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PROCESOS PEDAGÓGICOS

Los procesos pedagógicos son procesos


recurrentes, es decir, se presentan varias
veces en una sesión de aprendizaje, de
acuerdo con las necesidades del estudiante
y el propósito de la misma.
Una condición básica de todo proceso
pedagógico y que atraviesa todas sus fases
es la calidad del vínculo entre el docente y
los estudiantes.
Los principales componentes de los procesos pedagógicos
son las siguientes:
Problematización
Todos los procesos que conducen el desarrollo de
competencias necesitan partir de una situación retadora que
los estudiantes sientan relevante (intereses, necesidades y
expectativas) o que los enfrente a desafíos, problemas o
dificultades por resolver ; cuestionamientos que lo movilicen,
situaciones capaces de provocar conflictos cognitivos en ellos.
Propósito y Organización
Es preciso señalar los aprendizajes esperados y explicar el
proceso evaluativo, de modo que tenga plena conciencia de lo
que van a conseguir como producto de su esfuerzo.
Asi mismo, se deben describir las actividades y tareas a
realizar, seleccionar los recursos, materiales y estrategias
pertinentes para resolver el problema planteado.
Motivación
Es un proceso pedagógico que despierta el interés e
identificación con el propósito de la actividad. Un
planteamiento motivador es el que incita a los estudiantes a
perseverar en la solución del problema, con voluntad y
expectativa, hasta el fin del proceso.
La motivación para el aprendizaje requiere, además un clima
emocional positivo que favorezca una actitud abierta, una
disposición mental activa para aprender.

Saberes previos
Son el punto de partida para adquirir nuevos aprendizajes. La
función de la identificación de saberes previos es mas
pedagógica que motivacional, pues nos permite tomar
decisiones sobre la planificación de los aprendizajes y la
didáctica mas conveniente.
Gestión y acompañamiento del desarrollo de las
competencias
Acompañar a los estudiantes en la adquisición y desarrollo de
las competencias consiste en organizar secuencialmente las
sesiones de aprendizaje, elegir las estrategias adecuadas y
definir los procesos didácticos a desarrollar, así como las
herramientas de apoyo y retroalimentación al grupo, durante el
proceso y al finalizar .

Evaluación
La evaluación es inherente al proceso de aprendizaje, pues se
da de principio a fin. Se pueden distinguir dos tipos de
evaluación: la formativa y la sumativa o certificadora.
La evaluación formativa permite comprobar los avances del
aprendizaje. Su propósito es reflexionar sobre lo que se va
aprendiendo, y por ello requiere una devolución descriptiva.
La evaluación sumativa permite dar fe del aprendizaje y valorar
el nivel de desempeño alcanzado.
PRINCIPIOS PSICOPEDAGÓGICOS

Postulados, criterios o lineamientos de acción que regulan la accionar


educativo y sustentan el enfoque pedagógico sobre la base de los aportes
teóricos de las corrientes cognitivas y sociales y los fundamentos psicológicos
y pedagógicos, mediante los cuales se establecen ciertos criterios que deben
orientar el proceso de aprendizaje y enseñanza.

Construcción de los propios aprendizajes


El aprendizaje es un proceso de construcción, que se efectúa de manera
interna, activa, individual e interactiva con el medio social y natural.
Los estudiantes utilizan estructuras lógicas que dependen de sus saberes
previos y de su contexto sociocultural, geográfico, lingüístico y económico-
productivo.
Desarrollo de la comunicación y del acompañamiento en los
aprendizajes
La interacción entre el estudiante y sus docentes, sus pares y su
entorno, se produce, sobre todo, a través del lenguaje. 
Por eso, se recogen los saberes previos; se aportan ideas y
conocimientos que permiten ser consciente de qué y cómo se está
aprendiendo y, a la vez, desarrollar estrategias para seguir en un
continuo aprendizaje.

Significatividad de los aprendizajes


El aprendizaje significativo surge cuando se relacionan los nuevos
conocimientos con los que ya se poseen, y se consideran los
contextos, la realidad misma y  la diversidad en la cual están inmersos
los estudiantes.
Los aprendizajes relacionados con la vida real y las prácticas
sociales de cada cultura favorece la significatividad del proceso de
aprendizaje, y posibilita el desarrollo de la motivación, la búsqueda de
nuevos aprendizajes y la reflexión sobre la construcción de los
mismos.
Organización de los aprendizajes
La red de conocimientos que se posee se vuelve más compleja con el paso del
tiempo y con su aplicación en la vida. Esta permite la incorporación de nuevas
relaciones, de los saberes previos con los nuevos; y el desarrollo de la capacidad
para evidenciarlas.
Esta incorporación ocurre en los procesos pedagógicos, es decir, en las
interacciones durante las sesiones de enseñanza y aprendizaje.

Integralidad de los aprendizajes


El desarrollo integral de los estudiantes se abarca mediante consolidación de las
capacidades adquiridas por los estudiantes en su vida cotidiana y el desarrollo de
nuevas capacidades a través de todas las áreas del currículo.
También es imprescindible el respeto de los ritmos individuales, estilos de
aprendizaje y necesidades educativas especiales de cada estudiante
Evaluación de los aprendizajes
Las actividades pedagógicas orientadas tanto al
reconocimiento de avances y dificultades  como a la
proximidad al conocimiento de sí mismos requieren
de la autoevaluación, mediante el análisis de las
características personales, los ritmos y los estilos de
aprendizaje.
Estas actividades conllevan la aceptación de los
resultados y la superación permanentemente, para
seguir aprendiendo de los aciertos y los errores.
LA PERSONALIDAD
La personalidad se entiende como la diversidad
particular que caracteriza a cada persona y la diferencia
de las otras. Se tratara de una variable psicológica
individual formada por un conjunto de rasgos y
particularidades psicológicas e internas de cada
persona, y este hecho determina las actuaciones y
formas de adaptación de las personas ante distintas
circunstancias vitales.
Aunque cada individuo tenga su propia personalidad y no
exista una personalidad idéntica a otra, debemos
destacar que hay una serie de características exactas
para todas las personalidades
LOS PRIMEROS MOMENTOS
En el momento en que un bebé nace no podemos
considerar que tenga una personalidad marcada, ya que el
nuevo individuo no ha tenido experiencias concretas que le
hagan ser, pensar o actuar de una manera determinada.
Sin embargo, sí que es cierto que según pasan los días
vamos viendo cómo el niño o niña tiene una tendencia a
comportarse de una manera determinada: por ejemplo
podemos observar si llora mucho o poco, cómo se
alimenta o si responde al tacto con miedo o curiosidad.
Estas primeras características forman parte de lo que se
viene a llamar temperamento, el cual forma parte de la
constitución innata de la persona y que posteriormente
puede ser moldeado mediante el aprendizaje.
INFANCIA
Según el sujeto va creciendo, va desarrollando poco a
poco diferentes capacidades cognitivas y físicas que le
van a permitir captar la realidad, empezar a intentar
entender cómo funciona el mundo y cómo el propio ser
puede influir y participar en el.
Esta etapa se caracteriza por la adquisición de valores,
creencias y normas provenientes del exterior, de una
manera inicialmente imitativa y con pocos tintes críticos.
La personalidad empieza a formarse según las
características del temperamento van siendo
confrontadas a la realidad, adquiriendo patrones de
comportamiento y maneras de ver mundo y formándose
el carácter.
PUBERTAD Y ADOLESCENCIA
La adolescencia, el punto en que pasamos de ser niños a ser adultos, es una etapa clave
en la formación de la personalidad. Se trata de una etapa vital compleja en que el
organismo se encuentra en proceso de cambio, al tiempo que se aumentan las
expectativas respecto al comportamiento del individuo y este empieza a experimentar
diferentes aspectos y realidades.
Se trata de un momento vital caracterizado por la necesidad de diferenciarse, siendo
frecuente que aparezca una ruptura o separación respecto a los adultos al cargo y un
cuestionamiento continuo de todo lo que hasta entonces se le ha inculcado.
Se aumenta el número de entornos en los que la persona participa, así como el número de
personas con las que interactúa, propiciando junto a los cambios hormonales y el aumento
en la capacidad de abstracción propia de la maduración cognitiva hará que experimente
diferentes roles que le enseñaran que le gusta y que se espera de él o ella. Se da
una potenciación de la búsqueda de vinculación social y aparecen las primeras relaciones.
ADULTEZ
Se considera que es a partir de la adolescencia cuando
podemos hablar de personalidad propiamente dicha,
habiéndose forjado ya un patrón relativamente estable de
conducta, emoción y pensamiento.
Esta personalidad aún va a variar a lo largo de la vida, pero a
grandes rasgos la estructura va a ser semejante salvo que
suceda algún acontecimiento muy relevante para el sujeto
que le empuje a realizar cambios en su manera de visualizar
el mundo.
En relación a otras etapas vitales, la autoestima tiende a
subir y en general el autoconcepto del adulto tiende a
intentar acercar su yo real con el ideal, por lo que la timidez
disminuye, en caso de haber sido elevada anteriormente.
Como consecuencia, deja de tener tanta importancia lo que
los demás opinen de uno mismo, y pueden llevarse a cabo
actividades que en etapas anteriores darían vergüenza.
ANCIANIDAD
Si bien en general la personalidad sigue siendo estable la
llegada a la vejez supone la progresiva vivencia de
situaciones como la pérdida de habilidades, actividad
laboral y seres queridos, cosa que puede afectar en gran
medida a nuestra forma de relacionarnos con el mundo.
Se registra una tendencia a la disminución de la
extraversión y la autoestima.

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