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ESPIRITUALIDAD

UNA PRIORIDAD QUE DEJÓ DE SER PRIORIDAD

Autor : Juan Carlos Torrealva


Predicador Ptr. David Harim
ESPIRITUALIDAD
UNA PRIORIDAD QUE DEJÓ DE SER PRIORIDAD

Definir el término espiritualidad en pleno siglo XXI es una tarea


complicada debido a la influencia de conceptos orientales que,
actualmente, se mezclan con las ideas de la -ya antigua- Nueva Era.
Esto resulta en definiciones muy distantes de aquello que la Biblia
dice sobre su significado.
ESPIRITUALIDAD
UNA PRIORIDAD QUE DEJÓ DE SER PRIORIDAD

"Hoy en día, una cantidad


significativa de familias siente que
perdió de vista el significado del
término, y también su práctica. El
resultado es poco alentador, porque
las está llevando a perder el foco de
sus prioridades: relaciones con Dios, Dio
en el plano vertical; y con su entorno
s
familiar, en la dimensión horizontal."
Y Familia
o
ESPIRITUALIDAD
UNA PRIORIDAD QUE DEJÓ DE SER PRIORIDAD

D e f i n i e n d o
La Espiritualidad
Muchos autores definen la
“espiritualidad” como algo
etéreo, místico o, incluso,
desde la perspectiva de la
psicología de la religión,
como un concepto con raíces
cognitivas y de
comportamiento.
Para algunos es una expresión
popular y más profunda que la
religión, transformándose en
algo más relevante,
personal y mucho más universal
(Harold Koenig, The Healing Power of Faith [El poder
sanador de la fe] [Nueva York: Touchstone, 2001])
Para otros, no es solo una parte de la vida,

sino que es la propia vida. Vida que vino dotada de espiritualidad y que, debido a su condición de totalidad, no puede ser

separada de su corporeidad .

(Alirio Cáceres, “Espiritualidad, hoy: Una mirada histórica,


antropológica y bíblica”, Theològica Xaveriana, 166, pp. 381-408)
La Espiritualidad
de acuerdo a la Biblia
y autores cristianos
Un autor cristiano contemporáneo
menciona que la espiritualidad es
el resultado de la obra interior del
Espíritu Santo. Cuando esto
acontece, nuestras acciones,
planes e intenciones son teñidos
por el amor, por la esperanza y por
la fe en un Dios triuno (1 Juan
4:8-16).
"7 Amados, amémonos unos a otros, porque el
amor es de Dios. Todo aquel que ama es nacido
de Dios y conoce a Dios. 8 El que no ama no ha
conocido a Dios, porque Dios es amor. 9 En esto
se mostró el amor de Dios para con nosotros: en
que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo
para que vivamos por él. 10 En esto consiste el
amor: no en que nosotros hayamos amado a
Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a
su Hijo en propiciación por nuestros pecados."

(1 Juan 4:7-
21).
"11 Amados, si Dios así nos ha amado, también
debemos amarnos unos a otros. 12 Nadie ha visto
jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios
permanece en nosotros y su amor se ha perfeccionado
en nosotros. 13 En esto conocemos que
permanecemos en él y él en nosotros, en que nos ha
dado de su Espíritu. 14 Y nosotros hemos visto y
testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el
Salvador del mundo. 15 Todo aquel que confiese que
Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en
Dios. 16 Y nosotros hemos conocido y creído el amor
que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor, y el
que permanece en amor permanece en Dios y Dios en
él."

(1 Juan 4:7-
21).
"17 En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros,
para que tengamos confianza en el día del juicio, pues
como él es, así somos nosotros en este mundo. 18 En
el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa
fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo. De
donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el
amor.
19 Nosotros lo amamos a él porque él nos amó
primero. 20 Si alguno dice: «Yo amo a Dios», pero
odia a su hermano, es mentiroso, pues el que no ama
a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a
Dios a quien no ha visto? 21 Y nosotros tenemos este
mandamiento de él: «El que ama a Dios, ame también
a su hermano.»"

(1 Juan 4:7-
21).
"21 Así que, queriendo yo hacer el bien,
hallo esta ley: que el mal está en mí, 22
pues según el hombre interior, me deleito
en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en
mis miembros, que se rebela contra la ley
de mi mente, y que me lleva cautivo a la
ley del pecado que está en mis miembros.
24 ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará
de este cuerpo de muerte? 25 ¡Gracias
doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro!
Así que, yo mismo con la mente sirvo a la
ley de Dios, pero con la carne, a la ley del
pecado.

(Romanos 7: 21 -
25).
"8 Ahora, pues, ninguna condenación hay para
los que están en Cristo Jesús, los que no andan
conforme a la carne, sino conforme al Espíritu,
2 porque la ley del Espíritu de vida en Cristo
Jesús me ha librado de la ley del pecado y de
la muerte. 3 Lo que era imposible para la Ley,
por cuanto era débil por la carne, Dios,
enviando a su Hijo en semejanza de carne de
pecado, y a causa del pecado, condenó al
pecado en la carne, 4 para que la justicia de la
Ley se cumpliera en nosotros, que no andamos
conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu."

(Romanos 8: 1 -
4).
"5 Los que son de la carne piensan en las cosas de la carne;
pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6 El
ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es
vida y paz, 7 por cuanto los designios de la carne son
enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la Ley de Dios,
ni tampoco pueden; 8 y los que viven según la carne no pueden
agradar a Dios.
9 Pero vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu,
si es que el Espíritu de Dios está en vosotros. Y si alguno no
tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 10 Pero si Cristo está en
vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado,
pero el espíritu vive a causa de la justicia. 11 Y si el Espíritu de
aquel que levantó de los muertos a Jesús está en vosotros, el
que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también
vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que está en
vosotros."

(Romanos 8: 5 -
11).
"Elena de White dice que la
espiritualidad es el resultado de un
encuentro dramático entre Dios y el
hombre(Elena de White, Mensajes
selectos [Buenos Aires: ACES,
1905], t. 2), que resulta en santidad,
dignidad y esperanza, entre otras
cosas (Elena de White, Historia de
la redención [Buenos Aires: ACES,
1903]).."

(Romanos 8: 5 -
11).
Aquellos de nosotros que elegimos una perspectiva bíblica descubrimos que la espiritualidad se transforma en la búsqueda constante
y sentida del hombre en dirección a Dios. Es una especie de sed interior que solo es satisfecha en su presencia (Sal. 42:1,2), y que
tiene su reflejo en un Dios que también busca relacionarse con sus hijos (Ose. 11:8).

"Como el ciervo brama por las corrientes de las "»¿Cómo podré abandonarte, Efraín?
¿Te entregaré yo, Israel?
aguas,
¿Cómo podré hacerte como a Adma,
así clama por ti, Dios, el alma mía. o dejarte igual que a Zeboim?
2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. Mi corazón se conmueve dentro de mí,
¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?" se inflama toda mi compasión."
Sal. 42:1,2 Ose.
11:8
Desvanecimiento de
la Espiritualidad
Desvanecimiento de la
Espiritualidad
El desvanecimiento del término espiritualidad ha
minado los fundamentos del hogar. Al mismo
tiempo, coloca en jaque a los valores familiares y
también algunas de sus tradiciones. Un ejemplo
claro de esta realidad es la desaparición sutil y
paulatina de las tradiciones espirituales de los
hogares, tales como sentarse juntos a la mesa para
orar agradeciendo las bendiciones del
alimento, por ejemplo, y pidiendo una bendición;
el culto familiar matutino y vespertino; el ayuno;
las noches de vigilia y la asistencia de la familia a
la iglesia, entre otras.
Desvanecimiento de la
Espiritualidad
¿Dónde quedaron los valores familiares
espirituales? ¿A dónde se fueron? O, tal vez,
conviene preguntar: ¿En qué proceso de desgaste
están en los días de hoy? ¿Se propusieron maneras
innovadoras y actuales que hagan atrayentes las
prácticas espirituales sin que pierdan su esencia
original? ¿Por qué estas perdieron su fuerza en
este siglo XXI? Estas son preguntas que deben
recibir respuestas en los hogares, no en las
instancias administrativas o en las esferas
teológicas. El motivo es simple: ellas provienen
del hogar; una institución creada por Dios, la cual
se convierte en una fuente adecuada de
informaciones.
Los Beneficios de la Espiritualidad
¡Volvamos a Dios!
Uno de los beneficios más importantes es que ofrece apoyo
familiar, ya que:
• Brinda una cálida cobertura para la protección individual
y familiar contra el efecto corrosivo del individualismo
actual.
• Acelera los procesos de fortalecimiento de las redes
intrafamiliares.
• Es una fuente constante de sustento y apoyo para enfrentar
los momentos imprevisibles de cambios en cada etapa
familiar
(Nicolás Rodríguez, “Impacto de la espiritualidad en salud mental. Una propuesta de
estrategia de atención comunitaria de salud mental en colaboradores con grupos
religiosos locales”, Psiquiatría Universitaria, 7,2, 2011, 205-2013).
Satisface las necesidades sentidas por las personas, como, por
ejemplo:
• La necesidad de encontrarle un sentido a la vida.
• La necesidad de esperanza o de voluntad de vivir.
• La necesidad de creer, de tener fe en sí mismo, en los otros
y, sobre todo, en Dios. (Kees Waaijman, Espiritualidad,
formas, fundamentos y métodos [Salamanca: Sígueme,
2011]).
• La espiritualidad es una especie de intercomunicador entre
el ambiente interior y el mundo exterior de cada persona,
dando coherencia a sus motivos y a sus actos.
• Es el centro del hogar; un lugar en el que las enseñanzas de
la fe, las creencias y la devoción a Dios se hacen reales.
• El impacto de la espiritualidad sobre el matrimonio es
fundamental, pues una fe basada en creencias espirituales
hace que la relación entre los cónyuges sea más cercana y
más significativa.
• Es fuente constante de desarrollo armonioso del carácter de
la persona.
Cuando cultivamos diariamente una relación significativa
con Dios, los beneficios de esta relación y el acto de
priorizarlo aparecen sutilmente. Así, construyen el
fundamento ético y moral que guía a la familia. Esa
relación les transmite fe y esperanza a nuestros hijos, y les
enseña a confiar en Dios. Produce unidad familiar a través
de tradiciones familiares espirituales que serán recordadas
incluso cuando alguno de los miembros de la familia no
esté más en la casa.
Finalmente, sus miembros aprenden a recurrir a Dios
cuando surgen las crisis
Haz de la espiritualidad una prioridad en tu hogar. Que la
manifestación externa de ella sea la revisión, la
actualización y la práctica de las tradiciones familiares
espirituales olvidadas en la casa. Retócalas, sin que pierdan
su identidad original y su sabor de vida. Y haz una realidad
palpable en tu hogar las palabras del profeta, cuando dijo:
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu
alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas
palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a
tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y
cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando
te levantes” (Deut. 6:5-7)

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