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MINISTRAR COMO JESÚS

Lección 8 para el 22 de agosto de 2020


Jesús no se limitaba a predicar el
reino de los Cielos. Él se sentaba
con las personas, las escuchaba y
las trataba con bondad.
Procuraba satisfacer tanto las
necesidades temporales como las
eternas.
En la forma en la que Él
ministraba a los demás
encontramos el ejemplo que
debemos imitar.

La luz del mundo.


Un trato bondadoso.
Suplir las necesidades.
Lo más importante.
Lo que le importa a Jesús.
LA LUZ DEL MUNDO
“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me
sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan
8:12)
Jesús vino a este mundo para iluminar las tinieblas del pecado
ofreciendo la luz de la salvación (Juan 1:4-5; 3:19-21).
Para conseguirlo, se mezcló con la humanidad y “anduvo haciendo bienes y
sanando a todos” (Hechos 10:38).
Él mismo nos invita a imitar su ejemplo
en dos aspectos (Mateo 5:13-14):
1. Ser sal. La sal debe mezclarse con los
alimentos para ser efectiva y realzar
su sabor. Debemos estar en el
mundo para impregnarlo del
evangelio (Juan 17:15-18).
2. Ser luz. La luz debe penetrar en la
oscuridad de vecindarios, aldeas,
pueblos y ciudades para iluminarlos
con la gloria de Dios (Filipenses
2:15).
“No es la voluntad de Dios que nos aislemos del
mundo. Pero mientras estemos en el mundo
debemos santificarnos a Dios. No debemos copiar
al mundo. Debemos vivir en el mundo como una
influencia correctora, como la sal que retiene su
sabor. Entre una generación impía, impura e
idólatra, debemos ser puros y santos, y demostrar
que la gracia de Cristo tiene poder para restaurar en
el ser humano la semejanza divina. Debemos
ejercer una influencia salvadora para el mundo”

E.G.W. (Consejos sobre la salud, pg. 593)


UN TRATO BONDADOSO
“Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para
que sepáis cómo debéis responder a cada uno” (Colosenses 4:6)
Jesús buscaba lo bueno que había en las personas y
se lo hacía saber (Mateo 8:10; Marcos 12:34).
De este modo, sus corazones quedaban abiertos para
escuchar y aceptar las palabras de Jesús.
Jesús fue tan compasivo que tuvo cuidado de no herir
innecesariamente a alguien que acababa de llegar a
la fe ni apagar aún las brasas más pequeñas de fe en
sus corazones (Isaías 42:3).
Debemos buscar lo bueno
en las personas que nos
rodean y hacerles saber
que las apreciamos. De
este modo, seremos una
influencia positiva en
sus vidas.
SUPLIR LAS NECESIDADES
“Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido
sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos,
dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados
te son perdonados” (Mateo 9:2)

Jesús reconocía las necesidades de las personas y las


restauraba física, mental, emocional y espiritualmente.
Resolvía sus problemas y les invitaba a buscar la vida
eterna: “tus pecados te son perdonados”; “tu fe te ha
salvado”; “vete, y no peques más” (Mateo 9:2;
Lucas 8:48; Juan 8:11).
Debemos preocuparnos por las necesidades de los demás y
tratar, en la medida de nuestras posibilidades, de aliviarlas.
De esta forma, abrimos una puerta
que nos permitirá mostrarles la
forma de aliviar la necesidad más
grande que tienen (aunque no lo
sepan): la liberación del pecado y la
obtención de la vida eterna, es decir,
Jesús.
LO MÁS IMPORTANTE
“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las
sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando
toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mateo 9:35)
El ministerio de Jesús tenía tres enfoques:

Enseñar. Instruir a Predicar. Hablar a las Sanar. Liberar a las


pequeños grupos multitudes acerca del personas de sus
acerca de las amor de Dios y su problemas
verdades del Reino. plan de Redención. temporales de salud.

¿Cuál de estas facetas era más importante para Jesús? (Marcos 1:38).
Él vino a este mundo “a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).
Para ello, debía predicar la salvación e instruir a otros para hacerlo.
Además, cada acto de curación fue una oportunidad para revelar el carácter de
Dios y proporcionar una oportunidad para la vida eterna.
LO QUE LE IMPORTA A JESÚS
“Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré
tus heridas, dice Jehová” (Jeremías 30:17a)
Repetidamente, a través de los profetas, Dios ha hablado de una enfermedad
incurable del hombre: el pecado (Isaías 1:5; Jeremías 30:12).
Lo que le importa a Jesús es que todos sean sanados de esa terrible enfermedad, y
que aquellos que son sanados se involucren en la tarea de ofrecer sanidad a otros.
Al hablar del fin del mundo, Jesús presentó tres parábolas
(Mateo 25). En ellas nos insta a estar llenos del Espíritu
Santo y a usar fielmente los dones que nos ha dado.
En la última, muestra el carácter del verdadero cristiano.
Aquellos que vivan egoístamente para sí mismos, serán
rechazados. Pero los que vivan para servir a los demás
serán recibidos por Él.
“Debemos revelar tiernamente a otros la gracia
de Cristo que nos ha sido manifestada. El alma
se llenará de una gran ternura y compasión por
seres humanos que todavía están bajo el control
de Satanás. Cristo se multiplicará en cada
hombre y mujer que cree en él, porque habrán
de vivir nuevamente la vida de Cristo al
bendecir, iluminar y brindar esperanza, paz y
gozo a otros corazones”

E.G.W. (Dios nos cuida, 20 de mayo)

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