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Revista de Psicología
Nº 2 Enero 2009
Índice
Página
Personalidades histéricas
2 de Enero de 2009 | escrito por Amelia Catalán Borja 3
Psicología y reencarnación
8 de Enero de 2009 | escrito por Luis Aparicio Sanz 7
La ansiedad
18 de Enero de 2009 | escrito por Amelia Catalán Borja 14
La caza
19 de Enero de 2009 | escrito por Luis Aparicio Sanz 16
Colaboradores 36
¿Cuál es la diferencia entonces? Pensamos que la diferencia entre un cuadro y otro, sólo estaría en
los estados o problemas que ciertas situaciones de la vida pudieran desencadenar en el sujeto,
como cuadros depresivos, problemas de ansiedad, fobias, que devendrían en un trastorno histérico,
en una personalidad con rasgos histéricos previos. Por decirlo de una forma sencilla, la diferencia
estaría en los síntomas que nos hacen necesitar, en un momento de nuestra vida, ayuda
profesional.
Los sujetos con estos rasgos personales a la base de la histeria, piensan que la vida debe girar
entorno a sus necesidades, esto es en definitiva una baja tolerancia a la frustración. La necesidad
de la búsqueda de amor, cariño, afecto, es una constante en sus vidas.
También les gusta llenar la vida emocional de los demás, pero en esta constante búsqueda, suelen
perderse. Podríamos decir que cuando se exageran estas características o situaciones, es cuando
realmente surge el problema para la persona con base histérica.
¿Puede un psicólogo ayudarnos? El psicólogo nos ayudará principalmente en los síntomas que nos
hacen sufrir, en las ideas irracionales que tenemos al ver las distintas situaciones de la vida, con el
fin de que se comprendan mejor a ellos mismos. También se buscará qué reforzadores están
haciendo que se acentué e incluso se agraven estas características personales…
Suele decirse que las personas con personalidad histérica tienen conductas de inmadurez, son
infantiles, cuando quieren algo tiene que ser en el momento, sin pensar en las consecuencias de sus
actos. Son grandes actores, les es fácil simular para obtener lo que desean.
Las personas que tienen estos rasgos de personalidad, se sienten inseguras desde su infancia,
piensan que no son queridas y aceptadas tal como son, y empiezan a atraer la atención de los
demás, necesitan pruebas constantes de cariño y dedicación.
Tienen también la característica de ser personas exitosas que tienen gran facilidad para hacer
amigos, pero también enemigos. Sus sentimientos son bastante superficiales, por lo que sus
amistades no suelen ser duraderas. Tienen dificultades en sus relaciones de pareja, son inseguros,
inestables, y egoístas, aunque intentan ocultarlo con conductas de desafío o dominio.
Suelen ser personas dependientes, no aceptan la soledad, lo que les lleva a precipitarse en la
búsqueda de pareja, con lo cual suele añadirse un problema más a los que ya tienen, pues esa
precipitación hace que no piensen en si esa es la pareja adecuada, sólo pretenden estar con alguien
que les preste atención o les de cariño, creando una dependencia exagerada.
El DSM- IV elimina el término de histeria y se refiere a estos trastornos agrupándolos en dos grupos:
los trastornos disociativos y los trastornos somatomorfos.
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Lo siento por la credibilidad de dicho médico, pero esos resultados, en mi opinión, no se ajustan a la
realidad… si estoy equivocado le rogaría a quien ha realizado dichas afirmaciones que me envíe las
referencias de los estudios en los que se ha basado para aseverar esos datos y, gustosamente,
rectificaré mi opinión en este mismo blog.
Algo que me llama la atención es el momento elegido para publicar esa noticia. Es muy curioso que
coincida con el inicio del año, teniendo en cuenta que en esta época es cuando mucha gente decide
dejar el tabaco, o intenta llevar a cabo otros buenos deseos de cambio de conductas que considera
perjudiciales. ¿Será simplemente una forma de manipular la credulidad de quienes desean dejar ese
pernicioso hábito para que acudan a dicha terapia? Esperaré las referencias científicas de los
estudios que demuestran esos porcentajes de eficacia desmesurados de la acupuntura, o de
cualquier otra terapia alternativa, para despejar mis dudas.
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Este artículo forma parte de un monográfico sobre dolor e hipnosis, que coordinan Mark Jensen,
Carla Liossi y Enrica Santarcangelo, que saldrá próximamente en formato de revista impresa.
Los periodistas pueden tener mejor o peor formación en el tema sobre el que trata la noticia, pero el
supuesto profesional a quien le preguntan, se supone que conoce en profundidad dicho tema, así
que el periodista, por lo general, acepta como ciertas las afirmaciones que dicho profesional realiza,
aunque en ocasiones tenga dudas sobre su seriedad y otras veces simplemente prefiera el
sensacionalismo que proporcionará una gran difusión en los medios.
Esto viene a colación de una nueva noticia que apareció hace unos días en La Nacion, en esta
ocasión el profesional entrevistado es un psicólogo y las aseveraciones realizadas son de lo más
pintoresco, empezando por el título de la noticia, ―La reencarnación es un hecho real‖, pasando por
algunas frases como ―yo creo en la existencia de vidas pasadas a partir de numerosas experiencias
que tuve como terapeuta‖. Sinceramente, lo que ese psicólogo crea o deje de creer no tiene nada
que ver con la ciencia o, en este caso, con la psicología clínica fundamentada en la evidencia
empírica, más bien tiene que ver con la ―fe‖ de ese profesional. Cualquiera puede tener fe en lo que
le parezca, pero no se debería utilizar la titulación profesional para pretender refrendar esas
creencias basadas en la fe más que en estudios científicos. Los psicólogos, como en este caso, o
los médicos, como en el post citado anteriormente, cuando se pronuncian sobre algo que tiene
relación con su profesión están, si lo que dicen no tiene ningún fundamento científico,
comprometiendo al resto de sus compañeros de profesión, ridiculizando dicha profesión y haciendo
dudar de su ética a los lectores de dichos despropósitos que tengan un mínimo de sentido común.
Fotografía: Flickr
Se oían comentarios airados de los vecinos que se sentían molestos por el corte del suministro y
sobre todo inquietos por lo que había ocurrido, ya que al no ser algo general se podía demorar el
restablecimiento del servicio. Puesto que era la hora de la cena y muchos hogares tienen
calefacción y cocina eléctricas, conforme pasaban los minutos los comentarios iban subiendo de
tono.
Al ver que el corte del servicio iba a tardar más que en otras ocasiones, en las que había sido
general, decidimos organizarnos para no estropear la velada, así que para no tener frío encargamos
a mi hijo que, cuando viniese, pasase por una gasolinera y comprase dos paquetes de leña, hacía
tiempo que no encendíamos la chimenea, por la comodidad que suponen los radiadores eléctricos.
Solucionado el tema de la temperatura, abrimos las contraventanas para dejar pasar la luz de las
farolas de la calle y pusimos unas velas en la mesa para poder ver mejor los platos. Evidentemente,
no pudimos cenar lo que se había previsto, puesto que no podíamos cocinarlo, pero el queso y el
fiambre no necesitan ninguna preparación, tampoco los pastelillos que se habían comprado.
La velada fue muy agradable, sin televisión, sin estufa, sin luz eléctrica… el fuego de la chimenea
creaba un ambiente acogedor y la carencia de otra distracción animaba a conversar… mientras, de
vez en cuando, se oía algún comentario de aquellos vecinos que habían adoptado otra forma de
pensar ante dicha situación y se sentían frustrados por no poder seguir con su rutina diaria.
Evidentemente hay sucesos (muertes, enfermedades, etc.) ante los que no se puede tener una
experiencia agradable, pero pueden ser más o menos negativos para nosotros, dependiendo de
En este sentido, Roca (2003) afirma que ―la psicología cognitiva considera que el principal
determinante de nuestras emociones y conductas no es la realidad en sí, ni las situaciones o
sucesos que experimentamos, sino cómo los evaluamos, es decir, lo que pensamos de nosotros
mismos, de los demás y de la realidad‖, aclarando algo muy interesante que todos conocemos pero
que no solemos recordar cuando nos enfadamos o sufrimos, ―nuestra percepción está sujeta a una
serie de distorsiones, ya que la realidad siempre es más compleja de cómo la percibimos y puede
verse desde diferentes perspectivas‖.
Por otra parte, Catalán (2008) destaca las aportaciones a las técnicas de reestructuración cognitiva
de los trabajos científicos de Albert Ellis y Aarón T. Beck, en los que también queda en evidencia
que lo que pensamos sobre las situaciones que vivimos es muy importante para determinar cómo
nos sentimos.
―Las técnicas de Beck propician que los pacientes puedan darse cuenta con más exactitud de cuáles
son los desencadenantes o circunstancias que les llevan a la agresividad, basándose principalmente
en que una emoción o impulso de hacer algo va precedido de unos pensamientos negativos. ‗Según
como pensamos nos sentimos‘.
Un cuento que recoge Tucci (2006), titulado ―El punto de vista adecuado‖, habla sobre una mujer
que vivía en una aldea cercana a un monasterio que se pasaba todos los días llorando, lloviese o
hiciese sol, puesto que tenía dos hijos, uno fabricaba sandalias, que nadie compraba cuando llovía,
y el otro fabricaba paraguas que nadie compraba cuando hacía sol… así que siempre lloraba
preocupada por uno u otro de sus hijos. Un monje, le dio la solución: ―Cuando haga sol, piense en
su hijo que fabrica sandalias, la cantidad de ellas que podrá vender y el dinero que podrá ganar para
sustentar a su familia y cuando llueva, piense en su hijo, el fabricante de paraguas, en la cantidad de
paraguas que podrá vender y el dinero que podrá obtener. Es todo cuestión de elegir el punto de
vista adecuado‖.
Sé que hay situaciones en la vida, como ya se ha comentado, muy difíciles en las que resulta muy
complicado pensar en lo positivo, pero como dice Vera (2008), ―la existencia de un fenómeno como
la resiliencia nos recuerda que el ser humano tiene una remarcable capacidad de adaptarse, de
encontrar sentido y de crecimiento personal ante las experiencias traumáticas más dolorosas. Las
personas son mucho más fuertes de lo que la psicología ha venido considerando y, en cierto
sentido, se ha subestimado la capacidad natural de los supervivientes de experiencias traumáticas
de resistir y rehacerse‖.
Referencias bibliográficas:
Catalán, A. (2008). Cómo superar el descontrol emocional. Valencia: Centre de Psicologia Clínica i
Formativa.
Tucci, N. (2006). Cuentos para que pien-zen. Madrid: Ediciones Librería Argentina.
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De hecho, esta descripción familiar, captada en incontables películas, encierra una gran cantidad de
conceptos equivocados. Pocos, si es que hay alguno, de los hipnotizadores modernos usan el
famoso reloj introducido por el cirujano ocular escocés James Braid a mediados del siglo XIX.
Aunque la mayor parte de los hipnotizadores intenta calmar a los sujetos durante la ―inducción‖, tal
relajación no es necesaria; incluso se ha hipnotizado a gente que pedaleaba vigorosamente en una
bicicleta estática. Estudios electroencefalográficos (EEG) confirman que durante la hipnosis los
sujetos no están en un estado adormilado, sino que están despiertos — aunque a veces un poco
somnolientos. Además, pueden resistir libremente la sugestión del hipnotizador y están lejos de ser
autómatas sin mente. Finalmente, la investigación realizada por el psicólogo Nicholas Spanos de la
Universidad Carleton en Ontario demuestra que un fallo al recordar lo que sucedió durante la sesión
hipnótica, o amnesia post-hipnótica, no es un elemento intrínseco de la hipnosis y normalmente sólo
ocurre cuando a los sujetos se les dice que es posible que ocurra [...]
Fecha: 12-01-2009
Fecha: 01-2009
¿Qué es la ansiedad?
Algunos síntomas físicos habituales, aunque no comunes a todos los trastornos, son: taquicardia,
sudoración, mareos, temblores, vértigo, náuseas y hormigueo en las extremidades. Desde lo
psicológico destaca la sensación de pérdida de control, problemas de atención y memoria,
desrealización, despersonalización y también la aparición de falsas creencias e ideas obsesivas,
entre otras. En lo que se refiere a la conducta, el rasgo más característico es el de la evitación de
situaciones que podrían generar ansiedad. La hipervigilancia, la rigidez corporal, el sentido del
ridículo y la falta de habilidades sociales suelen ser síntomas de algunos trastornos de
ansiedad. También algunos trastornos asociados a la ansiedad como pueden ser el abuso de
sustancias, problemas sexuales y trastornos alimentarios, a su vez son fuente de otra lista de
síntomas.
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―Mi humilde aportación sobre este tema de los conflictos bélicos (no sobre este en particular) es una
idea a la que llevo dando vueltas desde hace tiempo. Cuando hice la tesis doctoral sobre adicción al
juego, aprendí que en el proceso del jugador de convertirse en adicto hay un fenómeno que marca
el inicio de la ‗cuesta abajo‘, marca el inicio del problema serio: la caza. La caza consiste en que el
jugador empieza a jugar para recuperar lo que ya ha perdido; es decir, deja de jugar por procesos de
reforzamiento positivo (ganar dinero, divertirse, imaginarse rico, etc.) y empiezan los procesos de
reforzamiento negativo (escapar de la aversividad que le suponen las pérdidas). Eso hace mucho
más resistente su conducta de juego, claro, porque cada vez que juega pierde más (y por tanto
necesita seguir cazando) y cuando gana no es suficiente para compensar lo perdido.
Lo que vengo observando desde hace tiempo es que hay muchas personas enredadas en la caza,
pero no sólo en el juego, sino en su vida personal. Muchas personas no son capaces de asumir o
aceptar una pérdida o un daño y eso les lleva a un círculo de intentos de recuperar lo perdido del
que al final no pueden salir, porque lo perdido cada vez es mayor.
En mi opinión, hay dos claves para detener la caza. La primera y fundamental es aprender a
renunciar a lo ya perdido. Y cuando estamos hablando de países, mucho más: las muertes y las
injusticias siempre están en los dos lados, aunque a cada lado siempre le parece que las que él ha
padecido son mayores, y si no paramos en un momento para dejar de mirar al pasado y pensar en
el futuro, es imposible la paz.
Autora: Dra. María Prieto Ursúa (Doctora en Psicología, directora del Departamento de Psicología
de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, terapeuta en el Centro de Psicología Betania)
Fecha: 19-01-2009
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Todos poseemos y en un principio no suponen ningún problema. Los conflictos surgen cuando la
persona no posee flexibilidad adaptativa, es decir su manera de actuar es rígida e intenta resolver
sus problemas siempre de la misma manera. Quizás en ocasiones ‖es adaptativo‖ ser un poco
antisocial (cuando se trata de defender tus intereses frente a los demás) o en otras histriónico (si
somos actores) o incluso en ocasiones compulsivo (cuando se trata de realizar un trabajo que
requiere minuciosidad y perfeccionismo).
Aunque lo más curioso de todo esto, es que en ocasiones, se dan casos en los que parejas con
personalidades patológicas o desadaptativas se complementan y funcionan bien.
En un momento dado se produce un conflicto. La esposa no cuenta en ese momento con su marido
para resolverlo y debe falsificar una firma para salir del embrollo.
El caso de la obra de teatro de Ibsen refleja como dos personalidades patológicas, que siempre se
habían complementado, entran en crisis porque uno de ellos deja de actuar como el otro esperaba.
No aparece en la obra pero sería bonito pensar que la mujer después de eso se convirtiera en una
persona menos confiada y más autosuficiente.
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Me pregunto ¿por qué los medios de comunicación no informan de las detenciones?… carezco de
respuesta a esta pregunta, aunque considero que no es probable que los distintos medios de
comunicación se hayan puesto de acuerdo para, contra toda ética periodística, no informar
convenientemente sobre las detenciones de quienes asesinan a sus parejas.
Tal vez ocurra que, para cualquier persona sensata, cuesta mucho pensar que alguien pueda
asesinar impunemente a su pareja, con quien probablemente habrá convivido bastante tiempo, y no
sentirse mal por ello, tan mal como para desear suicidarse. Quizás por eso cuando la noticia
confirma dicha creencia se publique con todos sus detalles y, en cambio, cuando no se cumplen
esos requisitos, el reportero tienda a obviar la detención, no indicándolo al redactar la noticia.
Por lo menos, con esta entrada, colaboraremos a difundir la realidad de los datos objetivos: “La
gran mayoría de los asesinos de pareja no se suicidan, son detenidos”.
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Dice Dolores en su artículo ―El perfil más clásico de quien juega de modo patológico es el de una
persona caprichosa, con problemas de ansiedad, dificultades de adaptación social y escasa
tolerancia a las frustraciones‖
Entonces ¿qué es lo que pasa con un ―jugador patológico: es decir esa persona a la cual no le es
posible mediante su voluntad resistirse al impulso que le produce la acción de jugar, y que como
consecuencia de esto, esa adicción le ha producido y produce problemas tanto en su vida personal,
como en la familiar y en el trabajo, profesión, etc.‖?
Siempre cuando viene a la consulta una persona con éstas características, tanto por sí, como ―traído
por alguien de su familia: esposa generalmente, hijo/a mayor, madre ya anciana que trae a su hijo
de más de treinta años, etc. Siempre hago la entrevista orientándola a saber si no se trata de un
episodio maníaco, pues a veces la conducta de juego está relacionada a una etapa maníaca de la
persona, por lo que siempre hay que descartar esto, y se lo hace en la primera entrevista por el
material que aparece en la misma.
Dice Jesús Castro en Juego Patológico o 1984 y el doble pensar ―que la naturaleza de la ludopatía
puede equipararse a otros trastornos como la tricotilomanía (arrancarse el cabello), la piromanía
(hacer fuego o incendiar), la cleptomanía (robar cosas innecesariamente), en donde siempre hay un
fracaso de la persona en cuanto a la imposibilidad que siente de contener o frenar el impulso a
En la Terapia Psicológica de la Ludopatía, como así también en la del Alcoholismo, como en las
citadas en el párrafo anterior siempre se debe tomar en cuenta que el ―control de los impulsos‖ es lo
que hay que lograr, y esto es imposible de lograr sin la total voluntad y autocontrol continuo del
enfermo, en donde el terapeuta debe saber que ―el juego‖ no es el problema a resolver, sino que si
podemos averiguar, saber qué es lo que este le brinda al jugador, y un terapeuta avezado puede
darse cuenta de qué es lo que el jugador recibe a través del juego, cuáles son esos aspectos
puntuales de su personalidad (huecos:Gestalt) de sus vacíos existenciales, por los cuales el jugador
ha sido ganado por la adicción, entonces durante la terapia son precisamente esos vacíos
existenciales, los que hay que recuperar a la adicción y llenarlos precisamente con lo que se va a
producir dentro del proceso terapéutico.
También es importante en el comienzo de la terapia, acordar con el paciente, si este prefiere que el
resultado del tratamiento se dirija hacia la abstinencia total o parcial del juego pues si bien son
mejores los resultados cuando se logra la abstinencia total, muchos jugadores sienten que prefieren
primero controlar sus impulsos hasta lograr una abstinencia parcial, y luego intentar la total. Como el
tratamiento psicológico en cuanto a resultado siempre va a depender del compromiso del enfermo,
se debe respetar lo que él siente que puede hacer.
La metodología terapéutica que aplico es la desensibilización sistemática (en un orden jerárquico las
se le hace trabajar con imágenes y relajación), la desensibilización imaginada (las imágenes no
responden a un orden jerárquico) hasta llegar luego a la exposición en vivo con prevención de
respuesta y control de estímulos (se lo orienta a probar en forma directa los resultados de los
aprendizajes brindados en las sesiones de terapia).
Algo significativo que he notado en estos pacientes, es que es muy común que no tengan
conocimiento sobre datos que marcan que lo que padecen forma parte de una adicción, de una
patología, por eso es que en cuanto al procedimiento terapéutico cognitivo siempre hay una
importante parte del tratamiento que les hago conocer sobre las diferencias entre jugador pasivo y
jugador adicto, les hago que narren aspectos evidentes de la vida y conducta de jugadores
compulsivos que son conocidos suyos, también es importante que conozcan aspectos legales, leyes
que dicta el estado en donde se establece claramente los límites y protección del estado que de
modo preventivo establece que hayan instituciones que permitan y fomenten la prevención a la
Es realmente significativo ver cómo cuando toma conocimiento de las leyes, y de lo que éstas
mencionan, y establecen como prevención y demás aspectos, van tomando conciencia de que lo
suyo es una adicción, aceptándola de una manera muy real que indudablemente ayuda en gran
medida en el resultado y éxito del tratamiento.
Otra cuestión cognitiva muy importante es el tema de las verbalizaciones, el jugador no dice soy
adicto, dice me ―gusta el juego‖ ―me divierto‖ ―juego para pasarla bien‖ ―como en casa no me
escuchan, no me entienden, entonces me voy a hacer lo que más me gusta‖; es decir si bien llegan
a la consulta generalmente porque han sido traídos por algún ser querido, familia o amigo, y aceptan
venir, cuando están en la consulta ponen éstas palabras en su boca, no tienen una real aceptación
de que están enfermos, no toman conciencia de ello. Y es precisamente trabajando en esto que el
terapeuta logra en gran medida que comience el éxito del tratamiento, pues de esta toma de
conciencia va a depender que el adicto al juego cumpla con las consignas de la terapia.
Otro hecho significativo a tener en cuenta es que quien es adicto ha ido reemplazando en su vida
todas o casi todas las actividades sociales, tanto las que practicaba solo o en familia por la
asistencia a lugares de juego, entonces hay que hacer durante el tratamiento que vaya recuperando
esos espacios, porque de nada vale que trabajemos sobre su adicción si luego ante la necesidad de
distracción, solo ve como posible un lugar de juego para desarrollar la misma.
Y en cuanto a la prevención de recaídas, es importante trabajar mucho sobre esto, de modo que
durante las sesiones se pueda poner al paciente y mediante la relajación (que le permite el control
de la ansiedad) y la desensibilización sistemática o imaginada pueda prepararse y visualizar todas y
cada una de las opciones con las cuales se va a encontrar durante el momento en que sienta el
impulso, enseñarle a controlar este, y luego hacer paulatinamente la exposición en vivo, el tiempo
necesario hasta que logre controlar totalmente sus impulsos.
En cuanto a las recaídas: Es importante preparar al paciente para que si en determinado momento
sufre una recaída, debe saber que en esta adicción como en cualquier otra una persona puede
recaer, el no hacerlo forma parte de aquello hacia lo que se tiende lograr, del reto de logro final, pero
en el cual una recaída forma parte del proceso. Entonces ante esto si bien se le muestra y se trabaja
Y para terminar me quiero referir ahora al modo de abordaje en que entiendo debe realizarse el
tratamiento y desde lo familiar:
Como la Familia es parte de la situación que se vive como resultado del juego, es absolutamente
necesario que esta sea incluida dentro del tratamiento, entonces para esto siempre el enfoque del
mismo lo hago considerando la participación de la familia, realizo periódicas entrevistas en donde
estén presentes todos los miembros integrantes de la misma y el enfermo.
Grupos Terapéuticos: En éste momento están siendo muy incentivados y fomentados por los
distintos estados en los cuales hay casinos, como modo de prevenir la adicción al juego y remediar
la adicción cuando esta se instaló. El Grupo Terapéutico: (siempre debe estar conducido por un
profesional de la salud mental) se forma por varios individuos que padecen ya la patología, y en
donde el terapeuta aplica las mismas técnicas conductivo-conductuales que en forma individual,
pero el proceso es más rápido ya que al igual que en todo grupo terapéutico se da entre los distintos
miembros identificaciones que hacen que el trabajo terapéutico se realice en menos tiempo.
El Grupo de Autoayuda: En estos grupos no es necesario que haya un profesional, se forma con la
asistencia de quienes padecen de la enfermedad, y la finalidad y logro puntual es que le sirve al
adicto a sostenerse en el grupo, y a requerir ayuda en todo momento y fundamentalmente cuando
siente que sus fuerzas flaquean y está dispuesto a volver a ―probar suerte‖.
Comentario: Este artículo me ha llamado la atención porque realmente aporta ideas muy
interesantes. En primer lugar quiero felicitar a la autora, Maria Cristina.
La ludopatía se retroalimenta por el engaño. Un ludópata piensa que cuando juega hace lo correcto,
no tiene conciencia del problema real que tiene, cree que resolverá la situación en cuanto se lo
proponga, sobre todo los problemas económicos, esto no sucede se dejan arrastrar por la
impulsividad, sin poder dar marcha atrás.
Los juegos de mayor poder adictivo son el bingo, las máquinas tragaperras, el juego virtual a través
de internet. Los jóvenes de nuestro tiempo pasan horas en el ordenador, olvidándose del tiempo, y
encontrándose ansiosos si se les impide estas actividades, algo que puede desencadenar en
problemas de adicción. Los cibercafés, son uno de los lugares que también pueden potenciar la
conducta adictiva y uno de los lugares más visitados por los chicos.
Es muy importante que tengamos en cuenta que las conductas adictivas pueden empezar a edades
muy tempranas, y los padres no darnos cuenta o no tener conciencia de que realmente se están
gestando ya en nuestros hijos conductas de riesgo.
Fotografía: Flickr
Esta terapia, ha sido creada por Soledad Santiago López, profesora de la Facultad de Psicología de
Málaga y jefe del servicio de Psicología del Centro Asistencial San Juan de Dios.
Primero, tendremos que identificar de qué forma reaccionamos ante las frustraciones habitualmente,
y ver si esa conducta tiene consecuencias positivas o negativas para nosotros y nuestras relaciones.
La Terapia Icónica, es un nuevo modo de intervención psicológica que utiliza imágenes simbólicas
(iconos) para representar aquellos conceptos de la terapia que deben ser recordados en los
momentos de conflicto emocional y/o impulsividad. Los iconos favorecen la evocación y la rapidez
en el recuerdo facilita la aplicación de la terapia en su vida cotidiana previniendo conductas
impulsivas.
Esta terapia dispone de un modelo explicativo de la conducta inestable. En este modelo se describe
el circuito cerrado en que la persona inestable puede verse inmersa: “frustración ->conductas
impulsivas (autoagresivas, heteroagresivas y de escape) –> nuevos problemas -> nueva frustración
-> nueva conducta impulsiva…etc.” Conocer las experiencias detonantes de sus respuestas
impulsivas no era suficiente, de tal modo que, se elaboró un modelo terapéutico, que facilitara al
paciente una alternativa para abandonar el circuito cerrado antes mencionado y ofrecerle distintas
estrategias de afrontamiento.
1) Análisis: ¿Qué hago yo ante las dificultades? Cuando sufrimos un fracaso y las cosas no
salen cómo esperábamos, ¿Qué pensamos?, ¿Qué sentimos?, ¿Qué hacemos?…
Ejemplos:
3) Ofrecer alternativas de respuestas: ¿Qué podemos hacer para manejar la situación y no crear
nuevos problemas?
4) ¿Cómo podemos salir de esas respuestas que nos generan problemas y afrontar mejor la
frustración? ¿Cómo pasamos de las estrategias de afrontamiento que empleamos habitualmente u
otras más eficaces? Vamos a utilizar el enfriamiento o la frase llave: La idea es sustituir los
pensamientos negativos, por una cadena de estrategias de afrontamiento, para sentir más control
sobre nuestras emociones.
LA FRASE LLAVE es una frase que nos ayuda a cambiar desde la actitud negativa hacia el
problema (culpándonos, culpando a los demás o evitando la situación), hacia una actitud de
búsqueda de soluciones y de afrontamiento. Es una forma de ―ROMPER EL AUTOMÁTICO‖ y nos
Es decir, la deontología profesional obliga a utilizar técnicas y terapias que tengan suficiente apoyo
empírico como para que resulten fiables a la hora de aplicarlas a los pacientes.
Pero ¿qué tratamientos psicológicos son eficaces?, según explica la Sociedad Española de
Psicología Clínica y de la Salud, en un documento titulado ―La eficacia de los tratamientos
psicológicos‖:
―Al igual que cualquier fármaco, un tratamiento psicológico debe pasar unas pruebas y controles
científicos para saber si es más eficaz que no hacer nada o que utilizar otro tratamiento que en
principio es menos o nada eficaz. De igual modo que no deberíamos tomar un fármaco de eficacia
no demostrada, tampoco deberíamos seguir un tratamiento psicológico que no se sabe si funciona,
al menos cuando existen tratamientos alternativos de eficacia demostrada. Algunos profesionales se
basan en su experiencia para afirmar que sus tratamientos funcionan –al igual que hacen los que
imponen sus manos, leen las cartas del Tarot o ejecutan extraños rituales–, pero la experiencia no
sometida a prueba se ha mostrado engañosa en múltiples ocasiones y existen métodos más fiables
para saber si un tratamiento funciona o no.
No todos los tipos de tratamientos psicológicos han sido sometidos convenientemente a prueba. El
más investigado, hasta el momento, ha sido el cognitivo-conductual. De este enfoque se han
derivado tratamientos eficaces para una diversidad de problemas: trastornos de ansiedad, depresión
mayor, disfunciones sexuales, problemas de pareja, trastornos de alimentación, drogodependencias,
trastornos de conducta en la infancia, control de esfínteres y, en combinación con intervenciones
médicas, esquizofrenia, dolor y trastorno de déficit de atención con hiperactividad.
Por otro lado, podemos leer una noticia en Infocop Online donde nos dicen que existe ―sesgo en la
publicación de artículos científicos con resultados positivos‖ de acuerdo con una investigación
llevada a cabo por el Centro Cochrane en Oxford (Reino Unido) que ―ha puesto en evidencia la
existencia de una tendencia sesgada hacia la publicación de ensayos clínicos con resultados
positivos tras la aplicación de un tratamiento farmacológico‖.
Entonces, ¿hasta qué punto pueden ser fiables los resultados que se presentan en los estudios
cuando son positivos?.
¿Qué pueden hacer los profesionales sanitarios y los psicólogos para seleccionar aquellas técnicas
o terapias más adecuadas?… en mi opinión, la respuesta está en la formación científica. Hay que
formarse adecuadamente, no creyéndose todo lo que nos cuente cualquier personaje, por muy
conocido que sea y por muchos seguidores que tenga (por ejemplo, las ―técnicas regresivas a otras
vidas‖ tienen muchos seguidores e incluso algunos de sus promotores son médicos y psicólogos
debidamente acreditados, en cambio no tienen ningún apoyo empírico) y siendo muy cautelosos
para discernir las técnicas o terapias que pueden tener una base científica, además de consultar los
estudios y trabajos que lo certifiquen. El camino de la ciencia está repleto de preguntas y dudas, que
nunca terminan… el camino de las creencias y la fe, de afirmaciones y certezas, que siempre son
las mismas.
En dicha formación científica es fundamental saber cuando un tratamiento se considera que tiene
apoyo empírico, algo que queda totalmente aclarado en la página web del Grupo de Trabajo de
Hipnosis Psicológica del Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunidad Valenciana (España), donde
puede leerse que según los criterios establecidos por Chambless y Hollon ―un tratamiento será
una intervención con apoyo empírico cuando:
2. Tales estudios:
b) se hayan delineado de una forma válida y fiable, criterios de inclusión para una población tratada
con problemas específicos;
c) se hayan realizado con medidas de evaluación del resultado fiables y válidas, que, al menos, se
refieran a los problemas establecidos como metas de cambio;
3. Para que se le designe como eficaz: la superioridad del tratamiento con apoyo empírico se
debe haber mostrado, al menos, en dos entornos de investigación independientes (con un tamaño
de tres o más en cada sitio en el caso de experimentos de caso único). Si existiese evidencia
contradictoria, la preponderancia de datos bien controlados debe apoyar la eficacia del tratamiento
con apoyo empírico.
4. Para que se le designe como probablemente eficaz: un estudio (tamaño de la muestra de tres
o más en caso de experimentos de caso único) es suficiente en ausencia de evidencia
contradictoria.
5. Para que se le designe como eficaz y específico: el tratamiento con apoyo empírico debe
haber mostrado ser estadísticamente superior a una pastilla placebo o a un placebo psicológico, o a
un tratamiento alternativo bona fide, al menos en dos entornos de investigación independientes. Si
existiera evidencia contradictoria, la preponderancia de los datos bien controlados debe apoyar la
eficacia y especificidad del tratamiento bien establecido.‖
¡Perfecto!, ya tenemos los criterios que hay que seguir para poder determinar si un tratamiento tiene
el suficiente apoyo empírico como para poder utilizarlo de acuerdo con el Código Deontológico del
Psicólogo (o del médico, o de cualquier otro profesional sanitario)… pero ¿en qué queda todo esto si
resulta que luego no se publican todos los trabajos y, por tanto, podemos estar recabando una
información sesgada?
Teniendo en cuenta que el éxito de la intervención dependerá, en gran medida, de aplicar los
tratamientos psicológicos concretos más efectivos para el problema que se va a tratar, la Sociedad
Española de Psicología Clínica y de la Salud nos da unas pautas generales, indicando que los
tratamientos psicológicos más efectivos:
Concluyendo que ―si un tratamiento no tiene unos objetivos claros, se dilata en el tiempo y no se
obtienen resultados apreciables (cuando menos parciales) en un período de tiempo razonable, se
puede desconfiar de su eficacia‖.
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Tener un ataque de pánico es una experiencia normal para la mayor parte de la población. Mucha
gente sufre alguna vez en su vida uno de estos ataques, concretamente alrededor de un 25% de la
población. Por lo tanto, tener un ataque de pánico aislado no es un trastorno psicológico.
Sin embargo, si a partir de esa primera experiencia, los ataques de pánico se repiten con cierta
frecuencia y/o hay un miedo claro y persistente a tenerlos, entonces podemos hablar de trastorno de
pánico, y ya nos hallamos ante un problema psicológico.
Una gran proporción de las personas que sufren este trastorno, y debido al intenso miedo a sufrir
una nueva crisis, evita situaciones donde pueda ser difícil o socialmente embarazoso conseguir
ayuda y/o escapar. En estos casos, hablamos de agorafobia. Estas personas evitan
sistemáticamente afrontar tales situaciones, y en caso de hacerlo, tienden a escapar volviendo a un
sitio seguro. Como resultado de ello, su vida puede quedar fuertemente limitada. Algunas de las
situaciones más temidas son: hacer colas, meterse en lugares concurridos, entrar en
supermercados, alejarse de casa, conducir y los transportes públicos.
Aunque en la mayoría de los casos, lo habitual es encontrar una combinación de trastorno de pánico
con evitación agorafóbica, también es posible encontrar personas que están sufriendo un trastorno
de pánico (sin evitación agorafóbica) o, por el contrario, personas con un problema de agorafobia
(sin ataques de pánico).
En el área cognitiva se incluyen los pensamientos e imágenes que aparecen en el momento en que
se sufre el pánico. El contenido general de estos pensamientos es la absoluta certeza de que algo
terrible va a ocurrir inminentemente, por ejemplo, ―me va a dar un ataque al corazón‖ o ―me voy a
ahogar‖. A estos pensamientos se les llama catastróficos; la persona está convencida de que algo
muy grave de tipo físico o mental va a sucederle y el resultado será desastroso. Estos pensamientos
son automáticos, es decir, involuntarios, aparecen sin que la persona desee tenerlos
voluntariamente en su mente. En cuanto está en la situación precisa, estos pensamientos se
disparan aún cuando se esfuerce duramente en que no aparezcan. También son automáticos
porque la persona agorafóbica se los cree directamente, acepta su veracidad sin cuestionarse que
quizá no sean tan ciertos como parecen. La explicación de esto es que surge con gran intensidad y
fuerza en la mente de la persona.
En el área fisiológica se incluyen todas las sensaciones físicas que la persona nota durante el
ataque: mareo, aumento de ritmo respiratorio, sensación de asfixia, visión borrosa, tensión
muscular, dolor o pinchazos en el pecho, sensación de irrealidad, sudor, ráfagas de calor/frío,
hormigueo, entumecimiento y pérdida de sensibilidad en alguna parte del cuerpo, calambres,
flojedad en las piernas, sensaciones en el estómago y sequedad de boca. Lo peculiar del pánico es
que la intensidad de estas sensaciones es muy elevada llegando a ser realmente perturbadora, y
además aparecen bruscamente, como sin previo aviso, como surgidas de la nada.
Cada persona posee un patrón de activación fisiológico personal. Esto quiere decir que no todo el
mundo nota las mismas sensaciones, más bien, cada uno nota una combinación diferente de
sensaciones. Incluso la misma persona, en diferentes ataques, puede notar variaciones tanto en el
tipo de síntomas como en la intensidad.
El área motora incluye lo que la persona hace voluntariamente durante el pánico. El objetivo de este
tipo de conductas va encaminado a buscar seguridad y a reducir el pánico, eliminando los
pensamientos catastróficos y las sensaciones fisiológicas. Cuando una persona cree que va a morir
y siente un montón de sensaciones fisiológicas, la reacción ―natural‖ es tratar de ponerse a salvo, y
para ello realizará conductas de ―búsqueda de seguridad‖: ir a urgencias, llamar al médico, tomar
psicofármacos, volver a casa, llamar a un amigo/a, sentarse o tumbarse, beber agua, escuchar
música, o cualquier otra conducta que le sirva a la persona para reducir el malestar que está
sintiendo. A estas estrategias las llamamos conductas de escape, en el sentido de que la persona
―escapa‖ de la situación o del malestar haciendo algo voluntariamente.
A medida que el problema crece y el miedo aumenta, además de las conductas de escape la
persona desarrolla lo que llamamos conductas de evitación. Consisten en eludir y no afrontar las
Un ataque de pánico es provocado por situaciones ambientales o corporales muy específicas. Hay
cuatro posibilidades para que se den estos ataques:
- Ataque de pánico en una situación agorafóbica: la persona se encuentra en una situación que le
gustaría haber evitado y sin desearlo su mente se ve invadida por los pensamientos catastróficos.
Entonces las sensaciones fisiológicas aparecen rápidamente, la persona empieza a notar tensión,
opresión y pinchazos en el pecho y le cuesta respirar. Así que la persona busca un lugar seguro y a
medida que se aleja de la situación va desapareciendo el malestar.
- Ataque de pánico previsible en una situación segura: la persona ha tenido un mal día, con muchos
problemas, y se siente como un globo a punto de reventar. La persona teme que va a suceder el
ataque y de hecho sucede, aparecen los pensamientos catastróficos, las sensaciones fisiológicas
aumentan y la persona acaba tumbándose en el sofá y, por ejemplo, tomándose un ansiolítico.
- Ataque de pánico imprevisible en una situación segura: la persona puede estar tranquila en su
casa y relajada cuando de repente nota alguna sensación fisiológica y aparece el pensamiento, que
a su vez hace aumentar los síntomas físicos y el malestar.
- Ataque de pánico por anticipación: en un momento la persona piensa ―¿y si me diese de nuevo?‖,
entonces aparece el malestar, el miedo y el ataque se repite como en anteriores ocasiones.
Estas cuatro secuencias, aunque parecen diferentes, comparten elementos comunes. El primero es
el ESTÍMULO. Son aquella parte de la realidad exterior o del propio organismo o mente que provoca
respuestas emocionales. El pánico sólo aparece si el sujeto se encuentra en una situación ambiental
temida (estímulo externo), o ante cambios internos de tipo fisiológico (estímulo interno fisiológico) o
ante ciertos pensamientos o imágenes (estímulo interno cognitivo). Para que una situación, una
sensación o un pensamiento se convierta en estímulo, la persona tiene que haber sufrido una serie
de experiencias que le hicieran aprender a tenerlos…
Fotografía: Flickr
Licenciada en Psicología.
Máster en Psicología Clínica y Jurídica.
Experta en Técnicas Gerontológicas.
Postgrado en Intervención Psicopedagógica en Contextos Escolares.
Postgrado en Intervención Social con Menores.
Ponente del personal sanitario del Servei Valencià de Salut en la Comunidad Valenciana.
Directora del Centre de Psicologia Clínica i Formativa de Valencia (CPCiF).
Tutora externa del módulo “Practicum en Personalidad, Evaluación y Tratamiento
Psicológico” de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia.
Colaboradora activa del Centro de Psicología Especializada (C.P.E.).
Miembro investigador en la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia.
Licenciada en Psicología.
Máster en Psicología Clínica y Jurídica.
Máster en Psicología Clínica.
Psicóloga del Centre de Psicologia Clínica i Formativa (CPCiF).
Profesora del Máster de Psicología Clínica del área infanto-juvenil (CPCiF).
Profesora del Máster de Psicología Clínica del área de trastornos de ansiedad (CPCiF).
Licenciada en Psicología.
Máster en Psicología Clínica.
Colaboradora del Centre de Psicologia Clínica i Formativa (CPCiF).
http://www.safecreative.org/work/0903202794046
http://www.safecreative.org/work/0903202794879
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España) a los profesionales que, de una u otra forma, colaboran con dicho centro, para que
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siendo todos sus autores profesionales del ámbito sanitario o de la psicología.
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