son de las estrellas. Sus brazos te rodean y es el susurro del viento quien al oído te canta. ¿Qué cuenta? La nana de la madre abandonada que con cicatrices mal curadas cavo su tumba. O tal vez, el hijo que dejó sus sueños por quedarse en el suelo. Y quizás, muy en el fondo, de manera tan tenue como el cambio de colores que tiñe el cielo al atardecer, se escucha el llanto de la joven que con el corazón roto cosio la armadura de esperanzas. La historia que comienza en el horizonte no es la misma que aquí se cuenta, pues el viento todo lo oye y todo lo lleva pero ¿Quién escucha realmente su canto? ¿Quién puede decir con certeza que conoce sus palabras, sus secretos? Y que no tachen a aquel que así lo sepa de herejía porque sabio es aquel que entre tanto ruido puede escuchar las palabras del viento, que entre tanto caos en su mente, su corazón distingue esa dulce melodía que el viajero susurró hace tantos años. Una canción de amor, la más bella de todas, que terminó robando una lagrima a la luna y un llanto a los lobos. Y que en invierno abriga hasta al más inhóspito de los paramos. Porque sí es sabio aquel que escucha pero también aquel que da. Y él viento, querido amigo, todo lo sabe y para el que quiere, todo lo da. Solo escucha su canción. A. I. A. G.