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Referencia:
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "MICHEL ONFRAY; EL HEDONISMO ENTRE EL PLACER Y SU
CARENCIA", En Escáner Cultural, Revista de Arte contemporáneo y nuevas tendencias, Nº 128 -
julio 2010 http://revista.escaner.cl/node/1966
MICHEL ONFRAY; EL HEDONISMO ENTRE EL PLACER Y SU CARENCIA Dr. Adolfo Vásquez Rocca 2
Michel Onfray (Argentan, 1959) es un autor que se mueve en los márgenes del pensamiento
y experimenta particular inclinación por lo que el orden establecido ha dejado de lado. Ha
publicado Physiologie de Georges Palante, Pour un nietzschéisme de gauche (2001),
Théorie du corps amoureux (2000), Politique du rebelle (1997), Journal hédoniste I y II
(1996-1998), y L'art de jouir, pour un matérialisme hédoniste (1991) y Le ventre des
philosophes, critique de la raison diététique (1989).
El análisis de Onfray, a lo largo de las seiscientas páginas del libro, parte de una hipótesis
que se podría enunciar del siguiente modo: Sigmund Freud fue un filósofo y su filosofía se
llamó psicoanálisis.
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Si bien la controversia en Francia ha sido feroz -el propio Onfray ha debatido con Miller en
la TV y ha recibido críticas duras de Roudinesco que lo ha tildado de derechista, la realidad
es que el libro es más una crítica a la institución psicoanalítica que a la figura de Freud, a la
que Onfray, más allá de regodearse con ciertos detalles denigrantes de su vida privada ya
sabidos, valora como pensador. La crítica será hacia el proceso de institucionalización de lo
que era una mera filosofía -como la de Nietzsche y Schopenhauer, de las que tomó mucho, y
no una disciplina científica.
Ahora bien, Michel Onfray se encuentra equidistante de los dos polos de la filosofía
francesa contemporánea. Por un lado, la reacción lógica, anti-Mayo del 68; la reactividad
conservadora de los “nuevos filósofos” Bernard Henry Levy, André Glucksman, Alain
Finkielkraut; por otro lado, la corriente republicana cuasi de autoayuda atea de la mano de
André Comte Sponville, Luc Ferry o Alain de Botton.
Boyando, de modo solitario, encontramos a Jean Luc Nancy, seguramente el filósofo francés
vivo de mayor importancia, aun oculto y secreto, auténtico sucesor de Jacques Derrida.
Resulta claro: Onfray no es lo que Foucault llamaba “intelectual específico”, es decir, aquel
que se reconcentraba en su especialidad y la cuestionaba, extendiendo sus límites como el
propio Foucault, sino más bien es una suerte de intelectual pos-sartriano; claramente, ya no
un portavoz de los grandes valores de la moderanidad sería iluso algo por el estilo. Michel
Onfray es, podríamos decir, un filósofo pop. Un filósofo cuya presencia en los medios TV,
radio, cine, Internet es constante, y hace de ellos su verdadera ágora.
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En Teoría del cuerpo enamorado Onfray ha pretendido liberar al eros de las múltiples trabas
a las que el cristianismo y la sociedad normalizada lo tienen sometido. En la estela trágica
de Bataille, siguiendo los estudios históricos de Foucault, Onfray penetra en la piel de la
sexualidad humana: filosofía, ética y política quedan entremezcladas en esta obra
materialista y libertina, que contrapone la tradición de pensadores y poetas como Diógenes,
Horacio y Demócrito a autores cristianos como San Pablo o San Agustín.
En los 90' algunos de sus libros comenzaron a circular: La razón del gourmet y El vientre de
los filósofos, por ejemplo. Esa ocurrencia de analizar desde la filosofía los hábitos culinarios
llamó la atención y su nombre comenzó a circular en librerías, facultades y círculos de
discusión filosófica por fuera de las universidades. Después se conoció un muy entretenido
libro sobre la vida de los filósofos cínicos y de Diógenes en particular, Cinismos. El ateísmo
y el hedonismo son los temas que ocupan su pensamiento desde siempre. El libro Tratado de
ateología vendió 200 mil ejemplares sólo en Francia y también provocó reacciones subidas
de tono por parte de todo tipo de grupos religiosos.
Entre sus lectores están los locos, los histéricos, los perturbados, los nutricionistas, enumera
con ironía Michel Onfray, el filósofo francés que reivindica al hedonista como figura clave
de su propuesta teórica. No son todos. "Los que leen en la soledad de su existencia y tratan
de mejorar su vida" conforman un público que ha encontrado en El deseo de ser un volcán,
Diario hedonista, La construcción de uno mismo o La razón del gourmet argumentos
sólidos para adherir a una moral distinta.
Según Onfray hay un malentendido con la figura del hedonista. Se cree que el hedonista es
aquel que hace el elogio de la propiedad, de la riqueza, del tener, que es un consumidor. Eso
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Onfray se declara a favor de un hedonismo del ser y no del tener. Digamos que todas las
cosas que tienen que ver con la posesión (dinero, situación social, riquezas, propiedades,
bienes habituales de la sociedad de consumo) no son un fin en sí mismas. Por el contrario,
lo que depende del ser (libertad, amistad, amor, afección, dulzura, serenidad, paz consigo
mismo, los otros y el mundo) constituye el ideal de sabiduría hacia el que hay que tender.
Disfrutar de una cosa no presenta demasiado interés, disfrutar de un momento de sabiduría
es uno de los grandes instantes de la vida.
Pero ahora veamos la diferencia entre ese hedonismo y el estoicismo. La oposición entre
ambas escuelas suele ser una cuestión de universitarios. Hay que leer las Cartas a Lucilio de
Séneca, el estoico. Allí hay cantidad de argumentos epicúreos. En su libro Contra-historia
de la filosofía Onfray explica cómo esta oposición entre dos sensibilidades filosóficas
fueron instrumentalizadas por Cicerón con fines políticos: era necesario desacreditar a los
candidatos epicúreos al Senado, y Cicerón, el estoico, los estigmatizó como voluptuosos e
incapaces de ocuparse de la cosa pública. Después, el cristianismo se apoderó de esos
argumentos que perduran hasta hoy.
Onfray tiene el proyecto de escribir un libro sobre el psicoanálisis que evitará dar poderes
absolutos tanto a Freud como a las neurociencias. Rehabilitará el psicoanálisis como un
chamanismo posmoderno, precisando que el cuerpo no es una cuestión de inconsciente
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Onfray a los 28 años tuvo un infarto, y eso le sugirió su texto El vientre de los filósofos.
Cuando tuvo ese infarto acudió a una nutricionista que le hizo comprender que se podía
mantener un discurso castrador respecto de los alimentos. No había que comer con sal, ni
grasas, no tomar alcohol, y la idea de su primer libro arribó a partir de esa experiencia,
como una invitación a considerar que el placer de la alimentación era preferible al displacer
de una mala nutrición. Se pelearon bastante, él estaba en su cama con el infarto y ella le
estaba dando clases. Como Onfray conservaba algo de retórica, la nutricionista se fue
enojada diciendo que con él no se podía discutir. Y –la verdad es que nunca siguió aquellos
consejos nunca siguió sus consejos–
Uno de los fenómenos que Onfray señala –con mayor énfasis– es la disociación que existe
entre el cuerpo y los sentidos.
–Es algo que no puede situarse con mucha precisión, probablemente esta situación en la
prehistoria no existía, pero con el proceso de hominización se desarrolla una moral y con
ella una cultura de odio del cuerpo. Sólo hubo morales alternativas que celebraron el cuerpo,
en tanto las morales oficiales, las morales del poder, consideran que hay que negarlo.
–No es la sociedad la que privilegia: ciertos sentidos se ven privilegiados según una lógica
de la supervivencia. Cuando el hombre caminaba en cuatro patas, estaba más en posición de
oír y olfatear que de ver, al convertirse en bípedo existe la posibilidad de un mayor
desarrollo del cerebro. La jerarquía de los sentidos se modifica y es la vista la que ocupa un
primer lugar. Esto va cambiando con los siglos y con el desarrollo de la urbanización
masiva. En la vida rural la gente tenía otra relación con la naturaleza; en la sociedad urbana
actual se huele y se oye menos. Las sociedades consideran que hay bellas artes o sentidos
nobles, relacionadas con la vista y el oído y otras menos nobles, relacionadas con el olfato o
el gusto. Difícilmente se da la posibilidad de oler o gustar a otro fuera de la intimidad. Mi
propuesta consiste en que los cinco sentidos deben ser considerados de manera igualitaria, y
que debe ser otorgado a la gastronomía el mismo status que a la pintura o la música.
–Se está produciendo un documental sobre sus ideas, y usted se presenta en medios
masivos. ¿Hay una apertura de la filosofía en ese sentido?
–Para el documental estoy escribiendo el guión. Es una colección que se ocupó de Deleuze,
Sartre y Baudrillard, y reduce todo el trabajo a ciertas claves que permitan comprender la
obra entera. Creo que el cine es un acercamiento posible a la filosofía, como la radio, la TV
o el video. Son medios para llegar a gente que a lo mejor no se atreve a leer un libro. Hay
quienes están a favor y en contra. Los que están a favor son los que son invitados, y los
otros, los que nunca reciben invitación. Curiosamente, cuando se los llama para opinar en un
programa cambian de posición.
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"Teoría del cuerpo enamorado", obra de Michel Onfray en la cual no subyace tanto una
teoría sobre el sexo propiamente dicho cuanto una apuesta por una disposición sexual
centrada en la acción y por tanto con implicaciones éticas y políticas. Michel Onfray no ha
tratado el erotismo con la penetración literaria de Bataille, ni ha reseñado las formas de la
sexualidad como Foucault, pero ha aprovechado todas las lecciones de ambos. Su intención
ha ido dirigida a promover un tipo social de eros que se desprenda de las múltiples trabas a
las que el cristianismo y la sociedad normalizada lo tienen sometido.
¿Dónde reside la novedad de su trabajo, qué es lo que aporta de nuevo esta "Teoría del
cuerpo enamorado"? Exceso material, gasto placentero, contrato libertario: la propuesta de
Michel Onfray consiste en haber recuperado el bagaje intelectual aquilatado por autores
modernos como Bataille y Foucault, insertándolo en una perspectiva materialista y atea que
se sirve del bestiario fabuloso de la Antigüedad para escenificarla y desarrollarla. Sobre todo
hay una reivindicación del epicureísmo como casi la única tradición de pensamiento y
acción que podemos oponer al platonismo y su versión popularizada: el cristianismo. Pero
Onfray, que conoce bien estas tradiciones, ha querido aumentar la potencia subversiva y
gozosa del epicureísmo, fecundándolo con las ideas anti-convencionales de un Diógenes, el
hedonismo de un Aristipo de Cirene o el arte de vivir de los poetas elegíacos romanos. Todo
ello desemboca en una apuesta por el libertinaje como uso más amplio y más intenso de la
libertad de goce sexual y, por extensión, de la libertad política: ya en otro de sus libros
("Politique du rebelle") Onfray se servía de un antiguo apotegma del siglo XVII para definir
al libertino como “aquel hombre de bien que no sabría arrodillarse y que es enemigo de todo
lo que se llama servidumbre”.
Michel Onfray es hoy en día uno de los pocos intelectuales franceses que esquiva
prudentemente la pedantería al uso de los cenáculos parisinos que siguen vendiendo
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pastiches salpimentados con todos los tópicos de las últimas décadas. En su variada obra
hay una apuesta personal por la filosofía que devuelve su sabor y su entraña a esos
manoseados tópicos. Y cuando digo apuesta personal por la filosofía me refiero a la
voluntad deliberada del autor de inscribir sus ideas en su existencia, de convertir la filosofía
en una manera de vivir. Michel Onfray es un “filósofo original” en un sentido anti-hegeliano
no porque su aportación intelectual sea especialmente novedosa, o heterodoxa o se centre en
cuestiones específicas que vienen a desmontar el entramado bendecido del acontecer diario
(aunque, desde luego, su aportación no se inscribe en ninguna teodicea), sino porque lleva a
cabo su tarea de la forma apasionada y comprometida que define a aquellos que en su día
tomaron la decisión de transformar su vida en una vida de actividad filosófica, no sólo
profesoral.
Onfray es un autor iconoclasta (valga como ejemplo el último "Anti-manual" que ha escrito
para sus alumnos del bachillerato francés), que conoce muy bien todas las corrientes
históricas de la filosofía, que ha querido emular más bien a autores segundones y
panfletarios que convertirse en un nuevo pope del pensamiento. Onfray no está exento de las
limitaciones maniqueístas en las que a menudo incurre quien escribe desde el entusiasmo y
la indignación (esos dos motores de la escritura de los que hablaba Chesterton), pero es de
agradecer que haya preferido la polémica intelectual a las sutilezas de salón para dotarse de
mejor munición en la lucha contra el miedo instituido. Su escritura es a menudo
epigramática, lo que a la hora de ser traducida me ha dado no pocos quebraderos de cabeza,
relampagueante, lírica a veces, siempre combativa. No dice muchas cosas nuevas y
originales, pero señala lo importante y lo hace con gracia y con un indudable atractivo: la
filosofía también puede ser una forma de seducción, y no hay mejor forma para empezar a
amarla.
Esta "Teoría del cuerpo enamorado" es la tercera obra traducida al español de Michel
Onfray. En Paidós se puede encontrar "Cinismos", sobre la escuela helenística fundada por
Diógenes de Sinope. Y la primera se titula "El vientre de los filósofos" y está editada por
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Ediciones Oria, Guipúzcoa. En esta curiosa obra Onfray emprende el ensayo de una
gastrosofía o lo que también denomina una crítica de la razón dietética. A través del análisis
de la comida que ha alimentado a los grandes filósofos (desde “el pulpo crudo” de Diógenes
hasta las “salchichas” de Nietzsche, pasando por el “vaso de leche” de Rousseau y el
“marisco” de Sartre), Onfray pretende elaborar algo así como una gaya ciencia alimenticia.
En fin, primero gastronomía, ahora erotismo: puntos hedonistas de resistencia al ascetismo
funcional de nuestra sociedad del trabajo y del consumo.
Puntos que parten de lo referido por Nietzsche en "Ecce Homo": “Estas cosas pequeñas –
alimentación, lugar, clima, recreación, toda la casuística del egoísmo- son
inconcebiblemente más importantes que todo lo que hasta ahora se ha considerado
importante. Justo aquí es preciso comenzar a cambiar lo aprendido”. Cambiar lo aprendido:
es lo que García Calvo llama desaprender y en lo que, según Valéry, estriba la verdadera
educación. A esta tarea educadora que empieza en los detalles más inmediatos y prosigue en
obras de mayor calado intelectual (una teoría estética de la moral titulada "La sculpture de
soi", ya mencionada, y una reflexión sobre las posibilidades de una política libertaria a
principios del siglo XXI, "Politique du rebelle") se ha encomendado Michel Onfray desde
su primer libro, dedicado a un seguidor primerizo y casi desconocido de Nietzsche.
filosofía”, permite revisar el programa intelectual de Michel Onfray, paladín del hedonismo
individualista.
Onfray es un filósofo insular, más hijo de Camus -sobre el que está escribiendo un libro- y
de Sartre que de Foucault o Deleuze. Esa herencia insular -con respecto a la academia- ese
territorio autoconstituido y solitario dentro del mapa filosófico francés, sin embargo, o quizá
por esa razón, no impidió que sea un filósofo cada vez más leído y popular.
La creación de la Universidad Popular de Caen -el espacio propio donde Onfray junto a
otros colegas da sus clases- le dio una localía y fortaleza, además de un core de temas
propios, que trabaja obsesivamente.
El análisis de Onfray, a lo largo de las seiscientas páginas del libro, parte de una hipótesis
que se podría enunciar del siguiente modo: Sigmund Freud fue un filósofo y su filosofía se
llamó psicoanálisis.
Si bien la controversia en Francia ha sido feroz -el propio Onfray ha debatido con Miller en
la TV y ha recibido críticas duras de Roudinesco que lo ha tildado de derechista, la realidad
es que el libro es más una crítica a la institución psicoanalítica que a la figura de Freud, a la
que Onfray, más allá de regodearse con ciertos detalles denigrantes de su vida privada ya
sabidos, valora como pensador. La crítica será hacia el proceso de institucionalización de lo
que era una mera filosofía -como la de Nietzsche y Schopenhauer, de las que tomó mucho, y
no una disciplina científica.
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Onfray, en rigor, no hace con Freud sino lo que hizo con otras figuras del pensamiento a las
que estudió en libros anteriores Nietzsche, Palante, Diógenes: referenciar su vida, la
anécdota, como suele decir, a su programa intelectual, y quitarle todo viso de pretensión
universalista a sus conceptos.
Ahora bien, Michel Onfray se encuentra equidistante de los dos polos de la filosofía
francesa contemporánea. Por un lado, la reacción lógica, anti-Mayo del 68; la reactividad
conservadora de los “nuevos filósofos” Bernard Henry Levy, André Glucksman, Alain
Finkielkraut; por otro lado, la corriente republicana cuasi de autoayuda atea de la mano de
André Comte Sponville, Luc Ferry o Alain de Botton.
Boyando, de modo solitario, encontramos a Jean Luc Nancy, seguramente el filósofo francés
vivo de mayor importancia, aun oculto y secreto, auténtico sucesor de Jacques Derrida.
Resulta claro: Onfray no es lo que Foucault llamaba “intelectual específico”, es decir, aquel
que se reconcentraba en su especialidad y la cuestionaba, extendiendo sus límites como el
propio Foucault, sino más bien es una suerte de intelectual pos-sartriano; claramente, ya no
un portavoz de los grandes valores de la moderanidad sería iluso algo por el estilo. Michel
Onfray es, podríamos decir, un filósofo pop. Un filósofo cuya presencia en los medios TV,
radio, cine, Internet es constante, y hace de ellos su verdadera ágora.
que un anarquismo radical, más un dandismo moral que una subversión concreta, más una
estética generalizada hija de Duchamp que un cuestionamiento totalizador.
Un arte de vivir
Allí se encuentran las razones del éxito editorial de Onfray, su simpatía y conexión con sus
lectores está en función de sus objetos de análisis: la gastronomía, los vinos, los perfumes,
la moda, el dandismo, el arte contemporáneo. Su programa intelectual se enmarca más bien
en un hedonismo individualista que en un anarquismo hedonista. En ese sentido, es que es
interesante pensar las claves de su particular concepto de “resistencia”. La filosofía de
Onfray tuvo tan buena recepción en Europa y ya está teniéndola en los Estados Unidos,
precisamente, por haber puesto el tema del cuerpo y sus adyacencias en un lugar de
privilegio. Onfray es el filósofo de la cocina de Ferran Adriá y del auge de los sommeliers,
el filósofo del viagra sobre el que ha escrito elogiosamente en La potencia de existir y de la
biotecnología, el filósofo que problematiza la cuestión de la salud y habla de una erótica
solar, festiva.
Por ello, aún contra su voluntad o no su éxito, en gran medida, proviene de estas claves de
consumo contemporáneas. Dice Onfray en El deseo de ser un volcán: “La filosofía es un
arte de vivir, o no merece ni una hora de esfuerzo. Es por una desviación que se ve
confinada a cuestiones ociosas, que sólo constituyen un desafío para los especialistas felices
de haberla arrojado completamente, o casi, en un ghetto.” La filosofía como arte de vivir
pero también como una moral individual. La filosofía fuera del claustro, el ghetto de los
académicos. Así lo señala Onfray: “Daría toda la Fenomenología del espíritu por esas cuatro
páginas maravillosas (El dandy, de Charles Baudelaire). Y no necesitaría estímulos
suplementarios para ofrecer a todo Hegel (...) El dandi aspira a una moral diferente,
poscristiana, podríamos decir. Una ética basada en la estética y no ya en la teología o el
cientificismo, esas dos pestes a las que debemos las miserias de la filosofía moral desde
hace siglos (...) El mayor éxito de un dandi es el empleo del tiempo, no de su dinero. Porque
desprecia el oro en el que se revuelcan los burgueses.
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Un feminismo viril arcaico/ poscristiano que une a una gran tradición donde se encuentran
Ovidio, Safo, Horacio, Epicuro, Lucrecio, los cínicos, Arístipo de Círene, el Kamasutra, los
tratados amatorios indios, chinos, persas, nepaleses, árabes, el elogio de las mujeres frívolas
de Nietzsche, Baudelaire, la erótica provenzal de Cyrano, la estética de la existencia de
Foucault y la filosofía del devenir (mujer) de Deleuze.
Revolucionario y radical
5) el diario hedonista,
6) los libros de viajes,
7) los libros de filosofía de la gastronomía como El vientre de los filósofos (1989) o La
razón del gourmet,
8) los textos de estética aquellos en los que analiza la pintura de Valerio Adami o la
fotografía de Willy Ronis.
De Leucipo y Demócrito a Nietzsche y Deleuze, pasando por los libertinos barrocos o los
trascendentalistas americanos Thoreau o Emerson.
En el caso de Los ultras de las luces, la cuestión pasará por seis nombres centrales: Jean
Meslier cura ateo y anarquista, La Mettrie médico hedonista, Maupertuis y Helvecio ambos
utilitaristas, D’Holbach barón materialista, y el Marqués de Sade criminal de las relaciones.
Según Onfray, lo ultra que hace lo propio de estos pensadores pasa por su radicalidad
respecto del iluminismo bienpensante de los Enciclopedistas canónicos: D’Alambert,
Diderot o Voltaire. Pero también Kant y, antes, Descartes.
Para Onfray emergen cuatro características necesarias de los ultras de las luces: 1) el
ateísmo, 2) el materialismo, 3) el hedonismo, 4) la revolución. La propuesta de Onfray, de
alguna manera, es historiar la otra cara de la revolución francesa. En algún sentido, la cara,
auténtica revolucionaria y radical.
Los ultras de las luces tiene los mismos defectos y las mismas virtudes que sus
predecesores. El proyecto de la contrahistoria posee cierta ingenuidad sería impensado un
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planteo similar en Foucault, cuyo material de reflexión central también era la historia.
Onfray considera necesario poner de relieve pensadores que el canon ha escondido por una
operación política y metafísica. Este gesto recae en la canonización de verdaderos filósofos
absolutamente olvidables, como el caso de Meslier, cuyo aporte es a todas luces
insignificante. El proyecto de “contra-historiografiar” la filosofía parte de una hipótesis
falaz: “el platonismo lo tiñe todo”. De sólo pensar en toda la tradición empirista inglesa que
para Kant fue central es obvio que no fue así.
Y en el fondo una reivindicación del feudalismo. Lecturas de este estilo son las que
mantienen el pensamiento de Onfray vivo. De todos modos, su contrahistoria y en cierta
medida, toda su filosofía alterna entre grandes observaciones y lecturas innovadoras con
verdaderas diatribas que no terminan por cerrar un auténtico pensamiento propio.
La filosofía de Michel Onfray está en pleno proceso de construcción y sus caminos pueden
acentuar el lado de la diatriba o el lado sagaz. De momento, su rebelión elegante goza de
buena salud.
2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en
México. – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México.
Director del Consejo Consultivo Internacional de 'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en
Diálogo, Argentina. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade
Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –
Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador– . Director de Revista
Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla. Director Académico Carrera de Filosofía y Teología, Universidad Cristiana de
Chile UCCH – Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo
Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM. Académico Investigador de la
Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha
publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección
Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008.
BIBLIOGRAFÍA:
- "Teoría del cuerpo enamorado", Michel Onfray, prólogo y trad. de Ximo Brotons, Pre-Textos,
2002; "El vientre de los filósofos", Michel Onfray, trad. Rosa de Diego, Oria, Guipúzcoa, 1996;
"Cinismos", Michel Onfray, trad. A. Bixio, Paidós, Barcelona, 2002.
'El arte de despreciar la muerte' (conversación con Ger Groot) en Adelante, ¡contradígame!,
Ediciones Sequitur, Madrid, 2008.
La filosofía feroz: ejercicios anarquistas, Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2007.
Teoría del Cuerpo Enamorado: por una Erótica Solar, Pre-textos, Valencia, 2002.
Política del Rebelde. Tratado de la Resistencia y la Insumisión, Perfil, Buenos Aires, 1999.
El Vientre de los Filósofos. Crítica de la Razón Dietética, R& B, 1996; y Perfil, Buenos Aires,
1999.
[editar] Obras en el idioma original francés
I. Le désir d’être un volcán (1996) II. Les vertus de la foudre (1998) III. L’archipel des comètes
(2001) IV. La lueur des orages désirés (2007)
* Contre-histoire de la philosophie :