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FUNCIÓN EDUCATIVA DEL CINE

La aparición del cine, como forma de arte y


como producto industrial y comercial,
transformó los hábitos populares a lo
largo del desarrollo del siglo XX, puesto
que convirtió a muchos lectores de libros
en espectadores de imágenes en
movimiento. Como ante cualquier hecho
humano, encontramos que los productos
cinematográficos pueden tener diversas
orientaciones: desde la elaboración
estética más exquisita hasta el
inaceptable bodrio producido con la única
finalidad de excitar instintos inciviles,
como la pornografía o la risotada
estúpida, vacua y superficial. Piura
también recibió la influencia del cine
desde aproximadamente 1950. Existieron
los cines Variedades, Piura, Ramón
Castilla, Sol, San José y Municipal.
Lamentablemente, luego tuvimos una
larga época de carencia de salas de cine,
que nos sumió en la no siempre
recomendable pantalla de televisión.
Felizmente, no tuvimos que esperar completos
los cien años que señala el conocido refrán y,
ahora, algunas décadas después, contamos
con ocho salas de cine donde diariamente se
realizan proyecciones de películas en diferentes
horarios, con diferentes precios y de diferente
calidad. Precisamente, en el último punto, el de
la calidad, es que los docentes debemos centrar
la atención; tanto para la propia selección como
para las recomendaciones que a veces es preciso
realizar.
La calidad de una película depende de muchos
factores: la actuación, los diálogos, la
fotografía, la edición, la música, los encuadres,
el equipo, los materiales y el presupuesto, entre
otros; pero, fundamentalmente depende de la
orientación que le imprime su Director. Hay que
recordar, esencialmente, que el cine es el
séptimo arte, por lo que su juzgamiento debe
ceñirse a los cánones de la estética; o sea, de
la búsqueda de la perfección.
Las salas de cine son empresas comerciales, por
lo tanto su principal preocupación es el lucro, la
obtención de ganancias que produce la mayor
afluencia del público. Sin embargo, un buen
programador de películas sabe conciliar o
alternar lo trascendente con lo intrascendente.
El año, 2005, Cine Planet nos ha mostrado
muchas películas que ilustran la diversidad.

Para fines educativos debe mencionarse la película ALEXANDER, de Oliver Stone,


donde se analiza no sólo la grandeza, el arrojo y la voluntad de un conquistador
histórico; sino, también sus terribles depresiones, sus equívocos conductuales y
la terrible sensación de soledad que produce un poder demasiado grande.
Una película que sólo busca entretener
-y no sumergirse en los vericuetos de la
condición humana, como en Alexander-
fue LOS 4 FANTÁSTICOS; una película
que divirtió más a los adultos que a los niños,
ya que puso en la pantalla los héroes de un
cómic célebre para las generaciones en
retirada. Sin embargo, la película está muy
bien realizada y tiene la virtud de mantener
atento al espectador. Es un despliegue
incesante de recursos tecnológicos que
termina anulando el interés reflexivo pero
promueve sonrisas de sana satisfacción
ante el triunfo de los buenos contra los
malos.

Educativamente, la película puede servir para discernir sobre el maniqueísmo y


contrastar esa postura ideológica con la realidad cotidiana.
Para los niños de hoy nada más
interesante que las máquinas
dotadas de humanidad. A los niños
de nuestros días ya no les interesa
Piolín y sus desventuras, ni las
frustraciones de Silvestre; su
obsesión está centrada en las
máquinas metálicas que cobran
vida como nuevos Pinochos.
La película ROBOTS trajo la
esperada ilusión de las mentes
infantiles pero no dejó nada para
el recuerdo.
Se estrenó un nuevo capítulo
de la saga de HARRY POTTER, con sus
ambientes tenebrosos y sus juegos mágicos
producto del cultivo esotérico. Se trata de
películas muy bien hechas, que seducen por
la trama de misterio y los inusitados
personajes que se dan cita en torneos donde
la astucia en el uso de los poderes mágicos
resulta capital para obtener el ansiado
triunfo sobre los contendores.

Es quizá una de las expresiones más


decantadas de la fantasía moderna, producto
también de un ansia irrefrenable de escapismo
hacia mundos teratológicos donde se pueda
olvidar momentáneamente los problemas
mayores de la existencia cotidiana en ciudades
donde la objetividad materialista cercena las
posibilidades de la imaginación creadora.

La película es muy buena para divertirse, pero hay que cuidar las mentes
Infantiles de probables perturbaciones en la percepción de la realidad.
El cine puede muy bien atrapar a los niños
y hacer con ellos lo que no pueden cien
discursos magníficamente elaborados,
convirtiéndose así en un elemento de
apoyo a la tarea educativa con resultados
positivos a corto plazo. Lo que importa,
entonces, es seleccionar y orientar con
certeza entre las posibilidades existentes,
teniendo en consideración la edad e
intereses de los niños y jóvenes.
El impacto emotivo de una buena película
se convierte en una experiencia curricular
que pasa a formar parte de la estructura
mental de los estudiantes; como si fuera
un recuerdo propio de una experiencia
propia.
La enseñanza y afirmación de valores
indispensables en la nueva ciudadanía
pueden encontrar su vía apropiada en el
acercamiento constante al buen cine.

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