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Funciones Del Lenguaje TGO 89 Cuentos Nov 2019
Funciones Del Lenguaje TGO 89 Cuentos Nov 2019
Bienvenidos
Aprendices de TGO 89
y
María Isabel de Castro
2.019
Mágica Transformación
Valentina Rojas
Ella no quería sus poderes no quería ser bruja, sentía que ese no era su lugar. Ursula era muy
diferentes a las de su especie, para su aquelarre era una bruja sin fuerza y que
constantemente desafiaba sus costumbres.Entre las brujas y los humanos existía una gran
rivalidad que con los años se convietio en un gran odio. Ursula sentía gran curiosidad por esa
especie con la que que había crecido escuchando que eran traicioneros y menterirosos, no
son de confianza siempre escuchaba eso de su madre.
Clarisa era una pequeña niña de 13 años que le gustaba caminar por el bosque, era una
pequeña risueña, alegre y juguetona; junto a ella siempre estaba su fiel amigo Ody un
gato de pelaje blanco como la luna llena. Una tarde mientras corrían entre los árboles
se fueron internando más en él, hasta el punto que ya no sabían cómo volver a la mansión.
La noche se cernía sobre ellos, era fría e infundía miedo, en lo más profundo del bosque
se escuchó un fuerte aullido que retumbo en las montañas y en la distancia, era una aullido
que denotaba tristeza y dolor, Clarisa se estremeció al oírlo, sin pensarlo dos veces cruzo
una mirada con su felino Ody, el cual solo movió su cola como forma de apoyo, Clarisa
corrió encontra de la brisa de aquel lugar, el gato no se despegó en ningún momento de
ella, después de un tiempo que pareció eterno corriendo, llegaron a un risco donde bajo
la luz de la luna se allaba el pequeño cuerpo casi inerte de un cachorro que tenía la mirada
perdida en la luna, en su pata trasera se evidenciaba una herida ensangrentada y muy
profunda, Clarisa se acercó rápidamente al cochorro para prestarle a su ayuda, no sabía
qué hacer, su corazón latía cada vez más rápido, Ody se acercó con cautela y como si
quisiera darle una solución bastante lógica a Clarisa empezó a frotarse cerca al bolsillo;
de pronto en la mente de Clarisa llego el recuerdo de la clase de magia donde le
enseñaron a curar heridas , sin perder tiempo saco su barita de magia, pronuncio el
conjuro, un gemido de dolor salió del pequeño cachorro.
La luz del sol golpeaba su rostro, sus parpados se sentían pesados, aun quería seguir
durmiendo, se levantó lentamente, a su lado estaban Ody y el pequeño cachorro, al cual
llamaría Daren; Desde el risco se divisiva la mansión, con sumo cuidado levanto a sus
pequeños amigos y emprendió su camino a casa.
FIN.
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La Bruja Aleika
Karen Alexandra Quiñonez Ochoa
En tiempos de brujas, alrededor del siglo XIV vivían dos amigos en la ciudad de Salem al
norte de Massachusetts. Estos dos individuos eran ciudadanos obstinados, egocéntricos,
presumidos y vanidosos; generalmente solían burlarse de los ancianos y matar a los
animales huérfanos y desamparados que habitaban en las calles.
Un día, uno de ellos llamado Rob salió a encontrarse con su amada, al llegar al centro de
Salem noto que las calles estaban vacías, no había rastro de ningún humano y mucho
menos algún animal vacilante. Inmediatamente Rob entro en pánico y recordó que ese día
(31 de octubre) la bruja Aleika visitaba Salem para vengar la muerte de su primogénito
muerto hace 100 años. Rob comenzó a correr por las calles frías hacia su hogar, gritando
el nombre de Jack para que rápidamente abriera la puerta y estuviera a salvo. Lo que Rob
no sospecho fue que Aleika ya había entrado a su casa y había convertido a Jack en un
perro viejo y ciego.
Rob quedó pasmado en frente de las escaleras que daban hacia la entrada principal,
retrocedió y sutilmente empezó a subir su rostro hasta que vio completamente a Aleika. La
bruja con su mirada triste, sus ojos llenos de lágrimas y recordando la muerte de su hijo,
levanto su mano y con un movimiento convirtió a Rob en un gato con tres patas y sin
maullido.
Aleika flotante, con su rostro perdido cada año vengaba la muerte de su primogénito, al
convertir a Rob y Jack en animales vagabundos, dolientes y desamparados siguió su
camino hacia la montaña donde se resguardaba de la sociedad.
FUNCIONES DEL LENGUAJE
Expresiones del
lenguaje que
pueden trasmitir las
1) Lo íntimo del yo
EMISOR Función EMOTIVA
Fuente: http://www.ejemplos.co/30-ejemplos-de-funcion-apelativa-o-conativa/#ixzz5ADAsUK9o
FUNCIÓN APELATIVA O CONATIVA
Antonio contó que la quebrada que cruzaba el cultivo la llamaban “La Vieja”, porque allí se había
suicidado una mujer. Era un misterio sin resolver puesto que nunca habían encontrado el cuerpo. Todos
lo rodearon para escuchar la historia. La pequeña Rosario se asustó, aún más, pues habían dicho que
debajo del puente, donde estaban sentados, vivían las serpientes.
Dalia era de mediana edad y bellos ojos negros. Había vivido siempre en la vereda. Trabajaba la tierra a
la par que los hombres. Por la noche salía al claro del bosque a mirar el firmamento e indagar su
destino. Conversaba con las estrellas y hasta nombre les tenía.
Su ruego era incesante, si la tierra era fértil y ella la cuidaba, ¿por qué no era fértil su cuerpo que a la
tierra pertenecía? En vano preguntaba. Se largaba a correr por la orilla de la quebrada, trepaba a las
piedras, se metía entre el rastrojo, mojaba sus pies y su cara. Nadie le respondía.
Una noche vio que su cuerpo se iba tatuando con rayas, líneas, letras, números; signos que no podía
interpretar. Figuras que se asemejaban a las raíces del árbol cuando se salen de la tierra.
Apenas dejaba de hablar las señas sobre su piel se empezaban a disipar. Trataba de entender eso que
se escribía, pero debía hablar al mismo tiempo. Afanaba el paso, retrocedía. Se sentaba, corría. No
lograba comprender. Cuando asomaban los primeros rayos de luz su cuerpo estaba limpio.
Regresaba a su casa para retomar las labores. Los campesinos la saludaban, todos la conocían. La
miraban de reojo, todos sabían pero nada decían.
Noche a noche la historia se repetía y su angustia aumentaba. Una mañana Dalia no regresó a la casa.
En vano la buscaron. Su cuerpo no estaba en la quebrada.
Desde entonces, algunas noches, fuertes vientos chocan el agua contra las piedras, con estridencia
zumban las hojas y chillan los pájaros. Los rayos alumbran la oscuridad. Todo el mundo se esconde.
Por la mañana, anidan las serpientes bajo el puente de la quebrada La Vieja, y el agua corre mansa, con
lluvia de sol todo el día.
Antonio contó que la quebrada que cruzaba el cultivo la llamaban “La Vieja” porque allí se había suicidado una mujer. Era un
misterio sin resolver puesto que nunca habían encontrado el cuerpo. (f. referencial) Todos lo rodearon para escuchar la
historia. (f. apelativa) La pequeña Rosario se asustó, aún más, (f. apelativa) pues habían dicho que debajo del puente, donde
estaban sentados, vivían las serpientes. (f. referencial)
Dalia era de mediana edad y bellos ojos negros. Había vivido siempre en la vereda. Trabajaba la tierra a la par que los
hombres. (f. referencial) Por la noche salía al claro del bosque a mirar el firmamento e indagar su destino. Conversaba con
las estrellas y hasta nombre les tenía. (f. emotiva)
Su ruego era incesante, (f. fática) si la tierra era fértil y ella la cuidaba, ¿por qué no era fértil su cuerpo que a la tierra
pertenecía? En vano preguntaba.(f. fática) Se largaba a correr por la orilla de la quebrada, trepaba a las piedras, se metía
entre el rastrojo, mojaba sus pies y su cara. (f. emotiva) Nadie le respondía. (f. fática)
Una noche vio que su cuerpo se iba tatuando con rayas, líneas, letras, números; signos que no podía interpretar. (f.
metalingüística) Figuras que se asemejaban a las raíces del árbol cuando se salen de la tierra. (f. poética)
Apenas dejaba de hablar las señas sobre su piel se empezaban a disipar. Trataba de entender eso que se escribía, pero
debía hablar al mismo tiempo. (f. metalingüística) Afanaba el paso, retrocedía. Se sentaba, corría. (f. emotiva) No lograba
comprender. Cuando asomaban los primeros rayos de luz su cuerpo estaba limpio. (f. metalingüística)
Regresaba a su casa para retomar las labores. Los campesinos la saludaban, todos la conocían. La miraban de reojo, todos
sabían pero nada decían. (f. referencial)
Noche a noche la historia se repetía y su angustia aumentaba. (f. emotiva) Una mañana Dalia no regresó a la casa. En vano
la buscaron. Su cuerpo no estaba en la quebrada. (f. referencial)
Desde entonces, (f. fática) algunas noches, fuertes vientos chocan el agua contra las piedras, con estridencia zumban las
hojas y chillan los pájaros. Los rayos alumbran la oscuridad. Todo el mundo se esconde. (f. poética)
Por la mañana, anidan las serpientes bajo el puente de la quebrada La Vieja, y el agua corre mansa, con lluvia de sol todo el
día. (f. poética)