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EL SENTIDO RELIGIOSO

LUIGI GIUSSANI
Cómo se despiertan las preguntas
últimas. Itinerario del sentido
religioso
• ¿Como se despiertan las preguntas últimas? Para
responder esta pregunta será necesario observar
la dinámica humana al chocarse con la realidad,
pues ese impacto es el que pondrá en marcha el
mecanismo que revela esos factores. Un
individuo que haya tenido en su vida un impacto
débil con la realidad, porque, por ejemplo, haya
tenido que esforzarse muy poco, tendrá un
sentido escaso de su propia conciencia, percibirá
menos la energía y la vibración de su razón.
• En la descripción que vamos a iniciar ahora los
factores que señalaremos en ese mecanismo se
siguen unos a los otros, en cierto sentido, como si
se produjeran cronológicamente.
1. El estupor debido a la “presencia”
• ¿Cuál seria el primer • El asombro, la
sentimiento que tendrías si maravilla que produce
salieras en este momento esta realidad que se me
del ceno de tu madre, es impone, y que está en el
decir el primer factor de origen del despertar de
la conciencia humana.
vuestra reacción ante la Por eso el primer
realidad? sentimiento que tiene el
hombre es el de estar
frente a una realidad que
existe
independientemente de
él y de la cual depende y
que provoca estupor.
• El que no cree en Dios no tiene excusa, dice San
Pablo en la carta a los romanos, porque debe
negar este fenómeno original, esta experiencia
original de lo “otro”.
• El primerísimo sentimiento que tiene el hombre de
estar frente a una realidad que no es suya, que
existe independientemente de él y de la cual
depende.
• En términos empíricos se trata de la percepción
original de un dato, de algo dado. El primer
contenido de nuestro impacto con la realidad, es la
palabra don. Ante ese don yo soy sujeto pasivo.
• Este estupor es lo que despierta la
pregunta última en nuestro
interior.
• Otra gran palabra que debemos
tener en cuenta para aclarar más
todavía el significado del “dato”,
de lo “dado”, es la palabra
“otro”, la “alteridad”.
• Ante esa Alteridad el hombre se
siente inclinado, no a
problematizar, sino a venerar, a
im-petrar, in-vocar, a contemplar…
Esto es seguro: que ella es
precisamente lo distinto de uno
mismo y que es meta más allá de
lo natural.
• En este primer factor hay tres
pasos:
• 1º que la realidad se percibe
genéricamente como algo
“dado”, como “alteridad”
• 2ª posteriormente
distinguimos en esta realidad
rostros y cosas
• 3ª después me doy cuenta de
mí mismo. Las distinciones
vienen siempre después, y la
última es la que descubre al
yo como algo diferente de las
demás cosas.
2. El cosmos
• El hombre, una vez que se ha dado cuenta de
este ser real, de esta inexorable presencia con su
variedad y sus diferencias, y de su propio yo
como parte de esta presencia, cae en la cuenta
también de que dentro de esta realidad hay un
orden, o sea que esta realidad es cósmica (de la
palabra griega que significa orden).
• Por tanto, el asombro, el estupor original, implica
un sentido de la belleza, el atractivo que ejerce la
belleza armónica y por otro lado de la
dependencia.
3. Realidad “providencial”
• No sólo se da cuenta el hombre de que esta
presencia inexorable es bella, atrae y tiene un
orden armónico, constata además que se mueve
conforme a un designio que le puede ser favorable.
• El contenido de las religiones más antiguas
coincide con esta experiencia de las posibilidades
que brinda la realidad “providencial”. El nexo con
lo divino tenia de hecho como contenido el
misterio de la fecundidad de la tierra y de la mujer.
• Es el sentido divino como providencia
4. El yo dependiente
• En este punto cuando se ha despertado ya su
ser por la presencia de las cosas, por la
atracción que ejercen y el estupor que
provocan, y se ha llenado de gratitud y alegría
porque esa presencia puede ser benéfica y
providencial, el hombre toma conciencia de si
en cuanto yo y recupera su asombro original
con una profundidad que establece el alcance
y la estatura de su identidad.
• Si estoy atento, es decir si soy una persona
madura, no puedo negar que la evidencia mayor
y más profunda que percibo es que yo no me
hago a mi mismo, que no me estoy haciendo a
mi mismo.
• Se trata de la intuición, que en todo momento de
la historia han tenido siempre los espíritus
humanos más agudos, de esta misteriosa
presencia que es la que permite que el instante
tenga consistencia. Yo soy “tu-que-me-haces”. Es
aquello que es más que yo, que es más yo que yo
mismo, aquello por lo que soy: lo que la tradición
religiosa llama Dios.
• El hombre es aquel
nivel de la
naturaleza en el
que ésta llega a
tener experiencia
de su propio
carácter
contingente:
subsiste por otra
cosa ya que no se
hace a sí mismo.
5. La ley del corazón
• Pero, llegados a este punto, hay un último
significado vital en el interior mismo de este yo
que hemos sorprendido como hecho de Dios. Se
trata del hecho de que dentro del yo brama algo
como una voz que me dice bien o mal. La
conciencia del yo lleva consigo la percepción del
bien y del mal. Es lo que la Biblia y San Pablo
definían como la ley en los corazones.
• Es algo inextirpable, que se impone, que me
obliga a juzgar las cosa y a reconocerlas buenas o
malas
Conclusión
• ¿Cuál es la fórmula para recorrer el itinerario que
conduce hacia el significado de la realidad? Vivir
lo real. ¿Como podrá adquirir fuerza esa
experiencia? Mediante el impacto con la realidad.
• Por eso decimos que lo que bloquea el desarrollo
de la dimensión religiosa autentica es una falta de
seriedad con lo real, cuyo ejemplo mas claro es el
prejuicio. Por otro lado, el mundo es como una
palabra que requiere o remite a otra cosa
diferente, que esta más allá de sí mismo, más
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