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nas, y ya deja de ser sonido para convertirse en recuerdo de ese sonido. Otras veces son poesa: Maldigo la hora de la voz / Es amargo el momento en que se revelan / los sonidos. En todas, la abrumadora venganza del mundo y sus palabras no deja al poeta otro anhelo: ...permanecer sordo / de tanta oscuridad. A Miguel Marcotrigiano lo conocemos como entusiasta profesor de literatura y poesa venezolana. A comienzos de ao lo tuvimos en la ULA hablando de poetas suicidas, una de sus mayores obsesiones. Como estudioso de nuestras letras le debemos su an-
tologa Las voces de la hidra. La poesa venezolana de los aos 90 (Caracas / Mrida, 2002), y ms recientemente De orilla a orilla. Estudios de literatura espaola y venezolana (Caracas, 2011), as como su Poesa y suicidio en Venezuela. El caso de Martha Kornblith (Saarbrcken, Alemania, 2012). Como poeta lo conocemos desde los tiempos de su Concierto vegetal a la luz de la luna (Mrida, 1991). Despus vendrn De arcanos y otros signos (Mxico, 1994), Dpticos (Caracas, 1995), Esta sombra que nos habita (Caracas, 2005) y Orfandades (Caracas 2011). En 2006 Ediciones
Mucuglifo public su poesa escrita hasta el ao 2005 en Ocurre a diario. La seleccin que nos presenta La soledad del nufrago comprende un ejercicio de reescritura de muchos de estos poemas. El mismo poeta nos advierte que "-a veces" se tornarn "irreconocibles". El resultado es encomiable. Celebro el tratamiento de los motivos, de las imgenes (la noche, el rbol, la muerte), que nos lleva a un Gerbasi, a un Snchez Pelez. Elogio la limpieza del lenguaje, la facilidad del ritmo, que nos recuerda a Montejo. Admiro la solvencia y esmera-
da factura de sus textos en prosa, que nos remontan a un Cadenas, a un Ramos Sucre, siempre en la noble estirpe de la gran poesa venezolana. En un tiempo en que ser intenso se ha vuelto mala cosa, Marcotrigiano ha concentrado toda la agudeza y la fuerza de su expresin en cada verso, en la contundencia de cada poema. Sabe que no puede darse el lujo de ser light ni de ser cool en un espacio tan breve como el del texto, en un decurso tan exiguo como el de una vida. Ser porque los afectos, los misterios de la existencia, las cosas del decir, no son asunto de modas. Es el secreto de