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Sé consciente de que estás enfadado


• Muchas veces estamos enfados con algo o con
alguien y no somos para nada conscientes.
Quizás nos demos cuenta después de gritarle a
alguien, o cuando estallamos definitivamente.
Otras veces ni antes, ni después, estamos bien
cargaditos de ira y ni nos enteramos. Párate,
reconoce tu emoción y se plenamente consciente
de ella. Puedes por ejemplo, situarla en tu
cuerpo y observarla ¿Dónde la sientes? ¿En el
estómago? En tus puños cerrados? ¿En el ceño
fruncido? Ser consciente de que estamos
enfadados a veces reduce el enfado de por si.
2. Permítete sentirte enojado
Es perfectamente normal experimentar
emociones como la ira. Permitirte un poco de
tiempo y espacio para sentirse enfadado pueden
ayudarte a aceptar la ira y seguir adelante. Oye, y
si has explotado de ira y no pudiste controlarlo,
acéptalo también y aprende para la próxima. Lo
peor que te puede pasar es que encima de
enfadarte luego te sientas culpable (doble carga
de emociones prácticamente inútiles).
3. Cuida tu capacidad para pensar de una manera
efectiva
• Una de las causas más importantes de los enfados
inadecuados es debido a la merma de nuestras
capacidades físicas. El cerebro no es un ningún
dispositivo móvil, recordemos es un órgano físico
que a veces es influenciado por factores que
interfieren en su rendimiento como no dormir, tener
hambre, estar enfermo, un exceso de estrés,
medicamentos, drogas o síndromes de abstinencia.
Es muy importante saber reconocer estos momentos
y ser consciente de cómo nos aumenta la
irritabilidad, la susceptibilidad o el estrés
generalizado, síntomas que nos avisan que quizás no
podamos gestionar un enfado o que se nos vaya de
las manos.
4. Ten muy presente que somos nosotros quienes
creamos nuestras emociones
Así es, somos nosotros quienes creamos nuestro
enfado, no lo crea ni el tráfico, ni tu jefe, ni la mala
suerte, ni las noticias de la televisión…Esas frases
como “Me hiciste daño” “Las noticias me ponen de
los nervios” o “El jefe me encoleriza” dales una
vuelta porque no son verdad y te hacen mucho daño
al caer en un victimismo emocional e donde pierde
todo el poder y quedas a expensas de lo que te
rodea.
5. Trabaja las actitudes erróneas que nos suelen
llevar a enfadarnos de manera inadecuada
El perfeccionismo es una de ellas, algo que ocurre
cuando no aceptamos los errores (de nosotros o de
los demás). El perfeccionismo conlleva un listón
demasiado alto y rígido que cuando no se consigue
saltar puede generarnos toneladas de enfado. Otras
actitudes erróneas que pueden crearte excesivo
enfado inadecuado son la búsqueda de chivos
expiatorios o la idea de justicia/ injusticia.
6. Trabaja también las actitudes erróneas que
solemos tener sobre el enfado como emoción
Hay dos ideas irracionales clásicas sobre el enfado
que nos hacen mucho daño, una es creer que el
enfado es una emoción mala y dos, pensar que la
ira siempre conlleva una conducta indeseable. Estas
visiones sólo provocarán que forcemos no
enfadarnos nunca…hasta que explotemos un día.
11. Di sí a la fortaleza psicológica del perdón
El perdón es una fortaleza psicológica excepcional
porque nos quita el veneno de la ira innecesaria. Es
una especie de antídoto que nos limpia por dentro
y nos hace ganar perspectiva de lo ocurrido.
12. Y di sí también a pedir perdón
• Perdonar y pedir perdón, dos ingredientes
fundamentales de las relaciones sanas. El 95% de
las conductas negativas en cualquier relación
pueden ser afrontadas con facilidad. Si eres
consciente de que has cometido un error al
enfadarte de manera exagerada, gritando,
insultando o siendo agresivo pide perdón
concretando al máximo el error y de manera
sincera. Este pequeño gesto tiene un valor
incalculable porque es un síntoma de que somos
conscientes de la diferencia entre un enfado
adecuando e inadecuado (y de paso arreglamos
los daños colaterales de la ira excesiva)
13. Siempre proactivo
Muchos (casi todos) los enfados suelen ser
reactivos, es decir que aparecen cuando un
problema nos puede. Reaccionamos a ese atasco
de tráfico que no tenemos poder de prevenir o
cambiar y nos enfadamos, reaccionamos a la crítica
de alguien, a las injusticias sociales, al
comportamiento de una persona…Deja de
reaccionar a todo en la vida y coge las riendas
siendo más proactivo. ¿Cómo? Pues grábate esta
frase en tu cabeza: “Señor, dame fuerzas para
cambiar aquello que pueda cambiar, serenidad
para aceptar todo aquello que no pueda cambiar y
sabiduría para distinguir entre una cosa y otra.”

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