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Hubo un día en que fui uno de los oficiales más apreciados de la Cor-
te. Pero, no sé si por suerte o por desgracia, me enteré de ello tarde y cuan-
do ya no había remedio.
Por entonces yo era muy joven e inexperto y, como tantos otros sol-
dados, sentía la necesidad urgente y estúpida de ser valorado por los demás.
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El secreto de los buscadores de perlas
J.P. Molina Cañabate
Pero será mejor que siga con mi relato. El día en que volví a Palacio,
años después, estaba tan irreconocible que los mismos chambelanes que un
día fueron mis amigos me prohibieron el paso cuando les dije que debía ver
al Rey. ¡Creían que estaba loco! Para colmo de males, no les podía sobornar
ni probarles mi identidad, pues había perdido en las Indias todas mis cédulas
y había gastado en el viaje de vuelta el poco dinero que me tenía, sobre todo
desde que desembarqué en Sevilla hasta llegar a la villa de Madrid.
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El secreto de los buscadores de perlas
J.P. Molina Cañabate
Por fin había conseguido entrar a Palacio, sí; pero, ¿querría recibirme
el Rey? Probablemente ya se habría olvidado de mí, y el encargo que un día
me hizo habría sido fruto, más bien, de un antojo o de una locura de sobera-
no. Un señor todopoderoso obligado a decidir el destino de naciones, pero
con dudas y vacilaciones como cualquier mortal. De hecho, se decía que viv-
ía amargado por saber que nunca podría ser monarca tan valiente como su
padre, ni varón tan perfecto como su hermano bastardo, don Juan de Austria.
Le reconocí.
—Me han dicho que estáis cojo y que habéis perdido la mitad de los
dientes. Me han dicho también que el sol de las Indias os ha curtido tanto la
piel que aparentáis diez años más de los que tenéis. Y que debajo de ese
pañuelo que os habéis puesto en la cabeza, como pirata o pordiosero, está
grabada a fuego una letra, la letra U.
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El secreto de los buscadores de perlas
J.P. Molina Cañabate
—Sí.
Silencio.
—Quiero veros la cara, Juan Bautista Beniel; quiero saber si estáis tan
avejentado como dicen. Y quiero ver en vuestros ojos si decís la verdad.
Esa frase la había oído también muchos años atrás, pero en diferente
lugar, con distinto significado.