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Arquitectura y Literatura
Arquitectura y Literatura
Yo construí la casa
la hice primero de aire
luego subí en el aire la bandera
y la dejé colgada del firmamento,
de la estrella, de la claridad y de la oscuridad.
Cemento, hierro, vidrio
eran la fábula,
valían más que el trigo y como el oro,
(...)
Ya no pensemos más: ésta es la casa:
Ya todo lo que falta será azul,
lo que necesita es florecer;
y eso es trabajo de la primavera.
Sobre esta misma idea, Octavio Paz, en su libro El arco y la lira, nos
dice que "las diferencias entre el idioma hablado o escrito y los
otros -plásticos, musicales o arquitectónicos- son muy profundas,
pero no tanto que nos hagan olvidar que todos son, esencialmente,
lenguajes: sistemas expresivos dotados de poder significativo y
comunicativo. Es más fácil traducir los poemas aztecas a sus
equivalentes arquitectónicos y escultóricos que a la lengua española.
...el lenguaje de 'Primero sueño' de Sor Juana Inés de la Cruz no es
muy distinto al del Sagrario Metropolitano de la Ciudad de México.
Así, las palabras del poeta son las voces vivas, o lo serán, de su
comunidad".
*****
Hoy día, inmersos en un mundo que, como nos dice Guy Debord,
consumimos principalmente con el sentido de la vista y que nos
aleja de "el ser" para encarcelarnos en "el parecer", bien podríamos
buscar reinstaurar otras pautas para el diseño arquitectónico y a la
vez confirmar lo que de vocación y oficio nos demanda la poesía…,
pero, ¿de vocación u oficio? De nuevo acudamos a Octavio Paz: en
El arco y la lira nos dice que "los poemas no son [afortunadamente]
productos susceptibles de intercambio mercantil; [ya que] el
esfuerzo que se gasta en su creación no puede reducirse al valor
actual del trabajo. De ahí que el oficio de poeta -arquitecto, escultor
o músico- demande nuestra entrega al oficio de poetas".
Paulina Morales
Letras Inglesas
“Demonic Spaces: Sade, Dickens y Kafka” explora los espacios demoniacos dentro del
mundo regulado y la función ética de la arquitectura. En Sade, cuartos secretos se
convierten en espacios de libertinaje que desafían la razón. Para Dickens, la arquitectura
misma encarna la revolución industrial y el capitalismo, mientras que en Kafka la
arquitectura colosal desafía y sobrepasa nuestra condición humana. Los siguientes dos
capítulos enfatizan la relación entre la modernidad, el pasado y la memoria. “Allegories of
the Gothic in the Long Nineteenth Century” se concentra en el interés por los edificios
góticos y lo que su popularidad revela sobre la forma que nos relacionamos con el pasado.
La estética celebra la forma sublime de una catedral por ejemplo, mas la ética se preocupa
por el significado de este edificio para un momento histórico en el que la fe se ha perdido.
En “Figures of Ruin and Restoration: Ruskin and Viollet-le-Duc”, Spurr compara las
posturas sobre la restauración de estos dos teóricos arquitectónicos tan importantes para el
siglo XIX. Ruskin prefiere la estética de la ruina; Viollet-le-Duc defiende la restauración.
Spurr extrapola el debate arquitectónico a las figuras literarias. Ruskin quiere mantener la
desunión temporal entre la ruina y el edificio original; la ruina se puede equiparar con la
alegoría. Por su parte, la restauración intenta regresar a un estado ideal de la construcción,
busca la unidad tal como lo hace el símbolo.