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Los ecosistemas lóticos —ríos, arroyos y manantiales—,

que prestan servicios vitales para la sociedad y donde


interactúan microorganismos, animales y plantas, se
encuentran entre los más amenazados globalmente por
las actividades humanas como el cambio de uso del suelo
ligado a la agricultura y la deforestación.
Si bien existen pocos estudios a lo largo del tiempo que
permitan entender la dinámica de la agrobiodiversidad en
los huertos familiares, esta investigación deja ver que en
contextos post deforestación como los pequeños
agroecosistemas diversificados dominados por árboles,
como los huertos familiares, se vuelven claves para
conservar y recuperar la agrobiodiversidad a partir de su
continua renovación.
Entre los factores históricos, económicos, políticos,
socioculturales y ambientales en las dinámicas de
migración, educación, construcción de conocimientos,
trabajo, salud y prácticas socioproductivas. Asumimos el
compromiso de debatir, explicar, dar soporte y proponer
alternativas de comprensión, respeto y solución a
problemas de vulnerabilidad, iniquidad y discriminación
social, colaborando con opciones, oportunidades y
estrategias surgidas de distintos colectivos y ámbitos que
permitan el fortalecimiento de la interculturalidad y la
equidad en las relaciones de género, el ejercicio de los
derechos humanos, la calidad de vida y el bienestar de los
sistemas socioambientales de la frontera sur de México
en conexión con Centroamérica y el Caribe. 
Esta situación de precariedad laboral afectará no solo al
presente sino al futuro ya que impacta directamente en el
bono demográfico por el predominio de población joven,
pues la edad promedio se encuentra en los 27 años, pero
la pandemia hace que esta población retorne a
condiciones empobrecidas y eleve la situación de pobreza
de los jóvenes. Según datos del CONEVAL en 2018 había
19.5 millones de niñas, niños y adolescentes en situación
de pobreza, correspondiente al 49.6% de población menor
a 18 años y 9.3% equivalentes a 3.7 millones de jóvenes,
niñas y niños estaban en pobreza extrema y la carencia
por acceso a la alimentación fue de 23.9% lo que significó
que más de 9 millones de menores de edad vivían en
hogares que presentaban un grado de inseguridad
alimentaria moderado o severo.

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