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Santa Mariana de Jesús, conocida como 'La azucena de

Quito‘.
A temprana edad dio muestras de una precoz vida
religiosa y de caridad hacia los pobres, invitando a sus
sobrinas (de su misma edad) a rezar el rosario, hacer
el viacrucis, evangelizar paganos y ayudar a los
indigentes. Se propuso cumplir aquel mandato de Jesús:
"Quien desea seguirme que se niegue a sí mismo“ Pudo
vivir sin comer ni beber durante los últimos siete años de
su vida, se alimentaba de la Santa Eucaristía.
Su amor a los pobres no tenía límites. Como no poseía
nada personal, pidió permiso a su cuñado para darles
limosna con víveres de la casa. Y lo hacía generosamente.
Pero como Dios no se deja vencer en generosidad, en la
medida en que ella daba a los pobres, Él aumentaba las
provisiones de la familia.

Prodigio de penitencia y mortificación. Falleció a los


veintiséis años, como víctima expiatoria, al ofrecer la
vida para que Dios librase a su ciudad natal de la peste y
los terremotos que la conmovían y fue canonizada en
1950.

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