En el caso de que alguien que se proclame escéptico esté equivocado,
debe reconocerlo y cambiar de opinión. No debe basarse en falacias conscientes o mentiras para ganar discusiones. Esto solo lo vuelve un dogmático arrogante. Cosmovisión (ontología) materialista: El escepticismo se caracteriza por poseer la misma ontología que la ciencia y el humanismo secular, una ontología materialista. Para un escéptico, como para la ciencia, el mundo existe más allá de nosotros y está compuesto por cosas materiales y concretas que responden a leyes, estas son cognoscibles por lo tanto pueden estudiarse y entenderse. Una ontología idealista da lugar a entes inmateriales como dioses y espíritus que no pueden ser cognoscibles ni objetiva ni empíricamente, lo cual para cualquiera que goce de un mínimo escepticismo, es disparatado. Sobre este aspecto hay una gran discusión. Principalmente, la de si se puede ser teísta y escéptico. Cuestionar todo conocimiento Se sabe que la duda es uno de los principales motores del escepticismo. Un escéptico debe dudar racionalmente de lo que se le plantee como verdad fáctica, y comprobar si se merece la etiqueta de “verdad”. Como por ejemplo noticias, afirmaciones de gente con poderes paranormales, etc. Siempre evitar el dogmatismo:
Un dogma es una supuesta verdad sagrada no
sujeta a revisión, que no necesita justificación racional, que no puede ser criticada, y en el caso de ser criticada correctamente, no se la abandona. Para el escepticismo no hay verdades sagradas, sino provisionales, cuestionables y refutables, todo lo que el escepticismo propone debe ser justificado. Caer en el dogmatismo es casi el peor error de cualquier persona, algo digno de falta de inteligencia. El escéptico debe tomar el camino opuesto. Gnoseología realista: El escéptico racional sabe que la verdad puede conocerse y que hacerlo es importante, él mismo es un defensor de la verdad. Ésta es la diferencia principal con el escepticismo dogmático y radical que alega que nada puede conocerse o que no hay certezas de nada. De hecho tienen certeza de ello, por lo tanto están en una contradicción lógica. Lo mismo pasa con los subjetivistas, si “todo es relativo” también su premisa es relativa y por lo tanto carece de sentido. La gnoseología subjetivista y relativista es anticientífica, irrealista, irracional y falsa, una antítesis y enemiga de la objetividad buscada por el escepticismo racional y la ciencia. Combatir la pseudociencia y la superstición: La pseudociencia es dogmática y por ser tal, no puedo demostrarse como verdadera. Si no puedo ser probada como verdadera y se defiende como tal sacando provecho de los que se la creen, es inevitablemente un fraude. Un escéptico debe aprender a diferenciar las pseudociencias y combatirlas, siempre con buenos argumentos y honestidad intelectual. Este punto está muy vinculado a la ética, la pseudociencia es abiertamente inmoral y el acto de combatirla es un acto en general significa una creencia ciega en fuerzas sobrenaturales (como el destino), el deseo de influir en factores impredecibles y la necesidad de resolver la incertidumbre. Las creencias y experiencias personales impulsan las supersticiones, lo que explica por qué son generalmente irracionales y a menudo desafían la sabiduría científica.
Por ejemplo, la creencia en que los talismanes dan buena suerte o nos protegen de la mala suerte.