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HANSEL Y

GRETEL
Título en Español: Hansel y Gretel

Género: Cuento de Hadas

Autor: Hermanos Grimm

Fecha de Publicación: 1812


Había una vez dos hermanos, Hansel y Gretel, hijos de una pobre pareja, un le ñador
y su esposa, madrastra de los niños. La familia, debido a la hambruna y pobreza que
asolaba el lugar, apenas tenía para comer. Con el paso del tiempo la situaci ón solo
empeoraba, al punto que el leñador no alcanzaba a vender la le ña que cortaba ¡Ni
siquiera podía vender un atado de ramas! Una noche, desesperado por el hambre y
dando vueltas en la cama, dijo a su mujer entre suspiros de dolor: —¿Qué será de
nosotros? ¿Cómo alimentaré a mis hijos? No nos queda nada para comer. —Tengo una
idea—respondió ella con malicia—. Mañana saldremos de madrugada, nos llevaremos
a los niños a lo profundo del bosque. Les encenderemos una fogata, les daremos el
pan del día y los abandonaremos para ir a nuestro trabajo. No sabr án regresar a
casa y nos libraremos de ellos—explicó la malvada mujer. —¿Qué dices? —exclam ó el
leñador—. No puedo hacer eso ¡Cómo podría cargar con la culpa de abandonar a mis
hijos! Los matarían las fieras del bosque.
—No seas estúpido—continuó ella—¿Quieres verlos morir de hambre?
¿Qué muramos los cuatro? Entonces empieza a construir los ataúdes—y
así pasó la noche, importunando al pobre hombre hasta que accedió a
abandonar a sus hijos. Hansel, que no pod ía dormir por el hambre,
escuchó la conversación. Entre lágrimas le contó a su hermana lo que
había descubierto: —Estamos perdidos—sollozó ella. —No llores,
hermanita—la consoló Hansel—. Ya encontraré la solución. Cuando
todos se durmieron, el niño escapó de casa. La luna brillaba sobre su
cabeza y le permitió recoger un montón de guijarros blancos que
refulgían como plata ante la luz. Se llenó los bolsillos y regresó al
cuarto. —Encontré la solución, hermanita, duerme tranquila. Dios no nos
abandonó—susurró a Gretel. Cuando despuntaba el alba, la malvada
mujer los despertó a gritos: —Vamos, arriba niños holgazanes, es hora
de trabajar. Cuando estaban por salir de casa les entregó a ambos
una hogaza de pan. —Y esto es para el mediod ía, no lo coman antes,
porque no habrá más. Gretel guardó el pan en su delantal, pues Hansel
no podía guardarlo en sus bolsillos llenos de piedras. Mientras
seguían a sus padres a través del bosque, Hansel regaba piedrecillas
blancas a lo largo del camino. Cuando llegaron al centro del bosque,
el padre de los niños encendió una hoguera y les dijo que descansaran
mientras ellos trabajaban, que, al terminar, regresarían por ellos. El
hombre se alejó y para engañarlos, ató un palo a un árbol de manera
tal que el viento lo moviera y lo hiciera golpear contra el tronco,
simulando el ruido de los hachazos, así los niños se quedarían
tranquilos. Al mediodía los niños comieron sus hogazas de pan y se
durmieron. Al despertar, se encontraron con que

.
había caído la noche. Gretel empezó a llorar: —¡Nos
abandonaron! ¿Cómo regresaremos a casa? —Espera
a que salga la luna, verás que encontraremos el
camino a casa. Y cuando salió la luna, el niño tomó a
su hermana de la mano y siguió el camino de
blancas piedrecillas. Llegaron a casa y la madrastra
sorprendida solo atinó a regañarlos por quedarse en
el bosque. Su padre en cambio, estaba muy feliz.
Pero la miseria continuó. La madrastra convenció de
nuevo al hombre para abandonar a los niños en lo
profundo del bosque. Hansel los escuchó de nuevo y
se dispuso a repetir su plan anterior. Sin embargo, la
malvada mujer había cerrado la puerta con llave.
Hansel decidió entonces, marcar el camino con su
hogaza de pan. Mientras sus padres los guiaban a lo
profundo del bosque, él dejaba caer migas de pan
por el camino. De nuevo, dejaron a los niños en
medio del bosque, con una fogata y la promesa de
volver. Los niños se quedaron dormidos luego de
compartir la hogaza de pan que correspondía a
Gretel. Cuando la luna salió, Hansel tomó la mano de
su hermana y se dispuso a seguir el camino de migas
que había dejado pero ¡Que mala suerte! Los
pajaritos del bosque se las habían comido todas .
.
Deambularon por el bosque durante toda la noche y todo
el día siguiente, sin encontrar la salida. Estaban
hambrientos, pues solo habían comido algunas bayas del
bosque. Estuvieron perdidos por tres días, alcanzando lo
más profundo del bosque cada vez más. Cuando ya
estaban desfallecidos, siguieron un pajarito blanco de
hermoso canto hasta un claro en el bosque, pues ¿Cómo
un pajarito tan lindo podía engañarlos? Encontraron en
medio del claro una casita ¡No podían creer lo que veían!
Las paredes eran de pan, las ventanas de azúcar y el
tejado de biscocho bañado en chocolate. Hambrientos,
corrieron hacia ella. Gretel partió una ventana y empezó
a comer, mientras Hansel arrancó un gran trozo del techo.
—¿Quién se come mi casita? —rugió una voz desde el
interior. —El viento—respondieron los niños sin dejar de
comer. La puerta se abrió bruscamente y salió una mujer
muy anciana que se apoyaba en un bastón. Los niños
iban a correr, pero ella les dijo: —Mis pobrecitos niños,
muriendo de hambre en el bosque, vengan, vengan a
compartir mi mesa y quédense conmigo el tiempo que
gusten. Hansel y Gretel confiaron en la apariencia
amable de la anciana y la .
acompañaron al interior de la cabaña.
Encontraron sobre la mesa un gran .
festín y hambrientos, compartieron con
ella todo tipo de platillos. Pero pronto,
se dieron cuenta que era una anciana
bruja que había construido aquella
casita para atraer a los ni ños y
comérselos. Era muy poderosa, con un
gran olfato, pero casi ciega. Logr ó
encerrar a Hansel en una jaula y a
Gretel la convirtió en su sirvienta.
Gretel se veía obligada a cocinar para
su hermano, pues la bruja quer ía
engordarlo para comérselo. Poco
podía hacer la niña más que obedecer
entre lágrimas. Hansel comía todo lo
que quería, mientras que la bruja solo
servía a Gretel conchas de cangrejo.
Todos los días la bruja se dirigía a la
jaula y le ordenaba a Hansel que
sacara el pulgar para ver si estaba
cebado. El inteligente ni ño, que conoc ía
la ceguera de la bruja, sacaba un
hueso de pollo. La bruja
desconcertada, ordenaba a Gretel que
lo alimentara más. No entend ía por
qué el niño no engordaba.
Un día, perdió la paciencia y decidió comérselo.
Envió a Gretel por agua para guisar a su hermano
y le ordenó encender el horno para hacer pan. — .

Trepa en el horno para ver si está caliente—ordenó


la bruja a la niña. Gretel no quería trepar en el
horno, sabía que la bruja la encerraría para
asarla y comerla junto a su hermano, así que
fingió ignorancia. —No sé cómo trepar—dijo—.
Quizás si me enseña lo haga. —¡Niña estúpida! —
rugió la bruja impaciente y sin pensarlo dos veces
trepó en el horno. Gretel aprovechó la
oportunidad para empujar a la bruja en lo
profundo del horno y cerró la puerta con seguro.
Los chillidos de la bruja eran terribles, pero al fin
estaban a salvo. Gretel rescató a su hermano y
juntos recorrieron la casita, encontrando grandes
tesoros. Llenaron sus bolsillos y el delantal de
Gretel con las piedras preciosas y perlas y se
dispusieron a regresar a su hogar. Luego de
mucho caminar y de cruzar un río sobre el lomo
de un buen pato, llegaron a una parte del bosque
que conocían, pronto, encontraron la casa de su
padre, quien los recibió con muchos abrazos y
besos. Su conciencia no lo había dejado en paz
desde que los abandonó en el bosque, además, la
malvada madrastra había muerto. Los niños
volcaron sus bolsillos rebelando todas las perlas y
piedras preciosas a su padre, gracias a eso se
acabaron todas las penas y los tres vivieron
juntos y felices para siempre.
PREGUNTAS
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¿Cuántos PERSONAJES HAY?¿QUIENES SON?

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