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LA REVOLUCIÓN DE MAYO EN LA REDUCCIÓN KILME
LOS DÍAS DE LA PLAZA DE MAYO
Por Guillermo Daniel Ñáñez
viacuco@gmail.com
Los manuales de historia repiten
hasta el cansancio que el 25 de
mayo de 1810 nace nuestra patria
y según ese criterio, todos los años
se festeja con cantos y escarape-
las. Para la historiografía liberal,
Mayo fue una revolución separa-
tista, independentista, antihis-
pánica, dirigida a vincularnos al
mercado mundial. Hay algunas
preguntas ¿fuimos independientes
como país, desde aquella fecha
hasta hoy? ¿La Patria es libre o
solamente el uso de algunos sím-
bolos como la bandera, el himno y
el escudo? ¿por qué declaramos la
independencia seis años más tar-
de? La plaza de Mayo es sin lugar
a dudas el centro del poder por
donde transcurre la historia argen-
tina. Muy cerca en la antigua re-
ducción de los indios Quilmes,
había un eco de aquella revolución
que se hace necesario conocer.
A principios de 1810, la revolu-
ción democrática española, en-
frentada a la ocupación francesa
en gran parte de la península, gira
a la derecha en su organismo diri-
gente (es reemplazada la Junta
Central por el Consejo de Regen-
cia). Este hecho hace que se or-
ganicen Juntas Populares en toda
América, para así resguardar tan-
to el propósito de cambio, como
la eventualidad de caer en manos
de los franceses si Napoleón
triunfa definitivamente.
El 21 de mayo, mientras el ca-
bildo sesiona, más de 600 per-
sonas, acaudilladas por French
y Berutti, ocupan la plaza recla-
mando Cabildo Abierto. Van ar-
mados de puñales y pistolas, se
autotitulan “La legión infermal”
y lucen como emblema, en el
sombrero, el retrato de Fernan-
do VII junto a una cinta blanca
en señal de unión entre ameri-
canos y españoles. Son
“chisperos” y “manolos” de los
arrabales, dice Paul Groussac.
El Síndico gestiona se convo-
que a Cabildo Abierto para el 22
de mayo y así queda resuelto.
El 22 de mayo se reúne el Cabil-
do Abierto. Se imprimen 650 invi-
taciones pero sólo se reparten 450
y finalmente concurren 251 perso-
nas. El virrey explica, luego, que
“temiendo los insultos y aún vio-
lencias, debido al innumerable
número de incógnitos que envuel-
tos en sus capotes y armados de
pistolas y sables, paseaban en
torno a la plaza arredrando a la
gente, buena parte del vecindario
rehusó asistir”. Por otra parte,
concurren muchos que no perte-
necen a “la gente decente” pues
Donado, a cargo de la imprenta,
imprime y reparte entre los parti-
darios subrepticiamente, las es-
quelas necesarias. De allí que “con-
curriesen fraudulentamente mu-
chos pulperos, talabarteros, hom-
bres ignorados” y un testigo se-
ñala que “se votó a gusto de la
chusma”.
El resultado de la votación de ese
Cabildo Abierto se conoce en la
mañana del 23 y significa la cesa-
ción del virrey y la delegación en
el Cabildo de la atribución de for-
mar la nueva Junta.
Nace así la maniobra organizada
por el Síndico Leiva ya que el Ca-
bildo, después de cesantear al Vi-
rrey, nombra una Junta integrada
por Saavedra y Castelli en repre-
sentación de los revolucionarios
y por el cura Solá y el comerciante
Incháurregui; en nombre del abso-
lutismo, pero incorpora, como quin-
to integrante y cabeza de la Junta,
al propio Virrey Cisneros.
En la noche del 23, el síndico
Leiva informa a los jefes militares
acerca del nuevo gobierno que se
INFORME ESPECIAL
habrá de instalar y les obsequia un
reloj a cada uno y cien pesos para
la tropa, aunque la versión que
corre es que el comandante Mar-
tín Rodríguez denunció que se es-
taba armando una traición al Ca-
bildo Abierto.
LOS REVOLUCIONARIOS
Los revolucionarios aceptan ini-
cialmente lo actuado, aunque al-
gunos como Moreno y Pancho Pla-
nes manifiestan su indignación y
se retiran. Puede presumirse que
en ese momento se produce el en-
cuentro entre el morenismo más
fogoso y los chisperos de la “le-
gión infernal” French, Berutti, Car-
dozo, Donado, Dupuy, Orma, y los
curas Grela y Aparicio que son la
conexión hacia la base popular.
A las tres de la tarde del día 24,
jura la Junta tramposa urdida por
el síndico, con la aquiescencia del
sector democrático moderado y
especialmente de Saavedra. Pero,
al mismo tiempo, los bandos pega-
dos por orden del Cabildo son
arrancados y pisoteados por hom-
bres del pueblo, mientras algunos
peones que los están pegando en
las paredes, son atacados por la
gente, según recuerda Vicente Fi-
del López. Allí están los chisperos
quienes queman dichos bandos y
convocan a manifestar su disgus-
to para el día siguiente. Moreno
arenga a los soldados. El cura
Aparicio, con pistola al cinto, ani-
ma a las tropas. La casa del Fiscal
Villota es apedreada.
Ante la creciente movilización
popular, el 24 a la noche se reúne
la junta renunciando Castelli y Saa-
vedra lo que obliga a la disolución
del gobierno, pasando el poder,
nuevamente, a manos del Cabildo.
El 25 por la mañana, el Cabildo
se reúne, pero en la plaza aumenta
la presencia de la gente. Los
chisperos reparten ahora cintas
encarnadas, en señal de violencia.
En ese clima, el Cabildo decide con-
vocar a la fuerza armada para que
reprima a los revoltosos y sosten-
ga en el poder a la Junta creada el
día 24, pero apenas se difunde la
noticia, la multitud ocupa la casa
capitular. La encabezan French,
Chiclana, el padre Grela, Berutti,
Planes y otros jóvenes ardorosos
e intransigentes.
El síndico Leiva trata de conte-
nerlos, solicitando que entre sólo
INFORME ESPECIAL
una delegación a conversar. Leiva
escucha los reclamos y solicita la
opinión de los comandantes que
se declaran a favor del pueblo. Los
cabildantes deciden entonces,
como última carta, eliminar al vi-
rrey de la junta tramposa pero man-
tener a los cuatro restantes miem-
bros, mientras los gritos atruenan
desde la plaza exigiendo “saber de
qué se trata”.
Norberto Galasso lo retrata exac-
tamente: “Los cabildantes recla-
man, entonces, una presentación
por escrito. Se presenta un docu-
mento con los integrantes de la
Junta, firmado por 409 personas y
dos firmas: la de Berutti y French,
agregando ambos “Por mí y a nom-
bre de seiscientos”. Leiva, advir-
tiendo que ante las dilaciones co-
mienza a ralear la gente de la Plaza,
pretende descalificar el movimien-
to preguntando: “¿Dónde está el
pueblo?”. Pero esto colma la pa-
ciencia... el Cabildo se negaba a
proclamar la lista de candidatos
propuesta por el pueblo, más, en-
trando con pistolas y puñal en
mano varios facciones en la Sala
Capitular, le obligaron a que con-
descendiera con sus deseos. .Así
cae el absolutismo y nace la Prime-
ra Junta. De una manera más áspe-
ra y con menos buenos modales
que los que relata la vieja historia.
Ha triunfado el sector jacobino y
Mariano Moreno es el hombre fuer-
te del nuevo gobierno”.
LAS PREGUNTAS DE
GALASSO
¿Por qué, si la revolución era in-
dependentista, no declaró la inde-
pendencia sino que la proclamó
recién 6 años después, en condi-
ciones mundiales mucho más des-
favorables que las de 1810? ¿Cómo
es posible que los miembros de la
Primera Junta de Mayo jurasen por
Fernando VII? ¿Si el movimiento
nacía “por odio a España”, como
señala Mitre en las primeras pági-
nas de su biografía de San Martín,
por qué dos españoles (Matheu y
Larrea) integraban la Primera Jun-
ta? ¿Como es esto de que ningún
testigo vió las cintas celestes y
blancas de que habla Mitre, sino,
en cambio, cintas blancas, los pri-
meros días, en señal de paz y cin-
tas rojas, el 25, amenazando san-
gre? ¿Cuál es la razón por la cual la
bandera española continuó flame-
ando en el Fuerte y otras institu-
ciones oficiales hasta 1814? ¿Qué
explicación hay que darle al regre-
so de San Martín –un “gallego”
que estuvo en España desde los 6
hasta los 33 años y dio 30 batallas
como militar español– para venir
al Río de la Plata a sumarse a una
revolución antiespañola? ¿Eran
enemigos de España los hombres
de Mayo, a pesar de que casi to-
dos ellos tenían padres españoles
e incluso desempeñaban cargos
en la burocracia estatal? Los his-
toriadores discípulos de Mitre han
intentado, de una u otra manera,
responder a algunos de estos in-
terrogantes, con argumentos que
Jueves 25 de Mayo de 2006
si resultaban más o menos acepta-
bles en 1880, hoy deben ser califi-
cados de pueriles.
Puede afirmarse que mientras, en
España, la revolución -inicialmen-
te nacional en tanto pugna por re-
chazar al invasor napoleónico - se
transforma en democrática a partir
del estallido popular y la forma-
ción de Juntas (1808), en América,
las revoluciones -inicialmente de-
¿QUIÉNES Y CÓMO VOTARON?
VOTOS DE HABITANTES DEL PAGO DE QUILMES EL 22 DE MAYO DE 1810
A favor del Virrey
Juan Andrés de Arroyo, contador mayor del
Real Tribunal de Cuentas;
Julián del Molino Torres, comerciante; Fran-
cisco J. Pizzarro, coronel;
José María Morel y Pérez, comerciante;
José Fornaguera, coronel;
TOTAL 5 votos
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mocráticas (ocurridas entre 1809 y
1811), bajo la influencia de la espa-
ñola y la francesa- se convierten
en nacionales o independentistas
(a partir de 1814) cuando fracasa el
proceso español, se anula la Cons-
titución progresista de Cádiz y se
reinstala el absolutismo.
LA REVOLUCIÓN LLEGA A
QUILMES
Al comenzar el año 1810, con 829
kilómetros cuadrados, se encontra-
ba la Reducción de los Quilmes,
con sus características de zona
prohibida –al menos teóricamen- acceso desde el agua casi a medio
te– para quienes no fuesen des- camino de la Ensenada de Barra-
cendientes directos de los indios gán, determinó que Quilmes.
Quilmes, se encontraba el único En ese año de la Revolución de
centro poblado del partido, el pue- Mayo, era alcalde de hermandad
blo de Quilmes, con sus caracte- Manuel Garmendi, dependiente del
rísticas restrictivas; era el único Cabildo de Buenos Aires; cura pá-
pueblo cercano a Buenos Aires en rroco Santiago Rivas, decidido
su parte sur y a esta banda del Ria- partidario de suprimir la reducción;
chuelo; le seguían la pequeña po- en cuanto a las autoridades del
blación de la Ensenada así como la cabildo indio que debía regir los
de San Vicente, fuera del partido destinos de la población y por lo
de Quilmes. tanto del pueblo de Quilmes, decía
La población total del partido era Rivas en 1810: «Es bien notorio
de 800 habitantes en 1801 y de 1.250 que no existen más que tres fami-
en 1813; no se dispone de cifras lias de nación Quilmes, pues aun
para el año 1810 o sus más inme- en los que obtienen empleos (del
diatos para el total del partido. La Cabildo) que son cuatro, los tres
reducción india, el único poblado, son de otras castas, y estos alter-
tenía 216 habitantes en 1812, «los nan todos los años en conformi-
que formaban aproximadamente el dad, que -el que deja de ser alcalde
número de familias que existía en pasa precisamente a regidor, o por
1798», dice Sors; esta cifra, por lo el contrario, cuando no sigue dos
tanto, puede aceptarse para 1810. años en posesión del mismo car-
Su doble carácter de partido y go, como sucede actualmente».
de reducción a la vez, así como su En el orden militar, el teniente
posición militar frente a la barran- coronel Gonzalo de Doblas fue
ca, cerca del río de la Plata, en un nombrado comandante de la pobla-
lugar de la costa que permitía fácil ción y fortaleza de los Quilmes con
En contra del Virrey
Juan Canaveri,
Mariano Echaburu, escribano;
Agustín P. de Elía, abogado;
Francisco Letamendi, comerciante;
Toribio Mier, comerciante y hacendado;
Floro Zamudio Chavarría, capitán;
Francisco Planes, catedrático;
Manuel Obligado, comerciante;
Joaquín Campana, abogado;
Vicente Dupuy;
José Antonio de Echenagucía;
Martín Rodríguez, teniente coronel;
Pedro Capdevila, comerciante;
TOTAL 13 votos
Juan Bautista Otamendi, presente en el acto,
no dio su voto
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anterioridad al 12 de noviembre de
1807 y continuó en su cargo hasta
su fallecimiento repentino en 8 de
enero de 1809; se ignora por ahora
quien lo reemplazó, pero con refe-
rencia a 1810, en los días de mayo,
no hubo comandante militar ni, al
parecer, milicias; sin embargo, en
1813, el Cantón antes mencionado
funcionó como cuartel.
¿QUIÉN ERA GARMENDI?
Producidos en Buenos Aires los
acontecimientos de la semana de
Mayo, que culminaron en el glo-
rioso 25, llegó a Quilmes, en una
fecha anterior al 8 de junio siguien-
te, un oficio y más documentos
dados por la Superior Junta Guber-
nativa, dijo en nota del 12 del mis-
mo mes el alcalde Garmendi. Este
personaje quilmeño, a quien le co-
rrespondió actuar en los días de
Mayo en el orden local, era un fuer-
te hacendado con propiedad cer-
ca de la actual estación Bosques.
Nacido en Córdoba, de 37 años en
1810, casado con Dorotea Arroyo,
de antigua familia quilmeña y 26
años. Tenía el matrimonio tres hi-
jos pequeños. En su campo, un
numeroso personal: tres negros
esclavos africanos, cuatro negros
esclavos criollos, dos esclavas ne-
gras paraguayas, cuatro peones y
un matrimonio agregado.
Garmendi recibe, seguramente,
las copias de la Proclama de la Jun-
ta Provisional Gubernativa, del 25
de mayo; de la Intimación de obe-
diencia a las nuevas autoridades,
del 26 y del Bando mandando en-
tregar las armas, del 28. Las ins-
trucciones señalaban «y para que
esta determinación llegue a noti-
cias de todos y se cumpla puntual
y exactamente se publicará por
bando en la forma ordinaria, fiján-
dose ejemplares en los parajes de
estilo», o bien, en otra, «se publi-
cará. por bando en la forma de es-
tilo, fijándose ejemplares para su
mayor notoriedad en los parajes
acostumbrados».
«En cumplimiento del Superior
mandato pasé a la Parroquia Princi-
pal de este partido de los Quilmes
el día 10», dice Garmendi en la men-
cionada nota a la Junta. Es necesa-
rio hacer notar que al referirse a la
que llama parroquia principal o bien
«en las capillas principales de mi
cargo»,. como dirá el alcalde de her-
mandad Pedro José Arroyo el 22 de
febrero del año siguiente, ambos
alcaldes indican que hay varios es-
tablecimientos religiosos en el par-
tido de Quilmes, dependientes de
su parroquia, auxiliares de la misma
y distribuidos en su vasta campa-
ña; también indican que no residen
en el pueblo de Quilmes.
RIVADAVIA ESQUINA MITRE
En ese lugar de la parroquia prin-
cipal, hoy esquina Mitre y Rivada-
via de la ciudad de Quilmes, dice
Garmendi, «hice publicar dicho,
vando en concurso de todas las
gentes, y enterados de él respon-
dieron en voz alta todos, que lo
obedecían y estaban prontos a eje-
cutar los mandatos de V. E.». El al-
calde no dice cuáles eran dichos
mandatos, pero es muy probable
que se trate de la Intimación de
obediencia a las nuevas autorida-
des antes mencionadas, la cual,
precisamente, «se publicará por
bando» se exigía. Así, pues, el 10
de junio de 1810, los quilmeños de
entonces, en gran número, se ente-
raron que «siendo la base principal
del orden felizmente restablecido la
confianza del pueblo en sus magis-
trados, y el respeto y puntual obe-
diencia a sus determinaciones y
mandatos, se ordena la subordina-
ción a la autoridad nuevamente es-
tablecida, en inteligencia de que
ésta usará de toda la energía, la con-
veniente, para sostener con digni-
dad el sagrado depósito que el pue-
blo le ha confiado, castigando con
rigor a cualquiera que siembre des-
confianza o recelos».
En la misma nota, Garmendi dio
cuenta haber «prevenido que todos
aquellos que tengan armas de fusi-
les o pistolas o espadas, las presen-
ten en mi casa o la conduzcan a pre-
sencia de V. E. para que se les de el
destino que V. E. tenga por conve-
niente»; cumplió así. con el corres-
pondiente bando del 28 de mayo.
Por último, dice el alcalde: «Así
mismo Excelentísimo Señor me veo
en la precisa necesidad de ocurrir
a la bondad de V. E. para que se
sirva franquearme dos soldados de
cualesquier cuerpo que sean para
l: seguridad de mi persona, para
hacer respetar las órdenes de V. E.
y para todos los más casos que
ocurran, los que por falta de auxi-
lios no se me pueden remediar, pues
me hallo sin más auxilio que el de
un peón, por cuyo motivo suplico
a V. E. se digne concederme lo que
suplico». Firma la nota, que termi-
na con las frases de rigor, en Quil-
mes, el 12 de junio de 1810.
Dice Craviotto; “La repercusión
del movimiento de Mayo no se li-
mitó a lo que anotó el alcalde
Garmendi en su nota ya comenta-
da; hubo colaboración quilmeña a
las autoridades del Gobierno Patrio,
tanto en la adhesión a sus princi-
pios liberales Y democráticos como
en las expediciones militares al in-
terior; además, los alcaldes fueron
mucho más allá de lo previsible;
como se ha dicho antes, nació el
pueblo de Quilmes, «libre a toda
clase de personas», de lo que has-
ta entonces había sido una oscura
reducción indígena, en camino de
su fracaso total como institución,
quemando etapas”.
Esta es la historia tan lejana y a la
vez tan cercana que merece ser
profundizada e investigada. Desde
InfoSur nos dedicamos a esta tarea.
HISTORIA DE LA PLAZA DE
MAYO
Cuando Juan de Garay fundó la
Ciudad de Trinidad Puerto de Bue-
nos Aires, dejó trazado el lugar de
la Plaza Mayor. Esta plaza vio cómo
todas las convulsiones políticas y
las fiestas populares más impor-
tantes a lo largo de 420 años. La
Plaza de Mayo, como Plaza Mayor,
era un sitio en ella se llevaban a
cabo ceremonias religiosas y ofi-
ciales, estaba el mercado, era esta-
cionamiento de carretas, plaza para
las corridas de toros, y lugar de las
ejecuciones públicas o cepos de
castigo. Pero a pesar de ser tan
importante, no era más que un des-
campado barroso y polvoriento,
dependiente del clima, que recién
fue mejorado en 1803 con la cons-
trucción de la Recova.
En un comienzo era llamada Pla-
za Mayor y ocupaba menos espa-
cio que ahora, ya que en la mitad
norte, desde 1608 a 1665, frente a
la actual Casa Rosada, estaban los
jesuitas. Cuando los jesuitas se
trasladaron a otro lugar, la zona se
transformó en un baldío –con res-
tos de los edificios– al que llama-
ban Plaza de Armas. También ahí
se instaló la horca, justo donde hoy
está la estatua de Belgrano, duran-
te más de un siglo fue escenario
de las ejecuciones, espectáculo al
que asistía mucho público. El res-
to del terreno de la actual Plaza de
Mayo, o sea frente al Cabildo, era
parador de carretas y mercado lla-
mándose Plaza Mayor. En un co-
mienzo se vendían sobre mantas o
ponchos y luego se vendía con
«bandolas», que eran unos cajo-
nes a modo de puestos de feria.
Casi tan antiguas como la plaza son
las palomas. Ya en 1755 se tiene
que poner una cubierta al balcón
del Cabildo a causa de ellas.
Recién en 1803 se construye la
Recova, un magnífico edificio que
consistía en dos tiras de 20 locales
de largo cada una (10 de cada lado)
separadas por un espacio que al
año siguiente fue cerrado por un
arco central. Los locales tenían su
frente hacia ambos lados de la
Recova, apuntando, 20 al Cabildo
y 20, al Fuerte. Tenía 11 arcos en
cada ala, techo con azotea. A su
gran arco central se trasladó la
horca, colgándose a los ajusticia-
dos por espacio de varias horas.
La Recova fue la primera galería
comercial de Buenos Aires, y esta-
ba ocupada por diversos comer-
ciantes que pagaban entre 14 y 20
pesos mensuales de alquiler. Ha-
bía vendedores apiñados en la
doble fila de cuartitos, ofreciendo
de todo para la gente de clase baja,
desde ropa hecha hasta monturas.
Con la Recova la plaza quedaba
dividida en dos, de un lado la Pla-
za de Armas o del Fuerte y del otro
la Plaza Mayor, que desde 1808 se
llamaría Plaza de la Victoria en con-
memoración de la victoria sobre los
ingleses en 1806. Luego de 1810,
la parte que daba al Fuerte pasó a
llamarse 25 de Mayo.
En 1811 aparece otro gran prota-
gonista de la plaza: la Pirámide de
Mayo. Se trataba del primer monu-
mento de la ciudad.

VOTOS DE HABITANTES DEL PAGO DE BIBLIOGRAFÍA

QUILMES EL 25 DE MAYO DE 1810
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