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(4), Karen Codana Alcántara (5), María Isabel Artiles Armas (6)
(1,2,3,5, 6. PIR CHUIMI). (4. UIB HUGC Dr. Negrín).
Introducción
Las medidas de seguridad son sanciones complementarias o sustitutivas de las penas, que el juez puede imponer con efectos preventivos a aquellos sujetos que cometen un hecho
delictivo; pero, que de acuerdo con el artículo 20.1 del Código Penal (CP) español no pueden ser declarados culpables, por padecer al tiempo de cometer la infracción penal, cualquier
anomalía o alteración psíquica, que le impida comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme a esa comprensión. Estas personas son, sin embargo, susceptibles de recibir una medida
de seguridad del artículo 96.3 CP. Las medidas de seguridad, atienden a la peligrosidad del sujeto, son medidas de prevención especial, que toman como base los antecedentes del
inculpado, y su finalidad es prevenir afectaciones futuras.
Evolución
Con anterioridad a la promulgación de la Ley de Vagos y maleantes de 1933, en España ya existía un modelo de persecución de sujetos “de dudosa moral”, que tenía carácter
administrativo y estaba basado en las atribuciones de los Gobernadores Civiles, los cuales tenían la capacidad de “reprimir los actos contrarios a la religión, a la moral o a la decencia
pública”. A la “Gandula” le siguió la Ley de Peligrosidad Social en 1970,. Estas normas fueron usadas a discreción contra individuos que no tenían recursos y que resultaban molestos en
ciertas poblaciones, ya que algunas de las medidas que incluían eran: la expulsión de un determinado lugar o la obligación a residir donde el juez decidiese, creación de juzgados
especiales por la ingente cantidad de procedimientos que se encausaban, internamiento en campos de trabajo y de concentración. La Ley de 1970 fue finalmente derogada en 1995,
cuando entra en vigor el Código Penal, donde se incorporan las nuevas medidas de seguridad.
Conclusiones
La praxis judicial de clasificación y calificación de las anomalías y alteraciones psíquicas se aparta ostensiblemente de la doctrina pericial y médico-legal. La consecuencia de todo ello no es
más que la confusión y la falta de una línea jurisprudencial clara en orden a la apreciación de las circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal relacionadas con la patología
mental. Lamentablemente, no puede decirse que exista en la práctica una política penitenciaria suficientemente diferenciadora capaz de dar un tratamiento rehabilitador que permita la
integración social, tal y como revela la escasez de centros psiquiátricos penitenciarios y de programas dirigidos a presos afectados por ciertos trastornos. Cabe esperar que una futura
revisión del Código penal se plantee la necesidad de un mayor desarrollo de la regulación de las medidas de seguridad, tanto respecto a los inimputables como a los imputables.
BIBLIOGRAFÍA:
JURISPRUDENCIA, CENDOJ, Centro de Documentación del Consejo General del Poder Judicial.
LEY ORGÁNICA 10/1995 de 23 de noviembre, Código Penal. Aranzadi..
LEY 16/1970 de 4 de agosto de Peligrosidad y Rehabilitación Social.
MORAN, A. J., Las medidas de corrección y de seguridad en el Derecho penal, Valladolid, 2003, pp. 293 y ss.
MATEO AYALA, E. J., «La imputabilidad del enfermo psíquico: el estudio de la eximente de anomalía o alteración psíquica en el Código Penal español», Madrid 2003, pp. 321 ss.
LEY 4 agosto de 1933, Ley de vagos y maleantes