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La Guerra de los

Treinta Años
Antecedentes
• El Movimiento de Reforma y Contrarreforma.
• La decadencia de la hegemonía Española.
• La Guerra de los Flandes o de los Ochenta Años.
• La persecución de católicos en Inglaterra, Escocia e
Irlanda.
• La persecución de Protestantes en Francia.
• El interés expansionista de los Reinos de Suecia y
Dinamarca y la pugna entre éstos.
• La búsqueda de expansión por parte de Francia.
• El pleito hispano-francés.
La Guerra de los Treinta Años
En el Sacro Imperio Romano Germánico, el
compromiso de Augsburgo de 1555, firmado por el
Emperador Carlos V con los luteranos había supuesto
tan solo una pausa en el enfrentamiento entre
príncipes protestantes y príncipes católicos alemanes
que estaban coaligados en una Unión Evangélica –
protestante- enfrentada a una Santa Liga, católica.

En 1619, se dio la elección del Rey de Bohemia,


como el nuevo Emperador, Fernando II.
Fernando II, ferviente católico, intentó recuperar el
sueño de unificación imperial de Carlos V, desde la
ideología de la Contrarreforma, y con espíritu
centralizador y germánico. Con ello se ganó la
enemistad de casi todos los príncipes del imperio, que
además temían que el apoyo de los Austria de España
podría consolidar un amplio espacio católico europeo.

Las tensiones estallaron en Praga en 1618 cuando un


grupo de nobles protestantes arrojaron por la ventana
a tres representantes de Fernando II, al que negaron
obediencia.
Esta rebelión nacional checa instauró como soberano
del Sacro Imperio al Príncipe Elector del Palatinado,
Federico V, caudillo de la Unión Evangélica.

Así inició la Guerra de los Treinta Años que habría de


desgarrar a Europa.

Esta guerra, se dividió en cuatro etapas:

1. Periodo del Palatinado (1618-1624).


2. Periodo Danés (1624-1629).
3. Periodo Sueco (1630-1635).
4. Periodo Francés (1635-1648).
El Periodo del Palatinado
Inicia con la defenestración de Praga, y, Fernando II,
al verse en un estado de debilidad, pidió ayuda al Rey
Felipe III de España, mientras que los checos se
aliaron con la Unión Evangélica y el Principado de
Transilvania, quienes también se enfrentaron al Rey
Rodolfo II de Hungría, pues deseaban acabar con la
dinastía Habsburgo en aquél país.

Sin embargo, las tropas imperiales españolas, entre las


que luchaba René Descartes, consiguieron notables
éxitos.
Finalmente, Fernando II derrotó a Federico V y el
Reino de Bohemia volvió a estar bajo el control de los
Habsburgo.

Dicha derrota provocó la disolución de la Liga de la


Unión Evangélica y la transferencia del Palatinado y
su electorado a nobles católicos.

Federico V, ya en el exilio, comenzó a relacionarse


con Suecia, Dinamarca y las Provincias Unidas, las
cuales se encontraban en guerra con el Imperio
Español, pues buscaban su independencia.
El Periodo Danés
Intervino, entonces en la contienda Cristián IV de
Dinamarca, alegando defender la soberanía de su país,
como Reino Protestante, al sentirse amenazado por el
dominio católico. Así, apoyó a los príncipes alemanes
luteranos con su ejército contra el Sacro Imperio,
contando con el apoyo del Regente francés, el
Cardenal Católico Richelieu.

Sin embargo, Fernando II, apoyado en el bohemio


Wallenstein, pudo detener la incursión danesa.
Para colmo, Cristián dejó de contar con el respaldo de
Francia e Inglaterra, pues ambas naciones pasaban por
problemas internos que les impedían prestar apoyo a
la incursión.

Así, el avance de las tropas imperiales obligó a


Cristián a firmar la Paz de Lübeck en el 1629, en la
que retiraba su apoyo a los protestantes alemanes con
tal de conservar su dominio sobre el Reino de
Dinamarca. Asimismo, más territorios fueron
subyugados al poder católico, pues en el mismo año,
por el Edicto de Restitución, el emperador con apoyo
de la Santa Liga, intentó recuperar las posesiones
luteranas.
El Periodo Sueco
Suecia entró a la guerra, al igual que Dinamarca,
temiendo una invasión católica y buscando tener
mayor influencia en los territorios del Mar Báltico.

Así, bajo el mando del Rey Gustavo II Adolfo y con


la subvención de Richelieu y las Provincias Unidas, el
ejército del Reino de Suecia, acudió en ayuda de los
luteranos alemanes.
El poderío sueco se dejó notar con el retroceso de las
tropas católicas y la recuperación de gran parte de las
tierras protestantes ocupadas.

Tras la derrota de la Liga Católica y la muerte de su


comandante, el General Tilly, en batalla, Fernando II
llamó de nuevo a Albrecht von Wallenstein, quien
chocó con las tropas suecas en la Batalla de Lützen,
siendo derrotado. Sin embargo, en Leipzig, el Rey
Gustavo cayó muerto en la batalla. Posteriormente, las
tropas suecas y protestantes fueron derrotadas por los
católicos comandados por el archiduque Fernando,
hijo del Emperador, el Gral. Mathias Gallas y el
Cardenal-infante Don Fernando de Habsburgo.
Fernando II comenzó a sospechar que Wallenstein
cambiaría de bando, así que lo cesó en sus funciones.
Después de ello, fue asesinado por uno de sus
soldados.

Después del incidente se acordó la Paz de Praga, en


1635, en la cual se anuló el Edicto de Restitución, se
unificaron las tropas del emperador y los estados
alemanes en un solo ejército imperial, se prohibieron
las alianzas entre príncipes y se le otorgó legalidad al
calvinismo.

Sin embargo, la influencia de los Habsburgo seguía


imperando, por lo que Francia decidió emprender la
última etapa de la guerra.
El Periodo Francés
Francia, a pesar de ser católica, se unió al bando
protestante creando alianzas con los príncipes
alemanes y las Provincias Unidas, pues rivalizaba con
España y el Sacro Imperio Romano Germánico.

El cardenal Richelieu, Primer Ministro, estaba seguro


de que los Habsburgo aún eran demasiado poderosos
y estaba decidido a acabar con la hegemonía española
que imperaba en Europa.
Francia se alió con los holandeses y con Suecia y la
lucha comenzó, sin que hubieran batallas decisivas
que inclinaran la balanza.

En 1642, muere el Cardenal Richelieu y un año más


tarde el Rey Luis XIII, quedando como regente del
Cardenal Mazarino con la ascención al trono de Luis
XIV a la edad de cinco años.

Tras una serie de batallas más, la alianza entre Francia


y los protestantes derrotó a las tropas imperiales en la
batalla de Lens, lo que marcó el final de la Guerra de
los Treinta Años.
La Paz de Westfalia
La Paz de Westfalia, en 1648, marcó el fin de la
Guerra de los Treinta Años y de la lucha de las
Provincias Unidas por su independencia.

En la firma de los tratados de paz de Osnabrück y


Münster, participaron el Sacro Imperio Romano
Germánico, el Reino de Suecia, el Reino de Francia,
el Reino de España y las Provincias Unidas.
La Paz de Westfalia tuvo varios efectos en cuanto a lo
que a los Estados se refiere:

• El Sacro Imperio se fraccionó y la autoridad del


Emperador se vio severamente dañada.
• Los territorios de Francia fueron expandidos.
• España reconoció la Independencia de las Provincias
Unidas de los Países Bajos.
• España dejó de ser la potencia máxima de Europa y
Francia reclamó el título.
• Suecia expandió sus territorios y mantuvo su
hegemonía en el Báltico.
• Dinamarca perdió muchas de sus posesiones.
• Fue reconocida la independencia de la
Confederación Suiza del Sacro Imperio.
Asimismo, la Paz de Westfalia sentó las bases de la
renovación del Derecho Internacional, con la
aceptación del principio de soberanía territorial, el
principio de no injerencia en asuntos internos y el
trato de igualdad entre los Estados. No obstante, en la
práctica, las cosas fueron diferentes.

Aún así, se erigió como el primer Congreso


Diplomático moderno que logró una nueva visión del
viejo continente: una Europa de Estados
independientes y soberanos.
Bibliografía
• Comes, Pablo, et al. Historia Universal. Thema Equipo
Editorial. Madrid, España. 1992. 305 páginas.

• Mayor Ortega, Beatriz. Atlas Histórico. Thema Equipo


Editorial. Madrid, España. 2001. 304 páginas.

• Gómez, Sergio, et al. Historia 2: Edad Moderna y


Contemporánea. México, 1998. 249 páginas.

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