o adquirir derechos, llamada también
capacidad adquisitiva.
1.CAPACIDAD DE GOCE. La LER la considera como una facultad legal no ejercitada, y por
tanto quedará sujeta a la nueva ley sin ser ésta retroactiva, (se infiere ello del art. 7
LER). La nueva ley que priva de la capacidad de goce no es retroactiva.
Esta no pérdida de la capacidad de ejercicio lograda de acuerdo con la ley antigua está en
pugna con la teoría clásica de los derechos adquiridos que por lo general sigue la LER.
Porque según esa teoría dicha capacidad es una facultad, el supuesto para ejercer
derechos, y por eso corresponde aplicarse inmediatamente a todos. La solución dada por la
LER, se ajusta, empero, a la moderna teoría de Roubier. De acuerdo con ella, la nueva ley
no puede aplicarse sin caer en la retroactividad a los que ya adquirieron la capacidad de
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Según el art. 338 inc.1º, las tutelas y las curadurías o curatelas son cargos impuestos a
ciertas personas a favor de aquellos que no pueden dirigirse a sí mismos o administrar
competentemente sus negocios, y que no se hallan bajo potestad de padre o madre, que
pueda darles la protección debida. Las guardas son las tutelas o curatelas, y el pupilo es el
que está sujeto a guarda.
CAMBIO DE LEGISLACIÓN
Aquí hace crisis la LER, ya que el cargo de guardador más que un derecho es una carga
para quien lo desempeña. El legislador considera a la guarda como un verdadero estado
civil adquirido.
El inc. 2º del art.9º señala que la pena que se aplicará por torcida o descuidada
administración se sujetará a aquella de las dos legislaciones que fuere menos rigurosa al
respecto, pero las faltas cometidas bajo el imperio de la nueva ley se castigarán conforme a
ésta.
El art. 545 inc.1º del CC señala que se llama persona jurídica una persona ficticia, capaz de
ejercer derechos y contraer obligaciones civiles, y de ser representada judicial y
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CAMBIO DE LEGISLACIÓN
2. DERECHOS Y OBLIGACIONES QUE SEÑALA LA LEY. Son afectados por la nueva ley,
porque se consideran equiparados a los derechos y obligaciones que nacen del estado
civil que, según el art.3º, no son más que facultades legales no ejercitadas.
La “in integrum restitutio” era un beneficio en favor de los incapaces para pedir que se
dejara sin efecto un acto por haber sido perjudicial para él, restituyéndosele lo dado en
virtud del contrato, aun cuando el acto fuera válidamente celebrado.
La institución dio margen para abusos y, a la postre, se volvió contra los mismos
privilegiados, porque nadie quería contratar con ellos ante la posibilidad de perder después
los derechos adquiridos; por eso el CC. la suprimió de raíz.
CAMBIO DE LEGISLACIÓN
No constituye un derecho adquirido, de manera que la nueva ley la afecta (art. 11 LER). La
supresión mencionada de este instituto jurídico se confirma en el art. 1686 del CC, que
señala que los actos y contratos de los incapaces en que no se ha faltado a las formalidades
y requisitos necesarios, no podrán declarase nulos ni rescindirse, sino por las causas en que
gozarán de este beneficio las personas que administran libremente sus bienes.
El art. 577 del CC señala que derecho real es el que tenemos sobre una cosa sin respecto a
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CAMBIO DE LEGISLACIÓN
1.Respecto del dominio se debe tener siempre en cuenta que la CONSTITUCIÓN POLÍTICA
de la República lo protege en el art. 19 Nº 24, de manera que en esta materia no se
pueden dictar leyes con efecto retroactivo (Art.12).
4.EXTINCIÓN. La nueva ley puede señalar nuevas causales de extinción, pero no puede
llanamente eliminar el derecho (art.12).
Por otra parte, puede señalarse que el art. 12 ha sido objeto de innumerables críticas. Este
artículo consagra el principio del derecho adquirido con respecto al derecho real y, por
tanto, es irretroactivo. Pero en cuanto al goce y cargas del derecho, se les asimila a
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Ello hace aseverar a los autores que la irretroactividad del art.12 no es más que aparente,
porque si bien ampara al derecho real en sí mismo al considerarlo un derecho adquirido, los
goces y cargas se ven afectados por la nueva ley, lo que podría llegar a afectar la esencia
del derecho.
Algunos autores han querido zanjar el problema entendiendo que la expresión "todo
derecho real adquirido bajo una ley" se referiría al caso que una nueva ley señale nuevos
requisitos para adquirir el dominio, pero en tal caso ya no se seguiría la tesis clásica.
Esta norma contiene imprecisiones que han hecho pensar que se trata de errores de
imprenta. Las servidumbres naturales, al depender de la natural ubicación de los predios,
no son afectadas por la nueva ley; y las servidumbre voluntarias, al ser un producto de la
voluntad de las partes, se regirán por la regla del art. 22. Por tanto las únicas servidumbres
a que se refiere el 16 son las legales, precisamente las que no menciona el artículo 16 en
referencia.
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El art. 17 presenta un error aún más grave al expresar "Cualquiera tendrá derecho a
aprovecharse de las servidumbres naturales“, pues precisamente éstas son determinadas
por la naturaleza y no por una nueva ley, por lo que es lógico pensar que el legislador no
haya tenido en mente referirse a estas servidumbres, lo que se confirma con la misma
redacción del precepto, que continúa señalando “......servidumbres naturales que autoriza a
imponer una nueva ley”. Por esto se entiende que se refiere a las legales.
Así entendido, el dueño del predio gravado no tiene derecho adquirido alguno para
oponerse a la servidumbre que le imponga la nueva ley, el derecho real es respecto del
predio dominante. En todo caso, como agrega la norma, quien quiera aprovecharse de la
servidumbre debe abonar al dueño del predio sirviente los perjuicios que la constitución de
la servidumbre le irrogare, renunciando éste por su parte las utilidades que de la
reciprocidad de la servidumbre pudieran resultarle; a las cuales podrá recobrar se derecho
siempre que restituya la indemnización antedicha.
LA POSESIÓN (art.13)
El art. 700 define a la posesión como la tenencia de una cosa determinada con ánimo de
señor o dueño, sea que el dueño o el que se da por tal tenga la cosa por sí mismo o por
otra persona que la tenga en lugar y a nombre de él. El poseedor es reputado dueño
mientras otra persona no justifique serlo.
CAMBIO DE LEGISLACIÓN
La posesión constituida bajo una ley anterior no se retiene, pierde o recupera bajo el
imperio de una ley posterior, sino por los medios o con los requisitos señalados en ésta (art.
13).
La misma crítica que se hace a la disposición que trata sobre los derechos reales se aplica
aquí: la irretroactividad de las leyes sobre la posesión sólo sería ilusoria.
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Si adquirida la posesión de una cosa bajo el imperio de una ley, no puede conservarse bajo
otra posterior, sino por los medios que esta última señala, es indudable que no puede
hablarse de irretroactividad. Así, según la ley vigente, para adquirir la posesión de una
cosa basta con la tenencia de ella con ánimo de señor y dueño. Si cierta persona ha
adquirido la posesión de esta forma y viene una ley posterior que exige para conservarla o
retenerla una declaración por la prensa, por ejemplo, el que antes adquirió la posesión,
para no perderla, veríase obligado, a virtud del artículo 13 que estudiamos, a hacer dicha
declaración; debería conformarse al mandato de la nueva ley. Y esto está demostrando que
las leyes sobre la posesión son retroactivas.
La condición es un elemento accidental del negocio jurídico, que puede dejar en suspenso la
adquisición de un derecho o extinguirlo si está cumplida.
El art.14 se pone en el caso de que la nueva ley señale un nuevo plazo en el cual deba
considerarse fallida la condición. En tal caso la condición debe fallar en el plazo más breve
que falte por cumplir. Por ejemplo art.739.
La razón de ello es que al existir derechos sujetos a condición resolutoria, estos son
inestables, y la estabilidad es necesaria en pro del principio de la seguridad y certeza
jurídica, lo que se logra fallando la condición en el plazo más breve.
La sucesión puede ser intestada, cuando se encuentra enteramente regulada por la ley, la
que se aplica cuando no existe testamento, o testamentaria, que supone que el causante
hizo testamento regulándose de acuerdo a éste la sucesión.
La LER no señala normas a las cuales debe sujetarse la sucesión en este caso, pero nadie
duda que la sucesión intestada se rige por las normas vigentes al tiempo de la delación o
transmisión de la asignación.
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Esta solución está en el mensaje de la LER, que señala que “siendo constante que los
derechos hereditarios no se transfieren sino a la muerte de su autor, el Proyecto establece
que en cada sucesión testamentaria o abintestato, el derecho de los llamados a ella sea
definido por la ley vigente a la época de su delación o transmisión.
De lo transcrito se desprende que el sujeto que era incapaz de heredar según la ley
antigua, puede recibir la asignación, si a la apertura de la sucesión lo considera capaz la ley
nueva.
Por el contrario, el que era capaz de suceder conforme a la ley antigua no podrá recoger la
herencia si en el instante de su delación (actual llamamiento de la ley a aceptar o repudiar
la herencia o legado), que es el de la muerte del causante, resulta incapaz con arreglo a la
nueva ley.
Para producir sus efectos el testamento requiere de la muerte del testador. Ahora, durante
el lapso que media entre el otorgamiento del testamento y la muerte de su autor, pueden
presentarse muchas circunstancias tanto de hecho como de derecho, y entre ellas, que
hayan variado las reglas legales bajo las cuales se hizo el testamento. En todo caso, la ley
no puede prever la situación patrimonial del testador. Este podría ser rico al momento de
testar y estar en la miseria al morir, o viceversa.
vigente a la época en que se defiere la asignación (muerte del testador). Como agrega el
Código, “en consecuencia, prevalecerán sobre las leyes anteriores a su muerte las que
reglan la incapacidad o indignidad de los herederos o asignatarios, las legítimas,
mejoras, porción conyugal y deheredaciones”.
La razón por la cual las disposiciones del testador se rigen por la ley vigente a su muerte,
según indican los autores, estriba en que se reputan dictadas en ese mismo momento,
como que antes el testamento es esencialmente revocable, y sólo desde entonces produce
sus efectos, esto es, pueden hacerse efectivos los derechos y obligaciones que de él
proceden.
Como consecuencia de los principios anteriores, el art. 19 estatuye que “si el testamento
contuviera disposiciones que según la ley bajo la cual se otorgó, no debían llevarse a
efecto, lo tendrán sin embargo, siempre que ellas no se hallen en oposición con la ley
vigente al tiempo de morir el testador”.
Y así, por ejemplo, si hoy en día un testador deja todos sus bienes a un extraño y no
respeta, por lo tanto, las asignaciones forzosas (es decir, las que es obligado a hacer a
ciertas personas por mandato de la ley), y si antes de su fallecimiento se dicta otra ley que
suprime las asignaciones forzosas, sus disposiciones tendrán pleno efecto, conforme al art.
19 que transcribimos.
3)CAMBIO EN MATERIA DE CAPACIDAD Y LIBRE VOLUNTAD DEL TESTADOR. Estos son los
que se llaman requisitos internos del testamento, o subjetivos del testamento, y sobre el
punto, la LER nada dice. Se presentan variadas soluciones en la doctrina.
JOSÉ CLEMENTE FABRES afirma que la capacidad y libre voluntad del testador se rige por la
ley vigente al momento del fallecimiento del causante, porque antes de ese día el
testamento no es más que un mero proyecto, que sólo adquiere eficacia al morir el
causante.
LUIS CLARO SOLAR, señala que la capacidad y libre voluntad del testador son aspectos
determinantes de las disposiciones testamentarias, y como, según el art.18, las
disposiciones testamentarias se rigen por la ley vigente a la época de fallecimiento del
causante, la capacidad y la libre voluntad del testador también deben sujetarse a la ley
vigente a la muerte del causante, pero además deberán ajustarse a la ley vigente al
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De esta manera el aspecto que nos ocupa debe ser eficaz tanto respecto de la nueva ley
como respecto de la antigua, pues una nueva ley no podría validar un acto que desde el
comienzo fue nulo.
Para sostener esto, esta autor señala que el art.18 supone dos situaciones, las
solemnidades, regidas por la ley coetánea al otorgamiento, y las disposiciones
testamentarias, que se rigen por la ley vigente a la época de la apertura y de la delación de
la asignación.
Ahora, las solemnidades no son más que formas a través de las cuales se manifiesta la
voluntad, y el art.18 sujeta a éstas a la ley coetánea al otorgamiento, de manera que
parece lógico que las normas relativas a la capacidad y libre voluntad del testador también
se sujetan a la ley vigente al tiempo del otorgamiento del testamento, aunque la ley
posterior pueda implicar la incapacidad del testador. Aun más, Alessandri señala que este
principio estaría consagrado en el art.1006 CC., que a continuación del 1005, que señala las
personas inhábiles para testar, manifiesta que “el testamento otorgado durante la
existencia de cualquiera de las causas de inhabilidad expresadas en el artículo precedente
es nulo, aunque posteriormente deje de existir la causa. Y, por el contrario, el testamento
válido no deja de serlo por le hecho de sobrevenir después alguna de estas causas de
inhabilidad”. Además agrega que la facultad de testar no es más que una forma de
capacidad de ejercicio, la que dentro de la LER se considera un derecho adquirido, que
subsiste a un cambio de legislación, confirmando que la capacidad y libre voluntad del
testador se rige por la ley vigente a la época de otorgarse el testamento.
A este respecto el art. 984 señala que se sucede abintestato, ya por derecho personal, ya
por derecho de representación. La representación es una ficción legal en que se supone que
una persona tiene el lugar y por consiguiente el grado de parentesco y los derechos
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hereditarios que tendría su padre o madre, si éste o ésta no quisiese o no pudiese suceder.
Se puede representar a un padre o madre que, si hubiese querido o podido suceder, habría
sucedido por derecho de representación.
La representación se produce sólo en la descendencia del difunto y en la descendencia de
sus hermanos. Ella supone además que no hay testamento (art. 986).
Ejemplo: el testador instituye heredero a Patricio y si llega a faltar, a las personas que
tienen derecho a representarle. En tal caso, dice la ley, para la determinación de esas
personas se atenderá a la ley vigente a la fecha en que se otorgó el testamento. Y esto es
lógico, porque el testador tuvo en vista para referirse al derecho de representación la ley
vigente a la época en que hizo el testamento, la cual le es conocida.
Cabe advertir que aquí las personas suceden, no por derecho de representación, como
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podría inferirse de una lectura descuidada del artículo, sino en virtud del expreso
llamamiento del testador, pues aquel derecho no tiene lugar en la sucesión testada. Lo que
ocurre es que el testador manifiesta su voluntad remitiéndose al derecho de representación
que la ley consagra para las sucesiones intestadas.
Se regula por las normas vigentes al momento de su delación. Como ya se dijo, la delación
de la herencia es el actual llamamiento que la ley hace a aceptar o repudiar la asignación.
El momento de la delación es cuando muere el testador, salvo que la asignación sea
condicional suspensiva, siendo entonces al cumplimiento de la condición.
CONTRATOS (art.22)
Hay quienes creen ver en esta norma un clara expresión del efecto diferido o supervivencia
de la ley antigua, lo que es difícilmente aceptable, pues la legislación chilena está inspirada
en la doctrina clásica, según la cual el contrato queda al abrigo del cambio de legislación,
pues de él nacen derechos que se consideran adquiridos, y así se ha expresado en la
fórmula del art. 22.
REGLAS DEL ART. 22. Dice este artículo, en su inciso 1º: “En todo contrato se entenderán
incorporadas las leyes vigentes al tiempo de su celebración”. Esto significa:
1. Los requisitos de existencia y validez del contrato quedan bajo el amparo de la ley
antigua vigente al tiempo de celebrarse el contrato.
2. Los efectos del contrato, es decir, los derechos y obligaciones que de él emanan, quedan
igualmente sujetos a la ley antigua. Aquí no se refiere a los efectos de los contratos que
se producen de inmediato y que lo extinguen, ya que estos son contratos agotados, sino
que se refiere a los efectos de los contratos que se encuentran en curso.
El fundamento de este art.22 sería el mismo tanto para la doctrina clásica cómo para la
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doctrina de Paul Roubier. Para la primera de cada contrato nace un derecho adquirido para
cada contratante; para la segunda, en materia de contratos tiene aplicación el efecto
diferido de la ley.
o Las leyes procesales, o como dice la LER, las leyes concernientes al modo de reclamar
en juicio los derechos que resulten de ellos.
Estas normas no se entienden incorporadas al contrato. No hay derechos adquiridos ni
supervivencia de la ley antigua, porque las reglas procesales son de derecho público y rigen
in actum. Esta excepción al art.22 se repite en el art.24.
o Las leyes penales, o como dice el Nº 2 del art.22, las que señalan penas para el caso de
infracción a lo estipulado en ellos; pues será castigada con arreglo a la ley bajo la cual
se hubiere cometido la infracción.
Esta norma se refiere a las penas legales, ya que las de carácter contractual o
convencional, como la cláusula penal, forman parte del contrato y, por tanto, quedan
sujetas a la ley vigente al tiempo de celebración del contrato. Estas sanciones o penas
legales pueden ser la nulidad, indemnización o resolución. Si la ley establece alguna de
estas sanciones en forma diferente a las estipuladas por la ley antigua, se regirá por la
nueva ley.
Siguiendo esta idea, si se dicta una ley, no específicamente contractual, que disponga que a
partir de hoy se prohibe pactar intereses de todo tipo, y que de hecho tendrá efectos en
materia contractual, por un lado, podrá alegarse el art.22 inc.1º, pero por otro lado podría
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Las leyes de orden publico no están definidas en la ley, de tal suerte que su calificación le
corresponderá al juez. El problema de estas normas se ha dado, fundamentalmente, en
materia de rentas de arrendamiento.
Debemos recordar que esta norma retroactiva puede estar limitada por el art.19 Nº 24 de
la constitución, y que, como lo ha aceptado la jurisprudencia, de los contratos nacen
derechos personales, sobre los cuales el contratante tiene también una especie de dominio,
por lo que aquella norma que los afecta sería inconstitucional.
ELEMENTOS DE LA PRUEBA
Lo que se prueba son los hechos, a través de los medios que la ley establece. En la ley
pueden distinguirse dos aspectos:
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o Aspecto adjetivo. Dice relación con la forma de rendir la prueba, es decir, las reglas
procesales o de procedimiento que regulan la rendición de prueba.
A la forma de rendir la prueba se refieren tanto la segunda parte del art. 23 como el art.
24, y estas leyes se sujetan por entero a la nueva norma, porque son reglas de
procedimiento, y por tanto de derecho público, que rigen in actum.
Ejemplificando todo lo dicho, podemos señalar que si para probar un acto celebrado bajo la
ley antigua ella permitía, por ejemplo, recurrir a testigos, podrán hacerse valer estos para
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probar dichos actos, aunque la nueva ley no los acepte; pero en cuanto a la forma de esa
prueba, deberá estarse a la ley nueva, y si conforme a la antigua la prueba de testigos
podía celebrarse en secreto y la nueva ley exige que se efectúe públicamente, deberá
hacerse en esta última forma.
Nos referimos a reglas que inciden en el aspecto adjetivo de la prueba, y tales excepciones
las señala el art. 24, segunda parte:
El art. 2492 señala que la prescripción es un modo de adquirir las cosas ajenas o de
extinguir las acciones y derechos ajenos, por haberse poseído las cosas o no haberse
ejercido los derechos durante cierto lapso de tiempo, y concurriendo los demás requisitos
legales. Una acción o derecho se dice prescribir cuando se extingue por la prescripción.
La prescripción puede ser de dos tipos:
o Adquisitiva, entendida como un modo de adquirir el dominio de las cosas ajenas por
haberse poseído por un cierto lapso de tiempo y concurriendo los demás requisitos
legales. Hay un dueño o titular y un poseedor o prescribiente.
o Extintiva, entendida como un modo de extinguir las acciones y derechos ajenos por no
haberse ejercido dichas acciones y derechos durante un lapso de tiempo y concurriendo
los demás requisitos legales. Hay un titular o acreedor y un deudor o prescribiente.
En ambas debe transcurrir un lapso de tiempo, habiendo inactividad por parte del dueño o
acreedor, según el caso. Sin embargo, la prescripción adquisitiva, al ser un modo de
adquirir el domino, implica posesión; mientras que la extintiva no comprende tal elemento,
siendo sólo una forma de extinguir acciones y derechos.
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CAMBIO DE LEGISLACIÓN
o Art. 25. Esta regla es aplicable a ambos tipos de prescripción. En este caso la LER nos
da una solución ecléctica, tal como preconizaba Savigny, dándole al prescribiente un
derecho de opción para escoger entre quedar regido por la nueva o por la antigua ley,
pero si opta por la nueva, el plazo no podrá comenzar a contarse sino desde ella.
Ejemplo:
a) Una ley antigua requería 15 años para la prescripción, y la nueva, sólo 10. Si cuando
ésta fue promulgada, iban corridos 7 años, el prescribiente puede elegir la una o la otra;
pero en cualquier caso, estará obligado a completar alguna. Y como decidiéndose por la de
10, éstos empezarían a correr desde la fecha de la promulgación de la ley posterior, es
indudable que optará por la de 15, ya que prescribiría con sólo 8 años más.
Entre nosotros, dos leyes han reducido el plazo de prescripción. La ley 6.162 de 1938
redujo el plazo de prescripción extraordinaria de 30 a 15 años, y la ley 16.952 de 1968 lo
volvió a reducir a 10 años. Sin embargo, ambas leyes dijeron que los nuevos plazos se
aplicarían a las prescripciones que estuvieren en curso, derogando tácitamente al art. 25 de
la LER. Además se estableció que los plazos se contarán desde que se inició la posesión y
no desde que empiezan a regir estas leyes. Ello se hizo siguiendo aquel principio que
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Como señalamos, en esta materia no hay derechos adquiridos, las leyes rigen in actum, de
modo que sólo nos encontramos con facultades legales que si fueron ejercidas no pueden
verse afectadas, y si no se han ejercido serán modificadas (derecho a sufragio, por
ejemplo).
En este sentido, las normas relativas a la organización judicial y competencia de los
tribunales son, precisamente, de derecho público; reciben, por lo tanto, aplicación
inmediata. Pero hay discrepancia de pareceres en cuanto a las leyes de competencia
relacionada con litigios pendientes: Si nos encontramos con un juicio pendiente ante un
tribunal y se produce un cambio legislativo, según el cual esa causa debe pasar al
conocimiento de otro tribunal, se presenta el problema de determinar en definitiva cuál será
el tribunal competente. Ejemplo: actualmente los juicios de divorcio son de la competencia
de los jueces de letras en lo civil; supongamos que se dicte una ley que crea un tribunal
especial para conocer de estos asuntos. Si la nueva ley nada dice respecto de los juicios de
divorcio pendientes, ¿pasarán éstos a conocimiento del nuevo tribunal o continuarán
substanciándose ante el juez de letras? He aquí el problema.
- Otra postura sostiene que aquí no juega la regla de la fijeza o radicación, pues el hecho de
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dictarse una nueva ley implica la cesación de la competencia que otorgaba la antigua ley.
Así, sigue la regla general del art. 24, 1º parte de la LER, y siendo norma de procedimiento
se aplica la ley nueva.
Conforme a los principios básicos del Derecho Internacional Público todo Estado soberano e
independiente ejerce dentro de su territorio, en forma absoluta y exclusiva, la potestad
legislativa (facultad de dictarse sus propias leyes) y jurisdiccional (facultad de hacerlas
cumplir). De aquí deriva el hecho de que cada Estado sólo puede dictar leyes y hacerlas
cumplir dentro de las fronteras de su propio territorio; ninguno puede pretender que sus
normas jurídicas sean respetadas más allá de sus confines territoriales. Si este doble
principio fuera reconocido y aplicado con todo rigor no se producirían conflictos entre las
legislaciones de los diversos Estados; cada uno aplicará sólo su propia legislación sin
considerar la nacionalidad de las personas, el país en que se encuentren las cosas o en que
se celebren los actos y contratos. Pero se comprende que una aplicación estricta del concepto
de soberanía sería obstáculo a las relaciones internacionales y entrabaría el comercio. Estos
factores determinan el respeto de las leyes extranjeras y su aplicación, en muchos casos,
dentro del territorio nacional.
En este sentido, puede suceder que dos o más legislaciones pretendan, simultáneamente,
regir una misma situación jurídica. En esta hipótesis ¿a cuál se le dará preferencia? De esta
materia se ocupa el Derecho Internacional Privado.
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DERECHO CIVIL I CLASES 01 – 06, PROFESOR JORGE FERNANDEZ, DERECHO VESPERTINO, UST
Diversas causas hacen que una situación o relación jurídica pretenda ser regida por dos o
más legislaciones: la nacionalidad de los individuos, el cambio de domicilio, la circunstancia
de encontrarse un bien en otro país que en el que reside el dueño, el hecho de celebrase un
contrato en un país para que produzca efectos en otro, etc.
El conflicto de legislaciones puede ser simple o múltiple: es simple cuando se encuentran dos
legislaciones que pretenden regir un mismo caso jurídico; y es múltiple cuando las
legislaciones concurrentes son más de dos; ejemplo: un ciudadano francés y otro inglés
celebran un contrato en Alemania sobre bienes situados en Italia y se origina un pleito en
Chile, mientras uno de los contratantes tiene su domicilio en Argentina y el otro en Bolivia.
Todos los conflictos de leyes en el espacio giran en torno a dos principios: el territorial y el
extraterritorial o personal. Según el principio territorial, las leyes se dictan para el territorio y
tienen su límite espacial marcado por las fronteras de cada país. Por el contrario, de acuerdo
al principio extraterritorial o personal las leyes se dictan para las personas, y acompañan a
éstas fuera del territorio. ¿Qué ocurriría si se aplicara exclusivamente uno de los principios? Si
sólo tuviera valor el de la territorialidad, el Estado podría exigir el reconocimiento exclusivo
de su derecho sobre el territorio que le pertenece; pero no podría pretender que sus normas
fueran reconocidas más allá de sus fronteras. Y, por el otro lado, si se aplicara en absoluto el
principio personal, el Estado sólo podría legislar para sus nacionales y no podría hacer valer
ninguna autoridad sobre los extranjeros que residieran en su territorio.
A través de la historia ha regido en una época un principio y en otras el contrario. Así, en los
tiempos de las invasiones bárbaras estuvo en vigor el principio de la personalidad de la ley,
conforme al cual cada individuo permanecía exclusivamente sometido a la ley de su origen en
cualquier parte que se hallara: el godo, a la ley goda; el franco, a la ley franca; el romano, a
la ley romana, etc. En la época feudal, en cambio, imperó el sistema de la territorialidad de la
ley traducido en el axioma de que las leyes no valen fuera del territorio en que se instituyen.
Entre las teorías que han intentado dar solución a estos problemas sobresalen la de los
estatutos, la de comunidad del derecho y la de la personalidad o nacionalidad del mismo.
Nosotros limitaremos nuestro estudio a la primera, por estar fundada en ella, en parte,
nuestra legislación. Por lo demás, todo lo relacionado con los conflictos de las leyes en el
espacio cae dentro de la órbita del Derecho Internacional Privado, y es materia de dicha
asignatura.
Entre las teorías que han intentado dar solución a estos problemas sobresalen la de los
estatutos, la de comunidad del derecho y la de la personalidad o nacionalidad del mismo.
Nosotros limitaremos nuestro estudio a la primera, por estar fundada en ella, en parte,
nuestra legislación. Por lo demás, todo lo relacionado con los conflictos de las leyes en el
espacio cae dentro de la órbita del Derecho Internacional Privado, y es materia de dicha
asignatura.
La teoría de los estatutos nació en el siglo XIII y se desarrolló posteriormente. Clasifica las
leyes en personales, es decir, relativas a las personas; reales, o sea, relativas a los bienes y
las leyes mixtas que se refieren al mismo tiempo a los bienes y a las personas y
particularmente a la forma de los actos jurídicos.
Ahora bien, las leyes personales tienen aplicación extraterritorial, pues siguen a la persona a
cualquier país que vaya; la siguen –como decían los antiguos estatutarios- como la sombra al
cuerpo. El fundamento de lo anterior radica en que tales leyes se dictan en consideración al
medio ambiente, el clima, los hábitos, las costumbres que imperan en el país en que el
individuo nace y se desarrolla; siendo así, estas leyes se ajustarían más a la condición del
individuo, por lo cual es justo que esté sometido a ellas donde quiera que se encuentre. Por
el contrario, las leyes reales sólo se aplican en el territorio en el cual están situados los
bienes, es decir, tienen carácter local, territorial, y el fundamento de ello se encuentra en la
soberanía territorial, esto es, el dominio eminente del Estado sobre los bienes que se hallan
dentro de sus fronteras. Las leyes mixtas o relativas a los actos jurídicos se ciñen a un doble
estatuto, según se trate de sus requisitos externos o internos como se señalará más
adelante.
Entre otros inconvenientes que ofrece la teoría de los estatutos no es menor el de la dificultad
que se presenta en algunos casos para saber si una ley es real o personal, porque comprende
con igual relieve a las personas y a los bienes.
NUESTRA LEGISLACIÓN
El Código Civil adoptó como principio general el de la territorialidad de la ley, ya que siendo
Chile al momento de su dictación un país en formación y escasamente poblado, al mismo
tiempo que estimular la inmigración, le convenía la uniformidad de población y legislación.
Por eso el artículo 14 de ese cuerpo legal dispone: “La ley es obligatoria para todos los
habitantes de la República, inclusos los extranjeros”. El principio de la territorialidad de la ley
declarado en forma genérica, se refuerza con otra disposición más específica, la del artículo
16 que, en su primer inciso, prescribe que “los bienes situados en Chile estarán sujetos a las
leyes chilenas, aunque sus dueños sean extranjeros y no residan en Chile”.
Interpretando en forma amplia el art. 14 significa que todas las personas que habitan el
territorio nacional, sean chilenos o extranjeros, quedan sometidos a la ley chilena desde el
punto de vista de sus personas, bienes y actos. Y así, por ejemplo, si conforme a su ley
nacional un extranjero es mayor de edad a los 17 años, dentro de nuestro territorio será
menor de edad, porque la ley chilena establece la mayor edad a los 18 años.
Este principio de la territorialidad absoluta está consagrado en varias disposiciones de nuestra
legislación positiva y en algunas lo ha llevado al extremo. Así por ejemplo, en lo que se
refiere al matrimonio, está el artículo 80 inc. 1, 2 y 3 de la Ley de Matrimonio Civil.
También es una corroboración del art. 14 el art. 997 del CC que establece que “los
extranjeros son llamados a las sucesiones abintestato abiertas en Chile de la misma manera
y según las mismas reglas que los chilenos”.
Ahora bien, el sometimiento del extranjero que vive en nuestro país a la ley chilena tiene la
compensación de estar asimilado a los chilenos en cuanto a la adquisición y goce de los
derechos civiles (art. 57).
Artículo 16 inciso 2º del CC. Para entender esta situación cabe señalar que como se dijo
anteriormente, el art. 16 en su inciso 1º constituye una manifestación clara del principio de la
territorialidad de la ley, y reforzaba el art. 14, indicando que “los bienes situados en Chile
están sujetos a las leyes chilenas, aunque sus dueños sean extranjeros y no residan en
Chile”. Pero la excepción se encuentra en el 2º inciso, que indica que la regla anterior se
entiende sin perjuicio de las estipulaciones contenidas en los contratos otorgados
válidamente en país extraño. Esto significa que no obstante que los bienes situados en Chile
están sujetos a la ley chilena, las estipulaciones contractuales que a ellos se refieren,
otorgadas válidamente en el extranjero, tiene pleno valor y efecto en Chile. Ello, como es
sabido, porque en todo contrato se entienden incorporadas las leyes vigentes en el lugar y al
tiempo de su celebración. Pero todo lo anterior tiene una limitación, ya que el mismo art. 16
declara, en su inciso 3º, que en todo caso “los efectos de los contratos otorgados en país
extraño para cumplirse en Chile, se arreglarán a la ley chilena”, lo que quiere decir que los
derechos y obligaciones que de ellos emanan deben ajustarse a la ley chilena. De este
modo, si por ejemplo, una obligación importa un hecho ilícito según nuestra legislación no
podrá llevarse a cabo en Chile. Otro ejemplo: si conforme a la ley extranjera un inmueble se
entiende transferido por efecto del solo contrato, en Chile el inmueble para su transferencia
requerirá inscripción del contrato en el Registro del Conservador de Bienes Raíces, porque en
Chile la tradición del dominio de los bienes raíces se realiza mediante esa inscripción.
Artículo 955 del CC. Dice este artículo que “la sucesión en los bienes de una persona se abre
al momento de su muerte en su último domicilio; salvo los casos expresamente exceptuados.
La sucesión se regla por la ley del domicilio en que se abre; salvas las excepciones legales”.
Conforme a esta disposición, si al morir el causante tenía su domicilio en Francia, la sucesión
se regirá por la ley francesa y no por la chilena aunque los bienes del difunto estén situados
en nuestro país.
Cabe señalar, sin embargo, que como la misma disposición indica, hay excepciones, esto es,
hipótesis en que no se aplica la ley extranjera del último domicilio del causante, sino la ley
chilena, como la del art. 998 del CC, que, en síntesis, vuelve a la regla general respecto a los
parientes chilenos, indicando que ellos tienen en la sucesión del extranjero fallecido dentro o
fuera de la República, a título de herencia o de alimentos, los mismos derechos que según las
leyes chilenas les corresponderían sobre la sucesión intestada de un chileno; y los chilenos
interesados pueden pedir que se les adjudique en los bienes existentes en Chile de la persona
extranjera fallecida, todo lo que les corresponda en la sucesión de ésta. Un ejemplo servirá
para explicar estas excepciones y contraexcepciones: Si un inglés fallecido en Inglaterra deja
bienes en Chile, según la regla general de los artículos 14 y 16 la sucesión de sus bienes
debería regirse por la ley chilena; pero en virtud de la excepción del art. 955 procede aplicar
las leyes inglesas; sin embargo, si hay chilenos con derecho a herencia o alimentos, sus
derechos se reglan por las leyes chilenas y podrán pedir que se les adjudique el total de lo
que les corresponde en los bienes existentes en Chile.
APLICACIÓN DE LA LEY CHILENA EN EL EXTRANJERO
Se considera en el artículo 15 del CC, que señala las reglas fundamentales a este respecto:
“A las leyes patrias que reglan las obligaciones y derechos civiles, permanecerán sujetos los
chilenos, no obstante su residencia o domicilio en país extranjero en lo relativo al estado de
las personas y a su capacidad para ejecutar ciertos actos que hayan de tener efecto en Chile,
y en las obligaciones y derechos que nacen de su relaciones de familia; pero sólo respecto
de sus cónyuges y parientes chilenos”.
Este principio está repetido en el art. 80 de la Ley de Matrimonio Civil, que dice que “el
matrimonio celebrado en país extranjero, en conformidad a las leyes del mismo país,
producirá en Chile los mismos efectos que si se hubiere celebrado en territorio chileno. Sin
embargo, si un chileno o chilena contrajere matrimonio en país extranjero, contraviniendo a
los artículos 4º, 5º, 6º y 7º de la presente ley, la contravención producirá en Chile los mismos
efectos que si se hubiere cometido en Chile”.
El fundamento del art. 15 del CC está en que el legislador no quiere que mediante un
subterfugio se burlen las leyes chilenas relativas al estado y capacidad de las personas, y a
las relaciones de familia, leyes todas éstas que son de orden público; de lo contrario, se
burlaría la ley con sólo traspasar las fronteras del país. Por otra parte, cabe observar que, en
todo caso, lo que ordena el señalado artículo 15 es que el chileno debe respetar la ley chilena
en el extranjero, únicamente para aquellos actos que han de tener efecto en Chile; de
manera que no se trata que la ley chilena vaya a ser aplicada por tribunales extranjeros.
Igualmente, cabe destacar que la señalada disposición sólo se refiere a los chilenos; por
tanto, si un chileno se nacionaliza en país extranjero, dejará de estar sujeto a esta norma,
como no lo está cualquier extranjero.
En seguida, el art. 15 sólo hace obligatorias para el chileno que está fuera del territorio de la
República las leyes chilenas relativas al estado de las personas y a su capacidad para ejecutar
actos que hayan de tener efectos en Chile, y las relativas a las obligaciones y derechos que
nacen de las relaciones de familia. Las demás leyes chilenas, aunque sean personales, no
obligan al chileno que se halla en el extranjero. En tercer lugar, el art. 15 se refiere en su nº
2 a los cónyuges y parientes chilenos, sin que la ley se preocupe de los extranjeros.
Dice este numeral: “A las leyes patrias que reglan las obligaciones y derechos civiles,
permanecerán sujetos los chilenos, no obstante su residencia o domicilio en país extranjero
en lo relativo al estado de las personas y a su capacidad para ejecutar ciertos actos, que
hayan de tener efecto en Chile”.
a) Un acto jurídico tiene efectos en Chile cuando los derechos y obligaciones que engendra se
hacen valer o cumplir en nuestro país.
c) De lo señalado fluye que si un extranjero ejecuta ese acto no estará sujeto a las leyes
chilenas, aunque ese acto vaya a producir efectos en Chile. Y en esta última hipótesis no
cabe entrar a averiguar si es capaz según la ley chilena, sino si lo es según la ley de su país.
Dice: “A las leyes patrias que reglan las obligaciones y derechos civiles, permanecerán
sujetos los chilenos, no obstante su residencia o domicilio en país extranjero, en las
obligaciones y derechos que nacen de su relaciones de familia; pero sólo respecto de sus
cónyuges y parientes chilenos”.
Este numeral tiene por objeto proteger a la familia chilena; y de su tenor se observa que el
cónyuge extranjero o los parientes extranjeros no pueden acogerse a esta disposición.
Para determinar qué ley rige los actos jurídicos, sean unilaterales, como el testamento, sean
bilaterales, como los contratos, es preciso distinguir entre los requisitos externos y los
internos.
Ahora bien, cuando un acto jurídico se otorga o celebra en Chile, no hay necesidad de hacer
distinción alguna, porque en nuestro territorio, la ley patria es obligatoria para todos; el
asunto cobra importancia cuando los actos se realizan en el extranjero y ellos han de tener
efectos en Chile.
La ley chilena acoge la regla universalmente consagrada según la cual la forma de los actos,
los requisitos externos, se rigen por la ley del lugar en que se otorgan o celebran, principio
éste que está consagrado en el aforismo latino “locus regit actum”.
La justificación de esta regla se halla en que es la única que permite, sin complicaciones,
celebrar actos jurídicos en un país para producir efectos en otro. Si la forma del acto se
rigiera por la ley del país en que él va a producir sus efectos, resultaría, por ejemplo, que en
caso de que la legislación de éste exigiera que el acto se celebre con la intervención de un
notario, el acto no podría llevarse a cabo si en el país en que se celebra no existe la
institución del notariado.
El aforismo locus regit actum está consagrado entre nosotros en el art. 17 del Código Civil,
que señala: “La forma de los instrumentos públicos se determina por la ley del país en que
hayan sido otorgados. Su autenticidad se probará según las reglas establecidas en el Código
de Enjuiciamiento. La forma se refiere a las solemnidades externas y la autenticidad al hecho
de haber sido realmente otorgado y autorizado por las personas y de la manera que en los
tales instrumentos se exprese”.
La pregunta que surge en este punto es si el CC adopta el principio del locus regit actum
únicamente respecto de los instrumentos públicos, como indica, o también se aplica a los
demás actos jurídicos.
Del análisis de diversas disposiciones aparece que su aplicación es amplia y por tanto se
aplica también a los actos jurídicos en general. Así, el propio inc. 2º del art. 16 reconoce
valor en Chile a los actos o contratos válidamente otorgados en país extranjero.
También el art. 15 inc. 1º de la ley de matrimonio civil lleva a la misma conclusión, indicando
que “el matrimonio celebrado en país extranjero, en conformidad a las leyes del mismo país,
producirá en Chile los mismos efectos que si se hubiere celebrado en territorio chileno”. Lo
mismo acontece con el art. 1027: “valdrá en Chile el testamento escrito, otorgado en país
extranjero si por lo tocante a las solemnidades se hiciere constar su conformidad a las leyes
del país en que se otorgó, y si además se probare la autenticidad del instrumento respectivo
en la forma ordinaria”.
De este modo, cualquiera sean las formas a que se someten los actos jurídicos en el país de
su otorgamiento, serán válidos en Chile si se han observado esas formas.
También se pregunta si se aplica la regla del locus regit actum a los instrumentos privados,
esto es, aquellos que se otorgan sin solemnidades. Como en tales instrumentos no hay
formas externas, no se aplica el principio en estudio. Sin embargo, en el caso que el
instrumento privado tenga algún tipo de solemnidad la situación varía. Es el caso del
testamento ológrafo, que algunas legislaciones extranjeras contemplan, y que es el escrito,
fechado y firmado de puño y letra del testador. Conforme a lo dispuesto en el art. 1027 del
CC, precedentemente transcrito, puede decirse que en tales casos los instrumentos privados
otorgados en el extranjero valen en Chile si se prueba que reúnen las solemnidades exigidas
en el país en que se otorgan y si además se prueba su autenticidad en la forma ordinaria. La
referida norma legal no distingue si el instrumento testamentario es de carácter público o
privado, por lo que se aplica a uno y a otro.
Nuestra Corte Suprema ha declarado que el principio locus regit actum es de carácter
general, se refiere a todo acto o contrato y a todo instrumento, sea público o privado y, entre
ellos, incluso a la letra de cambio (RDJ., T. XXV, 2º parte, Sec. 1º, p. 544).
De otra parte, puede señalarse que en el ordenamiento jurídico chileno el principio locus regit
actum no es una regla obligatoria, sino una regla facultativa. Los nacionales pueden en el
extranjero sujetarse a las leyes chilenas para realizar actos que hayan de surtir efectos en
Chile, acudiendo a los funcionarios diplomáticos o consulares que estén autorizados para
desempeñar en estos casos funciones de Ministros de Fe.
Los chilenos residentes en el extranjero sabrán qué les conviene más, si ajustarse a las leyes
chilenas o a las extranjeras. Sin embargo, puede señalarse que el otorgamiento de
instrumentos ante los funcionarios diplomáticos o consulares chilenos tiene la ventaja de
Sin embargo, los chilenos que deseen celebrar matrimonio en país extranjero deben hacerlo
ciñéndose necesariamente a las leyes de ese país, porque los Cónsules chilenos que tienen
atribuciones para actuar como Ministros de Fe Pública, expresamente están privados de la
facultad de intervenir como Oficial Civil en la celebración de matrimonios (Reglamento
Consular, publicado en el D. O. de 29 de julio de 1977).
Se indica en doctrina que el principio del locus regit actum tiene una excepción en el art.
1027 del CC ya citado, toda vez que sólo reconoce validez a los testamentos otorgados en
país extranjero cuando fueren escritos; no se reconoce validez en Chile a un testamento
verbal otorgado en otro país, cualquiera que sea el valor que las leyes de ese país le
atribuyan. La excepción se justifica por la dificultad que habría en nuestro país de probar su
autenticidad, prestándose el acto a fraudes más o menos fáciles.
Un último tema a mencionar, se refiere a aquellos casos en que las escrituras privadas no
valen como prueba en Chile. A este respecto, el art. 18 del CC señala que “en los casos en
que las leyes chilenas exigieren instrumentos públicos para pruebas que han de rendirse y
producir efecto en Chile, no valdrán las escrituras privadas, cualquiera que sea la fuerza de
éstas en el país en que hubieren sido otorgadas”. Así, por ejemplo, si en un país los bienes
raíces pueden venderse por escritura privada, ésta no podrá operar en Chile tratándose de un
inmueble situado en nuestro país, porque la ley chilena exige escritura pública, y no podría
solicitarse la inscripción con la escritura privada.
Los requisitos internos o de fondo son los que constituyen la substancia del acto y se miran
como tales la capacidad de las partes, el consentimiento de ellas, el objeto y la causa del
acto. Entre nosotros se concluye que todos estos requisitos, salva una excepción, se rigen por
la ley del lugar en que se otorga el acto o contrato. Así se ha deducido de la norma del CC
que da valor en Chile a las estipulaciones contenidas en los contratos otorgados válidamente
en país extraño (Art. 16 inc. 2º).
anteriormente, por el cual se somete a la ley patria la capacidad y el estado de los chilenos
que ejecutan ciertos actos en el extranjero que han de tener efecto en nuestro país.
Los contratos otorgados válidamente en país extraño producen efectos en Chile, es decir, los
derechos y obligaciones que ellos engendran pueden hacerse valer en nuestro país; pero para
cumplirse en él deben arreglarse a la ley chilena (art. 16 inc. 2º y 3º). Ejemplo: si conforme
a la ley extranjera un inmueble se entiende transferido por efecto del solo contrato, en Chile
el inmueble para su transferencia requerirá inscripción del contrato en el Registro del
Conservador de Bienes Raíces, porque en Chile la tradición del dominio de los bienes raíces
se realiza mediante esa inscripción.
De aquí entonces que los autores han tratado de establecer las reglas o principios generales
aplicables a todos los actos jurídicos, sea cual fuere su especie, y es así como surge la
Teoría General del Acto Jurídico.
El Código civil no regula expresamente la teoría general del acto jurídico, y desconoce
incluso el término, pero el Libro IV (“De las Obligaciones en General y de los Contratos”)
tiene muchas normas que, por su carácter general, pueden aplicarse, no sólo a los
contratos, sino que también a los actos jurídicos que no participan de esa calidad.
De todos estos hechos no todos interesan al derecho, pues algunos desde el punto de vista
jurídico son irrelevantes, entonces acordaremos que sólo interesan al derecho aquellos que
producen efectos jurídicos, por eso se llaman HECHOS JURÍDICOS.
De esta manera surge una primera clasificación:
o El nacimiento, ya que con el hecho natural del nacimiento la criatura que estaba en el
vientre materno adquiere la calidad de persona que lo habilita para ser titular de
derechos subjetivos.
o La muerte, porque este hecho pone fin a la existencia de las personas, produciéndose la
transmisión de los derechos y obligaciones transmisibles del causante a sus herederos.
o La adquisición de la mayoría de edad, ya que el solo transcurso del tiempo hace que la
persona que cumpla 18 años de edad adquiera la plena capacidad para ejercer por sí
misma los derechos civiles.
o Caída de un rayo como presupuesto del caso fortuito, y que libra de responsabilidad.
HECHOS JURÍDICOS DEL HOMBRE: son aquellos que provienen del hombre. Pueden ser
voluntarios e involuntarios.
La crítica que se hace a esta clasificación es que hay hechos que participan de ambas
características, o sea, provenientes de la naturaleza y de la voluntad del hombre, lo que
revelaría que la clasificación es equivocada o artificial. Estos hechos son conocidos como
HECHOS HÍBRIDOS, como por ejemplo el suicidio, ya que si bien se trata de un hecho
natural, no puede desconocerse que se produjo por un hecho voluntario de la víctima.
HECHOS JURÍDICOS DEL HOMBRE LÍCITOS: Son aquellos que se conforman con el
derecho, o sea, están de acuerdo con las normas del derecho. Estos pueden ser ejecutados
con intención (acto jurídico o negocio jurídico), o sin intención (cuasicontrato)
HECHOS JURÍDICO DEL HOMBRE ILÍCITOS: Son aquellos que son contrarios a derecho.
Pueden ser cometidos con intención (delito civil) o sin intención (cuasidelito civil).
Es importante mencionar que sólo los hechos jurídicos lícitos están protegidos por el
derecho y son los que producen los efectos queridos por las partes o por el autor.
Frente a los actos jurídicos ilícitos el derecho los sanciona de dos formas:
Impidiendo que el acto produzca los hechos queridos por las partes o por el autor
Ordenando reparar los daños causados.
Así por ejemplo un acto en que el consentimiento de una de las partes fue obtenido por la
fuerza, este sería un acto jurídico ilícito, ya que contraviene lo que el ordenamiento jurídico
quiere: que el consentimiento se preste en forma libre y espontánea, por lo cual la ley da la
posibilidad que se solicite la nulidad del contrato.
Otro ejemplo podría ser cualquier delito o cuasidelito civil, en que la legislación reacciona
obligando al que cometió el daño a reparar los perjuicios causados.
En cambio, en el ACTO JURÍDICO los efectos que éste produce no van necesariamente
adheridos a la voluntad de sus autores y, muchas veces, son independientes de ella.
Por ejemplo, negocio jurídico sería un contrato de compraventa y acto jurídico sería la
construcción de un edificio en terreno ajeno sin conocimiento del dueño. El constructor
ejecuta un acto voluntario que va a producir efectos jurídicos: el dueño del terreno se hace
dueño del edificio, efecto que indudablemente no es el querido por el constructor y surge
como independiente de su voluntad.
COMUNES O GENERALES: Son aquellos que nunca pueden faltar en ningún acto jurídico,
sea cual fuere su especie.
ESPECIALES O ESPECÍFICOS: Son aquellos que se requieren según sea el acto jurídico de
que se trate.
ELEMENTOS DE LA NATURALEZA DEL ACTO JURÍDICO: Estos son aquellos que no siendo
esenciales en él, se entienden pertenecerle sin necesidad de una cláusula especial (ART
1444 CC.)
Ejemplo: En la compraventa, la obligación de saneamiento de la evicción y los vicios
redhibitorios que tiene el vendedor (ART 1824 del CC). Estas obligaciones son un elemento
natural, pues el vendedor contrae dichas obligaciones sin necesidad de una expresa
declaración de voluntad en tal sentido, porque la ley lo subentiende. Sin embargo, por no
ser esenciales de la compraventa, nada obsta a que las partes eliminen, si quieren, dicho
efecto y en virtud de una expresa declaración de voluntad acuerden que el vendedor no
contrae tales responsabilidades.