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¿QUÉ ERA UN

EMPERADOR
ROMANO?
El transcurso entre el siglo III y IV fue un escenario de cambio.
Esto en lo social se traduce como un paso progresivo de la
nobleza senatorial a una ocupada por la sociedad militar y civil.
“La mayoría de los regímenes políticos están limitados por una
tradición inconsciente, cuya realidad y poder no se revelan
demasiado, sino cuando esta tradición no existe o un régimen
dictatorial rompe con ella”.

Los emperadores de esta época carecían de un modelo político, la


única tradición que conocían era aquella del poder absoluto. Esto
provocó excesos en los príncipes, como en los casos de Nerón,
Calígula, y otros.

“Un rey rodeado por sus cortesanos, de su nobleza, vivía en


compañía de sus pares, de miembros de la clase dirigente, con la cual
tenía que contemporizar y adoptar una actitud conveniente”.
Sin embargo, los emperadores no estaban rodeados de la nobleza
ni ostentaban una corte real; a lo mucho se limitaban a invitar a
cenar a los miembros del Senado.

“Ni un entorno coactivo, ni una función tradicional; nada pudo


impedir que algunos emperadores se deslizaran por la pendiente
de la tiranía, de la megalonía o al menos de los caprichos reales”.

Los emperadores también se aprovechaban de función pública y


lo que ello transmitía a la población. Esto con la intención de
acrecentar el poder que de por sí ya era casi ilimitado.
Fue una idea de superioridad natural y mística la que permitió a
los gobernantes poder tener una seguridad en cuanto a su
posición sociopolítica, esto escapa del panorama romano, es más
bien una constante de la Antigüedad que perdurará hasta las
revoluciones liberales.

“El emperador para los paganos era un ser superior, para los
cristianos era sacratissimus, sólo de rodillas se accedía a él, pero
en otras circunstancias era o debía ser un buen príncipe que tenía
que mostrar afabilidad, sencillez: incluso el estirado Constantino
II se jactará de su cortesía”.
Conclusión
La gran masa tenía un respeto de carácter público hacia el
emperador; no obstante, todo parece indicar que en su foro íntimo
el hombre común tenía la misma imagen, o por lo menos una
similar, a la nuestra sobre la política y el gobierno.

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