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Frutos y

dones del
Espíritu
Santo
Piedad y Modestia
Piedad
“Ubi pietas ibi charitas”
El Papa Francisco en la audiencia
del 4 de junio donde habló de este
don nos dice:
“Es necesario aclarar inmediatamente que este don no se identifica con
el tener compasión de alguien, tener piedad del prójimo, sino que indica
nuestra pertenencia a Dios y nuestro vínculo profundo con Él, un vínculo
que da sentido a toda nuestra vida y que nos mantiene firmes, en
comunión con Él, incluso en los momentos más difíciles y tormentosos.”
¿Qué nos concede el don de
piedad?
“El don de piedad nos concede el don de sentirnos hijos. El don de tener
a Dios por Padre y saberlo y disfrutarlo con paz doméstica y alegría
filial. Es el don sagrado de la filiación.”
¿De donde viene y cual es su
finalidad?
La experiencia de la propia pobreza existencial, del vacío que las cosas
terrenas dejan en el alma, suscita en el hombre la necesidad de recurrir a
Dios para obtener gracia, ayuda y perdón. El don de la piedad orienta y
alimenta dicha exigencia, enriqueciéndola con sentimientos de profunda
confianza para con Dios, experimentado como Padre providente y
bueno.
Modestia
La modestia es la virtud “derivada de la templanza que
inclina al hombre a comportarse en los movimientos
internos y externos y en el aparato exterior de sus cosas,
dentro de los justos límites que corresponden a su estado,
ingenio y fortuna”.
¿Cómo actúa la modestia en
nosotros?
La modestia regula los movimientos del cuerpo, los gestos y las
palabras. Como fruto del Espíritu Santo, resulta natural, disponiendo
todos los movimientos del alma en la presencia de Dios.
Pero la modestia no se puede limitar a no ofender a otros ni a lo que se
considere aceptable en la sociedad. Se debe mas bien recordar que el
cuerpo es templo del Espíritu Santo.
Feliz semana Bíblica

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