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• las hemorragias digestivas producen el 1-2% de los ingresos de urgencia.

• 170casos/100.000 adultos, aproximadamente.


• 5-10% de los pacientes hospitalizados por una hemorragia necesitan
tratamiento quirúrgico.
• La mayoría de los pacientes con hemorragias digestivas agudas dejan de
sangrar de forma espontánea. Sin embargo, casi el 15% de los pacientes
siguen sangrando copiosamente y necesitan reanimación, evaluación y
tratamiento de urgencia.
• Las hemorragias pueden originarse en cualquier parte del tubo digestivo, y
generalmente se clasifican atendiendo a su localización en relación con el
ligamento de Treitz.
• Las hemorragias digestivas altas (proximales al ligamento de Treitz)
representan más del 80% de las hemorragias agudas.1 Las úlceras pépticas y
las varices sangrantes son las etiologías más frecuentes.
• a mayor parte de las hemorragias digestivas bajas se originan en el colon, y
en la mayoría de los casos se deben a divertículos y angiodisplasias.
• Es muy importante determinar el foco hemorrágico para poder planificar las
intervenciones diagnósticas correctas con la menor demora posible.
• Lo primero que se debe hacer es comprobar si el paciente tiene las vías
respiratorias despejadas y respira normalmente.
• Generalmente, es posible determinar la gravedad de la hemorragia a partir de
una serie de parámetros clínicos muy sencillos. La obnubilación, la agitación,
la hipotensión arterial (presión arterial sistólica <90 mmHg en decúbito
supino) y las extremidades frías y húmedas son signos de shock hemorrágico y
pueden indicar una pérdida superior al 40% de la volemia.
• Una frecuencia cardíaca en reposo superior a 100latidos/min con disminución
de la presión del pulso indica una pérdida del 20-40% de la volemia.
• En los pacientes que no
• están en shock se pueden inducir cambios posturales pidiéndoles que se
sienten con las piernas colgando durante 5 min. Si la presión arterial
desciende más de 10 mmHg o el pulso aumenta más de 20 latidos/min, el
paciente ha perdido como mínimo el 20% de la volemia. Los pacientes que
sufren pérdidas sanguíneas menos cuantiosas pueden no manifestar
alteraciones hemodinámicas detectables.

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