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UNA PEQUEA HISTORIA La llamaron la revolucin de los camellos, porque fue a lomos de estos jorobados animales que aquella

poblacin africana llamada Awal- asedi el palacio del Rey, que tan cobarde como dspotahuy al verles llegar. Quin nos representar con sabidura y buenos intereses? Quines deberan formar parte de una asamblea que orientase los asuntos colectivos? se preguntaron. Alguien propuso organizar combates para seleccionar a los ms fuertes; unas mujeres defendieron que se deba optar por las personas de mayor edad, ricas en experiencias y; los ms ricos de cada clan, argumentaron que ellos haban demostrado ser buenos gestores. Pero entre todas las propuestas destac la de una chica. Cuando consigui la atencin de aquel enjambre renacido, haciendo de sus manos un arado, escarb en la tierra una serie de pequeas cavidades. Despus tom unas cuantas semillas de un cultivo cercano, y lanz el reto: conducirn el pas quienes sembrando las simientes en estos hoyos consigan las mejores cosechas. Y con la aprobacin de todo el pueblo se inici la competicin: los participantes tomaban semillas de un pocillo y las depositan escalonadamente en los otros, y de tanto en tanto recogan algunas de ellas. No ganaron ni las personas ms fuertes, ni las ms valientes, ni tan siquiera las ms astutas. Las mejores cosechas las obtuvieron campesinas y campesinos solidarios en su pensar y respetuosos en su hacer. Porque saben que para alcanzar una buena cosecha no es bueno eliminar a tu adversario. Si as lo hicieras se arruinara la tierra donde l o ella y donde t- puedes cosechar. Tampoco conviene dejar a tu contrincante sin semillas que sembrar pues de su cosecha depende que puedas intercambiar semillas, y pasar hambre o no. As fue como el reto se convirti en juego: el Awal, el primer juego del mundo. As fue como aquel pueblo aprendi colectiva y democrticamente- a tener cuidado de sus recursos naturales, a practicar su soberana alimentaria.

Hay quien dice que por estas fechas, cada ao, salen de viaje tros de camellos africanos, viejos, revolucionarios repartiendo Awals de madera y semillas por todos los rincones rurales. En el camino, con su andar renqueante, en cada tropezn saltan semillas de los sacos de los camellos, repoblando la tierra, garantizando el futuro de la Tierra.

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