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Llegó el momento.

Es el día de partir, de dejar atrás otra etapa de sus vidas para


comenzar una nueva. Y eso es difícil.
Pasaron algunos años; y con ellos, quedaron sueños, algunos cumplidos y otros
por cumplir. Quedaron fantasías, historias, anécdotas...
Buenos y malos momentos compartidos con amigos, alguna que otra travesura, y
miles y miles de recuerdos que hoy se acumulan en la memoria como queriendo
salir, intentando detener el tiempo para evitar la partida. Recuerdos para ser
contados permitiendo que una lágrima escape de nuestros ojos. Recuerdos que,
aunque parezcan lejanos, nunca podrán ser olvidados.

Y una vez más, como hace años atrás, vuelven seguramente a estar asustados
ante lo desconocido.
Hoy se van. Deben partir. Por más que nosotras quisiéramos no podemos detener
el paso del tiempo para que sigamos juntos acá en la escuela, estudiando jugando,
corriendo, cantando, divirtiéndonos.
Llevan un baúl que no pesa demasiado, pero que está repleto de ilusiones
aguardando realizarse. Llevan en las manos puñados de esperanzas, y en el
corazón, un poco de tristeza quizá...
A nosotras nos dejan su alegría, sus risas, sus miradas, sus gestos, sus sonrisas y
también sus lágrimas. Todas esas cosas quedarán muy bien guardadas en
nuestros corazones y serán como luciérnagas que iluminarán nuestros
pensamientos cuando nos invada la tristeza de saber que el año que viene ya no
vendrán.
Ahora sí. Llegó el momento. Permitamos que esa pena salga, que esa melancolía
deje correr lágrimas de emoción, pero no permitamos que esta despedida
oscurezca el brillo que se han ganado luego de todos estos años de estudio y
dedicación. Es por eso que debemos hacer que esta despedida no sea un "adiós"
sino que sea un "hasta siempre".
Y gracias por dejarnos otra página de su historia, que forma parte de nuestra
historia.

Los vamos a extrañar. Los queremos mucho. Hasta siempre.

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