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Este ejercicio es muy útil para asistirnos en ver las eventualidades en perspectiva y
aliviar el sufrimiento.
Sujete el tarot, véalo detenidamente y escoja tres cartas. La primera debe simbolizar a
un amigo, la segunda a alguien que sea su enemigo y la tercera a alguien que le haga
sentir neutral; ni cariño, ni mal. Elija los tres naipes que mejor encarnen a estos seres.
Ponga las cartas en la mesa, hacia usted y estudie la de su enemigo. Observe en esa
carta del tarot a un individuo que le haya traído pena y déjese sentir el rencor o antipatía
que le causa. A continuación acepte, conscientemente, encontrar qué acontecimiento
podría convertir a esa persona en su amigo.
Luego, estudie el naipe que le es indiferente y sienta lo que le provoca ese individuo.
Igualmente, piense qué se necesitaría para que ese individuo se convirtiera en su amigo
o enemigo. Identifique con qué voluntad usted tiene facultad para apreciar u odiar a
alguien.
Por último, observe el naipe que simboliza a su amigo e imagine a este individuo en el
naipe del tarot. Piense que este individuo en algún momento fue alguien desconocido y
cualquier cosa se puede transformar en cualquier momento. Piense en qué sería capaz de
convertir a un amigo en enemigo.
Concéntrese en las cartas del tarot, admita ver a los tres seres claramente en estas y
piense cómo ellos buscan la misma realización que usted, la felicidad. Ubíquese en sus
zapatos y perciba.
Descubra cómo somos ágiles para etiquetar a otras personas, y que estas están en una
clase solo porque nosotros así lo queremos, sin embargo, realmente, podemos extraerlas
de ahí en cualquier oportunidad y decidir observarlas con otros ojos, con los ojos de la
comprensión y la felicidad. Advertir con el tarot que no necesitamos odiar sino que
podemos escoger apreciar, nos encamina hacia la felicidad real.