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EL DESCUBRIMIENTO DE LA RUEDA.

La rueda es un icono de la civilización humana que encontramos en casi todas las


manifestaciones de nuestra tecnología actual. Representa un elemento mecánico que es
básico en los sistemas de desplazamiento marítimo, aéreo o terrestre, así como en un
sinfín de instrumentos de manejo cotidiano, incluyendo máquinas de complejidad tan
rudimentaria como las poleas. Se considera que el hombre pudo haber inventado la rueda
en el Oriente Medio o Mesopotamia hace unos cinco mil años. Sin embargo, su empleo
requiere un cierto desarrollo práctico además del conocimiento de su mera existencia,
porque parece que los nativos del Nuevo Mundo no habían llegado a su utilización en la
época de la conquista americana por los españoles.
Cada vez que el hombre tiene una buena idea, es frecuente que ya exista un precedente
de la misma entre el mundo vivo, al menos de forma rudimentaria. Buenos ejemplos son,
entre otros, el empleo y perfeccionamiento de la eco-localización por los murciélagos, la
construcción de pantanos por los castores, la existencia de modelos de reflectores
parabólicos entre las lapas, la presencia de sensores de infrarrojos en algunas serpientes,
las agujas hipodérmicas que poseen varias especies de insectos, los arpones de los
celentéreos o la propulsión a chorro empleada por los calamares.
Pero la verdad sobre la invención de la rueda es más notable porque sus precedentes
naturales están más bien ocultos en el diseño de los primeros seres vivos. Lo que el
hombre tardó tanto tiempo en desarrollar ya lo poseían las bacterias en su aparato
locomotor alrededor de dos mil millones de años antes. Muchas de estas pequeñas
criaturas presentan flagelos que tienen un eje que rota libremente como un árbol de
transmisión a través de la pared celular y que está unido en su base a un motor flagelar.
En la estructura basal de este sistema aparece la rueda por primera vez en la naturaleza
viva, funcionando en continua rotación de modo análogo a una minúscula turbina
molecular. En otras palabras, la rueda se encuentra formando parte de uno de los
mecanismos evolutivamente más antiguos de desplazamiento.
Su presencia en el motor flagelar, como elemento estructural, precedió con mucho a la
aparición de otros sistemas locomotores convencionales y, por supuesto, al desarrollo de
las ideas de los primeros ingenieros humanos. Por sorprendente que parezca, podemos
concluir que la rueda la inventaron las bacterias mucho antes que el ingenio del hombre.

MARIANO GACTO FERNÁNDEZ

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