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LA IGLESIA NACIDA EN EL CONCILIO

VATICANO II:

UN SOLO PUEBLO Y UN SOLO REINO DE DIOS:

“COMUNIÓN Y MISIÓN”
INTRODUCCIÓN:

 El Concilio Vaticano II es un acontecimiento del Espíritu.


Un don de Dios a la Iglesia y al mundo.
 Él se presenta ante nosotros como punto de referencia,
punto de partida.
 Es un revulsivo en la vida de la Iglesia.
 Su destinatario es la humanidad entera.
 Él fue dado a la Iglesia para renovarla en su doble
dimensión de reflejo de la historia de la comunidad
trinitaria y de instrumento de Dios para salvación de
los hombres y de todo hombre: en definitiva para que
llegue a ser realidad de verdad, en la historia, Misterio de
Comunión y Misión.
1.- REDESCUBRIMIENTOS HECHOS
POR EL CONCILIO VATICANO II
1.1 CENTRALIDAD DE JESUCRISTO EN LA IGLESIA.
 A lo largo de los siglos Jesucristo había ido cediendo su
puesto central y único a la misma Iglesia. Jesucristo se
tenía como respaldo y justificante, pero no propiamente
como centro vital y referente único para actuaciones
eclesiales.

 Desde el Discurso de Apertura de la segunda sesión


conciliar, el Concilio fue tomando conciencia de que el
centro único y determinante de todas sus reflexiones y
decisiones, no podía ser otro que Jesucristo.
1.2 EL REINO, HORIZONTE Y TAREA PRIORITARIA DE LA IGLESIA

 La realidad del Reino no había estado ausente de la vida de la


Iglesia, pero sí fue perdiendo el horizonte bíblico
neotestamentario para pasar a un concepto de Reino interpretado
desde claves exclusivamente políticas y sociales: terrenas en
definitiva.
 El Concilio al situar el misterio y la vida de la Iglesia en clave de
historia de salvación, centrado en la Palabra de Dios, hizo posible
una nueva lectura de lo que es en realidad el Reino de Dios en su
relación con la Iglesia.
 De entrada el Concilio identifica ese Reino no con la Iglesia, sino
con la persona de Jesucristo: el reino se manifiesta, ante todo, en
la propia persona de Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo del hombre
(LG. 5).
 El Verbo Encarnado es la personificación del Reino: Él lo
anuncia, lo inaugura, lo manifiesta a los hombres con sus
palabras y sus signos, y sobre todo lo personifica, de tal
manera que, Jesucristo es impensable sin la realidad del
Reino: en su persona vemos plasmada y realizadas la esencia
misma del Reino, con todas las notas, dimensiones y
compromisos que ese Reino comporta.
 Este Reino, la Iglesia lo tiene que establecer y guardar
celosamente con el testimonio y la escucha de la verdad.
 Aunque el Reino de Dios no es de este mundo, sin embargo el
progreso temporal en cuanto puede contribuir a ordenar mejor
la sociedad humana, interesa en gran medida al Reino de Dios
(LG. 39).
 La Iglesia, al hacer presente el Reino de Dios entre los
hombres de diversas culturas, no disminuye el bien temporal
de ningún pueblo, sino que fomenta, asume, purifica, fortalece
y eleva, todas las capacidades, riquezas y costumbres de los
pueblos en lo que tiene de bueno (LG.13).
1.3 LA COMUNIDAD ECLESIAL COMO PUEBLO DE DIOS
 El Concilio redescubre el protagonismo de la comunidad
eclesial en que es Pueblo de Dios y hace preceder este capítulo
al capítulo dedicado a la jerarquía.
 El único protagonista en la Iglesia es el único Pueblo de Dios,
pueblo mesiánico, con carácter carismático, profético y
sacramental: un pueblo que testifica el poder de Cristo como
KYRIOS ( Señor), el regio poder de salvación que posee
Cristo.
 Afirmar que la Iglesia es Pueblo de Dios implica que:
 Es la “comunidad eclesial” la primera llamada a vivir, a
actuar y crecer en todas sus dimensiones, a través de
los distintos carismas, gracias y ministerios.
 Es la comunidad llamada a crecer y a protagonizar la
propia misión salvífica en el mundo.
 El desarrollo de la persona humana y el crecimiento de
la propia comunidad eclesial están mutuamente
condicionados, ya que ni la persona puede realizarse a
espaldas de la comunidad, ni la comunidad puede
construirse prescindiendo de cada persona.
 En la Iglesia en cuanto Pueblo de Dios no existe ni
masa ni élite.
 Ser Pueblo de Dios, lleva consigo también, como
exigencia necesaria, la de desarrollar la condición de
miembro vivo y activo de este Pueblo, superando la
pasividad.
 Por la condición de Pueblo de Dios, todos los miembros
adquieren una dignidad por igual: la de ser hijos de
Dios, y esto, en virtud del Bautismo.
 La concepción de la Iglesia como Pueblo de Dios
devolvió a la Iglesia su dinamismo histórico: no sólo
vive en la historia, sino que ella misma hace historia y
que goza o padece la historia. Por ello, siente la
necesidad de una ininterrumpida renovación gracias a
la acción del Espíritu Santo (LG. 9).
1.4 EL BAUTISMO, CONSAGRACIÓN PRIMERA, FUNDAMENTAL
Y DECISIVA DEL CRISTIANO
 Durante siglos, el bautismo ha sido para los cristianos:
 Un rito religioso por su sentido salvífico.
 Signo de pertenencia a la Iglesia .
 Condición para recibir los demás sacramentos
cristianos.
Fuera de estas perspectivas el bautismo no tenía mayor valor.
 El redescubrimiento del Concilio Vaticano II fue que el
bautismo es:
 Participación del Misterio Pascual de Cristo (Rm. 6,

3-11).
 Puerta de entrada de ese Nuevo Pueblo de Dios
peregrino en la historia ( Hch. 2, 37-41; 4,4).
 Expresión y exigencia del compromiso
voluntariamente aceptado de construir el Reino de
Dios entre los hombres ( Hch. 2, 41-47).
 Inicio de la vida cristiana:
 Iniciativa de Dios que llama gratuitamente.
 La respuesta positiva a la llamada divina en la fe
aceptando el don de Dios y adhiriéndose personalmente
a Jesucristo.
 El gesto de apropiación por parte de Dios del llamado al
que unge con la unción del mismo Espíritu con el que
Cristo fue ungido, ya lo que sella como cosa y posesión
suya ( 2 Cor. 1,21-22).
 La incorporación al Pueblo de consagrados como
miembro activo y vivo, y el envío al mundo para
anunciar la salvación de Dios a todos los hombres y a
todo el hombre.

Esta consagración bautismal no es una realidad hecha y


terminada, sino que está sometida a la ley de un
crecimiento incesante y de un desarrollo cada vez más
maduro y comprometido.
2.1 COMUNIÓN Y MISIÓN EN EL
CONTEXTO DE LA ECLESIOLOGÍA DE
VATICANO II
 El cambio experimentado por el Concilio Vaticano II en
la consideración de la Iglesia se plasma en dos grandes
ejes: LA COMUNIÓN Y LA MISIÓN.
2.1 LA COMUNIÓN EN EL ÚNICO PUEBLO DE DIOS
 La eclesiología de comunión es una idea central y
fundante en los documentos del Vaticano II y en
posteriores cartas apostólicas.
 El Papa Juan Pablo II, nos explica en su carta
apostólica “Novo millennio ineunte” lo que significa
“la espiritualidad de comunión”:
“la espiritualidad de comunión”:

 Una mirada al misterio de la Trinidad que habita en


nosotros y cuya luz debe ser reconocida también en el
rostro de los hermanos que están a nuestro lado.
 Capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad
profunda del Cuerpo místico para saber compartir
sus alegrías y tristezas; para saber intuir sus deseos y
atender sus necesidades.
 Capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en
el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de
Dios.
 Es saber dar espacio al hermano llevando
mutuamente la carga de los otros (cf. Ga. 6,2) y
rechazando las tentaciones egoístas que
continuamente nos acechan y engendran
competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza
y envidias.
2.1.1 PRESUPUESTO ANTROPOLÓGICO
DE LA ESPIRITUALIDAD DE COMUNIÓN

 El hombre es un “ser-para-la-comunión”. La conciencia de


nuestro propio yo nace en la contraposición a un tú.
 El proceso de maduración humana consiste en el paso
progresivo de ser “individuo” al ser “persona”.
 Solamente podemos afirmar estar delante de una persona
propiamente dicha, cuando estamos ante alguien que se
olvida de sí dejando de ser el centro de sí mismo; alguien que
comprende al otro; asume las situaciones por las que pueden
atravesar los otros haciéndolas suyas y está dispuesto a dar.
 Si la comunidad humana-religiosa se edifica con personas,
estamos en condiciones de valorar la importancia de estar en
un constante e ininterrumpido proceso de personificación.
 Apoyado en este principio personalista, el Concilio Vaticano II,
al abordar el tema del hombre nos dirá que el hombre es un ser
abierto a la comunión: “está hecho para la comunión con
otros hombres”.
 Esta apertura no es algo sobreañadido o accidental a la
condición humana; pertenece a lo más íntimo y constitutivo de
su ser.
 El ser hombre es por su misma naturaleza, un ser social y no
puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los
demás.
 La comunión presupone diversidad de dones, talentos,
pareceres, puntos de vista, en definitiva de personas.
 La unidad no significa perder la identidad, sino fundir a los
seres que se encuentran en la unidad, en la totalidad de lo uno.
 El Pueblo de Dios está llamado a construir una verdadera
comunión desde lo más radical del hombre: “su condición de
ser-para la comunión”.
2.1.2 PRESUPUESTO TEOLÓGICO: LA COMUNIÓN TIENE
SU RAÍZ ÚLTIMA EN SU NATURALEZA TEOLÓGICA

 La comunión en el Pueblo de Dios tiene su raíz y fundamento


último en ser un verdadero don de Dios en cuanto Dios
Trinidad:
 Su punto de partida y fuente : en el misterio trinitario, en la
comunión profunda entre las tres divinas Personas.
 Dios Padre quiso llamar a los hombres a participar de su vida
no sólo individualmente, sino constituirlos en un pueblo en
que sus hijos, que estaban dispersos, se congreguen en la
unidad.
 Jesucristo es enviado a recomponer lo desintegrado y para
reunir a todos los hijos de Dios que estaban dispersos.
 La comunión eclesial encuentra en el Espíritu Santo el
artífice supremo e imprescindible de su realización.
 El vínculo de amor y de comunión en el seno de la Trinidad, es
igualmente, en el interior de la Iglesia, el vínculo más profundo
de comunión en la diversidad de dones, carismas, gracias y
ministerios.
 Así como en el seno de la Trinidad la acción vinculante del
Espíritu no anula sino que mantiene profundamente diversos al
Padre y al Hijo en plena comunión de un amor que realiza y
asegura la unidad de la naturaleza divina, de forma análoga, en la
comunidad eclesial es el Espíritu el que mantiene a los bautizados
en la unidad más profunda sin anular la diversidad más variada y
enriquecedora de dones y ministerios, en servicio y crecimiento
del único Cuerpo de Cristo ( Ef. 4, 7-16).
 Es el espíritu Santo, entonces, quien garantiza y conserva en la
Iglesia la verdadera unidad.
 La naturaleza trinitaria de la comunión tiene el compromiso
central de vivir la verdadera comunión, siendo al mismo tiempo
fermento de auténtica comunión entre los hombres.
2.1.3 PRESUPUESTO ECLESIÓLOGICO DE LA COMUNIÓN:
LA COMÚN Y RADICAL VOCACIÓN A LA FE
DE TODOS LOS BAUTIZADOS

 El Concilio Vaticano II, al hacer su planteamiento eclesiológico


desde la comunión, pone el sacramento de Bautismo como
elemento común e imprescindible para todos por igual. Al
hacernos cristianos, nos iguala en la condición de miembros.
 La Iglesia distingue tres vocaciones: laical, ministro ordenado,
vida consagrada. Estas tres vocaciones habrá que entenderlas no
desde lo que las distingue, sino de lo que tienen en común: ser
cristiano, ser bautizado, ser seguidores de Cristo, comprometidos
en la fuerza del Bautismo a construir el Reino de Dios ya aquí en la
tierra.
 De este planteamiento se deduce la necesidad radical de que cada
una de las vocaciones particulares esté al servicio de las otras dos,
para el crecimiento del Cuerpo de Cristo, y para la realización de
su misión en el mundo.
 Por consiguiente, las tres vocaciones:
 Nacen de la misma y única fe.

 Todas tienen la misma dignidad.

 Ninguna de ellas se entiende sin las otras dos.

 Cada una de ellas para poder ser vivida en plenitud tiene


que contar y estar en relación viva y existencial con las
otras dos.
2.1.4 COMUNIÓN PARA LA MISIÓN

 La comunión, verdadero don de Dios y tarea para la comunidad


seguidora de Cristo, tiene que desembocar necesariamente en el
compromiso compartido por todos los miembros de llevar a cabo
una misión: “construir el Reino de Dios ya aquí en la tierra”.
 La comunión sin misión convierte a la Iglesia en un ghetto,
confortable y cálido para sus miembros, pero absolutamente inútil
para las esperanzas de una humanidad que espera verse liberada
de la esclavitud.
 La Misión no surge por iniciativa de la propia Iglesia, sino que se
origina más allá del hombre, en el proyecto de Dios sobre el
hombre.
 El hombre no origina ni fundamenta la Misión, solamente la
recibe.
 La Iglesia sólo pretende una cosa: “continuar bajo la guía del
Espíritu Santo la obra del mismo Jesucristo que vino al mundo
para testimonio de la verdad, para salvar y no juzgar, para servir y
no ser servido” ( GS 3).
2.2 LA MISIÓN DEL ÚNICO PUEBLO DE DIOS

 La comunión en la Iglesia desemboca necesariamente en la


Misión.

 Así como en la Trinidad la comunión de las Personas es principio


de envío del Hijo por el Padre y del Espíritu por el Padre y el Hijo,
de forma análoga la comunión entre los bautizados tiene que
desembocar en la asunción y realización de la Misión que el Padre
confió a Cristo y que Él, a su vez, confió a la Iglesia para que la
lleve adelante con la fuerza del Espíritu hasta el final de los
tiempos.
2.2 CRISTO, ENVIADO POR EXCELENCIA

 Los sinópticos presentan a Jesús como el Hijo enviado (Mt. 21, 33-46;
Mc. 12, 1-12; Lc. 20, 9-19) en contraposición con otros enviados, escribas y
fariseos, e incluso entre los profetas enviados sucesivamente por Dios al
Pueblo.
 San Juan quiere hacer ver que, mientras los pastores del pueblo eran
ladrones y salteadores ( Jn. 10, 1) porque habían venido por su cuenta,
Jesús aparece con clara conciencia de ser enviado por Dios por excelencia:
 Aquel que no hace nada por su cuenta;

 Aquel que hace todo y sólo lo que le ha mandado que haga el que
lo envió;
 Aquel cuyo alimento es cumplir el designio del que lo envió y
llevar a cabo su obra (Jn. 4, 34).
 Aquel que no ha bajado del cielo para realizar su designio propio
sino el designio del que lo envió ( Jn. 6, 38).
 Aquel que no está aquí por decisión propia sino por decisión del
que lo ha enviado, y a quien conoce muy bien precisamente por
proceder de él (Jn. 7, 28-29).
2.2.2 EL REINO EN LA MENTE EN LA ACTIVIDAD
MESIÁNICA DE JESÚS

 En la mente de Jesús, la realidad del Reino de Dios presupone


siempre la existencia de la conciencia de enviado por el Padre a
instaurar el reino de Dios entre los hombres.

 El reino de Dios no es una teoría o una doctrina. Por ello, Jesús no


hizo ninguna descripción del mismo. El Reino de Dios es una
manera de vivir que solo se puede entender y explicar a partir de
hechos y situaciones en los que se antepone la vida a todo.

 El concepto de Jesús acerca del Reino no coincide con la


esperanza político-nacional muy extendido en el pueblo de Israel.

 El Reino de Jesús tiene un horizonte trascendente, pero es al


mismo tiempo totalmente de este mundo, como lo demuestra el
hecho que los hambrientos son saciados, los tristes consolados… y
tiene como norma o ley suprema el amor incluso a los enemigos.
 El Reino tiene:
UNA META: reunir en una sola familia a todos los hijos de
Dios dispersos (Jn. 11, 52; 17, 20-23) en la que
Dios sea el Padre de todos, Cristo el primogénito
entre muchos hermanos (Rm. 8, 29), y todos los
hombres, hijos de un mismo Padre y, por eso
mismo, hermanos entre sí (Mt. 23, 8).

UN PROYECTO: una humanidad nueva que a partir de un Hombre


Nuevo, pone al hombre en el centro de todo y de
todos. Este proyecto comienza ya en la tierra,
trasciende el espacio, pero se consuma y plenifica
en el más allá.
UN HORIZONTE: es universalista (Mt. 8,11).
UNOS DESTINATARIOS: el anuncio de la Buena Nueva y el
llamamiento se hace a todos, no es un
proyecto para un grupo de selectos,
aunque los que lo acogieron con verdadero
entusiasmo fueron los pobres y sencillos
de la sociedad.
2.2.3 LA IGLESIA, DEPOSITARIA DE LA MISMA Y ÚNICA
MISIÓN DE CRISTO

 La Misión no tiene en la Iglesia su origen en la mera inquietud


interior de la propia comunidad eclesial. En analogía con Jesús, la
Iglesia desde su mismo origen tiene conciencia de no estar
haciendo algo por cuenta propia (Jn. 8,42).
 La comunidad eclesial de los seguidores de Cristo desde sus
mismos inicios se sabe que:
 No va a donde ella quiere, sino a donde se siente enviada
por el Espíritu.
 No dice lo que ella quiere, sino lo que el Espíritu le dicta.
 No se dirige con su mensaje a los destinatarios que ella
quiere, sino a los que el Espíritu le ha señalado.
 Siendo una urgencia en el anuncio del Reino que no brota
de su simple entusiasmo humano ni se basa en su propias
fuerzas y recursos, siente un impulso irrefrenable que nada
ni nadie puede detener.
 La Iglesia no es, pues, una comunidad auto-enviada: es plenamente
consciente de hablar y actuar en nombre de otro que la ha enviado.
 Ella no es una Iglesia:
 Interesada, calculadora, prudente con la prudencia de la
carne (Rm. 8, 6).
 Buscadora de estrategias humanas para medrar
 En paz y concordia con los ricos y poderosos del mundo
aunque sean injustos y opresores de los pobres y humildes..
 Seguidora de políticas basadas en la conveniencia, en la
mentira o el soborno.
 Por saberse enviada, es una Iglesia valiente, audaz, libre, desafiante,
imprudente según los criterios de la carne y hasta temeraria frente a
los poderes del mundo.
 La encomienda de la Misión se hace a la comunidad en cuanto tal: no
a personas singulares.
 Si la Misión ha sido encomendada por Cristo a sus seguidores
constituidos en comunidad, es evidente que todos ellos están
implicados y comprometidos de forma corresponsable en esa única
Misión.
 Por consiguiente: “ningún evangelizador es dueño absoluto de su
acción evangelizadora”( EN 60).
2.2.4 LA COMUNIDAD ECLESIAL, MICRO-REALIZACIÓN Y
FERMENTO DEL REINO DE DIOS EN EL MUNDO

 El pensamiento mesiánico-escatológico de Israel, referente a la


salvación escatológica, es inseparable del Pueblo de Dios y la
Comunidad de Dios es elemento necesario del Reino.
 En la mente de Jesús, la realidad del Reino presupone la
existencia de un pueblo al que confía la progresiva realización de
ese proyecto de Dios.
 La Iglesia, Nuevo Pueblo de Dios, está constantemente llamada y
urgida a ser lugar en el que aunque sea a pequeña escala se realiza
el proyecto del Reino, y al mismo tiempo instrumento válido a su
entero servicio para su progresiva realización en la historia de los
hombres hasta el fin de los tiempos.
 La centralidad del reino plantea a la Iglesia su exigencia más
radical: ser una verdadera comunión. Una comunidad que se
convierte en poderoso y eficaz fermento de esa fraternidad entre
los hombres.
2.2.5 MISIÓN ÚNICA EN VARIEDAD
DE CAMINOS Y FORMAS

 La Misión encomendada por Jesucristo a su Iglesia es única.


 Esta Misión única es la construcción del Reino de Dios que,
comenzando aquí en la historia, está destinado a llegar a su plena
y definitiva consumación al final de los tiempos.
 Esta Misión única se realiza por diversos caminos apostólicos y
desde una gran variedad de carismas diferentes.
 Es una Misión que se realiza desde vocaciones diversas pero
complementarias y enriquecedoras.
 La amplia y rica variedad de dones, gracias y ministerios,
procediendo de un mismo y único Espíritu, está destinada, de
forma inmediata, a la construcción del único Cuerpo de Cristo, el
cual, a su vez, está destinado a ser instrumento válido y eficaz en
la construcción de la humanidad según el proyecto de Dios (1 Cor
12, 4-26; 14,5.12-26; Ef 2,21; 4, 12.16).

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