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Los Moches y sus rituales de Sacrificios

Esta es la misteriosa huaca de la Luna construida bajo la protección del Cerro


Blanco.
Es una antigua pirámide Moche que está a 10 minutos de la ciudad de Trujillo.
Luego de cruzar un bello camino rodeado de coloridas campiñas, llegamos a
este centro ceremonial.
A un lado encontramos otra joya arquitectónica, la Huaca del Sol, quizá menos
investigada, y que a lo lejos pareciera haber tenido el cuerpo de un jaguar tan
igual como una esfinge egipcia pero sin cabeza.
Desde hace siglos se sabía poco sobre los misterios escondidos en la Luna,
salvo aquellos hallazgos que hicieron algunos inescrupulosos huaqueros que,
furtivamente, se birlaron tesoros del lugar.

Tras diversas excavaciones, contando con el apoyo de importantes


instituciones que protegen el patrimonio arqueológico de la región, se
encontraron vestigios que causaron más de un pavor.

Los antiguos Moches habían desarrollado creencias espirituales sumamente


sorprendentes.
Aquí se halló en una explanada un conjunto de restos humanos sacrificados,
con los huesos quebrados y las cabezas degolladas, como si hubieran sido
lapidados y arrojados desde lo alto de la pirámide.
Tras la interpretación de diversas iconografías halladas en sus murales se llegó
a una indudable conclusión.
Estos hombres habían sido sacrificados en ofrenda a un gran Dios Moche.
Un Dios agresivo.
Un Dios que no aplacaba su ira.
Y que los Moches, temerosos, creían que esa cólera se transformaba en
catástrofes.
Y es que ignoraban que los desbordes de los ríos y las intensas lluvias
respondían, fundamentalmente, a otro fenómeno destructivo que hoy
conocemos como el FENOMENO DEL NIÑO que surge por los cambios de las
temperaturas del mar y el crecimiento de las lluvias desde las montañas y que,
en el pasado, destruyeron diversos pueblos del norte peruano.
Por eso imploraban a su Dios, un dios conocido como EL DECAPITADOR, o
sea AI APAEC, para que calme su sed de muerte.
AI APAEC tenía un rostro felino horroroso.
Tenía la boca abierta mostrando sus largos incisivos como pidiendo
constantemente más sacrificios en su honor.
A lo largo del Complejo de la Luna, podemos apreciar diversos frisos donde AI
APAEC tiene un lugar especial en sus murales.
Si bien queda mucha simbología por interpretar, existen diseños de figuras y
escenas sorprendentes con la descripción de los rituales de muerte.
Aquí vemos la pasión que vivieron los prisioneros capturados en las guerras.
Son llevados en fila, a un ritual de sacrificios que, simplemente, describen la
crudeza de sus ofrendas.

Esta ceremonia es conocida como “La presentación de la copa”


Quien sostiene la copa es el gran señor.
En este ritual asisten, junto a él, tres personajes más.
Todos muestran su jerarquía sacerdotal.
Sus trajes así lo demuestran.
Y todos son partícipes en el ritual del sacrificio.
Recientemente se han hallado los restos del cuarto personaje y es,
exactamente, igual, al que está representado en esta iconografía.
Las mujeres, contra el sentido machista impuesto a esta sociedad, tuvieron un
sitial importante en el cerrado esquema social.
Se han descubierto en varias tumbas la presencia de mujeres sacerdotisas,
con un importante poder político y chamánico.

Las sacerdotisas de San José de Moro, por ejemplo, cuyos restos fueron
hallados en el año , son una muestra de la gran presencia de la mujer en la
sociedad Moche.
Pero, quizá, recientemente, ha causado una gran sensación el descubrimiento
de los restos de una mujer hechicera: LA SACERDOTISA DE CAO.
Muy cerca del complejo arquitectónico El Brujo en la huaca de Cao se hallaron
los restos de una mujer con indumentaria y adornos que identifican su posición
de mando.
Lo que más impresionó a sus descubridores es su apariencia chamánica y sus
brazos tatuados con figuras de serpientes y arañas.
Era una mujer que no tenía más de 30 años y que fue enterrada con todos los
honores de una importante autoridad política y religiosa.
En la Huaca El Brujo se han encontrado murales de una complejidad
impresionante.
Sin embargo, si nos detenemos en la descripción que hay en estos frisos
observamos cómo retrataron el cielo como parte de sus creencias mágico
religiosas.
Esta es la representación de Las Pléyades o las 7 hermanas del firmamento.

Los moches se detenían a ver el cielo para determinar el éxito de sus


cosechas.
Si estas estrellas eran brillantes se aproximaba la abundancia.
En cambio, si estas estrellas mostraban poco brillo, el futuro era oscuro.
Probablemente aquí prosperaban los ritos sangre que, sorprendentemente, han
quedado retratados en estos huacos.

Pero los Moches no dejaron de sorprender.


Luego de la captura de unos huaqueros que habían saqueado parte de Huaca
Rajada, que esta a 30 minutos de la ciudad de Chiclayo, se recuperaron unos
objetos de oro que, luego, dieron la pista a los arqueólogos para descubrir uno
de los lugares sagrados más importantes de la Cultura Moche.
Se encontraron los restos de los que se conoce como el Señor de Sipán.
Fruto de este descubrimiento, ha quedado abierto el circuito turístico Mochica,
pues esta antigua pirámide ha ido mostrando una basta producción artesanal
escondida en sus entrañas.
Gran parte de los tesoros hallados en Huaca Rajada se exhiben como sumo
éxito en un bello museo de oro, montado en la ciudad de Lambayeque: Las
Tumbas Reales de Sipán.
Un complejo hecho en la modernidad pero que recoge la arquitectura y la
genialidad de los antiguos Moches.
No ha quedado muy claro porqué desaparecieron Los Mochicas.
Podría pensarse que el Niño arrasó a sus habitantes.
Sin embargo, algunos grupos humanos pudieron haber sobrevivido a las
catástrofes.
Estos grupos se convirtieron en el germen, que dio paso a otras nuevas
culturas.
Fue así como en esta región surge un grupo de hombres que se organizó para
dar origen a lo que se ha llamado la Cultura Lambayeque o Sicán.

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