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FRACTURAS DEL HUESO CIGOMÁTICO MALAR

Se repiten muchos de los síntomas de las fracturas


maxilares. Puede existir equimosis o hematoma
periorbitario y subconjuntival, tumefacción de la mejilla,
enoftalmos o exoftalmos y alteración en la hendidura
palpebral siendo típico el descenso del canto lateral
(hendidura antimongoloide).
• El paciente puede presentar diplopia, anestesia
en el territorio de distribución del nervio
infraorbitario, o limitación de la apertura oral al
interponerse la porción deprimida del arco
cigomático entre el cóndilo y la escotadura
sigmoidea. La diplopia puede ser debida a una
fractura del suelo de la órbita con atrapamiento
muscular, o consecuencia del edema
postraumático.
• Deben palparse los rebordes orbitarios lateral e
inferior poniendo especial énfasis en las
suturas fronto-cigomática, cigomático-maxilar, y
cigomático-temporal. El hundimiento del arco
cigomático se acompaña de una deformidad
estética característica (signo del hachazo),
además de la ya descrita limitación en la
apertura de la boca.
Clasificación de las fracturas cigomáticas según Knight y North
Grupo 1 Fx no desplazadas del malar.
Grupo 2 Fx del malar con desplazamiento del mismo hacia
atrás, abajo y adentro sin rotación.
Grupo 3 Fx del malar con rotación medial del hueso fracturado.
Grupo 4 Fx del malar con rotación lateral.
Grupo 5 Fx complejas del malar.
Grupo 6 Fx del arco cigomático.
CIGOMÁTICO ORBITARIAS
En las fracturas del arco cigomático las
reducciones indicadas son:
La de Gillies, Thoma, y la técnica externa con
gancho de ginestet.
FRACTURAS ORBITO MAXILO
MALARES
• Hay presencia de edema, equimosis y
hematoma en la región periorbitaria que
impiden la apertura palpebral voluntaria.
• La hemorragia subconjuntival que llega hasta
el limbo esclerocorneal (Signo de Rowe) es
casi patognomónico de la fractura orbitaria, la
resolución de esta hemorragia es lenta y
puede persistir hasta 30 dias.
• Los signos clínicos básicos de este tipo de
fractura son:
• Depresión del contorno del pómulo.
• Diplopía.
• Enoftalmos.
• Existen reparos óseos claves para lograr una
alineación adecuada de las estructuras
fracturadas, luego de la reducción y fijación
adecuadas:
• Arbotante frontomalar
• Rebordes orbitarios
• Arbotante maxilomalar
• Piso de la órbita
• Arcada cigomática
Fracturas naso-órbito-etmoidales

Es una de las fracturas faciales no sólo más difíciles de


diágnosticar por su intrincada anatomía, sino también difíciles
de tratar.
Es una región anatómicamente muy rica,
que comunica la parte facial con la base
del cráneo a través de las celdillas
etmoidales.
Parte de esta región la constituyen las
paredes internas de la órbita, las celdillas
etmoidales y hacia arriba los senos
esfenoidal y seno frontal.
Los senos maxilares y cavidad nasal
también están presentes en esta zona.
• Debemos tener presente que en esta región
esta el conducto lacrimonasal que es el
drenaje de la glándula lagrimal que se
encuentra en la región superoexterna del
marco orbitario, y que se vacía en el meato
medio. En estas fracturas se compromete el
conducto lacrimonasal y eso se manifiesta
con un signo típico que son las Epiforas, que
es el lagrimeo constante.
En este territorio existen dimensiones topográficas
que deben tenerse en cuenta al examinar el
territorio, para pesquisar si hay alteraciones
• Se divide en tercios: la distancia del canto
interno de una orbita al canto interno de la
otra orbita (distancia intercantal), es igual a
la distancia que hay del canto interno de una
orbita al canto externo de la misma orbita.
Generalmente es simétrico Se ha calculado
que esta dimensión es más menos 30 a 34
mm.
Si están afectados los rebordes internos puede
existir un telecanto que se puede confirmar
midiendo la distancia entre las comisuras internas
palpebrales. El examen oftalmológico incluye la
observación de la presencia de hematomas
subconjuntivales o intraoculares, laceraciones o
heridas penetrantes y se comprueba el estado de
la agudeza visual, la motilidad ocular, la existencia
de diplopia, la forma, tamaño y reactividad pupilar,
además de realizar un examen del fondo de ojo.
La región nasoorbitoetmoidal se encuentra situada
en la porción media del tercio superior de la cara y
ocupa el espacio entre ambas cavidades orbitarias
hacia los lados y la base del cráneo hacia arriba,
formando parte del tercio superior de las fosas
nasales.
FRACTURAS NASO-ÓRBITO-ETMOIDALES
Pueden variar desde una simple fractura nasal
hasta una fractura nasoetmoidal conminuta,
impactada dentro de la fosa craneal media. Los
huesos nasales son los más frecuentemente
fracturados del esqueleto facial. Su presencia
se acompaña de epistaxis y una piramide nasal
móvil o una deformidad o escalón en los
huesos propios
No deben pasar desapercibidas las fracturas del
esqueleto cartilaginoso de la nariz. La
dislocación del septum nasal del surco
vomerino, o la luxación de los cartílagos
laterales debajo de la pirámide ósea, pueden
producir una distorsión nasal sin ninguna
evidencia radiográfica de fractura.
Un examen interno de la nariz, demostrando una hemorragia
submucosa en el suelo nasal a los lados del tabique, o equimosis
en la válvula nasal interna, indican la existencia de una lesión
cartilaginosa.
Una fractura nasoetmoidal conminuta puede producir epistaxis,
edema y hundimiento del puente nasal, hematoma periorbitario y
subconjuntival, telecanto, anosmia y fístula de LCR. Si los
ligamentos cantales internos están desinsertados pueden
ocasionar diplopia.
Mediante la palpación se apreciará tumefacción, crepitación,
deformidad en los contornos y fragmentación ósea.
Clasificación de las fracturas nasales según
Leipziger y Manson
TRATAMIENTO INMEDIATO
Si bien parece no existir acuerdo entre los distintos autores sobre el
tiempo que puede pasar entre la fractura y su reducción ( 24 a 72 horas
máximo ) todos coinciden en que cuanto antes se intente su reducción
más posibilidades hay de éxito. Pasadas unas horas de la fractura el
edema puede impedir un correcto diagnóstico y reducción.
Algunos recomiendan esperar entre 3 a 5 días si hay edema hasta que
este haya cedido y luego intentar la reducción.
1. Anestesia.
2. Reducción de la pirámide nasal.
3. Tratamiento del tabique.
4. Taponamiento nasal.
5. Férulas nasales.
FRACTURAS DEL REBORDE SUPRAORBITARIO Y DE LOS
SENOS FRONTALES
La equimosis periorbitaria es la norma debido a la
extravasación de sangre a través del periostio.
Debemos observar la presencia de heridas,
hundimiento y alteración del contorno de la frente,
que pueden estar enmascarados por el edema de los
tejidos blandos. Existirá exoftalmos si el hueso
frontal se desplaza dentro de la órbita, disminuyendo
el volumen orbitario.
• Si el paciente está consciente puede describir la
existencia de anestesia en la región frontal por
lesión de los nervios supraorbitarios o
supratrocleares. También deberá descartarse la
presencia de una fístula de LCR. La obstrucción
del conducto nasofrontal en los pacientes que
no fueron tratados, terminará generando a largo
plazo, mucoceles o mucopioceles frontales, con
graves consecuencias oftamológicas o
cerebrales.
• Las lesiones pueden involucrar partes blandas
y huesos a nivel de la fosa cerebral anterior,
base de cráneo, hueso frontal, pared orbitaria
superior y el propio reborde.
• El mecanismo de producción de las lesiones
orbito frontales es por impacto directo en la
región frontal y orbitaria.
• Por lo general son fracturas unilaterales;
cuando son bilaterales, el trauma ha sido tan
intenso y severo que se acompaña de lesiones
cerebrales y/o meníngeas de gravedad.
SIGNOS MÁS FRECUENTES
• Descenso de la ceja, junto con edema y equimosis
del párpado involucrado en la fractura del reborde
orbitario superior, es un signo presente en la
totalidad de los casos.
• Depresión frontal y/o del reborde orbitario superior
por el hundimiento fracturario.
• Epistaxis severa.
• Pérdida de líquido cefalorraquídeo.
• Crepitación frontal y/ u orbitaria por fracturas de los
senos paranasales.
• Irregularidades en los rebordes orbitarios superiores
y el hueso frontal.
EVALUACIÓN CLÍNICA
Si bien hoy en día disponemos de una gran batería de pruebas
radiográficas que culminan con la tomografía computarizada (TC), el
diagnóstico fundamental de las fracturas faciales se realiza mediante
la exploración clínica del paciente. El examen se inicia con la
observación y después se procede a la palpación. Debemos explorar
concienzudamente y de forma sistemática cada uno de los tres tercios
faciales, en busca de síntomas y signos clínicos que nos hagan
sospechar la existencia de alguna fractura. La confirmación de la
misma se realizará mediante técnicas de imagen, que servirán a su vez
como documento legal.
• El ligamento palpebral interno o tendón del
canto interno puede verse afectado de
distintas maneras en el curso de una fractura
NOE.
• Se reconoce tres patrones de injuria a dicho
nivel:
• Sección directa del ligamento
• Avulsión o desinserción ósea
• Conminución del fragmento óseo de inserción
• El resultado es un aumento de la distancia
intercantal, con aparición de un signo
característico de estas fracturas como es el
telecanto traumático o pseudohipertelorismo.

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