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MUNDO
DEMONIO
Y
FAUSTO
TRAGICOMEDIA FANTÁSTICA
EN
TRES ACTOS
NUEVE JORNADAS
PERSONAJES PRINCIPALES
(POR ORDEN DE APARICIÓN)
CARDENAL PRIMADO,
LUEGO PAPA Ver prensa de abril de 2005.
ALCALDESA de Paradís
RAFAEL Guionista
ACTO I
( PEQUEÑO MUNDO)
ECO DEL CORO MÍSTICO.- Solo lo femenino eterno nos atrae a lo alto.
FAUSTO.- ¿Ya está?
MEFISTÓFELES.- Ya está.
FAUSTO.- ¿Estoy salvado?
MEFISTO.- ¿He de responder siempre a tus preguntas? ¿Tú qué crees? ¿Te
sientes salvado?
FAUSTO.- No sé. Un extraño sopor me invade. Creo que me estoy durmiendo.
MEFISTO.- Duerme, te lo aconsejo. (Fausto se queda dormido). Nada mejor para
los mortales que un buen sueño. Cuando están despiertos creen que su actividad
mueve las cosas, imaginan que el mundo es algo ajeno, agradable u hostil, según
los casos. Sólo cuando duermen regresan a la verdad. Y hablando de regresar, no
estaría de más darse una vuelta por el laboratorio del doctor durmiente.
MEFISTO.- ¡Hola! ¿Hay alguien por ahí? Ha cambiado un poco esto. Imagino que
el doctor Wagner estará criando malvas. Han pasado por lo menos quinientos
años. ¿Quién será el usuario de instrumental tan resplandeciente? Echo de menos
el polvo, las polillas, las chinches y todo aquel ejército de diminutas criaturas que
salían a recibirme cuando sacudía la pelliza del doctor; tampoco la pelliza está. En
su lugar, una bata de un blanco que hiere la vista. Parece que los grises, pardos,
ocres y negros de mi época han desaparecido. Todo es claro y reluciente. Pero
tampoco es la claridad del mundo clásico; es un brillo de cristal y de metal que
nada tiene que ver con la vida.
DOCTOR EUREKA.- (Aparece con bata blanca y con unos papeles en la mano).
¿Quién anda por ahí? No está permitido que los estudiantes permanezcan más
tarde de las siete, ya lo sabe.
MEFISTO.- ¿Tengo aspecto de estudiante?
D. EUREKA.- Más bien no. ¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí? Haga el favor de
identificarse, voy a llamar a seguridad.
MEFISTO.- Soy un viejo amigo de la casa.
D. EUREKA.- No le entiendo. Ah... perdone. ¿De la Dirección General? ¿de
Inspección? De todos modos sería conveniente que se identificase, son las
normas, usted lo sabe. Yo soy el doctor Eureka, jefe del departamento de
bioquímica aplicada.
MEFISTO.- (Si por identificarse entiende que uno manifieste lo que es, lo tiene
crudo. No tendré más remedio que sacarme de la manga una tarjetita de ésas que
tanto les gustan, con foto y banda magnética incorporada). (Al doctor Eureka) Aquí
está.
D. EUREKA.- (Leyendo) Doctor Splendidus, Inspector Jefe Agregado a la Dirección
General. Usted dispense, doctor Splendidus, no podía suponer que nos visitase
así, de improviso y a estas horas...
MEFISTO.- No tiene importancia. ¿Cómo andan los trabajos?
D. EUREKA.- Okey, si bien se priorizan segmentos en función de módulos
predefinidos.
MEFISTO.- ( Raro lenguaje. Debe significar "vamos tirando")
D. EUREKA.- Pero tenemos un problema de recursos humanos, ya sabe.
MEFISTO.- (Habla claro, muchacho, o te dejo esto perdido de azufre).
D. EUREKA.- Hace meses que esperamos el licenciado que nos prometieron.
MEFISTO.-(Eso ya es otra cosa). Amigo, no hay promesa que no se cumpla ni
plazo que no venza. Mañana tendrá su licenciado.
D. EUREKA.- ¿Con master en Houston?
MEFISTO.- Con master en Houston y con todo lo que haga falta.
LOBO ESTEPARIO.- Buena pieza. Antes venían de uno en uno y era difícil acertar.
Ahora, aunque van más veloces, basta con tirar al bulto. Esta vez ha valido la
pena.
CORO DE COMPAÑÍAS DE SEGUROS.-
Pago uno y cobro mil,
las cuentas siempre me cuadran
y todos confían en mí.
Terrorismo no cubierto:
pago cero y cobro mil,
las cuentas siempre me cuadran
y todos confían en mí.
LOBO ESTEPARIO.- Siempre hay alguien que intenta aguarme la fiesta. No
importa. Un automovilista menos siempre es un automovilista menos.
MEFISTO.- Debes reconocer que tu método es muy primitivo. No se vacia el mar
achicando el agua con una cuchara. Pero vayamos a lo nuestro, Fausto, te he
encontrado un trabajo.
Laboratorio. Margarita y Fausto (ahora llamado Enrique), con batas blancas y ante
sendos ordenadores.
MARGA.- Las magnitudes A las entras con el código Z, y las magnitudes B, con el
código Y. ¿Lo has entendido?
FAUSTO.- Sí, no es difícil.
MARGA.- Para un licenciado con tu currículum habría de ser sencillísimo.
Perdona, comprendo que esto debe ser muy aburrido para ti. Pero, al menos, tú
has entrado por la puerta grande. Yo también soy licenciada y ya ves, más de un
año de auxiliar. No hay manera de que me den la plaza.
FAUSTO.- Hay cosas que no entiendo. ¡Ha cambiado tanto esto!
MARGA.- ¿Habías trabajado en un programa parecido?
FAUSTO.- Sí, hace mucho, mucho tiempo.
MARGA. ¿Dónde?
FAUSTO.- Aquí mismo.
MARGA.- Imposible. Si este laboratorio se inauguró poco antes de entrar yo...
Antes había aquí un viejo caserón, creo que lo ocupaba una logia masónica.
FAUSTO.- No, Marga, ni me engaño ni te engaño. Mira, ven, acércate a la ventana.
¿Ves allí, entre esos edificios tan altos, el campanario de la vieja iglesia? Es la
prueba de que no me equivoco. Yo he estado aquí. Este fue mi reino.
MARGA.- Dices unas cosas muy raras, Enrique. Y hablas como un iluminado. Pero
me gustas. No sé si estás loco o no, pero me gustas. ¿Qué edad tienes?
FAUSTO.- Treinta, creo.
MARGA.- Para ser un científico no eres muy preciso, que digamos. Pareces más
joven. Yo tengo veinticuatro, y vivo sola, bueno, con una amiga. ¿Tú vives solo?
FAUSTO.- Sí, muy solo.
MARGA.- Chico, lo dices de una manera, que das una pena... ¿No serás de esos
tíos que se hacen los desgraciados para ligar mejor? Qué va, con tu pinta, debes
tener muchas novias, ¿a que sí?
FAUSTO.- Sólo una criatura me robó el corazón, y por mi culpa...
MARGA.- Por tu culpa ¿qué?
FAUSTO,- Nada, historias antiguas.
MARGA.- Sabes hacerte el interesante ¿eh? Oye, ¿quieres que salgamos esta
tarde? ¿Te gusta el cine?
FAUSTO.- Sí, lo deseo, ¡tengo tantas cosas que aprender!
Salida del cine. Es de noche y cae una lluvia fina. Fausto y Marga van caminado,
despacio, junto a la cola que espera entrar a la siguiente sesión. Un mendigo, de
cara tiznada y barba negra va pidiendo limosna, cojea un poco.
MARGA.- Siempre que lo hago, sobre todo después de hacerlo, tengo una
sensación extraña. Me parece que soy otra persona.
FAUSTO.- Es todo tan extraño, y sin embargo tan fácil, tan sencillo, tan plano.
Apenas he tenido tiempo de... Es como si antes de tocar el fruto, ya me lo hubiese
comido.
MARGA.- ¿Quieres decir que no te ha gustado? ¿que no he estado a la altura?
FAUSTO.- ¿A la altura de qué? Mira, Marga, hay un sentimiento, un sentimiento
muy poderoso que se llama amor, o pasión o deseo o como quieras llamarlo. Es un
sentimiento que lleva fatalmente al acto. Pero rara vez el acto lleva al sentimiento.
MARGA.- ¿Quieres decir que primero nos teníamos que haber enamorado? ¿Y
quién te dice que yo no lo estoy?
FAUSTO.- Me sorprendes. Últimamente no dejo de sorprenderme. Me sorprendes
tú, me sorprende este mundo, me sorprende la tranquilidad con que la gente va a
ninguna parte. Antes, un tiempo circular lo abarcaba todo, el calendario anunciaba
las penas y las alegrías de los hombres, fijaba las fiestas públicas y las épocas de
duelo; el pueblo, dentro de un espacio limitador, se sentía protegido por sus dioses
y sacerdotes. Algunos sabios se apartaban del rebaño para lanzarse a empresas
llenas de peligros en pos de altas realizaciones, incluso al precio de su vida, o de
su alma, como en algún caso que yo sé. Hoy es como si todo el pueblo fuese
sabio, pero sin sabiduría. No tienen dioses, no tienen sacerdotes, pero tampoco
emprenden aventuras heroicas. Caminan mansamente hacia ninguna parte
procurando no desentonar del balido general. ¿Qué espera este mundo? ¿Qué
busca? ¿Qué pretende? ¿Cómo puede sobrevivir así? Su insensibilidad a la
realidad divina me espanta. Parece que, por haber dejado de creer en el Dios de
las estampitas, no pueden creer en otra cosa que en lo que tocan, en lo que
imaginan que tocan.
MARGA.- Estás muy filosófico. Me lo explicas mañana...Tengo un sueño...
Caminan hacia la casa. Al pasar junto al lugar donde Filemón cavaba, Fausto se
detiene.
FAUSTO.- Non fugire, sed exire. ¡Cómo recuerdo tus palabras, Séneca, que con
tanto deleite leía en mi adolescencia! Pero nunca he compartido tu visión, seca y
enjuta, de la existencia. La vida no es una trayectoria limitada y plana, es un
universo de insondables dimensiones...¿Qué es aquella polvareda que se levanta
junto a la línea de la playa?
MEFISTO.- Abre de nuevo el hoyo. Serán tres en vez de dos, y asunto cerrado. Se
acabó Margarita. Debes reconocer que era un personaje insípido y bastante
molesto. Y suerte que esta vez no se oyen voces de lo alto que hablen de
salvación o condenación. Estoy harto de voces místicas. ¿Ves? me encantan estos
tiempos. Si no fuese por ese déficit de inteligencia que observo en todas partes,
diría que representan el triunfo definitivo de mi estilo de vida. En cuanto a ti, te
conviene un cambio radical, y éste es el momento.
FAUSTO.- ¿Qué me reservas ahora?
MEFISTO.- Cualquier cosa que puedas pensar y desear de acuerdo con tu genio
particular. ¿Aún no sabes que todo está en ti, incluso éste que te habla?
FAUSTO.- No intentes confundirme. El mundo exterior es una realidad tangible que
no se puede modificar sólo con pensamientos.
MEFISTO.- Como gustes. No es mi intención darte lecciones de filosofía. Aunque
no te vendría mal. Siempre has estado flojo en esta materia. ¿Partimos?
FAUSTO.- Adelante, ardo en deseos de entregarme a nuevas experiencias.
MEFISTO.- ¿Adónde vamos?
FAUSTO.- Adonde me lleves.
MEFISTO.- (Por lo visto, hasta yo soy para él una realidad tangible). Pues...¡en
marcha! (Respetemos, de momento, su realismo ingenuo: es bueno para la
acción).