El tema de la Cena de Emaús ha sido representado por
infinidad de artistas. Es una obra típicamente del estilo
barroco de Rembrandt pintada en 1648, donde las figuras gozan de bastante espacio a su alrededor, de modo que la penumbras que las envuelven suscitan las emociones de los personajes. Todo en un espacio en que destaca la altura de la pared, la cual sugiere monumentalidad y le da importancia al acontecimiento. En el centro contemplamos a Cristo; a ambos lados del Salvador se sitúan los discípulos que miran impresionados mientras que al fondo el autor incluye un personaje no bíblico, el posadero que, ajeno a lo que está ocurriendo, se dispone a depositar el plato de comida. Al situarse en una posada, en el fondo encontramos una referencia arquitectónica, observándose un arco de medio punto y una puerta. Como buen conocedor del arte de Caravaggio, Rembrandt ilumina con una fuente de luz exterior al cuadro, que entra, ilumina la mesa y se va expandiendo alrededor. Y aún hay otro segundo foco de luz, que es la cabeza de Jesús. Pero se trata de una luz secundaria, ya que la principal es la que irradia el mantel de la mesa. Hay que tener en cuenta que Rembrandt era protestante, lo cual le permite “escapar” de la iconografía tradicional y los adornos litúrgicos. No dejemos de contemplar al resucitado en esta pascua para que su nueva vida ilumine nuestras oscuridades y sombras y lo sepamos reconocer al partir el pan. La cena de Emaus Vista parcial de la piscina de Siloé Rembrant – 1648 actualmente. Oleo sobre tabla Museo de Louvre